sábado, 24 de marzo de 2012

Never say never. Cap. II

OHAYO GOSAIMASUUUUU!!!!! 
¿Cómo están? Espero que bien! Yo contenta ya que el buen tiempo ha llegado a mi cuidad! y la primavera ha comenzado! La estación de el amor está aquí! Y como tal aquí os traigo un capítulo de una de mis historias. No puedo decir que sea completamente de amor, además, todavía es el segundo, si ya estuviesen enamorados iría muy rápido no creen? 
Como ya hacía tiempo que no actualizada, sin contar el día del cumpleaños de Kento-kun... Ah! y hablando de cumpleaños, dentro de poco es el de Yuya-chan! Tengo que hacerle una entrada al segundo más mayor de los HSJ! Que bien no? Ya va a cumplir 22... bueno pero esto ya lo pondré en su debida entrada.
Bueno, pues sin más demora aquí os lo dejo. RECUERDEN: es Yamajima! 



 Capítulo II.
 

Una semana hacía que Ryosuke vivía en su casa, y había sido un total infierno. No se soportaban mutuamente y el mayor cada vez que podía le hacía chantajes con la información que había obtenido. Yuto había cometido un grave error, le había dicho a Ryo su fama en el instituto y después supo que él era nuevo. Grave error, ahora estaba pagándolo.

- ¡Basta ya! – su tono de voz era alto y se notaba que estaba irritado. – ¡Siempre me amenazas diciéndome que lo vas a decir a mis padres, pero nunca lo haces! – suspiró notoriamente fijando sus ojos fieramente en los de Ryosuke. - ¡¿Qué es lo que quieres?! – preguntó más irritado todavía.

- Nada. – el estado irritado de Yuto se incrementó cuando vio la sonrisa de autosuficiencia, el más alto arrugó el entrecejo. – Solamente me aburro, nada más. – contestó sinceramente mientras se cruzaba de brazos y apoyaba la espalda en la pared de la habitación de Yuto.
Si te aburres búscate un hobby, a mí déjame en paz. – su mosqueo subía de grado cada vez que hablaban, no se soportaban mutuamente y la convivencia estaba siendo un infierno para los dos, porque cuando no era Ryosuke el que se metía con Yuto, era al revés. 

- Ya tengo un hobby, meterme contigo. – sonrió arrogante mientras clavaba sus ojos marrones en los de Yuto. Yuto inspiró fuertemente inflando en pecho y se levantó de la silla del escritorio caminando amenazante en dirección al más bajo de la habitación. – ¿Qué pasa? – se sintió un poco incómodo al verlo andar tan decididamente hacia su persona, pero rápidamente recobró la compostura. Intentó retroceder pero no pudo, tenía la pared detrás de él.

Yuto seguía caminando directamente hacia él mirándole fijamente, su incomodidad aumentó cuando vio que este no se detenía hasta quedar a escasos centímetros de su rostro. Echó para atrás la cabeza, apegándola a la pared. 

- Estás jugando con fuego. – amenazó el pequeño. Yamada tragó fuertemente y lo miró directamente a los ojos. – Y quien juega con fuego… – hizo una pausa mientras acercaba su rostro al del más bajo, pero lo desvió para acercarlo al oído. – se quema. – completó la frase con una voz, que ha Ryosuke le pareció… sensual. Por unos segundos Ryosuke se sintió extraño, su corazón palpitaba agitadamente haciéndolo sentir incómodo, más que antes. Yuto volvió el rostro a la posición inicial y lo miró directamente a los ojos sonriendo arrogantemente. 

- Tranquilo, el agua… apaga el fuego. – contraatacó el mayor empujándolo levemente para quitar esa cercanía que el menor había osado tener. En el momento que Yuto estuvo lejos de él se sintió tranquilo y su corazón se tranquilizó, cosa que agradeció. – Por hoy ya está bien. – dijo mientras salía de la habitación algo molesto. Yuto sonrió cuando la puerta se cerró.

