Por cierto, al final del blog, he creado una lista de reproducción con mis canciones favoritas (que cada día iré agrandando porque tengo tantas...) era por si mientras leeís queréis escuchar música y sea más amena la lectura. Hay cantantes de todo tipo, no solo de la Johnny's, está Ieiri Leo, Ayaka, Fairies, E-Girls y μ's (que es un grupo de chicas de un anime que me gusta mucho). Pero bueno, es por si queréis, que si no queréis no ponéis la música y listo xDD
Otra cosa, ¿qué os parece el diseño? ¡Me he tirado como media hora haciendo la cabecera! Sí, lo sé soy una incompetente cuando a diseño se refiere pero, ¿ha quedado bien, no?
¡Espero que os guste!
Pareja: Yabuyama [Yabu Kota&Yamada Ryosuke]
Extensión: Drabble.
Género: Shounen-ai (creo yo)
Nota: Esta historia llevaba tiempo rondándome la cabeza, incluso la pareja y todo, solo que no sé por qué no me animaba a hacerla... espero que haya quedado bien.
Autora: Mimi-chan
*Capítulo único.*
Yabu no sabía qué hacer, de un momento a otro tenía un tremendo problemón. Pasó de estar leyendo tranquilamente en su habitación a tener que cuidar de su pequeña sobrinita. Era algo que nunca había hecho, no sabía qué hacer. ¿Y si lloraba? Porque ahora estaba plácidamente durmiendo en el cochecito, pero ¿y si despertaba y lloraba? ¿Qué haría? ¿Cómo sabría si era por hambre? ¿O por sueño? ¿Y si era de aburrimiento? No entendía nada del funcionamiento de un bebé y tampoco veía ningún manual de instrucciones que pudiese guiarle. Era completamente incompetente cuando a niños se refería. Sí, le había hecho mucha ilusión cuando supo que tendría un sobrino pero de ahí a cuidarle una tarde… era un avismo. ¿Qué haría?
Se rascó la cabeza desesperado sin hacer el menor ruido para que la pequeña no se despertase. Miró a todos lados por el salón, quería buscar algo que le ayudase. Y lo encontró, su mirada chocó con el móvil. Podría llamar a alguien, ¿pero quién? Buscó en su agenda de contactos… ¿Kawaii? No, demasiado ruidoso, seguramente que cuando llegase la despertaría. ¿Takaki? No, demasiado perezoso, se cansaría nada más que la escuchase llorar. ¿Chinen? No, no soporta a los niños. ¿Daiki? Peor aún, despistado y escandaloso, mala mezcla. ¿Entonces quién? Siguió buscando contactos. ¿Yamada? Parecía apto, amable, atento, dulce y, además, tenía experiencia con niños. Sí, le llamaría a él.
Esperó los tonos hasta que el menor cogió el teléfono.
- ¿Moshi, moshi? – se escuchó la contestación del menor en el otro lado de la línea. Yabu sonrió aliviado de no encontrar al menor con trabajo u ocupado.
- ¿Yama-chan? – preguntó algo desesperado, el otro notó su tono y le preguntó si le sucedía algo. – Necesito urgentemente tu ayuda. ¿Podrías venir hasta mi casa? – preguntó esperanzado de que el castaño le respondiese afirmativamente.
- ¿Tan urgente es? – su tono de preocupación era notable. No le importaba ir, pero quería saber si era preocupante lo que le pasaba al mayor. Yabu afirmó las palabras dichas y Ryosuke suspiró. – En un cuarto de hora estoy allí. – se despidieron y colgó.
Kota sonrió aliviado, miró a la pequeña y suspiró al ver que seguía apaciblemente durmiendo. Se acercó al cochecito y la admiró: esas mejillas esponjosas, las pestañas negras, largas y brillantes, las pequeñitas manos que descansaban a cada lado de la cabeza, el delicado y pequeño lazo azul claro que coronaba su cabeza, su respiración pausada y tranquila. Esa carita tan redondita, era tan linda que apetecía comerla a besos.
Escuchó al bebé llorar y se alarmó, irguiéndose rápidamente. Buscando la causa del repentino llanto de la pequeña. Se sorprendió al encontrarse con el dedo índice en la mejilla de la pequeña, tan embobado estaba admirándola que no se dio cuenta cuando dio pequeños toques en la esponjosa mejilla, consiguiendo así despertarla.
- ¿Qué pasa, qué pasa? – habló con un tono cálido tratando de tranquilizar a la menor, la cogió suavemente y con algo de miedo y la meció en sus brazos, para intentar que dejase de llorar. Pero no funcionó.
Le acarició el rostro para distraerla, pero nada. Se movió un poco más rápido para entretenerla pero tampoco resultó. La niña seguía llorando desconsoladamente y no había manera de tranquilizarla. Tarareó alguna canción para intentar que su sobrina pusiese atención en él y dejase de llorar. Pero no lo consiguió tampoco. Ya no se le ocurría nada más que hacer.
