martes, 27 de marzo de 2012

Never say never.

Y otro cambio!

Bueno, así soy yo, constantemente cambiando. Aunque a mis niños (Hey Say JUMP!) no los cambio por nada en el mundo!!! Todos ellos son mi ichiban.... bueno, unos más que otros, pero a todos los quiero un montón. Bueno, me estoy desviando del tema.. hehehe.
Pues sí, he cambiado el diseño del blog, no sé, como esta semana es la semana deportiva en mi instituto y con el calor que hace, me pareció acertado hacer un cambio en el blog, mucho más juvenil, veraniego y primaveral. Sí, tiene las dos estaciones, vamos, así lo siento yo... ^^
Bueno solo quería informarles de esto... Aunque seguramente se darán cuenta nada más que entren... hehehe.
Matta ne, minna!! ^^
Mimi-chan.

lunes, 26 de marzo de 2012

Tanjoubi Ometedou Yuya!!

Yeeeeeeeiii! El siguiente JUMP en cumplir años es... (seguramente que ya todas lo saben) TAKAKI YUYA! Nuestro chicho infantil y tierno, se hace mayor hoy! Así es! Ya tiene un añito más, exáctamente 22! ¿Que mayor cierto?
Todos recuerdan los comienzos de Hey! Say! JUMP!? ¿Antes de llamarse Hey Say JUMP? Bueno por si no lo recuerdan, (que seguramente que se sabrán toda la historia de este grupo) yo se la recuerdo, porque cabe recordar que Yuya-chan o Taka-chan (como lo suelo llamar yo)  es uno de los miembros más antiguos de este grupo junto con Dai-chan, Yama-chan, Yuto y Yuri. Este grupo se llamaba Hey say 7. Bueno, bueno no lo voy a decir todo.
Bueno, solamente quería felicitar a este chico que hemos visto en todas sus facetas. Ha demostrado ser un chico tímido, infantil, cariñoso, tierno, duro, valiente, delincuente, sexy... es un chico completo completito.
Y este chico se nos hace mayor, nada comparado como cuando comenzó, al igual que todos los demás, pero hoy el protagonista es él, porque este es su día...
Seguramente que soy la portavoz de todas cuando le deseo un cariñoso, tranquilo, divertido y feliz cumpleaños porque se lo merece. ^^










Bueno pues esto es todo lo que puedo hacer para desearle un Feliz cumpleaños. Si estuviera en Japón me huviese presentado en su casa con una pancarta enorme que trajese TANJOUBI OMEDETOU, pero como estoy en España, es lo más que puedo hacer por él. ^^

sábado, 24 de marzo de 2012

Never say never. Cap. II

OHAYO GOSAIMASUUUUU!!!!! 
¿Cómo están? Espero que bien! Yo contenta ya que el buen tiempo ha llegado a mi cuidad! y la primavera ha comenzado! La estación de el amor está aquí! Y como tal aquí os traigo un capítulo de una de mis historias. No puedo decir que sea completamente de amor, además, todavía es el segundo, si ya estuviesen enamorados iría muy rápido no creen? 
Como ya hacía tiempo que no actualizada, sin contar el día del cumpleaños de Kento-kun... Ah! y hablando de cumpleaños, dentro de poco es el de Yuya-chan! Tengo que hacerle una entrada al segundo más mayor de los HSJ! Que bien no? Ya va a cumplir 22... bueno pero esto ya lo pondré en su debida entrada.
Bueno, pues sin más demora aquí os lo dejo. RECUERDEN: es Yamajima! 



 Capítulo II.
 

Una semana hacía que Ryosuke vivía en su casa, y había sido un total infierno. No se soportaban mutuamente y el mayor cada vez que podía le hacía chantajes con la información que había obtenido. Yuto había cometido un grave error, le había dicho a Ryo su fama en el instituto y después supo que él era nuevo. Grave error, ahora estaba pagándolo.

- ¡Basta ya! – su tono de voz era alto y se notaba que estaba irritado. – ¡Siempre me amenazas diciéndome que lo vas a decir a mis padres, pero nunca lo haces! – suspiró notoriamente fijando sus ojos fieramente en los de Ryosuke. - ¡¿Qué es lo que quieres?! – preguntó más irritado todavía.

- Nada. – el estado irritado de Yuto se incrementó cuando vio la sonrisa de autosuficiencia, el más alto arrugó el entrecejo. – Solamente me aburro, nada más. – contestó sinceramente mientras se cruzaba de brazos y apoyaba la espalda en la pared de la habitación de Yuto.
Si te aburres búscate un hobby, a mí déjame en paz. – su mosqueo subía de grado cada vez que hablaban, no se soportaban mutuamente y la convivencia estaba siendo un infierno para los dos, porque cuando no era Ryosuke el que se metía con Yuto, era al revés. 

- Ya tengo un hobby, meterme contigo. – sonrió arrogante mientras clavaba sus ojos marrones en los de Yuto. Yuto inspiró fuertemente inflando en pecho y se levantó de la silla del escritorio caminando amenazante en dirección al más bajo de la habitación. – ¿Qué pasa? – se sintió un poco incómodo al verlo andar tan decididamente hacia su persona, pero rápidamente recobró la compostura. Intentó retroceder pero no pudo, tenía la pared detrás de él.

Yuto seguía caminando directamente hacia él mirándole fijamente, su incomodidad aumentó cuando vio que este no se detenía hasta quedar a escasos centímetros de su rostro. Echó para atrás la cabeza, apegándola a la pared. 

- Estás jugando con fuego. – amenazó el pequeño. Yamada tragó fuertemente y lo miró directamente a los ojos. – Y quien juega con fuego… – hizo una pausa mientras acercaba su rostro al del más bajo, pero lo desvió para acercarlo al oído. – se quema. – completó la frase con una voz, que ha Ryosuke le pareció… sensual. Por unos segundos Ryosuke se sintió extraño, su corazón palpitaba agitadamente haciéndolo sentir incómodo, más que antes. Yuto volvió el rostro a la posición inicial y lo miró directamente a los ojos sonriendo arrogantemente. 

- Tranquilo, el agua… apaga el fuego. – contraatacó el mayor empujándolo levemente para quitar esa cercanía que el menor había osado tener. En el momento que Yuto estuvo lejos de él se sintió tranquilo y su corazón se tranquilizó, cosa que agradeció. – Por hoy ya está bien. – dijo mientras salía de la habitación algo molesto. Yuto sonrió cuando la puerta se cerró.

- Nunca falla. – sonrió orgulloso de sí mismo. Ese truco lo usaba para poner incómodos a sus presas, la cuestión era invadir el espacio personal de la persona, así haces que se incomode y que su corazón se acelere, creándole un malestar. Así, acabas consiguiendo lo que quieres. – Tengo que hacerme empresario. – susurró alegre, realmente valía para la profesión. Los empresarios siempre piensan en su propio beneficio y en sacar provecho de cualquier situación.

- ¡Chicos bajen a cenar! – se escuchó a la madre de Yuto desde abajo. Ambos salieron de la habitación encontrándose en el pasillo, esta vez fue Ryosuke el primero en reaccionar y bajar primero, estaba molesto. Yuto volvió a sonreír, realmente, ese truco nunca fallaba. 