- Nunca falla. – sonrió orgulloso de sí mismo. Ese truco lo usaba para poner incómodos a sus presas, la cuestión era invadir el espacio personal de la persona, así haces que se incomode y que su corazón se acelere, creándole un malestar. Así, acabas consiguiendo lo que quieres. – Tengo que hacerme empresario. – susurró alegre, realmente valía para la profesión. Los empresarios siempre piensan en su propio beneficio y en sacar provecho de cualquier situación.

- ¡Chicos bajen a cenar! – se escuchó a la madre de Yuto desde abajo. Ambos salieron de la habitación encontrándose en el pasillo, esta vez fue Ryosuke el primero en reaccionar y bajar primero, estaba molesto. Yuto volvió a sonreír, realmente, ese truco nunca fallaba. 

Cenaron en tranquilidad y sin ningún contratiempo, la señora Nakajima se dispuso a limpiar los platos pero la interrumpió Yamada, sorprendiendo a los dos integrantes masculinos de la familia.

- Tranquila, ya lo limpio yo. – le sonrió y suavemente le quitó los platos de las blanquecinas manos a la señora Nakajima. Esta sonrió tiernamente por tal acción, después de todo no era un mal chico. Aunque la madre de éste le había dicho que Ryosuke pasaba por una mala adolescencia. 

Yuto miraba la amplia pero pequeña espalada de Ryo, estaba sorprendido por la acción de éste, cualquiera diría que hacía unos minutos le estaba chantajeando y retándole. ¿Pero qué estaba pensando? Si él era igual que Yamada, él también tenía doble personalidad, bueno doble o triple, las que hiciese falta. Yuto se levantó, no quería seguir ahí mirando la espalda a Ryosuke, no tenía sentido perder el tiempo de esa manera. Se dirigió a su habitación y se encerró.


Un nuevo día se asomaba por las ventanas de la casa  de los Nakajima, los rayos de sol de esa mañana molestaron al invitado de dicha familia, haciendo que despertase de su profundo sueño. Se estiró aún echado y se sentó en el medio de la cama mirando, como de costumbre, la hora. Ese día había despertado temprano, era fin de semana, por lo tanto no había clase. Su vista se fijó en la nada, aún estaba medio dormido.

- Ryo-chan, el desayuno está servido. – miró la puerta por la que había salido la voz. Sonrió, esa mujer era muy atenta, igual que su madre. Su madre… cuánto la echaba de menos, a ella y a su padre. Hablaban todos los días por teléfono pero no era lo mismo, él quería verlos y poder tocarlos. Suspiró. “basta, no recuerdes esas cosas, que te deprimes.” Se auto-animó, también echaba de menos a sus hermanas, sobre todo a la pequeña. “¡Qué basta!” se riñó mentalmente. Se levantó de la cama y se puso algo decente para bajar a desayunar.

Cuando bajó toda la familia estaba allí sentada, solamente había empezado a comer Yuto, los padres lo habían esperado. Sonrió ante ese hecho, era lo mismo en su casa, él siempre era el que más tarde bajaba a desayunar y todos lo esperaban con una sonrisa en la cara. 

El desayuno transcurrió tranquilo como todos los demás, solamente que notó que Yuto estaba más callado de lo normal, cosa que no le gustaba nada. Vamos, no le importaba el estado en el que estuviese ese sujeto, pero le incomodaba que estuviese callado, normalmente era él el que más hablaba en la mesa. 

Ayudó a la señora Nakajima a recoger, no quería ser un estorbo, bueno, sabía que lo era, pero no quería serlo más. Quería ayudar en todo lo que fuese para no estorbar más de lo que estorbaba. Subió a su cuarto a hacer la tarea del día anterior. Se encerró en su habitación para no distraerse, tenía que ser serio con sus estudios, pues eran los que decidían su futuro.

