lunes, 16 de diciembre de 2013

Only you [Capítulo 13]

Buenas! Esta vez sí tengo acabado el capítulo catorce *3* Estoy pensando en publicar el catorce dentro de poco y luego ir como el resto de autoras/es, publicar cuando se acaba el capítulo correspondiente... aunque no lo sé, porque puede que me tarde mucho entre conti y conti, bueno ya veré, que no quiero aburriros xDD

¡Y aquí lo teneís!




*Parejas: Ariyama, yamajima, yabuhika, chiitaro, takanoo.


Capítulo 13






Hikaru seguía tenso, no quería moverse ni un centímetro no fuera que chocase con “alguna” parte innecesaria, pues suponía que el mayor estaría desnudo. Tragó fuertemente, se había relajado mucho, tanto que se había olvidado completamente de Yabu. Aunque la otra parte del plan que había ideado para Okamoto era para su propio beneficio. Ya que si Kota veía que tenía pareja cesaría en conquistarle, pero se había equivocado.

El mayor continuó repartiéndole besos por el hombro desnudo, consiguiendo erizarle la piel a pesar del agua caliente que corría por ambos cuerpos. Acariciaba lentamente la cadera del menor, donde tenía posada ambas manos. Rozaba con sus suaves yemas la tibia piel del menor quien seguía estático. Lamió todo el arco que unía el hombro con el cuello, después depositó pequeños besos por todo el contorno.

Yaotome no podía negar que sentía placer, mucho. El castaño sabía perfectamente qué hacer a cada momento, sabía cómo propiciarle placer. Aunque sabía que esa no era ni la décima parte de todo el placer que Kota podía otorgarle. Y un rincón oscuro de su mente estaba gritándole que quería conocer el placer que el mayor le podía hacer sentir. Pero se rehusaba, no, era imposible. Kota era un Don Juan, un Casanova, pica flor, un vive la vida… nada de eso le convenía. Además del respeto que le tenía a la amistad que habían compartido años anteriores. Cosa que parecía no importunarle en lo más mínimo a su acompañante.

- Yabu… - susurró. Había intentado por todos los medios que su voz no sonase deseosa, pero no lo consiguió. Más bien sonó con un tono sensual, necesitado e incitante. Cosa que sabía que encendería al mayor. – Tengo pareja. – continuó la frase. Quería poder frenarle, pero ejercía una fuerza sobrenatural y desconocida sobre su persona.

El otro no contestó. Despegó su mano de la cadera y la deslizó suavemente hacia abajo, con un destino fijo; la virilidad del menor. Sonrió cuando el otro se tensó, seguramente intuía hacia dónde iba su mano. Hikaru quería detenerle antes de que llegase, si llegaba estaba perdido. Pero poco a poco estaba perdiendo la consciencia, su rincón oscuro de la mente estaba ganando y rogando porque el mayor llegase a su miembro.

Cerró los ojos tratando de tranquilizarse y visualizar lo que después de eso pasaría. Seguramente que Yabu no se detendría en solamente tocarle, sabía perfectamente que el castaño quería llegar a más. Y él ya no sabía si quería que eso continuase o no. Abrió sus ojos súbitamente cuando recordó los malos momentos que pasó y él no estuvo a su lado para ayudarle, apoyarle o escucharle. El sentimiento de soledad volvió a su corazón, recordándole la desagradable experiencia.

Se giró rápidamente y separó bruscamente a Yabu de su cuerpo. Quería tener el menor contacto con él, no después de todo lo que había pasado. Él creía que eran los mejores amigos, pero la realidad era otra. Cuando él peor había estado se encontró solo, ese amigo fiel que él creía que tenía le había abandonado y salía con otras personas. Era imposible para él cualquier relación con Kota, completamente imposible.

- Aléjate de mí. – susurró fríamente. Seguía con las manos apoyadas en el torso desnudo del mayor que estaba sorprendido por el repentino cambio. Hikaru miraba al suelo mientras apretaba la mandíbula, tratando de que la desagradable sensación de soledad se fuese de su pecho.

- ¿Hikaru? – preguntó aún asombrado por el comportamiento del menor. Hacía poco lo tenía gimiendo levemente entre sus brazos y ahora le alejaba fríamente. No comprendía el comportamiento del más bajo.

