viernes, 2 de marzo de 2012

Educando al príncipe.

Ey ey ey! Ya está aquí el primer cap del fic que dije que sería de TegoPi, ya saben si no les gusta esta pareja... me lo dicen y yo "congelo" el fic y lo dejo apartado hasta que alguien me diga, "Por favor, continúalo".
La idea... llevaba varios días rondándome por la cabeza, y finalmente [mientras me hacía un bocadillo XD] me decidí a escribir un fic. No sabía qué pareja poner, pensé en el Yamajima, en el Yamachii... pero después vi uno de los conciertos de NEWS y me dije, definitivamente es un TegoPi. Ya verán como los personajes se adaptan fácilmente a la personalidad de cada uno de los protagonistas, incluso los personajes secundarios son perfectos.
Bueno, no me demoro más con la explicación que si no van a cansarse de leer ^^.

Aclaraciones:

  •  Título: Educando al príncipe.
  • Pareja: TegoPi.
  • Autora: Mimi-chan, osea, yo.
  • Género: Romance, drama.
  • Idea: realmente surgió de la nada, ¿cómo toda buena historia no?
  • Resumen: Dos personalidades diferentes se encuentran. El mayor un chico criado en las calles, rebelde, prepotente y arrogante. El pequeño un niño rico, mimado y consentido. ¿Podrán convivir justos? Una relación de amor-odio surge. ¿Serán capaces de superar todos los obstáculos? ¿O a la primera de cambio tirarán la toalla? 



Sin más, no los interrumpo, disfruten de la lectura.








- blablablá. – diálogo
“blablablá”. – pensamientos
Blablablá. – énfasis.

Capítulo 1. – El trato.



La noche cubría completamente Tokio, haciéndola volver una ciudad peligrosa para quién caminase solo por alguna de las callejuelas. No había mucha gente por las calles, solo algunos borrachos que eran acompañados por sus compañeros de trabajo, o algunos jóvenes que estaban de fiesta. 

Un chico corría despavorido, como huyendo de algo, más bien de alguien. Eran unas cinco personas las que lo perseguían, el joven aparentaba unos 25 o 26 años de edad. Sus ropas eran a la moda aunque ahora mismo, estaban algo mal puestas por la carrera tan acelerada que estaba haciendo. Da igual cuánto corriese o por dónde se metiese, los hombres siempre iban pisándole los talones, cosa que lo mantenía lleno de miedo. No podía hacer nada para huir de ellos, solamente esperar a que se cansasen. Pero parecía que estos estaban entrenados para perseguir a gente, ya llevaba como una media hora intentando despistarlos, pero no lo conseguía.

- ¡Espera ahí! – gritó el que iba a la cabeza de los cinco. El único que tuvo la ocasión de cogerlo, pero no lo había sido capaz. – ¡Te acabaremos cogiendo! – volvió a gritar. El perseguido miró hacia atrás para ver la distancia que los separaba y se desilusionó al ver que no era bastante. 

- ¡Si no te cogemos ahora, te acabaremos cogiendo más adelante! – amenazó uno de los de atrás. La verdad era que el joven no los conocía  sabía para quién trabajaban, pero nada más. Calculó su próximo movimiento y teniéndolo en la cabeza hizo un último sprint, metiéndose en un atajo que lo llevaría a un barrio lleno de gente, ahí entre tanta gente lograría despistarlos.

Y así sucedió, se escondió en una bocacalle para vigilar si los hombres de negro se acercaban hasta su posición, pero no, los había despistado. Una vez que no hubo rastro de los persecutores respiró tranquilo y se encaminó hacia su apartamento que compartía con sus mejores amigos. 

Cuando llegó los encontró viendo la tele mientras bebían unas cervezas. 

- Okaeri. – habló un chico moreno con el pelo algo largo, aunque no demasiado. Con una voz raspada y profunda. Su complexión era atlética, tenía los músculos formados. Medía 1’70, con ello era el más bajo, pero en edad estaba en el medio. Llevaba una camiseta blanca de tirantes y su pijama. Su nombre, Nishikido Ryo. 