Cenaron en tranquilidad y sin ningún contratiempo, la señora Nakajima se dispuso a limpiar los platos pero la interrumpió Yamada, sorprendiendo a los dos integrantes masculinos de la familia.

- Tranquila, ya lo limpio yo. – le sonrió y suavemente le quitó los platos de las blanquecinas manos a la señora Nakajima. Esta sonrió tiernamente por tal acción, después de todo no era un mal chico. Aunque la madre de éste le había dicho que Ryosuke pasaba por una mala adolescencia. 

Yuto miraba la amplia pero pequeña espalada de Ryo, estaba sorprendido por la acción de éste, cualquiera diría que hacía unos minutos le estaba chantajeando y retándole. ¿Pero qué estaba pensando? Si él era igual que Yamada, él también tenía doble personalidad, bueno doble o triple, las que hiciese falta. Yuto se levantó, no quería seguir ahí mirando la espalda a Ryosuke, no tenía sentido perder el tiempo de esa manera. Se dirigió a su habitación y se encerró.


Un nuevo día se asomaba por las ventanas de la casa  de los Nakajima, los rayos de sol de esa mañana molestaron al invitado de dicha familia, haciendo que despertase de su profundo sueño. Se estiró aún echado y se sentó en el medio de la cama mirando, como de costumbre, la hora. Ese día había despertado temprano, era fin de semana, por lo tanto no había clase. Su vista se fijó en la nada, aún estaba medio dormido.

- Ryo-chan, el desayuno está servido. – miró la puerta por la que había salido la voz. Sonrió, esa mujer era muy atenta, igual que su madre. Su madre… cuánto la echaba de menos, a ella y a su padre. Hablaban todos los días por teléfono pero no era lo mismo, él quería verlos y poder tocarlos. Suspiró. “basta, no recuerdes esas cosas, que te deprimes.” Se auto-animó, también echaba de menos a sus hermanas, sobre todo a la pequeña. “¡Qué basta!” se riñó mentalmente. Se levantó de la cama y se puso algo decente para bajar a desayunar.

Cuando bajó toda la familia estaba allí sentada, solamente había empezado a comer Yuto, los padres lo habían esperado. Sonrió ante ese hecho, era lo mismo en su casa, él siempre era el que más tarde bajaba a desayunar y todos lo esperaban con una sonrisa en la cara. 

El desayuno transcurrió tranquilo como todos los demás, solamente que notó que Yuto estaba más callado de lo normal, cosa que no le gustaba nada. Vamos, no le importaba el estado en el que estuviese ese sujeto, pero le incomodaba que estuviese callado, normalmente era él el que más hablaba en la mesa. 

Ayudó a la señora Nakajima a recoger, no quería ser un estorbo, bueno, sabía que lo era, pero no quería serlo más. Quería ayudar en todo lo que fuese para no estorbar más de lo que estorbaba. Subió a su cuarto a hacer la tarea del día anterior. Se encerró en su habitación para no distraerse, tenía que ser serio con sus estudios, pues eran los que decidían su futuro.

Estaba a punto de acabar cuando unos toques en su puerta lo distrajeron, arrugó el entrecejo por interrumpirlo. Se giró en la silla, dado que ésta estaba de espaldas a la puerta, justamente en frente a la ventana. La puerta se abrió mostrando a la señora Nakajima que le sonreía alegre. Cerró después de entrar completamente y se sentó en la cama. 

- Ryo-chan. – llamó suavemente, el nombrado se extrañó y la miró con duda. – Tenemos pensado ir a un viaje, ¿qué te parece? – preguntó con algo de miedo. ¿Por qué todo el mundo tenía miedo de su reacción? ¿Tan mala personalidad tenía? 

- Me parece bien. – meditó la siguiente pregunta. – ¿Cuándo os marcháis? – no quería echarlos ni nada por estilo, solamente tenía curiosidad por saber cuándo se iba a ir la familia.
En dos semanas. – el chico se sorprendió, ¿en dos semanas? ¿Y ya se lo estaba consultando? La señora Nakajima sonrió por la sorpresa en su rostro. – ¿Estaréis bien? – su tono era de preocupación.

- Tranquila, está todo bien. – pero cayó en la cuenta de las palabras que había usado. – ¿Estaréis? ¿A qué se refiere? – no entendía esas palabras.

- Sí, tú y Yuto-kun. – sonrió alegre. Estaba deseosa de poder pasar tiempo a solas con su marido, hacía meses que no tenían un ratito para ellos dos. Pero se sorprendió de la sorpresa en el rostro del adolescente, ¿habría pensado otra cosa? – ¿Pensaste que quedarías tu solo? – sonrió tiernamente al verlo asentir con la cara de asombro. – ¡No podríamos hacer tal cosa! Tu madre me mataría. – rió disimuladamente poniéndose una mano delante de la boca.

- Oh, ya veo. – bajó la cabeza algo apenado por pensar que quedaría solo. Pero le molestaba tener que estar a solas con esa persona, no era que le tuviese odio, solamente que no quería estar cerca de él, nada más. – ¿Cuánto dura el viaje? – su interés era notorio. 

- Supongo que dos semanas. – contestó con un dedo en la barbilla en gesto pensativo. Ah, bueno dos semanas… ¡¿Dos semanas?! ¡Eso era mucho tiempo! Bueno, con solo pasar de él estaba bien. Le sonrió a la señora Nakajima, sin duda, no sería una molestia para tan amable mujer.

La tranquilidad aquí está asegurada… – le sonrió confiadamente. – por lo menos de mi parte. – susurró, no quería que la madre de Yuto supiese de la mala relación que tenían. – Pueden irse tranquilos. – aseguró totalmente convencido. Claro que no pasaría nada, él se limitaría a ignorar a Yuto y seguramente que Yuto también lo ignoraría a él.

La señora se levantó de la cama dispuesta a irse, pero recordó otro asunto muy importante. – Ah Ryo-chan, antes de que se me olvide. – giró sobre sus pies y lo miró directamente a los ojos, cosa que incomodó al menor. – ¿Sabes por qué Yuto-kun estaba así de raro en el desayuno? – Ryosuke alzó una ceja incrédulo, él tampoco tenía idea y en respuesta giró la cabeza negando. – ¿Sabes si le ha pasado algo en el instituto? – preguntó preocupada, el estado de ánimo de su hijo no era normal. El menor volvió a negar, la señora se desanimó no le quedaba más remedio que preguntárselo al propio Yuto. Suspiró resignada. – Está bien, le preguntaré a él. – le sonrió para después salir por la puerta del cuarto de huéspedes.

Ryosuke se quedó mirando a la nada, pensativo. A él también le tenía preocupado ese asunto, más que preocupado, molesto, no entendía el cambio repentino del joven, pero no podía preguntárselo a él, tendría que esperar a una respuesta de la madre de él.





-Oo-Oo-Oo-Oo-Oo-Oo-Oo-Oo-Oo-Oo-Oo





El tiempo transcurría lentamente y Ryosuke no sabía qué hacer, estaba tumbado en la cama mirando hacia el blanco techo. Tenía mucho aburrimiento, no encontraba nada divertido que hacer. Suspiró cansado, ya eran las dos de la tarde, ya había comido y hecho la tarea, ya no le quedaba nada que hacer en la tarde.