- ¿Quién te da derecho a hacer estas cosas? ¡¿Cómo te atreves a tocarme?! – elevó el rostro para mirarle fijamente y con odio. Sentía una rabia inmensa hacia el mayor, había sido traicionado por esa persona.

Yabu abrió los ojos aún más. Eso que veía en los castaños ojos del menor, ¿era odio? Podía apostar que había algo más oscuro en el fondo de los ojos. ¿Ira? ¿Repulsión? No comprendía ese rechazo del menor y parecía que éste no quería explicarle nada. Y si no se lo explicaba él no podría entenderlo, era un bucle que les destruía, a ambos.

Hikaru despegó las manos del pecho ajeno. No quería seguir tocándole, aún tenía mucho guardado. Una rabia que le consumía, no podía desecharse de ese sentimiento y le dolía. Pues ahora que estaban todos juntos de nuevo quería dejar atrás las sensaciones del pasado. Pero no podía, Yabu todavía estaba muy presente en su mente y por desgracia, su traición también.

- ¿Qué es lo que pasa? No lo entiendo… - trató de hablarle calmadamente. Dejó atrás al nuevo Yabu que había creado en la universidad y volvió a ser el que era. Ese Yabu carismático, atento y cariñoso. Yaotome desvió la mirada, ese tono de voz le transportaba a cuando eran inseparables, cuando verdaderamente era feliz.

- Sal de la ducha y déjame tranquilo. – sentenció el menor aún sin mirarle. Kota trató de buscarle la mirada, quería saber si realmente quería que le dejase tranquilo. Hikaru era así, demostraba algo completamente diferente a lo que era de verdad. Era orgulloso, por lo cual muchas veces decía cosas que no quería por orgullo.

- No quiero. – a pesar de estar ambos desnudos y en frente, al mayor no le daba nada de vergüenza.

- Me da igual lo que tú quieras. Te he dicho que te vayas. – el malhumor y la viperina lengua del menor estaban haciendo estragos en su personalidad. Se estaba comportando caprichoso y demandante, pero no quería tener al mayor delante por más tiempo, no mientras siguiese con ese sentimiento de soledad impregnado en el pecho y esas enormes ganas de llorar.

Yabu no sabía si irse, el cuerpo del otro emitía un aura de soledad que le llamaba a gritos a quedarse con él a consolarle. Pero por otra parte no quería que la situación se pusiese peor. Optó por irse, a regañadientes, ya tendrían tiempo para hablar y arreglar la situación. Él seguiría intentando acercarse a él, en todos los sentidos. Esas malas palabras no le iban a echar para atrás. Se acostaría con él, costase lo que costase.

Cuando el menor quedó solo, se dio la vuelta y sintió la tibia agua limpiarle el cuerpo. Deseaba que esa desazón que sentía se la llevase el agua con ella, que la arrastrase de su cuerpo y le dejase vivir tranquilo. Pero desde que había sucedido ese gran acontecimiento en el que Kota no estuvo con él no había ni un día en el que esperase la llegada de su mejor amigo para consolarle, para animarle o simplemente alguna palabra de aliento, nada más. Ni si quera una llamada recibió, nada. Sabía donde vivía, sabía lo que había pasado, tenía su número de teléfono, se llamaba a sí mismo su mejor amigo… entonces, ¿por qué no había acudido cuando más le necesitaba? Muchas veces se quedó esperando a que llegase con su enorme sonrisa y sus pequeños ojos a hablarle. Pero nada, se quedó solo, completamente solo y nadie le había sacado de esa soledad.

Pegó un fuerte puñetazo en la pared, tanta impotencia tenía, tantas cosas calladas, guardadas, que le consumía. Y aún estaba esa desazón en su pecho, que no se iba y que parecía que le iba acompañar siempre. Sus lágrimas se camuflaron con el agua que caía, gracias a Dios, sería muy humillante para su persona el reconocerse así mismo que estaba llorando. Él creía que lo tenía superado, pero cada vez que el mayor le hablaba sentía esa soledad en su pecho. ¿Qué tenía que hacer para olvidarse de ella? ¿Para volver a ser feliz como en aquellos días?