- Tadaima. – respondió mientras se quitaba los zapatos y se ponía sus zapatillas en la entrada. Al lado del de pelo negro carbón, estaba otro chico de pelo castaño con el pelo más largo que los otros dos. Su estatura era de 1 metro 77cm, él era el mayor en altura y en edad. Llevaba el pijama puesto, solamente que él en vez de llevar una camiseta de tirantes, la llevaba de manga larga. Su nombre, Akanishi Jin.

El recién llegado se encaminó hacia su habitación para coger su pijama y dirigirse hacia el baño para darse una ducha y refrescarse. 

- Yamapi, ¿quieres una cerveza? – ofreció el mayor de los tres, Jin. El nombrado negó a la pregunta.

- No, voy a darme un baño. Después la cojo. – explicó el menor de los tres. Él no se llamaba Yamapi, ese solo era un mote que le habían puesto sus amigos. Su nombre era Yamashita Tomohisa. Su altura era 1’75 y era el más pequeño de los tres, en edad. Su pelo rizoso y alborotado, no era tan largo como el de Jin pero sí más largo que el de Ryo. Color castaño, más oscuro que el de Akanishi. 

Después de bañarse salió con un pantalón que parecía ser el del pijama, y con el pecho al descubierto. Exhibicionando su trabajado y musculado pecho, del que estaba muy orgulloso. Los dos compañeros se quedaron absortos mirando el espectáculo que presenciaban, no podían negar que el pequeño tenía buen cuerpo.

- ¿Qué os pasa? – preguntó extrañado Yamapi mientras se dirigía a la nevera para coger la cerveza que Jin le había ofrecido antes. La abrió y se dirigió al sofá en el que estaban sentados sus dos compañeros.

- Nada, disfrutando de la buena vista que nos das. – declaró Ryo mientras lo miraba con algo de burla. Yamapi sonrió, siempre habían sido así, desde que se había conocido en la secundaria alta eran muy amigos. Aunque no solo estaban ellos tres, tenían más amigos. 

- Lo sé. – declaró burlón el menor de los tres. Los dos mayores solamente sonrieron burlones. Por ellos era bien conocida la autoestima que portaba Tomohisa.

- ¿Ha pasado algo? – preguntó Jin que era muy observador. Vio la duda en los ojos de los otros dos y se explicó. – Has venido fatigado y has ido directamente a ducharte. Eso quiere decir que has corrido ¿no? – explicó para después echarle un trago a su cerveza. Ryo se había quedado sorprendido, eso no lo había notado cuando entró “¿Será que Jin se fija mucho en Yamapi?” se preguntaba mentalmente mientras miraba para uno y para otro.

- Oh, eso. – le pegó un trago a su botella. – Nada, solamente los hombres esos de negro han vuelto a perseguirme. – comentó sin preocuparse. Siempre era lo mismo, esos hombres lo perseguían y al final nunca conseguían alcanzarlo.

- ¿Es por el dueño de esa empresa? – preguntó Ryo que recién había seguido le hilo de la conversación. Yamapi asintió a lo que el moreno solamente suspiró cansado. – ¿Cuándo dejarán de perseguirte? – preguntó cansado.

- Cuando me alcancen. – respondió el pequeño tranquilo. Sabía que eso no sucedería, porque era mucho más ágil que esos hombres. 

- Yo que tú, tendría cuidado. – aconsejó el mayor de los tres. Ryo y Yamapi lo miraban fijamente mientras lo examinaban con sus miradas marrones. – Ese empresario es un hombre de mucho poder y si le debes dinero… no parará hasta conseguirte. – finalizó para levantarse y dirigirse al baño.

- Tiene razón. – apoyó Nishikido mientras se giraba para mirar a Yamapi. Este estaba pensativo mirando a la nada. – ¿Por qué no te dejas capturar y así sabes qué quieren? – 

- ¡Estás loco! – levantó el tono de voz mientras se levantaba del sofá. – No puedo dejar que pase eso. – habló más tranquilo. Ryo lo miraba fijamente. – No sé lo que podrían hacerme para que salde la deuda. Y yo no tengo ese dinero. – finalizó mirando al suelo distraídamente. No sabía qué más hacer.