Picaron en la puerta inesperadamente, se sentó rápidamente  en la cama y miró la puerta diciendo “puede pasar”. Era la madre de Yuto.

- Ryo-chan, ¿no te aburres? – el nombrado se sorprendió por la respuesta y sonrió dulcemente. Eran esos gestos tan atentos los que le hacían recordar a su madre.
Un poco. – contestó después de disipar los pensamientos hacia su familia casi rota. Miró directamente la cara de esa mujer que era casi idéntica a la de Yuto.

- ¿Por qué no sales a dar una vuelta con Yuto-kun? – preguntó contenta. Yamada levantó una ceja incrédulo de lo que acababa de escuchar. ¿Salir a dar una vuelta con Yuto? ¿Lo decía en serio? Miró más fijamente y vio la sonrisa inocente de la mujer. Claro que lo decía en serio. Ella no sabía nada de la mala relación.

- Claro. – mintió. – pero, seguramente que Nakajima-kun no quiere. – no quería pronunciar su nombre para que su madre no pensase que tenían confianza. Vio como los ojos de la mujer se abrieron, seguramente le sorprendió que lo llamase así.

- Claro que no. Él mismo me ha dicho que os lleváis muy bien. – su alegría le pareció contagiosa, pero tenía cosas en las que pensar. ¿Qué él había dicho qué? ¿Qué se llevaban bien? Seguramente que era para que su madre no notase nada. “Bien jugado” Le felicitó mentalmente, tenía que reconocer que cuando quería Yuto era muy astuto. – Voy a preguntarle. – se giró para marchar pero fue detenida por la voz de Ryo.

- ¡No! – la señora Nakajima se giró sorprendida. – Quiero decir… no quiero molestarlo. Es mejor que salga yo solo. – se levantó rápidamente de la cama para marchar antes de que la madre insistiese.

- Pero, no te sabes el camino. – argumentó preocupada, no quería que se perdiese, en estos tiempos había gente muy mala y mucha necesidad. Pero la sonrisa que recibió de Ryosuke la tranquilizó un poco.

- Tranquila, si me pierdo la llamaré a casa, tengo su número. – sacó su teléfono y sonrió. Salió rápidamente de la habitación y bajó las escaleras tan rápido como pudo.

Cuando el aire le golpeó suavemente en la cara sonrió, metió las manos en los bolsillos del pantalón y siguió andando sonriente. Le encantaba estar al aire libre, desde que había llegado a esa casa no había salido, tampoco había tenido tiempo. Solo hacía unos días que había terminado de adaptarse a esa casa y acabado de desempaquetar las cajas de la mudanza. Tarea que le cansó mucho.

Iba sin rumbo fijo, fijándose en los pequeños detalles, en los puestos, en las personas, en los edificios, en las casas… en todo. Así podría recordarlo. Mientras estuviese en esa parte de Tokyo, se limitaría a conocerla por si tuviese que volver. Fijó su vista en una heladería y le entraron ganas de un helado, dirigió su mirada al cielo, meditando que hacía buen tiempo para uno. Y sí, el tiempo era perfecto para comer un helado.

Se dirigió al puesto y compró uno de fresa, su favorito. Mientras lamía la bola de fresa sonreía alegremente, en esos momentos lo único que le preocupaba era no mancharse con el helado que se derretía poco a poco y caía a ambos extremos del cucurucho. Todos los problemas habían desaparecido, no tenía nada más por lo que preocuparse.

- ¿Yamada-kun? – escuchó su nombre e instintivamente se giró para saber quién lo llamaba, la voz no le resultaba conocida. Pero estaba seguro que la había escuchado en algún lugar. Quien lo llamaba era un chico bajo, algo más bajo que él, su pelo negro azabache y ojos del mismo color. Su cara era muy tierna, pero tenía algunas facciones duras. 

- ¿Sí? – contestó confuso, no sabía quién era, pero esa voz le resultaba vagamente familiar. Rodó la mirada tratando de recordar a alguna persona que concordase con el chico que tenía en frente. Nada, no le podía poner nombre a esa persona, no sabía quién era.

- ¿No me recuerdas? – le preguntó algo ofendido, normal, cualquiera estaría molesto en su lugar. Ryosuke asintió algo avergonzado. El más bajo de los dos sonrió. – Soy Chinen Yuri, estamos en la misma clase. – se señaló a sí mismo al decir su nombre. Pero Ryosuke seguía sin saber quién era. Aún no había hecho amistad con nadie en el instituto y tampoco recordaba ningún nombre, aunque… su nombre le sonaba.

- Me siento a tu lado. – aclaró Chinen sonriendo. Lo despistado de ese chico no tenía límites, aunque era normal, todavía no habían hablado en clase. Con ese dato su mente se acordó del chico que tenía delante de él, abrió los ojos confirmándole a Chinen que ya lo recordaba. Sonrió contento.

- ¡Ya entiendo por qué me sonaba tu cara! – le señaló con el dedo índice, la sonrisa de Chinen se agrandó. Pero esa sonrisa ocultaba algo, algo que Ryosuke no había notado. Chinen lo miraba fijamente, incomodándolo un poco, tenía una mirada muy penetrante y esa mirada ponía nervioso al Yamada. 

- ¿Comiendo un helado? – preguntó Yuuri para sacar un tema de conversación, no le gustaban los silencios. Bueno, algunos le podían gustar, como por ejemplo cuando quedas en silencio con tu mejor amigo, pero ese no era el caso, entonces, no le gustaba el silencio que se había hecho.

- Así es. – se limitó a contestar Ryosuke. Después cayó en la cuenta de que Chinen solamente estaba intentando sacar un tema de conversación. – el señor que los vende allí es muy amable y el helado está muy rico. ¿Quieres comprar uno? – continuó él la labor de encontrar un tema de conversación. Pero hablar de helados… 

- Um. – dubitativo contestó. – creo que no. – contestó finalmente con una alegre sonrisa. No era que no le gustasen, ¡le encantaban! Y sobre todo los de vainilla. Pero ya se había comido uno hoy y si su madre se enteraba que había comido dos el mismo día lo regañaría. – ¿Te has adaptado bien en el instituto? – le preguntó mientras ambos caminaban tranquilamente entre la gente.

- Sí. – escueto contestó, mientras se entretenía en disfrutar de su helado de fresa. Chinen dirigió su mirada al chico que tenía al lado y sonrió al verlo concentrado en que el helado derretido no cayese sobre sus manos. Ryosuke se dio cuenta de la mirada que estaba recibiendo. – ¿Sucede algo? – 

- Nada. – acompañó con un movimiento de cabeza. Ryosuke asintió y volvió a su labor, pero notó que el de pequeña estatura no le quitaba la mirada de encima. – Sólo estaba pensando… – continuó a lo que el Yamada dirigió su mirada hacia él. – “Yamada-kun no parece la persona que aparenta ser”.  – cito textualmente mientras mirada al cielo sonriendo. 

- ¿Ah, no? – preguntó confuso mientras dejaba de lado al helado. – ¿Y qué persona aparento ser? – preguntó interesado. No sabía qué motivos ese chico tenía para decir eso, por eso le interesaba.