- ¡Takaki! – gritó Inoo detrás del mayor que le ignoraba, salió detrás de él a la terraza. El castaño iba a fumar, necesitaba tranquilizarse, el malhumor le subía. Había visto a Daiki muy cariñoso con Inoo, cosa que le hacía de rabiar bastante. Claramente ninguno de los otros dos implicados se daba cuenta. Lo que más le molestaba era que no sabía las segundas intenciones del más bajo, por no hablar de que Inoo se dejaba.

- ¿Qué es lo que te pasa? – preguntó preocupado una vez que llegó a la barandilla de la terraza en la que estaba apoyado el menor. Takaki miraba la playa, las olas rompiendo en la orilla, el viento mecía sus cabellos. Inoo quedó ensimismado mirando esa imagen, con el cigarrillo tenía una imagen de tipo malo que… le encendía.

- ¿Por qué me tiene que pasar algo? – su tono borde confirmó al pianista que le pasaba algo y ese algo era con él. Arrugó el ceño y trató de no embobarse con la imagen que proyectaba el mayor.

- Oh, vamos. – se hizo el sorprendido. – ¿Me vas a decir que no te pasa algo conmigo? – obvió el moreno mirándole aún fijamente, examinando lo que el rostro de su acompañante reflejaba. No quería que hubiese problemas entre ellos, no después de esa maravillosa tarde que habían pasado juntos.

- Es que no me pasa nada. – repitió el mayor dándole una calada al cigarro, necesitaba relajarse. Lo último que quería era discutir con Inoo, ya lo habían hablado y estaba todo solucionado.

- ¿Estás tratando de que me crea esa mentira? – el tono de obviedad que el moreno estaba utilizando le estaba molestando realmente. Le molestaba que le conociese tan bien, no quería manifestar esos enormes celos que tenía, tampoco quería monopolizar a Inoo, pero se sentía horrible cada vez que los veía juntos.

- Takaki, si me lo dices va a ser mejor. – trató de convencer al mayor de que se lo dijese, no entendía qué le pasaba, quería saberlo y más si era algo culpa suya, a lo mejor podía pedirle disculpas o algo.

El otro suspiró cansado, podía intuir que si no se lo contaba no pararía hasta averiguarlo, a lo mejor era mejor soltarlo de una vez y ver como se lo toma Inoo. Pero tenía miedo a perderlo, por fin tenían “algo”, que ninguno de los dos sabía, y no quería estropearlo. Dio otra calada e inhalo el humo tranquilamente, lo soltó y se giró a mirarle. Notó el rostro preocupado de su acompañante y una mirada de culpa. Se sintió mal.

- Vale. – tiró el cigarro, ya no quería fumar más. No necesitaba relajarse, se lo contaría, el menor había querido saberlo y así sería. – Me molesta que Daiki se acerque tanto a ti. – espetó sin delicadeza y con franqueza. Inoo abrió los ojos sorprendido, Takaki solamente estaba… ¿celoso? No pudo evitar soltar una carcajada al notar que solamente eran celos, algo normal de sentir.

- ¿De qué te ríes? – preguntó demandante el castaño y con el ceño fruncido. Por fin se lo había dicho y lo primero que hacía era reírse. El otro cesó la carcajada y le miró con una sonrisa tierna.

- ¿Es por celos? – se acercó a su acompañante y ensanchó la cálida sonrisa. Ahora sabía que Takaki sentía algo fuerte por él, si no, no se pondría celoso. El castaño no comprendía ese estado de felicidad del menor, arrugó el ceño extrañado.

- ¿Por qué te pone feliz que esté celoso? Yo me siento fatal. Cada vez que os veo juntos se me encoje el corazón y tengo ganas de golpearle a Dai-chan, aún sabiendo que no hay nada entre vosotros y que Dai-chan no tiene la culpa. Que es todo culpa mía. – su franqueza noqueaba al menor. No le daba tregua, ¿Yuya era tan sincero dentro de una “relación”? ¿O tal vez era que no sabía cómo comportarse?

- Pero es normal. – le acarició una mejilla delicadamente, con ternura, cosa de la que el otro se dio cuenta. Miró la cara sonriente de su acompañante y se alivió, no se lo tomó mal. – No te preocupes. Yo si te veo con alguien muy cariñoso también me pondría celoso. – susurró acercándose a su rostro. – Hablaré con Dai-chan para que se controle. No vaya a ser que le pegues. – su tono divertido hizo reír al mayor que miró los anhelados labios del pequeño.