El timbre de la casa sonó, sorprendiendo al adulto que suspiró aliviado al saber que Yamada ya estaba allí y que le podría ayudar. Se acercó rápidamente a la puerta para abrir. Estiró todo lo que pudo los labios al ver al menor enfrente de él respirando agitadamente (seguramente de andar rápido) cubriéndose con el paraguas ya que llovía ligeramente.
- Bueno, ¿qué era eso tan urgente? – preguntó de frente y preocupado Yamada. Yabu le siguió sonriendo mientras se hacía a un lado y le dejaba pasar. El menor obedeció y cerró el paraguas para dirigirse al interior. Dejó el paraguas y se descalzó, siguió al mayor que había entrado en el salón principal.
- ¿No me vas a responder? – se impacientó el visitante. El mayor se giró y nuevamente le sonrió con esa sonrisa de “tengo un gran problema y necesito desesperadamente tu ayuda”. El menor resopló mientras desviaba la mirada cansado. Yabu no parecía el mayor ni por asomo.
- Quiero que me ayudes a cuidar a mi sobrina. – espetó haciendo que el castaño posase su mirada de nuevo en su persona. Mantenía la sonrisa para que así Ryosuke no se negase rotundamente.
- ¿Qué? – su incredulidad era obvia. Yabu ensanchó la sonrisa y le mostró a la pequeña, que extrañamente había dejado de llorar, admirada tranquilamente su alrededor. Yamada posó la mirada en el pequeño bulto que tenía el líder en sus brazos y se aproximó para mirar a la pequeña que sonrió contenta cuando fijó los ojos en la cara del hombre más pequeño, quien le devolvió la sonrisa.
Acercó su dedo índice hacia la menor, ésta rodeó con su pequeño puño el dedo a la vez que soltaba una armoniosa risa. Yamada sonrió cálidamente ante la ternura de la sobrina del líder. Era tan tranquila, no comprendía por qué el mayor tenía tanto problema con el bebé.
- Pero si es muy buena. – habló tiernamente mientras admiraba la redondez del rostro de la pequeña que seguía soltando algunas risitas al ser el centro de atención. Yabu miraba atento el rostro de Ryosuke, embobado por la calidez que éste transmitía.
- Eso es porque estás tú. – el tono dulce utilizado por el líder hizo que Yamada elevase el rostro para mirarle con sus grandes ojos brillantes, obteniendo una sonrisa tierna. Él sonrió también, pocas veces el líder mostraba esa faceta de él, siempre solía estar haciendo el payaso o soltando alguna broma.
- Ahh, no tienes remedio. – suspiró mientras se despegaba de la pequeña y se quitaba el chaquetón, dejándolo encima del respaldo del sofá.
La tarde transcurrió tranquila gracias a la intervención del menor. Parecía saber cuándo la menor tenía alguna molestia o quería algo, cosa que él ignoraba. Yamada sabía exactamente por qué lloraba su sobrina al instante, sabía tranquilizarla, divertirle. Una imagen muy tierna que solamente él estaba presenciando y que solamente él era dueño. La frase “Yamada sería una buena madre” pasó por su mente varias veces, sobre todo al verle cambiar el pañal con tanta soltura.
- Bueno, ya está durmiendo. – dijo el menor mientras cogía el abrigo y se lo ponía. Yabu miró a la pequeña que dormitaba plácidamente en el cochecito como al principio de la tarde. Acompañó a su invitado hasta la puerta.
El menor se calzó y cogió su paraguas. Se giró para mirar al mayor cuando ya le hubo abierto la puerta. Le sonrió alegre, como siempre solía hacer.
- Gracias, Yama-chan. Eres un regalo caído del ciego. – elogió Yabu haciendo que el menor se sonrojase y desviase la mirada avergonzado, el otro sonrió contento achicando sus ojos.
- Sabes que siempre puedes contar conmigo, Yabu. – respondió el menor cuando se recompuso del elogio. Le miró con su gran mirada brillante y expectante. El más alto ensanchó la sonrisa y se acercó al rostro del pequeño para depositar un largo beso en los carnosos labios.
- Lo sé. Te quiero. – expresó después del beso. Yamada volvió a sonrojarse por el comentario del mayor y le respondió un “yo también”. Se giró y se marchó esta vez con el paraguas cerrado, parecía que la lluvia había cesado.
Yabu le miró marcharse, orgulloso del pequeño. Pensando en lo suertudo que era ya que tenía al mejor novio del mundo que un día, él se encargaría, de que fuese una “buena madre”.
*Fin.*
¿No ha quedado muy tierno? ¿O soy yo que soy una romántica? xD
¡Espero que os haya gustado!
¡Mimi-chan destaa~!
A mí sí que me ha parecido super tierno!!! Además pensé que era la única en el planeta a la que le gustaba el yabuyama ahahahaah!
ResponderEliminarMuy buen fic, felicidades!
waaa~~~ :3 fue hermosoo~~ ^^// me gutooo~
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