- Pareces una persona seria que no necesita esforzarse, que no se distrae, decidida y fría. – Ryosuke se sorprendió ¿cómo ese chico podía saber eso con solo mirarlo? ¿Pensarían así todos los de su clase? – Pero, sin embargo, pones todo tu esfuerzo y concentración en no mancharte las manos con el helado. – sonrió y dirigió su mirada a un Ryosuke sorprendido y con los ojos abiertos. – Una faceta infantil. – la sonrisa se ensanchó y por un momento Ryosuke pensó que era una sonrisa maliciosa.

- A nadie le gusta mancharse las manos con helado. Después, te quedan todas pegajosas. – afirmó mientras miraba hacia otro lado que no fuesen esos ojos negros, que le incomodaban en ese momento. Chinen solamente mantenía la sonrisa.

- Sabes. – habló para que Ryosuke le mirase y así lo hizo. – eres una persona interesante. – finalizó decidido, haciendo sonrojar, levemente, a Yamada. “¿Interesante? ¿Lo estaba halagando?” – tengo interés en conocerte. – finalizó con la misma sonrisa de antes, lo que lo puso nervioso. 

Ryosuke solamente guardó silencio, no sabía qué decir a esas palabras ¿Qué decir? ¿Devolverle el halago? Nada se le ocurría, continuaron caminando en silencio.

Bueno, me tengo que ir. – habló Ryosuke para quitar esa tensión que había en el ambiente.
- Te acompaño. – decidió Chinen sin ni siquiera consultarle. Ryosuke pensó detenidamente “No me da más que me acompañe, pero si me acompaña… sabrá que estoy viviendo con el Nakajima y no quiero que nadie lo sepa” guardó silencio internamente, como meditando las distintas soluciones. “Mejor le digo que no”.

- Mm, no hace falta. Puedo ir solo. – hizo una pausa. El rostro de Chinen no parecía estar de acuerdo. – Nos vemos en clase. – se despidió y salió corriendo en dirección contraria. 





-Oo-Oo-Oo-Oo-Oo-Oo-Oo-Oo-Oo-Oo-Oo





Ya había llegado a casa totalmente fatigado por la carrera que se había pegado desde el mercado hasta la casa Nakajima. La señora Nakajima al verlo entrar así se preocupó.

- ¿Ha pasado algo? – preguntó algo alterada pensando que alguien podía haber perseguido al joven Yamada. Ryosuke levanto el rostro para mirar a la mujer y le sonrió despreocupadamente. Con ese gesto la señora se despreocupó y le sonrió aliviada mientras entraba en la cocina para preparar la cena.

Se descalzó en la entrada y subió a su cuarto. Cerró la puerta detrás de él y se echó boca arriba en la cama mirando al techo distraído. Seguía pensando en el chico ese llamado Chinen Yuuri. A Ryosuke también le había parecido interesante y más al saber que era tan directo como él. Sonrió al recordar lo incómodo que se había sentido. Era normal, ya que solía ser él el que ponía a la gente nerviosa e incómoda con sus comentarios.

Pensó que lo mejor era ducharse ya que estaba algo sudado después de la carrera que se había pegado. Entró en el baño particular que tenía y se desnudó lentamente mientras la tina se llenaba. Después de relajarse en el baño salió con una toalla enroscada en la cintura. Salió del baño para buscar su pijama. Sacó su pijama y lo dejó encima de la cama junto con su ropa interior. Iba a ponérsela cuando la puerta se abrió y dio paso a un Yuto algo mosqueado.

- ¡Tú! ¡Llevo un rato llamándote ¿no me oyes o qué?! – le señaló con su dedo índice acusadoramente, sin darse cuenta de que Ryosuke estaba semidesnudo delante de él.

- ¡Oye! ¡Llama antes de entrar! – le devolvió el grito también enfadado. Yuto se dio cuenta de cómo estaba Ryosuke y un fuego afloró de sus entrañas incitándolo a acercarse más al cuerpo desnudo del mayor. Tenía el pelo mojado, haciendo que se pegase más en su cara y en su cuello. Su pecho al desnudo, del cual descendían algunas gotas del relajante baño. Avanzó un paso con la intención de acariciar el pecho de Ryosuke, medio estiró el brazo para poder tocarlo, aunque estaba algo lejos de su alcance. Rápidamente recobró la compostura, sorprendiéndose de lo que estuvo a punto de hacer.

- Ah, lo siento. – susurró mientras salía rápidamente de la habitación totalmente sonrojado y respirando agitadamente. Se apoyó en la puerta y puso una mano en el pecho tratando de tranquilizar a su alocado corazón. Aspiró suficiente aire mientras cerraba los ojos controlándose. Era la primera vez que sentía esa sensación tan fuerte por tocar a alguien. Nunca antes le había pasado, siempre solía controlarse. Se irguió y lentamente bajó las escaleras, ya más tranquilo.

Ryosuke en su cuarto seguía pensando ese movimiento tan extraño que había tenido Nakajima. Le había sorprendido, ya que había parecido como que entró en una especie de trance. Y se extrañó más al notar que se dirigía hacia él, medio estirando el brazo. No había entendido nada de lo que había pasado, pero mejor no darle más vueltas y más importancia de la que le correspondía al asunto.

- ¡Chicos! – llamó la señora Nakajima desde el primer piso. – ¡Bajar a cenar! – finalizo con un grito aún más alto. Ryosuke suspiró y se vistió rápidamente para no hacerlos esperar.

Después de la cena cada uno subió a su cuarto, aunque claro cada uno para una cosa diferente. Ryosuke subía para descansar, mientras que Yuto subía a prepararse para salir. Seguramente iría a Shibuya como todos los adolescentes. Pero claro, Ryosuke era la excepción. Se quedaría un sábado por la noche en casa, leyendo, no era tan mal plan. Teniendo en cuenta que fuera hacía algo de frío, prefería quedarse en casa leyendo algún libro. O si no, ya se le ocurriría un plan como… llamar a su madre.

- Ittekimasu. – se oyó la voz de Yuto abajo. Ryosuke bufó molesto, en cierta parte tenía envidia, él también quería salir con sus amigos pero, lamentablemente, los había dejado en su barrio. También los echaba de menos, pero no podía hacer nada. Además, esto no era para siempre, solo era temporal. 




~~




Llevaba como dos horas leyendo, se había leído la mitad del libro y ya le estaba entrando el sueño. Se levantó de la cama y se dirigió hacia la ventana mirando la entrada de la casa. “¿Dónde está?” Se giró para mirar el despertador que traía la hora “las 2:15 de la noche” “Pero, ¿dónde se ha metido?” se preguntaba mentalmente, se notaba su molestia. Movió el pie nerviosamente mientras se cruzaba de brazos y miraba fijamente a la ventana. Vio una sombra moverse en una de las esquinas de la casa de enfrente, se sorprendió, pero al instante se asustó de ver que esa sombra se tambaleaba y la reconoció.

Era el menor de la familia Nakajima. No sabía si ir o no, tampoco es que tuviese ninguna relación con él como para acudir en su ayuda. Rápidamente, y sin él darse cuenta, corrió escaleras abajo, preocupándose por si a Yuto le había pasado algo, esa misma tarde la señora le había dicho que había mucha necesidad. Llegó a la puerta principal de la casa sin aliento y respirando agitadamente para poder coger el aire necesario. Abrió la puerta y vio a Yuto tirado en el suelo con los ojos cerrados y la mano cogiéndose el estómago. Ryosuke se horrorizó y se puso en lo peor. 