Estaba a punto de acabar cuando unos toques en su puerta lo distrajeron, arrugó el entrecejo por interrumpirlo. Se giró en la silla, dado que ésta estaba de espaldas a la puerta, justamente en frente a la ventana. La puerta se abrió mostrando a la señora Nakajima que le sonreía alegre. Cerró después de entrar completamente y se sentó en la cama. 

- Ryo-chan. – llamó suavemente, el nombrado se extrañó y la miró con duda. – Tenemos pensado ir a un viaje, ¿qué te parece? – preguntó con algo de miedo. ¿Por qué todo el mundo tenía miedo de su reacción? ¿Tan mala personalidad tenía? 

- Me parece bien. – meditó la siguiente pregunta. – ¿Cuándo os marcháis? – no quería echarlos ni nada por estilo, solamente tenía curiosidad por saber cuándo se iba a ir la familia.
En dos semanas. – el chico se sorprendió, ¿en dos semanas? ¿Y ya se lo estaba consultando? La señora Nakajima sonrió por la sorpresa en su rostro. – ¿Estaréis bien? – su tono era de preocupación.

- Tranquila, está todo bien. – pero cayó en la cuenta de las palabras que había usado. – ¿Estaréis? ¿A qué se refiere? – no entendía esas palabras.

- Sí, tú y Yuto-kun. – sonrió alegre. Estaba deseosa de poder pasar tiempo a solas con su marido, hacía meses que no tenían un ratito para ellos dos. Pero se sorprendió de la sorpresa en el rostro del adolescente, ¿habría pensado otra cosa? – ¿Pensaste que quedarías tu solo? – sonrió tiernamente al verlo asentir con la cara de asombro. – ¡No podríamos hacer tal cosa! Tu madre me mataría. – rió disimuladamente poniéndose una mano delante de la boca.

- Oh, ya veo. – bajó la cabeza algo apenado por pensar que quedaría solo. Pero le molestaba tener que estar a solas con esa persona, no era que le tuviese odio, solamente que no quería estar cerca de él, nada más. – ¿Cuánto dura el viaje? – su interés era notorio. 

- Supongo que dos semanas. – contestó con un dedo en la barbilla en gesto pensativo. Ah, bueno dos semanas… ¡¿Dos semanas?! ¡Eso era mucho tiempo! Bueno, con solo pasar de él estaba bien. Le sonrió a la señora Nakajima, sin duda, no sería una molestia para tan amable mujer.

La tranquilidad aquí está asegurada… – le sonrió confiadamente. – por lo menos de mi parte. – susurró, no quería que la madre de Yuto supiese de la mala relación que tenían. – Pueden irse tranquilos. – aseguró totalmente convencido. Claro que no pasaría nada, él se limitaría a ignorar a Yuto y seguramente que Yuto también lo ignoraría a él.

La señora se levantó de la cama dispuesta a irse, pero recordó otro asunto muy importante. – Ah Ryo-chan, antes de que se me olvide. – giró sobre sus pies y lo miró directamente a los ojos, cosa que incomodó al menor. – ¿Sabes por qué Yuto-kun estaba así de raro en el desayuno? – Ryosuke alzó una ceja incrédulo, él tampoco tenía idea y en respuesta giró la cabeza negando. – ¿Sabes si le ha pasado algo en el instituto? – preguntó preocupada, el estado de ánimo de su hijo no era normal. El menor volvió a negar, la señora se desanimó no le quedaba más remedio que preguntárselo al propio Yuto. Suspiró resignada. – Está bien, le preguntaré a él. – le sonrió para después salir por la puerta del cuarto de huéspedes.

Ryosuke se quedó mirando a la nada, pensativo. A él también le tenía preocupado ese asunto, más que preocupado, molesto, no entendía el cambio repentino del joven, pero no podía preguntárselo a él, tendría que esperar a una respuesta de la madre de él.





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El tiempo transcurría lentamente y Ryosuke no sabía qué hacer, estaba tumbado en la cama mirando hacia el blanco techo. Tenía mucho aburrimiento, no encontraba nada divertido que hacer. Suspiró cansado, ya eran las dos de la tarde, ya había comido y hecho la tarea, ya no le quedaba nada que hacer en la tarde.