- Pero piénsalo mejor. – Ryo se levantó del sofá para posicionarse enfrente de Yamashita y poner sus manos en los brazos del pequeño. Yamapi levantó la mirada para fijarla en los afilados ojos de Ryo. – Si dejas que te cojan, a lo mejor puedes saldar la cuenta de alguna manera. – se explicó mejor el mayor. – Si te pasa algo. – continuó mientras apretaba sus manos intensificando el contacto con Yamapi. – Yo iré a por ti y te protegeré. – finalizó mirándolo directamente a los ojos. 

A Yamapi esas palabras le parecieron muy sinceras. Hasta el punto de que la idea que Ryo le estaba dando no le parecía tan mala idea y si algo pasaba, él vendría a rescatarlo ¿no?

- Que escena tan romántica. – interrumpió intencionadamente Jin mientras se secaba las manos con papel y lo tiraba a la basura. Jin y Ryo intercambiaron miradas matadoras, ajenas a Yamapi. – No te aconsejo que lo hagas. – retomó la conversación. Caminó hacia el sofá y se sentó, posó los pies encima de la mesa y cogió su cerveza.

- ¿Por qué no? – retó Nishikido mirándolo desafiante.

- Eres tonto ¿o qué? – retó mirándolo desafiante también. – ¿Realmente piensas lo que dices? ¿Le estás diciendo que se entregue? – siguió retando al pequeño. Ryo se estaba mosqueando y había dado un paso hacia adelante con intención de callarle la boca. – ¿Lo has dicho para quedar bien? – levantó una deja mientras lo seguía mirando retadoramente. 

- No. – escueto contestó. Tenía las manos formando un puño, apretadas con fuerza, tanta que los nudillos estaban blancos. – ¿Me puedes decir el por qué es mala idea? ¿Qué más da que se entregue o que lo capturen? Puede que ahora no lo parezca pero acabarán cogiéndolo. – retó mientras se acercaba a él. Yamapi ya se esperaba lo peor, asique intervino agarrando a Nishikido del brazo, deteniendo su caminar.

- Para empezar, no tiene ni pies ni cabeza. ¿Cómo se va a entregar? Si se entregase cavaría su propia tumba. – sentenció Jin mientras fijaba su mirada despreocupada en la televisión. – ¿Sabes de lo que son capaces los hombres ricos por dinero? – le preguntó sin mirarle.

Ryo se quedó en silencio, a esa pregunta la respuesta era negativa. Seguía apretando las manos en un puño y el agarre de Yamapi solo lo tranquilizaba un poco.

- Como suponía. – habló al escuchar que Nishikido no respondía. – Entonces, no hables de lo que no sabes. – y le dio un trago a su cerveza. Ryo apretó los dientes en signo de enfado, Yamapi que ya se temía lo peor intervino poniéndose en medio de ellos dos para evitar que peleasen.

- Maa, mañana hablaré con el empresario y trataré de hacerle un trato. – dijo mientras miraba a los dos para ver si se calmaban y para ver la reacción de ellos ante la propuesta. 

- Haz lo que quieras. – molesto contesto Ryo mientras caminaba rápidamente hacia su cuarto cerrando la puerta de un fuerte golpe. Yamapi miró confuso el comportamiento de Ryo. 

- Ah. – suspiró mientras se dejaba caer sobre el sofá. 

- ¿Qué piensas hacer? – le preguntó Jin mientras despegaba su mirada del televisor para fijarla en los ojos del más pequeño. Vio como suspiró y sonrió comprensivamente.

- Haré lo que dijo Ryo. – volvió a suspirar mientras miraba a la nada. No encontraba otra solución que la que Nishikido había dicho. Mañana se dejaría coger y hablaría con el jefe apropiadamente, haría todo lo posible para poder devolverle el dinero y no tener que seguir huyendo.