Corrió rápidamente hacia el cuerpo en el suelo, se arrodilló junto a su cabeza y le puso la cabeza en su regazo. Yuto cuando se dio cuenta de que alguien había elevado su cabeza, abrió los ojos lentamente fijándose en la persona que lo había hecho. 

Ah. – se sorprendió de encontrar a Ryosuke ahí. – ¿Qué haces tú aquí? – Ryosuke se sorprendió de notar algo raro en el habla del menor. Parecía que le resultaba difícil hablar. – Responde. – ordenó el que estaba tumbado. Ryosuke se fijó en el estómago del chico y no vio rastro de sangre, lo cual hizo que se preguntase ¿De qué se quejaba entonces? – Oye, te estoy hablando. – notó otra vez como se trababa al hablar. “¡Un momento!” cayó en la cuenta de los síntomas que presentaba el menor. Se tambaleaba, se quejaba del estómago, le costaba hablar… solo significaba una cosa.

¡Tú está borracho! – se levantó haciendo que la cabeza del chico golpease el suelo. Yuto se quejó por el golpe, pero Ryosuke no le hizo mucho caso al asunto. – Y yo que me preocupé innecesariamente. – murmuró para sí mismo logrando que el menor no lo escuchase. Lo miró molesto por hacerlo preocupar. Pero, ¿qué podía esperar de un chico superficial y fiestero? Suspiró notoriamente.

Vio como Yuto intentaba levantarse. Y volvió a suspirar. – A ver que te ayudo, antes de que se enteren los vecinos. – dijo aún molesto Yuto lo miró extrañado. Y pronunció un suave ‘arigatou’. Yamada le pasó un brazo por sus hombros y con su brazo derecho rodeó la espalda del menor poniendo una mano en su cintura.

Poco a poco y ambos tambaleándose, a causa del gran mareo que tenía el menor, llegaron a casa. Como pudieron subieron las escaleras, Yuto cada vez estaba más mareado. Pasaron por delante de la puerta del baño y Nakajima aprovechó y dijo.

- Espera. – habló deteniendo los pasos del mayor y haciendo que dirigiese su mirada hacia él. – Antes de echarme quiero pasar por el baño. – su torpeza al hablar era muy notoria aún. Y ahora que Ryosuke estaba cerca de él, podía oler el aliento del menor, dónde se confirmaba lo bebido que venía. 

- Vale. Pero no tardes. – contestó mientras lo ayudaba a entrar y cerraba la puerta del baño para darle intimidad. Algunos minutos después el menor picó en la puerta para avisarle que ya había acabado y que abriese la puerta. Así lo hizo y volvieron a la posición inicial. 

Torpemente caminaron hacia el cuarto de él que quedaba a dos puertas del baño, ahora tenían que hacer menos ruido porque enfrente de la habitación de invitados (que estaba al lado de la de Yuto) estaba la habitación de los señores Nakajima. Con el menor ruido posible llegaron hasta la habitación del pequeño, Yuto estaba muy cansado, demasiado bebido y cada vez que podía se le cerraban los ojos haciendo que se quedase dormido por unos instantes.

Cuando entraron en la habitación, Yamada hacía todo lo posible para que Yuto no se cayese, ya que se estaba quedando dormido. Lo acercó hasta la cama pero en un tambaleo de Yuto y una mala posición de Ryosuke hicieron que ambos cayesen en la cama Ryosuke encima de Nakajima. El menor a los pocos segundos se quedó dormido, pero Ryosuke se empezó a poner nervioso, su corazón le latía muchísimo y sentía calor en las mejillas. 

No sabía qué hacer para salir de esa situación, lo primero que se le ocurrió fue levantarse, pero el menor lo aprisionó más contra su pecho. Lo que hizo que se pusiese más nervioso todavía, si se podía claro. Poco a poco fue cogiendo postura en el pecho de Nakajima y lentamente cayó en los brazos de Morfeo…

Continuará…

martes, 13 de marzo de 2012

Kento-kun TANJOUBI OMEDETOU!!

Otro de mis amores cumple años!!! Aunque en mi país, el Martes 13 da mala suerte, no puede ser así, porque haces 18 años que nació Nakajima Kento, un adorable y sexy chico!!! Tengo que añadir que este chico cada vez se hace más y más hermoso. Tiene una personalidad encantadora, es amable, extrovertido, sexy, provocador... lo tiene todo. Hace poco he visto los CD's del Summary Tokio Dome y está hermoso, cada vez tiene más fans y cada vez se hace notar más. Solo el deseo lo mejor en este día tan especial y que lo pase junto a las personas que quiere y que aprecia.


 Kento-kun, TANJOUBI OMEDETOU! 


 Aquí unas fotitos para que babeen un poco y vean que tengo razón en que este chico es realmente sexy! Bueno, por algo es el líder de Sexy Zone no? 

Verdad que es sexy??? *0*

 

viernes, 2 de marzo de 2012

Educando al príncipe.

Ey ey ey! Ya está aquí el primer cap del fic que dije que sería de TegoPi, ya saben si no les gusta esta pareja... me lo dicen y yo "congelo" el fic y lo dejo apartado hasta que alguien me diga, "Por favor, continúalo".
La idea... llevaba varios días rondándome por la cabeza, y finalmente [mientras me hacía un bocadillo XD] me decidí a escribir un fic. No sabía qué pareja poner, pensé en el Yamajima, en el Yamachii... pero después vi uno de los conciertos de NEWS y me dije, definitivamente es un TegoPi. Ya verán como los personajes se adaptan fácilmente a la personalidad de cada uno de los protagonistas, incluso los personajes secundarios son perfectos.
Bueno, no me demoro más con la explicación que si no van a cansarse de leer ^^.

Aclaraciones:

  •  Título: Educando al príncipe.
  • Pareja: TegoPi.
  • Autora: Mimi-chan, osea, yo.
  • Género: Romance, drama.
  • Idea: realmente surgió de la nada, ¿cómo toda buena historia no?
  • Resumen: Dos personalidades diferentes se encuentran. El mayor un chico criado en las calles, rebelde, prepotente y arrogante. El pequeño un niño rico, mimado y consentido. ¿Podrán convivir justos? Una relación de amor-odio surge. ¿Serán capaces de superar todos los obstáculos? ¿O a la primera de cambio tirarán la toalla? 



Sin más, no los interrumpo, disfruten de la lectura.








- blablablá. – diálogo
“blablablá”. – pensamientos
Blablablá. – énfasis.

Capítulo 1. – El trato.



La noche cubría completamente Tokio, haciéndola volver una ciudad peligrosa para quién caminase solo por alguna de las callejuelas. No había mucha gente por las calles, solo algunos borrachos que eran acompañados por sus compañeros de trabajo, o algunos jóvenes que estaban de fiesta. 