Picaron en la puerta inesperadamente, se sentó rápidamente  en la cama y miró la puerta diciendo “puede pasar”. Era la madre de Yuto.

- Ryo-chan, ¿no te aburres? – el nombrado se sorprendió por la respuesta y sonrió dulcemente. Eran esos gestos tan atentos los que le hacían recordar a su madre.
Un poco. – contestó después de disipar los pensamientos hacia su familia casi rota. Miró directamente la cara de esa mujer que era casi idéntica a la de Yuto.

- ¿Por qué no sales a dar una vuelta con Yuto-kun? – preguntó contenta. Yamada levantó una ceja incrédulo de lo que acababa de escuchar. ¿Salir a dar una vuelta con Yuto? ¿Lo decía en serio? Miró más fijamente y vio la sonrisa inocente de la mujer. Claro que lo decía en serio. Ella no sabía nada de la mala relación.

- Claro. – mintió. – pero, seguramente que Nakajima-kun no quiere. – no quería pronunciar su nombre para que su madre no pensase que tenían confianza. Vio como los ojos de la mujer se abrieron, seguramente le sorprendió que lo llamase así.

- Claro que no. Él mismo me ha dicho que os lleváis muy bien. – su alegría le pareció contagiosa, pero tenía cosas en las que pensar. ¿Qué él había dicho qué? ¿Qué se llevaban bien? Seguramente que era para que su madre no notase nada. “Bien jugado” Le felicitó mentalmente, tenía que reconocer que cuando quería Yuto era muy astuto. – Voy a preguntarle. – se giró para marchar pero fue detenida por la voz de Ryo.

- ¡No! – la señora Nakajima se giró sorprendida. – Quiero decir… no quiero molestarlo. Es mejor que salga yo solo. – se levantó rápidamente de la cama para marchar antes de que la madre insistiese.

- Pero, no te sabes el camino. – argumentó preocupada, no quería que se perdiese, en estos tiempos había gente muy mala y mucha necesidad. Pero la sonrisa que recibió de Ryosuke la tranquilizó un poco.

- Tranquila, si me pierdo la llamaré a casa, tengo su número. – sacó su teléfono y sonrió. Salió rápidamente de la habitación y bajó las escaleras tan rápido como pudo.

Cuando el aire le golpeó suavemente en la cara sonrió, metió las manos en los bolsillos del pantalón y siguió andando sonriente. Le encantaba estar al aire libre, desde que había llegado a esa casa no había salido, tampoco había tenido tiempo. Solo hacía unos días que había terminado de adaptarse a esa casa y acabado de desempaquetar las cajas de la mudanza. Tarea que le cansó mucho.

Iba sin rumbo fijo, fijándose en los pequeños detalles, en los puestos, en las personas, en los edificios, en las casas… en todo. Así podría recordarlo. Mientras estuviese en esa parte de Tokyo, se limitaría a conocerla por si tuviese que volver. Fijó su vista en una heladería y le entraron ganas de un helado, dirigió su mirada al cielo, meditando que hacía buen tiempo para uno. Y sí, el tiempo era perfecto para comer un helado.

Se dirigió al puesto y compró uno de fresa, su favorito. Mientras lamía la bola de fresa sonreía alegremente, en esos momentos lo único que le preocupaba era no mancharse con el helado que se derretía poco a poco y caía a ambos extremos del cucurucho. Todos los problemas habían desaparecido, no tenía nada más por lo que preocuparse.

- ¿Yamada-kun? – escuchó su nombre e instintivamente se giró para saber quién lo llamaba, la voz no le resultaba conocida. Pero estaba seguro que la había escuchado en algún lugar. Quien lo llamaba era un chico bajo, algo más bajo que él, su pelo negro azabache y ojos del mismo color. Su cara era muy tierna, pero tenía algunas facciones duras. 