Cortó la distancia y se besaron tiernamente, ese algo que tenían era muy fuerte. Pero no se atrevían a formalizarlo, todo sale mal cuando la cosa se pone seria, mejor ir poco a poco pues todavía no tenían nada claro.

- Chicos, ¿vais a cenar? – preguntó Chinen entrando a la terraza. Abrió los ojos sorprendido de encontrarse la misma escena que la noche anterior, miró aburrido el lugar. – Parece que os gusta la terraza para vuestros encuentros. – habló divertido.

- ¡¿Por qué siempre eres tú?! – exclamó Takaki cuando rompieron el beso. Le señaló acusadoramente, ¿por qué siempre era Chinen el que los descubría? No lo entendía, ¿Chinen les vigilaba o algo?

- Anda, vamos a ayudar a poner la mesa. – interrumpió Inoo antes de que se pusiesen a hablar a voces y todos los demás se enterasen de lo que había entre Takaki y él, fuese lo que fuese. Los otros dos asintieron y entraron al interior de la casa.



La noche transcurrió tranquila, con un extraño Hikaru ya que estaba pensativo y aportaba poco a las conversaciones en la mesa. Yabu por otra parte también estaba pensativo, pero hablaba algo, para que nadie sospechase. Inoo irradiaba felicidad y Takaki tranquilidad. Muchas cosas habían sucedido para ser el segundo día que estaban allí. Acabaron de cenar y recogieron la mesa, acordaron ver luego una película, y para desgracia de Daiki de miedo. Él se había negado tantas veces como fue posible, pero ninguno le hizo caso. Es más, parecía que alguno de ellos disfrutaría viendo sus muecas.

- Yo no quiero verla. – se volvió a oponer Arioka mientras se dejaba caer en el sofá de brazos cruzados. No quería ver esa película y había optado por irse, pero le obligaron a quedarse a verla. Con la escusa de “es para pasar tiempo juntos, ¿quieres estropear este gran momento?” No sabía qué se referían con “gran momento” pero lo cierto era que ahora estaban todos juntos y él tenía que pasar el mayor tiempo posible con ellos.

Empezó la película y Daiki ya estaba cubierto con el cojín, tapado hasta la nariz. Tenía miedo pero aún así seguía mirando la película, de vez en cuando saltaba en el sitio y se tapaba toda la cara. Alguno que otro, como Yamada o Inoo también había recibido algún susto, y otros como Yabu o Ryutaro habían dado un pequeño salto en el sofá.

- Parece mentira. Tanto quejarse, tanto quejarse para después quedarse dormido… - expresó Hikaru exasperado. Daiki estaba roncando en el sofá, dormía plácidamente sobre el cojín que antes le servía de refugio ante las escenas de miedo.

Yamada se quedó mirando la escena tiernamente. Era la primera vez después de dos años que le veía dormir. Varias veces, durante la relación, le había visto dormir y era una escena que siempre le había encantado. Daiki relajaba completamente la expresión y adornaba el rostro con una adorable sonrisa. Verle dormir siempre le había relajado, siempre le había gustado.

- Ryosuke, ¿vamos? – preguntó Yuri parado en el primer escalón de la escalera. Yamada salió de su mundo y se giró a mirar al menor. Se dio cuenta de que ya habían marchado todos a las habitaciones y él se había quedado embobado mirando a Arioka.

- Ahora voy. – se apresuró a decir. El otro asintió y subió las escaleras para acostarse. Yamada volvió a mirar al mayor, sonrió cálidamente al verle reír entre sueños. Caminó hacia el otro sofá y cogió la manta que ahí había.

La tapó despacio y examinando el rostro del mayor. Verle dormir tan tranquilamente le recordaba las noches que pasaban juntos o el viaje escolar al que habían ido. Todos gratos recuerdos que le creaban una calidez indescriptible en el pecho. Ahora, parecía que no temía a los recuerdos. Antes, le dolía recordar los momentos juntos, pero ahora sonreía y los disfrutaba, ahora que estaba con él era todo diferente. Era feliz, inmensamente feliz. Y todo porque Daiki estaba a su lado.