Un chico corría despavorido, como huyendo de algo, más bien de alguien. Eran unas cinco personas las que lo perseguían, el joven aparentaba unos 25 o 26 años de edad. Sus ropas eran a la moda aunque ahora mismo, estaban algo mal puestas por la carrera tan acelerada que estaba haciendo. Da igual cuánto corriese o por dónde se metiese, los hombres siempre iban pisándole los talones, cosa que lo mantenía lleno de miedo. No podía hacer nada para huir de ellos, solamente esperar a que se cansasen. Pero parecía que estos estaban entrenados para perseguir a gente, ya llevaba como una media hora intentando despistarlos, pero no lo conseguía.

- ¡Espera ahí! – gritó el que iba a la cabeza de los cinco. El único que tuvo la ocasión de cogerlo, pero no lo había sido capaz. – ¡Te acabaremos cogiendo! – volvió a gritar. El perseguido miró hacia atrás para ver la distancia que los separaba y se desilusionó al ver que no era bastante. 

- ¡Si no te cogemos ahora, te acabaremos cogiendo más adelante! – amenazó uno de los de atrás. La verdad era que el joven no los conocía  sabía para quién trabajaban, pero nada más. Calculó su próximo movimiento y teniéndolo en la cabeza hizo un último sprint, metiéndose en un atajo que lo llevaría a un barrio lleno de gente, ahí entre tanta gente lograría despistarlos.

Y así sucedió, se escondió en una bocacalle para vigilar si los hombres de negro se acercaban hasta su posición, pero no, los había despistado. Una vez que no hubo rastro de los persecutores respiró tranquilo y se encaminó hacia su apartamento que compartía con sus mejores amigos. 

Cuando llegó los encontró viendo la tele mientras bebían unas cervezas. 

- Okaeri. – habló un chico moreno con el pelo algo largo, aunque no demasiado. Con una voz raspada y profunda. Su complexión era atlética, tenía los músculos formados. Medía 1’70, con ello era el más bajo, pero en edad estaba en el medio. Llevaba una camiseta blanca de tirantes y su pijama. Su nombre, Nishikido Ryo. 

- Tadaima. – respondió mientras se quitaba los zapatos y se ponía sus zapatillas en la entrada. Al lado del de pelo negro carbón, estaba otro chico de pelo castaño con el pelo más largo que los otros dos. Su estatura era de 1 metro 77cm, él era el mayor en altura y en edad. Llevaba el pijama puesto, solamente que él en vez de llevar una camiseta de tirantes, la llevaba de manga larga. Su nombre, Akanishi Jin.

El recién llegado se encaminó hacia su habitación para coger su pijama y dirigirse hacia el baño para darse una ducha y refrescarse. 

- Yamapi, ¿quieres una cerveza? – ofreció el mayor de los tres, Jin. El nombrado negó a la pregunta.

- No, voy a darme un baño. Después la cojo. – explicó el menor de los tres. Él no se llamaba Yamapi, ese solo era un mote que le habían puesto sus amigos. Su nombre era Yamashita Tomohisa. Su altura era 1’75 y era el más pequeño de los tres, en edad. Su pelo rizoso y alborotado, no era tan largo como el de Jin pero sí más largo que el de Ryo. Color castaño, más oscuro que el de Akanishi. 

Después de bañarse salió con un pantalón que parecía ser el del pijama, y con el pecho al descubierto. Exhibicionando su trabajado y musculado pecho, del que estaba muy orgulloso. Los dos compañeros se quedaron absortos mirando el espectáculo que presenciaban, no podían negar que el pequeño tenía buen cuerpo.

- ¿Qué os pasa? – preguntó extrañado Yamapi mientras se dirigía a la nevera para coger la cerveza que Jin le había ofrecido antes. La abrió y se dirigió al sofá en el que estaban sentados sus dos compañeros.

- Nada, disfrutando de la buena vista que nos das. – declaró Ryo mientras lo miraba con algo de burla. Yamapi sonrió, siempre habían sido así, desde que se había conocido en la secundaria alta eran muy amigos. Aunque no solo estaban ellos tres, tenían más amigos. 

- Lo sé. – declaró burlón el menor de los tres. Los dos mayores solamente sonrieron burlones. Por ellos era bien conocida la autoestima que portaba Tomohisa.

- ¿Ha pasado algo? – preguntó Jin que era muy observador. Vio la duda en los ojos de los otros dos y se explicó. – Has venido fatigado y has ido directamente a ducharte. Eso quiere decir que has corrido ¿no? – explicó para después echarle un trago a su cerveza. Ryo se había quedado sorprendido, eso no lo había notado cuando entró “¿Será que Jin se fija mucho en Yamapi?” se preguntaba mentalmente mientras miraba para uno y para otro.

- Oh, eso. – le pegó un trago a su botella. – Nada, solamente los hombres esos de negro han vuelto a perseguirme. – comentó sin preocuparse. Siempre era lo mismo, esos hombres lo perseguían y al final nunca conseguían alcanzarlo.

- ¿Es por el dueño de esa empresa? – preguntó Ryo que recién había seguido le hilo de la conversación. Yamapi asintió a lo que el moreno solamente suspiró cansado. – ¿Cuándo dejarán de perseguirte? – preguntó cansado.

- Cuando me alcancen. – respondió el pequeño tranquilo. Sabía que eso no sucedería, porque era mucho más ágil que esos hombres. 

- Yo que tú, tendría cuidado. – aconsejó el mayor de los tres. Ryo y Yamapi lo miraban fijamente mientras lo examinaban con sus miradas marrones. – Ese empresario es un hombre de mucho poder y si le debes dinero… no parará hasta conseguirte. – finalizó para levantarse y dirigirse al baño.

- Tiene razón. – apoyó Nishikido mientras se giraba para mirar a Yamapi. Este estaba pensativo mirando a la nada. – ¿Por qué no te dejas capturar y así sabes qué quieren? – 

- ¡Estás loco! – levantó el tono de voz mientras se levantaba del sofá. – No puedo dejar que pase eso. – habló más tranquilo. Ryo lo miraba fijamente. – No sé lo que podrían hacerme para que salde la deuda. Y yo no tengo ese dinero. – finalizó mirando al suelo distraídamente. No sabía qué más hacer.

- Pero piénsalo mejor. – Ryo se levantó del sofá para posicionarse enfrente de Yamashita y poner sus manos en los brazos del pequeño. Yamapi levantó la mirada para fijarla en los afilados ojos de Ryo. – Si dejas que te cojan, a lo mejor puedes saldar la cuenta de alguna manera. – se explicó mejor el mayor. – Si te pasa algo. – continuó mientras apretaba sus manos intensificando el contacto con Yamapi. – Yo iré a por ti y te protegeré. – finalizó mirándolo directamente a los ojos. 

A Yamapi esas palabras le parecieron muy sinceras. Hasta el punto de que la idea que Ryo le estaba dando no le parecía tan mala idea y si algo pasaba, él vendría a rescatarlo ¿no?

- Que escena tan romántica. – interrumpió intencionadamente Jin mientras se secaba las manos con papel y lo tiraba a la basura. Jin y Ryo intercambiaron miradas matadoras, ajenas a Yamapi. – No te aconsejo que lo hagas. – retomó la conversación. Caminó hacia el sofá y se sentó, posó los pies encima de la mesa y cogió su cerveza.

- ¿Por qué no? – retó Nishikido mirándolo desafiante.