- ¿Sí? – contestó confuso, no sabía quién era, pero esa voz le resultaba vagamente familiar. Rodó la mirada tratando de recordar a alguna persona que concordase con el chico que tenía en frente. Nada, no le podía poner nombre a esa persona, no sabía quién era.

- ¿No me recuerdas? – le preguntó algo ofendido, normal, cualquiera estaría molesto en su lugar. Ryosuke asintió algo avergonzado. El más bajo de los dos sonrió. – Soy Chinen Yuri, estamos en la misma clase. – se señaló a sí mismo al decir su nombre. Pero Ryosuke seguía sin saber quién era. Aún no había hecho amistad con nadie en el instituto y tampoco recordaba ningún nombre, aunque… su nombre le sonaba.

- Me siento a tu lado. – aclaró Chinen sonriendo. Lo despistado de ese chico no tenía límites, aunque era normal, todavía no habían hablado en clase. Con ese dato su mente se acordó del chico que tenía delante de él, abrió los ojos confirmándole a Chinen que ya lo recordaba. Sonrió contento.

- ¡Ya entiendo por qué me sonaba tu cara! – le señaló con el dedo índice, la sonrisa de Chinen se agrandó. Pero esa sonrisa ocultaba algo, algo que Ryosuke no había notado. Chinen lo miraba fijamente, incomodándolo un poco, tenía una mirada muy penetrante y esa mirada ponía nervioso al Yamada. 

- ¿Comiendo un helado? – preguntó Yuuri para sacar un tema de conversación, no le gustaban los silencios. Bueno, algunos le podían gustar, como por ejemplo cuando quedas en silencio con tu mejor amigo, pero ese no era el caso, entonces, no le gustaba el silencio que se había hecho.

- Así es. – se limitó a contestar Ryosuke. Después cayó en la cuenta de que Chinen solamente estaba intentando sacar un tema de conversación. – el señor que los vende allí es muy amable y el helado está muy rico. ¿Quieres comprar uno? – continuó él la labor de encontrar un tema de conversación. Pero hablar de helados… 

- Um. – dubitativo contestó. – creo que no. – contestó finalmente con una alegre sonrisa. No era que no le gustasen, ¡le encantaban! Y sobre todo los de vainilla. Pero ya se había comido uno hoy y si su madre se enteraba que había comido dos el mismo día lo regañaría. – ¿Te has adaptado bien en el instituto? – le preguntó mientras ambos caminaban tranquilamente entre la gente.

- Sí. – escueto contestó, mientras se entretenía en disfrutar de su helado de fresa. Chinen dirigió su mirada al chico que tenía al lado y sonrió al verlo concentrado en que el helado derretido no cayese sobre sus manos. Ryosuke se dio cuenta de la mirada que estaba recibiendo. – ¿Sucede algo? – 

- Nada. – acompañó con un movimiento de cabeza. Ryosuke asintió y volvió a su labor, pero notó que el de pequeña estatura no le quitaba la mirada de encima. – Sólo estaba pensando… – continuó a lo que el Yamada dirigió su mirada hacia él. – “Yamada-kun no parece la persona que aparenta ser”.  – cito textualmente mientras mirada al cielo sonriendo. 

- ¿Ah, no? – preguntó confuso mientras dejaba de lado al helado. – ¿Y qué persona aparento ser? – preguntó interesado. No sabía qué motivos ese chico tenía para decir eso, por eso le interesaba.

- Pareces una persona seria que no necesita esforzarse, que no se distrae, decidida y fría. – Ryosuke se sorprendió ¿cómo ese chico podía saber eso con solo mirarlo? ¿Pensarían así todos los de su clase? – Pero, sin embargo, pones todo tu esfuerzo y concentración en no mancharte las manos con el helado. – sonrió y dirigió su mirada a un Ryosuke sorprendido y con los ojos abiertos. – Una faceta infantil. – la sonrisa se ensanchó y por un momento Ryosuke pensó que era una sonrisa maliciosa.