- ¿Tú también? – su incredulidad se notaba en el rostro. – Pensé que eras más sensato. – declaró dándole otro trago a la botella acabándola. La movió un poco para ver si quedaba líquido, pero no había suficiente asique la dejó en la mesa. 

- Es lo único que se me ocurre. – volvió a suspirar esta vez fijando la mirada en su amigo. Notó como este le miraba intensamente, logrando ponerle algo nervioso.

- Siempre acabas haciendo lo que él dice. – se podía notar algo de rabia en las palabras, pero Yamapi no le dio importancia. Ryo y Jin eran buenos amigos, no se iban a enfadar así como así.

- ¿Se te ocurre algo mejor? – retó el pequeño. Akanishi meditó una posible respuesta pero nada se le venía a la mente. Pero no quería dejar que Tomohisa cometiese semejante locura, ¿entregarse? ¡Primero luchar hasta el final! Vamos, o por lo menos eso haría él. – Me lo imaginaba. – hizo una pausa. – Pues como no hay mejor idea, ni ninguna más, tendré que hacer lo que dijo Ryo. – finalizó levantándose del sofá y dirigiéndose a su cuarto. – Oyasumi. – y entró en su cuarto cerrando la puerta suavemente.










La hora predicha para que los hombres de negro apareciesen para perseguirlo estaba llegando, solo faltaban 10 minutos para la hora exacta. Yamapi esperaba, como siempre, en la puerta del mismo bar. Estaba dando la espalda a la carretera porque los agresores vendrían por un callejón para sorprenderle.

Se sorprendió de ver que ya era la hora y que no venían, siempre habían sido muy puntuales. ¿Por qué ahora no? Sorpresivamente alguien lo cogió por atrás a la vez que le tapaba la boca para que este no hiciese algún ruido. El agresor lo metió en un coche completamente negro, con los cristales tintados del mismo color. Cuando ya estuvo dentro le amarraron las muñecas y los tobillos para que no pudiese atacar a los… hombres de negro. También le pusieron una venda en la boca para que no hablase. 

Se fijó en el interior del coche y vio que era completamente negro, como todo lo demás. Alrededor de él había más hombres vestidos de negro, solamente uno se distinguía de los demás y era porque este llevaba ropa diferente. Su uniforme era como el de un mayordomo.

- Oh, Yamashita-kun, has estado mucho tiempo jugando con nosotros y al jefe se le ha acabado la paciencia. – habló el que iba vestido de mayordomo. Yamapi rodó los ojos para mirar a través de las ventanas para poder ubicarse y saber a dónde lo llevaban. Pero el paisaje no le sonaba para nada, era todo muy verde y las casas eran gigantescas y cuando más avanzaban más grandes eran. Esa parte de la cuidad nunca la había visto. – Te preguntarás a dónde te llevamos. – habló otra vez el mayordomo haciendo que Tomohisa mirase hacia él algo asustado. Pero no mucho, él era un chico de la calle, sus padres no le atendían, incluso cuando vivía con ellos.

Por más que se metiese en líos sus padres solo lo castigaban o su padre le pegaba, pero nada más. Prácticamente era quién era por las experiencias vividas en la calle, las calles de Tokio lo habían criado. 

- El jefe tiene ganas de conocerte en persona. – se mofó el mayordomo. Yamapi le dirigió una mirada realmente de odio. – Quítale la venda. Parece que tiene algo que decir. – y sonrió de medio lado. Uno de los guardas que tenía al lado le retiró la venda bruscamente.

- Llévame ante ese jefucho tuyo, no tengo ningún miedo. – retó manteniendo la mirada desafiante. El mayordomo sonrió de medio lado para después pegarle una fuerte bofetada en la cara haciendo que perdiese el equilibrio y cayese de rodillas. Un guarda lo cogió y lo colocó en la posición inicial.

- Más respeto. – y se apoyó en el respaldo del coche triunfante. 

Después de un tiempo Tomohisa notó como el coche se detenía, miró a ambas ventanas tratando de reconocer el paisaje, pero al igual que antes, no lo reconoció. Pero sabía que estaba a las afueras de la gran ciudad. 