- Eres tonto ¿o qué? – retó mirándolo desafiante también. – ¿Realmente piensas lo que dices? ¿Le estás diciendo que se entregue? – siguió retando al pequeño. Ryo se estaba mosqueando y había dado un paso hacia adelante con intención de callarle la boca. – ¿Lo has dicho para quedar bien? – levantó una deja mientras lo seguía mirando retadoramente. 

- No. – escueto contestó. Tenía las manos formando un puño, apretadas con fuerza, tanta que los nudillos estaban blancos. – ¿Me puedes decir el por qué es mala idea? ¿Qué más da que se entregue o que lo capturen? Puede que ahora no lo parezca pero acabarán cogiéndolo. – retó mientras se acercaba a él. Yamapi ya se esperaba lo peor, asique intervino agarrando a Nishikido del brazo, deteniendo su caminar.

- Para empezar, no tiene ni pies ni cabeza. ¿Cómo se va a entregar? Si se entregase cavaría su propia tumba. – sentenció Jin mientras fijaba su mirada despreocupada en la televisión. – ¿Sabes de lo que son capaces los hombres ricos por dinero? – le preguntó sin mirarle.

Ryo se quedó en silencio, a esa pregunta la respuesta era negativa. Seguía apretando las manos en un puño y el agarre de Yamapi solo lo tranquilizaba un poco.

- Como suponía. – habló al escuchar que Nishikido no respondía. – Entonces, no hables de lo que no sabes. – y le dio un trago a su cerveza. Ryo apretó los dientes en signo de enfado, Yamapi que ya se temía lo peor intervino poniéndose en medio de ellos dos para evitar que peleasen.

- Maa, mañana hablaré con el empresario y trataré de hacerle un trato. – dijo mientras miraba a los dos para ver si se calmaban y para ver la reacción de ellos ante la propuesta. 

- Haz lo que quieras. – molesto contesto Ryo mientras caminaba rápidamente hacia su cuarto cerrando la puerta de un fuerte golpe. Yamapi miró confuso el comportamiento de Ryo. 

- Ah. – suspiró mientras se dejaba caer sobre el sofá. 

- ¿Qué piensas hacer? – le preguntó Jin mientras despegaba su mirada del televisor para fijarla en los ojos del más pequeño. Vio como suspiró y sonrió comprensivamente.

- Haré lo que dijo Ryo. – volvió a suspirar mientras miraba a la nada. No encontraba otra solución que la que Nishikido había dicho. Mañana se dejaría coger y hablaría con el jefe apropiadamente, haría todo lo posible para poder devolverle el dinero y no tener que seguir huyendo.

- ¿Tú también? – su incredulidad se notaba en el rostro. – Pensé que eras más sensato. – declaró dándole otro trago a la botella acabándola. La movió un poco para ver si quedaba líquido, pero no había suficiente asique la dejó en la mesa. 

- Es lo único que se me ocurre. – volvió a suspirar esta vez fijando la mirada en su amigo. Notó como este le miraba intensamente, logrando ponerle algo nervioso.

- Siempre acabas haciendo lo que él dice. – se podía notar algo de rabia en las palabras, pero Yamapi no le dio importancia. Ryo y Jin eran buenos amigos, no se iban a enfadar así como así.

- ¿Se te ocurre algo mejor? – retó el pequeño. Akanishi meditó una posible respuesta pero nada se le venía a la mente. Pero no quería dejar que Tomohisa cometiese semejante locura, ¿entregarse? ¡Primero luchar hasta el final! Vamos, o por lo menos eso haría él. – Me lo imaginaba. – hizo una pausa. – Pues como no hay mejor idea, ni ninguna más, tendré que hacer lo que dijo Ryo. – finalizó levantándose del sofá y dirigiéndose a su cuarto. – Oyasumi. – y entró en su cuarto cerrando la puerta suavemente.










La hora predicha para que los hombres de negro apareciesen para perseguirlo estaba llegando, solo faltaban 10 minutos para la hora exacta. Yamapi esperaba, como siempre, en la puerta del mismo bar. Estaba dando la espalda a la carretera porque los agresores vendrían por un callejón para sorprenderle.

Se sorprendió de ver que ya era la hora y que no venían, siempre habían sido muy puntuales. ¿Por qué ahora no? Sorpresivamente alguien lo cogió por atrás a la vez que le tapaba la boca para que este no hiciese algún ruido. El agresor lo metió en un coche completamente negro, con los cristales tintados del mismo color. Cuando ya estuvo dentro le amarraron las muñecas y los tobillos para que no pudiese atacar a los… hombres de negro. También le pusieron una venda en la boca para que no hablase. 

Se fijó en el interior del coche y vio que era completamente negro, como todo lo demás. Alrededor de él había más hombres vestidos de negro, solamente uno se distinguía de los demás y era porque este llevaba ropa diferente. Su uniforme era como el de un mayordomo.

- Oh, Yamashita-kun, has estado mucho tiempo jugando con nosotros y al jefe se le ha acabado la paciencia. – habló el que iba vestido de mayordomo. Yamapi rodó los ojos para mirar a través de las ventanas para poder ubicarse y saber a dónde lo llevaban. Pero el paisaje no le sonaba para nada, era todo muy verde y las casas eran gigantescas y cuando más avanzaban más grandes eran. Esa parte de la cuidad nunca la había visto. – Te preguntarás a dónde te llevamos. – habló otra vez el mayordomo haciendo que Tomohisa mirase hacia él algo asustado. Pero no mucho, él era un chico de la calle, sus padres no le atendían, incluso cuando vivía con ellos.

Por más que se metiese en líos sus padres solo lo castigaban o su padre le pegaba, pero nada más. Prácticamente era quién era por las experiencias vividas en la calle, las calles de Tokio lo habían criado. 

- El jefe tiene ganas de conocerte en persona. – se mofó el mayordomo. Yamapi le dirigió una mirada realmente de odio. – Quítale la venda. Parece que tiene algo que decir. – y sonrió de medio lado. Uno de los guardas que tenía al lado le retiró la venda bruscamente.

- Llévame ante ese jefucho tuyo, no tengo ningún miedo. – retó manteniendo la mirada desafiante. El mayordomo sonrió de medio lado para después pegarle una fuerte bofetada en la cara haciendo que perdiese el equilibrio y cayese de rodillas. Un guarda lo cogió y lo colocó en la posición inicial.

- Más respeto. – y se apoyó en el respaldo del coche triunfante. 

Después de un tiempo Tomohisa notó como el coche se detenía, miró a ambas ventanas tratando de reconocer el paisaje, pero al igual que antes, no lo reconoció. Pero sabía que estaba a las afueras de la gran ciudad. 

- ¿Por qué nos detenemos? – preguntó algo asustado. Ahora entendía las palabras de Jin cuando le preguntó a Ryo si sabía de lo que eran capaces los ricos por dinero. Serían capaces de secuestrar a una persona y seguramente, en algunos casos extremos, los asesinaban. Y no quería que eso le pasase. 