- A nadie le gusta mancharse las manos con helado. Después, te quedan todas pegajosas. – afirmó mientras miraba hacia otro lado que no fuesen esos ojos negros, que le incomodaban en ese momento. Chinen solamente mantenía la sonrisa.

- Sabes. – habló para que Ryosuke le mirase y así lo hizo. – eres una persona interesante. – finalizó decidido, haciendo sonrojar, levemente, a Yamada. “¿Interesante? ¿Lo estaba halagando?” – tengo interés en conocerte. – finalizó con la misma sonrisa de antes, lo que lo puso nervioso. 

Ryosuke solamente guardó silencio, no sabía qué decir a esas palabras ¿Qué decir? ¿Devolverle el halago? Nada se le ocurría, continuaron caminando en silencio.

Bueno, me tengo que ir. – habló Ryosuke para quitar esa tensión que había en el ambiente.
- Te acompaño. – decidió Chinen sin ni siquiera consultarle. Ryosuke pensó detenidamente “No me da más que me acompañe, pero si me acompaña… sabrá que estoy viviendo con el Nakajima y no quiero que nadie lo sepa” guardó silencio internamente, como meditando las distintas soluciones. “Mejor le digo que no”.

- Mm, no hace falta. Puedo ir solo. – hizo una pausa. El rostro de Chinen no parecía estar de acuerdo. – Nos vemos en clase. – se despidió y salió corriendo en dirección contraria. 





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Ya había llegado a casa totalmente fatigado por la carrera que se había pegado desde el mercado hasta la casa Nakajima. La señora Nakajima al verlo entrar así se preocupó.

- ¿Ha pasado algo? – preguntó algo alterada pensando que alguien podía haber perseguido al joven Yamada. Ryosuke levanto el rostro para mirar a la mujer y le sonrió despreocupadamente. Con ese gesto la señora se despreocupó y le sonrió aliviada mientras entraba en la cocina para preparar la cena.

Se descalzó en la entrada y subió a su cuarto. Cerró la puerta detrás de él y se echó boca arriba en la cama mirando al techo distraído. Seguía pensando en el chico ese llamado Chinen Yuuri. A Ryosuke también le había parecido interesante y más al saber que era tan directo como él. Sonrió al recordar lo incómodo que se había sentido. Era normal, ya que solía ser él el que ponía a la gente nerviosa e incómoda con sus comentarios.

Pensó que lo mejor era ducharse ya que estaba algo sudado después de la carrera que se había pegado. Entró en el baño particular que tenía y se desnudó lentamente mientras la tina se llenaba. Después de relajarse en el baño salió con una toalla enroscada en la cintura. Salió del baño para buscar su pijama. Sacó su pijama y lo dejó encima de la cama junto con su ropa interior. Iba a ponérsela cuando la puerta se abrió y dio paso a un Yuto algo mosqueado.

- ¡Tú! ¡Llevo un rato llamándote ¿no me oyes o qué?! – le señaló con su dedo índice acusadoramente, sin darse cuenta de que Ryosuke estaba semidesnudo delante de él.

- ¡Oye! ¡Llama antes de entrar! – le devolvió el grito también enfadado. Yuto se dio cuenta de cómo estaba Ryosuke y un fuego afloró de sus entrañas incitándolo a acercarse más al cuerpo desnudo del mayor. Tenía el pelo mojado, haciendo que se pegase más en su cara y en su cuello. Su pecho al desnudo, del cual descendían algunas gotas del relajante baño. Avanzó un paso con la intención de acariciar el pecho de Ryosuke, medio estiró el brazo para poder tocarlo, aunque estaba algo lejos de su alcance. Rápidamente recobró la compostura, sorprendiéndose de lo que estuvo a punto de hacer.