- ¿Por qué nos detenemos? – preguntó algo asustado. Ahora entendía las palabras de Jin cuando le preguntó a Ryo si sabía de lo que eran capaces los ricos por dinero. Serían capaces de secuestrar a una persona y seguramente, en algunos casos extremos, los asesinaban. Y no quería que eso le pasase. 

- Ya hemos llegado. – declaró el mayordomo mientras el chófer abría la puerta para que el mayordomo saliese. Yamapi fue cargado por dos de los guardias, sujeto por sus hombros. Miraba el inmenso jardín de la entrada de esa poderosa mansión, más que una mansión parecía un palacio.
Siguió siendo cargado hasta el interior de esa grandísima mansión, donde fue testigo de la inmensa cantidad de puertas que podía llegar a tener una casa. Subieron unas extravagantes escaleras con por lo menos unos 100 escalones, dirigiéndose al piso de arriba. En este piso había más puertas. Se cruzó con algunas criadas y mayordomos, aunque el uniforme de esos mayordomos y el del hombre que le había abofeteado y no eran el mismo. El del secuestrador era como más elegante, como de un rango superior. Los sirvientes le miraban con cara de pena.

Notó que una puerta era abierta, la más grande de ese pasillo. La luz del gran ventanal que había lo cegó por unos segundos, cuando la vista había vuelto a la normalidad, se fijó que era una habitación enorme. Donde había un enorme escritorio en el centro, el sillón que estaba detrás del escritorio daba la espalda al gran ventanal que ofrecía la vista del inmenso jardín de la entrada, al fondo a la derecha había unos dos sofás con cuatro sillones rodeando una mesa, que tenía un recipiente de lápices y algunos papeles.

Bruscamente hicieron que se sentase en un sillón que había enfrente del gran escritorio de madera de roble. Yamapi miró al frente, donde había un sillón algo grande, estaba dado de vuelta, mirando hacia la gran ventana. “Como en las películas, ahora se da la vuelta y aparecerá el todopoderoso ricachón”. Pensó Tomohisa divertido mientras una sonrisa chistosa resaltaba su rostro.

Y dicho y hecho la silla dio una vuelta y apareció un hombre algo mayor con el pelo canoso, perfectamente peinado hacia atrás con gomina. Un traje bastante claro haciendo sus hombros cuadrados dándole un aspecto robusto. El bigote era grisáceo a causa de las canas.

- Por fin tenemos la ocasión de conocernos, Yamashita-kun. – la voz era muy grave y raspada, sorprendiendo al joven. El poderoso hombre hizo un gesto con la mano para que los guardias saliesen de la habitación. Estos le obedecieron inmediatamente.

El hombre se levantó y colocó sus manos en la espalda, entrelazándolas. SE dirigió hacia la gran ventana y miró el paisaje que representaba la entrada de su casa. 

- He perdido mucho dinero contigo. – comenzó con su gruesa voz. Yamapi dirigió su mirada a la espalda del señor. – ¿A quién se le ocurre estropear un trabajo como ese? – el copresidente de la prestigiosa y conocida empresa Tegomass.  – Confiaba en ti. – se dio la vuelta para encararlo con su rígida mirada, caminó lentamente hasta quedar en uno de los extremos de la mesa, en diagonal a Yamapi. – ¡Por tu culpa me he ganado enemigos! – y dio un fuerte golpe en la mesa, mientras se despeinaba un poco. Se tranquilizó y pasó una mano por su cabello para volver a peinarlo. 

- ¿Cuánto has perdido? – encaró Tomohisa para sorpresa del mayordomo que era el único que había quedado en la sala. Parecía ser de confianza para el señor.

- Bastante. No lograrías pagarlo. – y se encaminó para sentarse otra vez en el sillón de cuero negro. Apoyó la espada haciendo que reclinase el sillón un poco hacia atrás, entrelazó sus manos delante de su boca y miró fijamente al menor. – Te propongo un trato. – su profunda voz aún ponía nervioso al menor. – Para poder saldar la deuda que tienes conmigo, tienes que educar a mi hijo. – sentenció.