- Ya hemos llegado. – declaró el mayordomo mientras el chófer abría la puerta para que el mayordomo saliese. Yamapi fue cargado por dos de los guardias, sujeto por sus hombros. Miraba el inmenso jardín de la entrada de esa poderosa mansión, más que una mansión parecía un palacio.
Siguió siendo cargado hasta el interior de esa grandísima mansión, donde fue testigo de la inmensa cantidad de puertas que podía llegar a tener una casa. Subieron unas extravagantes escaleras con por lo menos unos 100 escalones, dirigiéndose al piso de arriba. En este piso había más puertas. Se cruzó con algunas criadas y mayordomos, aunque el uniforme de esos mayordomos y el del hombre que le había abofeteado y no eran el mismo. El del secuestrador era como más elegante, como de un rango superior. Los sirvientes le miraban con cara de pena.

Notó que una puerta era abierta, la más grande de ese pasillo. La luz del gran ventanal que había lo cegó por unos segundos, cuando la vista había vuelto a la normalidad, se fijó que era una habitación enorme. Donde había un enorme escritorio en el centro, el sillón que estaba detrás del escritorio daba la espalda al gran ventanal que ofrecía la vista del inmenso jardín de la entrada, al fondo a la derecha había unos dos sofás con cuatro sillones rodeando una mesa, que tenía un recipiente de lápices y algunos papeles.

Bruscamente hicieron que se sentase en un sillón que había enfrente del gran escritorio de madera de roble. Yamapi miró al frente, donde había un sillón algo grande, estaba dado de vuelta, mirando hacia la gran ventana. “Como en las películas, ahora se da la vuelta y aparecerá el todopoderoso ricachón”. Pensó Tomohisa divertido mientras una sonrisa chistosa resaltaba su rostro.

Y dicho y hecho la silla dio una vuelta y apareció un hombre algo mayor con el pelo canoso, perfectamente peinado hacia atrás con gomina. Un traje bastante claro haciendo sus hombros cuadrados dándole un aspecto robusto. El bigote era grisáceo a causa de las canas.

- Por fin tenemos la ocasión de conocernos, Yamashita-kun. – la voz era muy grave y raspada, sorprendiendo al joven. El poderoso hombre hizo un gesto con la mano para que los guardias saliesen de la habitación. Estos le obedecieron inmediatamente.

El hombre se levantó y colocó sus manos en la espalda, entrelazándolas. SE dirigió hacia la gran ventana y miró el paisaje que representaba la entrada de su casa. 

- He perdido mucho dinero contigo. – comenzó con su gruesa voz. Yamapi dirigió su mirada a la espalda del señor. – ¿A quién se le ocurre estropear un trabajo como ese? – el copresidente de la prestigiosa y conocida empresa Tegomass.  – Confiaba en ti. – se dio la vuelta para encararlo con su rígida mirada, caminó lentamente hasta quedar en uno de los extremos de la mesa, en diagonal a Yamapi. – ¡Por tu culpa me he ganado enemigos! – y dio un fuerte golpe en la mesa, mientras se despeinaba un poco. Se tranquilizó y pasó una mano por su cabello para volver a peinarlo. 

- ¿Cuánto has perdido? – encaró Tomohisa para sorpresa del mayordomo que era el único que había quedado en la sala. Parecía ser de confianza para el señor.

- Bastante. No lograrías pagarlo. – y se encaminó para sentarse otra vez en el sillón de cuero negro. Apoyó la espada haciendo que reclinase el sillón un poco hacia atrás, entrelazó sus manos delante de su boca y miró fijamente al menor. – Te propongo un trato. – su profunda voz aún ponía nervioso al menor. – Para poder saldar la deuda que tienes conmigo, tienes que educar a mi hijo. – sentenció.

- ¿Cómo? – preguntó confuso. No entendía qué quería decir, ¿educar a su hijo? ¿Qué? ¿Cómo que educarlo? No entendía nada.

- Lo que has oído. Mi hijo es… un poco débil. – se inclinó hacia adelante dejando de apoyar su espalda en la silla. Apoyando sus codos en la fina madera del escritorio. – No tiene mentalidad para los negocios. Es como su madre. – explicó. Yamapi quedó sorprendido, ahora no parecía el peligroso hombre que le había mandado secuestrar. – Y como tú tienes una mente fría para las ocasiones de riesgo, es bueno que se lo inculques a mi hijo. – terminó de explicar.

- ¿Qué pasa si me niego? – preguntó. – No tengo intención de ser la niñera de ningún niño rico. – ambos se miraban desafiadoramente. Mantenían la mirada en el otro. 

- ¡Más respeto estás hablando del señorito Tegoshi! – se alteró el mayordomo personal del hombre. Iba a pegarle una bofetada para que aprendiese, pero la risa del viejo sorprendió a ambos que se giraron para mirarlo.

- Déjalo, Takaki. – ordenó cuando paró de reír. – Me parece que aún no has aprendido la lección. – cambió el rostro a uno totalmente sin expresión y mirándolo fijamente continuó. – Ya te he cogido una vez, ¿qué te hace pensar que no lo volveré a hacer? – hizo una pausa. – Y puede que a la segunda… no vuelvas a casa. – la mirada que Yamapi estaba recibiendo no era para nada amistosa. El menor tragó fuertemente, había pillado claramente la indirecta del hombre.

- Si no hay otro remedio… - aceptó resignado.

- Sabría que serías un chico listo. – alagó en copresidente de la empresa Tegomass dándole una sonrisa socarrona. Yamapi le mantuvo la mirada, a estas alturas nadie podía hacerlo callar, y ese hombre no sería la excepción. – Hoy mismo te instalarás aquí. – informó aunque parecía más una orden. El joven se sorprendió por lo dicho, ¿mudarse ahí? – ¿No habrás pensado que te dejaría ir hasta tu casa? – le preguntó con algo de burla al ver la duda en los ojos marrones del pequeño. El señor Tegoshi echó unas carcajadas al ver que Yamapi asentía. – De verdad, pensaba que eras más listo. – hizo una pausa para después mirar a su mayordomo.  – Llévalo hasta la habitación que está al lado de la mi hijo. – le ordenó. El mayordomo asintió e hizo una reverencia, para después coger a Yamashita para llevarlo hasta donde le habían ordenado.

“Va a ser algo difícil”. Pensó desanimado Yamapi mientras entraba en su habitación, la examinó con la mirada y resopló. “Muy difícil.”







Fin del cap 1



Espero que les haya gustado. ^^
Mimi-chan.

Otro cambio!

Sí, lo sé, estoy cambiando siempre la apariencia del blog, pero es que siempre que veo una imagen bonita pienso que bien quedaría esa de fondo en el blog o que bien quedaría para la cabecera. Asique no os sorprendáis si veis que cada poco cambio el blog :D. Espero no cansarles....
Em... respecto al fic, que tengo algo aparcado.. aunque no os lo creáis tengo ya el segunda cap, pero es que me parece que los hago muy estensos no? Am, también estoy trabajando en un One-shot y en otro fic. A decir verdad el shot ya está casi terminado, será Ari-yama, asique no os sorprendáis, como ya podréis ver en uno de los laterales es una de mis parejas... Junto con el Yamajima, Chiitaro, Yabuhika. 
El otro fic en el que estoy trabajando es en uno TegoPi, una pareja que realmente me gusta, que aunque ya no estén en el mismo grupo, me consuelo con los DVD's en los que hay algo de esta pareja. Si no les gusta, no tienen por qué leerlo, aunque pido que le den una oportunidad. 
En cuanto los tenga los subiré, esperen pacientes.
Bye, Mimi-chan.