- Ah, lo siento. – susurró mientras salía rápidamente de la habitación totalmente sonrojado y respirando agitadamente. Se apoyó en la puerta y puso una mano en el pecho tratando de tranquilizar a su alocado corazón. Aspiró suficiente aire mientras cerraba los ojos controlándose. Era la primera vez que sentía esa sensación tan fuerte por tocar a alguien. Nunca antes le había pasado, siempre solía controlarse. Se irguió y lentamente bajó las escaleras, ya más tranquilo.

Ryosuke en su cuarto seguía pensando ese movimiento tan extraño que había tenido Nakajima. Le había sorprendido, ya que había parecido como que entró en una especie de trance. Y se extrañó más al notar que se dirigía hacia él, medio estirando el brazo. No había entendido nada de lo que había pasado, pero mejor no darle más vueltas y más importancia de la que le correspondía al asunto.

- ¡Chicos! – llamó la señora Nakajima desde el primer piso. – ¡Bajar a cenar! – finalizo con un grito aún más alto. Ryosuke suspiró y se vistió rápidamente para no hacerlos esperar.

Después de la cena cada uno subió a su cuarto, aunque claro cada uno para una cosa diferente. Ryosuke subía para descansar, mientras que Yuto subía a prepararse para salir. Seguramente iría a Shibuya como todos los adolescentes. Pero claro, Ryosuke era la excepción. Se quedaría un sábado por la noche en casa, leyendo, no era tan mal plan. Teniendo en cuenta que fuera hacía algo de frío, prefería quedarse en casa leyendo algún libro. O si no, ya se le ocurriría un plan como… llamar a su madre.

- Ittekimasu. – se oyó la voz de Yuto abajo. Ryosuke bufó molesto, en cierta parte tenía envidia, él también quería salir con sus amigos pero, lamentablemente, los había dejado en su barrio. También los echaba de menos, pero no podía hacer nada. Además, esto no era para siempre, solo era temporal. 




~~




Llevaba como dos horas leyendo, se había leído la mitad del libro y ya le estaba entrando el sueño. Se levantó de la cama y se dirigió hacia la ventana mirando la entrada de la casa. “¿Dónde está?” Se giró para mirar el despertador que traía la hora “las 2:15 de la noche” “Pero, ¿dónde se ha metido?” se preguntaba mentalmente, se notaba su molestia. Movió el pie nerviosamente mientras se cruzaba de brazos y miraba fijamente a la ventana. Vio una sombra moverse en una de las esquinas de la casa de enfrente, se sorprendió, pero al instante se asustó de ver que esa sombra se tambaleaba y la reconoció.

Era el menor de la familia Nakajima. No sabía si ir o no, tampoco es que tuviese ninguna relación con él como para acudir en su ayuda. Rápidamente, y sin él darse cuenta, corrió escaleras abajo, preocupándose por si a Yuto le había pasado algo, esa misma tarde la señora le había dicho que había mucha necesidad. Llegó a la puerta principal de la casa sin aliento y respirando agitadamente para poder coger el aire necesario. Abrió la puerta y vio a Yuto tirado en el suelo con los ojos cerrados y la mano cogiéndose el estómago. Ryosuke se horrorizó y se puso en lo peor. 

Corrió rápidamente hacia el cuerpo en el suelo, se arrodilló junto a su cabeza y le puso la cabeza en su regazo. Yuto cuando se dio cuenta de que alguien había elevado su cabeza, abrió los ojos lentamente fijándose en la persona que lo había hecho. 

Ah. – se sorprendió de encontrar a Ryosuke ahí. – ¿Qué haces tú aquí? – Ryosuke se sorprendió de notar algo raro en el habla del menor. Parecía que le resultaba difícil hablar. – Responde. – ordenó el que estaba tumbado. Ryosuke se fijó en el estómago del chico y no vio rastro de sangre, lo cual hizo que se preguntase ¿De qué se quejaba entonces? – Oye, te estoy hablando. – notó otra vez como se trababa al hablar. “¡Un momento!” cayó en la cuenta de los síntomas que presentaba el menor. Se tambaleaba, se quejaba del estómago, le costaba hablar… solo significaba una cosa.