- ¿Cómo? – preguntó confuso. No entendía qué quería decir, ¿educar a su hijo? ¿Qué? ¿Cómo que educarlo? No entendía nada.

- Lo que has oído. Mi hijo es… un poco débil. – se inclinó hacia adelante dejando de apoyar su espalda en la silla. Apoyando sus codos en la fina madera del escritorio. – No tiene mentalidad para los negocios. Es como su madre. – explicó. Yamapi quedó sorprendido, ahora no parecía el peligroso hombre que le había mandado secuestrar. – Y como tú tienes una mente fría para las ocasiones de riesgo, es bueno que se lo inculques a mi hijo. – terminó de explicar.

- ¿Qué pasa si me niego? – preguntó. – No tengo intención de ser la niñera de ningún niño rico. – ambos se miraban desafiadoramente. Mantenían la mirada en el otro. 

- ¡Más respeto estás hablando del señorito Tegoshi! – se alteró el mayordomo personal del hombre. Iba a pegarle una bofetada para que aprendiese, pero la risa del viejo sorprendió a ambos que se giraron para mirarlo.

- Déjalo, Takaki. – ordenó cuando paró de reír. – Me parece que aún no has aprendido la lección. – cambió el rostro a uno totalmente sin expresión y mirándolo fijamente continuó. – Ya te he cogido una vez, ¿qué te hace pensar que no lo volveré a hacer? – hizo una pausa. – Y puede que a la segunda… no vuelvas a casa. – la mirada que Yamapi estaba recibiendo no era para nada amistosa. El menor tragó fuertemente, había pillado claramente la indirecta del hombre.

- Si no hay otro remedio… - aceptó resignado.

- Sabría que serías un chico listo. – alagó en copresidente de la empresa Tegomass dándole una sonrisa socarrona. Yamapi le mantuvo la mirada, a estas alturas nadie podía hacerlo callar, y ese hombre no sería la excepción. – Hoy mismo te instalarás aquí. – informó aunque parecía más una orden. El joven se sorprendió por lo dicho, ¿mudarse ahí? – ¿No habrás pensado que te dejaría ir hasta tu casa? – le preguntó con algo de burla al ver la duda en los ojos marrones del pequeño. El señor Tegoshi echó unas carcajadas al ver que Yamapi asentía. – De verdad, pensaba que eras más listo. – hizo una pausa para después mirar a su mayordomo.  – Llévalo hasta la habitación que está al lado de la mi hijo. – le ordenó. El mayordomo asintió e hizo una reverencia, para después coger a Yamashita para llevarlo hasta donde le habían ordenado.

“Va a ser algo difícil”. Pensó desanimado Yamapi mientras entraba en su habitación, la examinó con la mirada y resopló. “Muy difícil.”







Fin del cap 1



Espero que les haya gustado. ^^
Mimi-chan.

2 comentarios:

  1. Este fic está muy interesante *¬*
    Me imagino a Yamapi mas o menos con la personalidad que tenía en Kurosagi xD
    Y aparte salen Ryo y Jin, genial!!
    Yo si quiero conti, por favor! ^^

    ResponderEliminar
  2. Onee¡¡¿donde esta la conti?¡
    Guau!! el fic esta increible¡¡¡ estaba mirando tu blog en busca de algun fic que empezar y...dios¡¡¡ me encanta todo lo que tenga que ver con tego¡¡
    Ya me imagino su actitud mimada ooooooooommmmmmmmmgggggggggg¡¡¡¡
    Quier...mas bien..exijo conti!! (ok no¬¬)
    Pero quierroooooooooo¡¡y si la tienes hecha dime donde encontrarla*¬*
    ADSDSDSASD Se nota que jin y ryu les gusta yamapi¡¡
    Kyaaaaaa¡¡¡ pero el solo se va a fijar en su pequeño principito!!
    asdsd me encantaaaaa¡¡¡
    Conti contiiiiiii contiiiiiiiiiiii esta superincremegainteresdantisiimo

    ResponderEliminar

Si te ha gustado comenta! con tu comentario haces que me anime a escribir más! Gracias! ^^