Continuaba mirando absorto el relajado rostro del dormido. Sus labios entreabiertos que dejaban paso a la tranquila respiración, el ceño algo fruncido, las pestañas negras y largas, el suave y brillante pelo enmarcaba su rostro y caía despacio en el cojín. Una visión perfecta, que había echado de menos todo este tiempo. Aunque ahora tenía pareja, no podía evitar echar en falta los momentos que habían pasado juntos en el pasado, cuando eran novios. Pero sabía que no amaba al mayor, lo tenía claro… pero aún así, sentía que la historia estaba incompleta.

- Yamada… - escuchó hablar dormido a su acompañante. Salió de sus pensamientos súbitamente al pensar que había sido descubierto por el mayor. Cuando se dio cuenta de la situación, se descubrió a sí mismo a punto de besar los carnosos labios de Arioka.

Se levantó de golpe ante la sorpresa, ¿estaba a punto de besar a Daiki? ¡¿Pero qué le pasaba?! ¡Tenía pareja! Además, ninguno tenía sentimientos románticos por el otro.

Se apresuró a subir al cuarto y descansar, que falta le hacía. Cuando llegó vio a Yuto que le esperaba, estaba despierto y leyendo un libro con la luz de la lámpara de su mesita encendida. Un pinchazo en el pecho le hizo sentirse culpable, demasiado culpable. Ver el tranquilo rostro del moreno sonreírle… Y él que estuvo a punto de serle infiel. Era la peor persona del mundo, no tenía derecho a ser amado por nadie.

- Te has atrasado. – dejó el libro a un lado y le sonrió cálidamente. Yamada se apresuró hacia el menor y le abrazó fuertemente, apretando ambos pechos. Quería que la sensación de culpabilidad se le fuese. – ¿Qué pasa, Yama-chan? – preguntó sorprendido el alto. Le devolvió el abrazo.

- Me gustas, mucho, muchísimo. – susurró completamente convencido, nunca se lo había dicho al moreno pero ahora tenía la necesidad de decírselo. Tal vez, por la culpabilidad o porque necesitaba repetírselo a sí mismo cuantas veces hiciese falta. A él le gustaba Yuto.

Keito abrió los ojos sorprendido, estaba escuchándolo todo. Él no se había dormido aún y cuando escuchó decir esas palabras de Ryosuke su corazón se estrujó. Ya nada podía hacer, ahora ambos estaban enamorados el uno del otro, no quería interferir en la relación y menos cuando los dos se amaban. No quería jugar el papel de villano en esa historia, tenía que empezar a pasar página de una buena vez.

Nakajima abrió los ojos sorprendido, era una declaración en toda regla. Su pecho se agitó de la emoción, pero algo andaba mal, no se sentía completamente feliz y eso que escuchó a la persona de la que estaba enamorado desde hacía años corresponderle sus sentimientos. Algo le pasaba, sí se sentía emocionado pero no feliz como pensaba él. Le apretó contra su pecho, no entendía que le pasaba.

- Tú también me gustas. – correspondió el menor sintiéndose extraño.

Yamada suspiró tranquilo, ahora lo tenía todo más claro. Tenía a Yuto a su lado, no pasaba nada. Aunque estuvo a punto de cometer una locura no pasaba nada, a partir de ahora guardaría las distancias con Daiki.



*Fin del cap.13*


 Varias cosas se van avanzando ¿no? Cada pareja tiene su historia pasada y en este capítulo se puede ver un poco de la de Yabuhika. La verdad es que me ha dado mucha pena escribir los sentimientos de Hikaru...
¡Espero que os haya gustado! >_<
¡Mimi-chan destaa~!

2 comentarios:

  1. Yabu abandonó a Hika?? D:
    Yamada no baka!!! Quieres mucho a Daiki, lo amas, pero solo se estan lastimando u.u ese rectangulo amoroso es doloroso (mas para Keito y Daiki)
    Chii me mató XDDD Descubrirlos en el mismo lugar, con la misma escena... fue lo máximo

    Gracias por la conti y esperando la siguiente *^*

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  2. Que sea todo dicho, nos has dejado con las ganas de mas! Ahahahahahaha
    pero me ha encantado, como ziempre `___´ sobre todo la escena de daiki durmiendo, se me cae la babilla :3
    Aquí sigo esperando por la conti ~ !!!

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