¡Tú está borracho! – se levantó haciendo que la cabeza del chico golpease el suelo. Yuto se quejó por el golpe, pero Ryosuke no le hizo mucho caso al asunto. – Y yo que me preocupé innecesariamente. – murmuró para sí mismo logrando que el menor no lo escuchase. Lo miró molesto por hacerlo preocupar. Pero, ¿qué podía esperar de un chico superficial y fiestero? Suspiró notoriamente.

Vio como Yuto intentaba levantarse. Y volvió a suspirar. – A ver que te ayudo, antes de que se enteren los vecinos. – dijo aún molesto Yuto lo miró extrañado. Y pronunció un suave ‘arigatou’. Yamada le pasó un brazo por sus hombros y con su brazo derecho rodeó la espalda del menor poniendo una mano en su cintura.

Poco a poco y ambos tambaleándose, a causa del gran mareo que tenía el menor, llegaron a casa. Como pudieron subieron las escaleras, Yuto cada vez estaba más mareado. Pasaron por delante de la puerta del baño y Nakajima aprovechó y dijo.

- Espera. – habló deteniendo los pasos del mayor y haciendo que dirigiese su mirada hacia él. – Antes de echarme quiero pasar por el baño. – su torpeza al hablar era muy notoria aún. Y ahora que Ryosuke estaba cerca de él, podía oler el aliento del menor, dónde se confirmaba lo bebido que venía. 

- Vale. Pero no tardes. – contestó mientras lo ayudaba a entrar y cerraba la puerta del baño para darle intimidad. Algunos minutos después el menor picó en la puerta para avisarle que ya había acabado y que abriese la puerta. Así lo hizo y volvieron a la posición inicial. 

Torpemente caminaron hacia el cuarto de él que quedaba a dos puertas del baño, ahora tenían que hacer menos ruido porque enfrente de la habitación de invitados (que estaba al lado de la de Yuto) estaba la habitación de los señores Nakajima. Con el menor ruido posible llegaron hasta la habitación del pequeño, Yuto estaba muy cansado, demasiado bebido y cada vez que podía se le cerraban los ojos haciendo que se quedase dormido por unos instantes.

Cuando entraron en la habitación, Yamada hacía todo lo posible para que Yuto no se cayese, ya que se estaba quedando dormido. Lo acercó hasta la cama pero en un tambaleo de Yuto y una mala posición de Ryosuke hicieron que ambos cayesen en la cama Ryosuke encima de Nakajima. El menor a los pocos segundos se quedó dormido, pero Ryosuke se empezó a poner nervioso, su corazón le latía muchísimo y sentía calor en las mejillas. 

No sabía qué hacer para salir de esa situación, lo primero que se le ocurrió fue levantarse, pero el menor lo aprisionó más contra su pecho. Lo que hizo que se pusiese más nervioso todavía, si se podía claro. Poco a poco fue cogiendo postura en el pecho de Nakajima y lentamente cayó en los brazos de Morfeo…

Continuará…

2 comentarios:

  1. ya me he hecho tu fan por como escribes *-*
    me gusta este Yamajima, está muy interesante con las personalidades de los 2, jejejejejeje, que Yuto sea así me encanta *-*
    Cuando se despierten será bonito de leer, a ver qué hacen cuando se vean asi de juntitos *O*

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  2. Kyaa¡¡¡ lo superincreibleamodoree¡¡¡ dios santo,mi corazon se puso a mil en la parte de 'quien juega con fuego se quema'', fue tan sensual,empeze a gritar como una loca y a saltar -menos mal que mis padres no estaban-
    Tambien me dio mucha gracia cuando vino chii,la verdad es que yo tambien me puse nerviosa jaja¡¡Y yuto todo borracho XD, Me encanto cuando yamada lo cghio y lo sento la cabez en su regazo(fue tan romantico) y despues todo enfadado se la solto,como si fuera una pelota jajaja,me encanto esta parte,cada cosa tenia su punto gracioso y lo amodore¡¡

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