Y volviendo al tema principal no sé como surgió esta historia pero surgió! la verdad es que si véis que el hilo de la historia se pierde, que salto algunas cosas, o que en algún momento dado os decís "Pero esto no tiene que ver con la historia". Es porque la tuve que hacer a prisa y corriendo. Ya que tenía que escribir rápido porque no paraban de venirme a la cabeza ideas y venga ideas, y venga! Y yo... ¿Y AHORA COMO LO UNO TODO?!!!!! sea como fuere, así quedó... lo siento mucho si no es de su agrado...
Título: Kimi ga mamoru yo. [Te protegeré]
Pareja: Fuma-ken [Kikuchi Fuma/Nakajima Kento]
Género: Drama, romance.
Extensión: One-shot
Autora: Mimi-chan.
Después de una jornada intensiva en el instituto Kento se disponía a ir a su casa a relajarse un poco, ¿se lo merecía no? No le apetecía esperar al metro asique decidió ir caminando, aunque su casa le quedaba un poco lejos de su trabajo le daba igual. El metro le estresaba bastante, toda la gente con prisa... parecía que todo el mundo quería llegar antes y por eso, se producía una batalla campal todos los días, para ver quien llega antes. Aunque algunos días lo encontraba divertido, hoy no tenía ganas. El trabajo lo había agotado bastante y eso que había hecho lo mismo de siempre... Su celular sonó sacándolo de sus pensamientos, sacó el móvil de uno de los compartimentos de la bolsa de deporte que llevaba.
- ¿Sí? - respondió sin mirar el remitente que lo llamaba. No tenía ganas ni de eso... realmente estaba agotado. Hoy habían tenido que cerrar más tarde a cuenta de algunos borrachos que no querían irse a casa todavía. Aún sabiendo que eran las doce de la noche. Y ambos borrachos comenzaron a pelear y como siempre se tuvo que meter en medio, recibiendo alguno de los golpes.
- ¿Kento? - escuchó su nombre al otro lado de la línea. Solo por la voz supo de quién se trataba, era su amigo del alma o bueno, su amigo de la infancia, su mejor amigo desde que tenía uso de razón. Innumerables aventuras habían vivido ellos dos juntos. Aunque esas aventuras solo sucedían en la imaginación de ambos.
- ¿Fuma? ¿Qué pasa? - devolvió la pregunta. Era normal que lo llamase, pero no a esas horas... puesto que su amigo al día siguiente tenía clase. Kento era un año mayor que Fuma, bueno, por poco, ya que el menor cumplía los años 6 días antes que él.
- ¿Puedes venir hasta mi casa? - notaba la voz de su amigo algo... fatigada, como si hubiese estado corriendo. Miró de re-ojo, extrañado, el aparato por el cual Fuma le estaba hablando.
- Sí, sí, claro. - aunque la casa de su amigo quedaba en dirección contraria y estaba cansado, no le importaba. Parecía que Fuma estaba en un aprieto y que realmente lo necesitaba. ¿Pero para qué? No pudo evitar preocuparse demasiado, parecía algo serio. Asique para disipar la duda decidió preguntarle. - ¿Sucede algo malo? - preguntó mientras se daba media vuelta para dirigirse a casa de su amigo. Realmente le preocupaba el estado de Fuma.
- Ya te lo diré cuando... llegues. - le costaba hablar y se notaba bastante lo cansado que estaba. - Hasta ahora. - se despidió el menor esperando a que Kento se despidiese para después colgarle.
Kento se preocupó asique aceleró el paso. No podía perder ni un segundo. Casi sin darse cuenta empezó a correr hacia la casa de Fuma, realmente estaba preocupado, nunca Fuma lo había llamado para pedirle que fuese a su casa. Siempre era él el que iba a casa de Kento, ya que Kento tenía la agenda algo apretada. Fuma podía permitirse el no trabajar a media jornada ya que aún vivía con sus padres. Pero Kento se había independizado hacía poco y necesitaba dinero para pagarse los estudios. Sus padres ya hacían suficiente pagándole el apartamento y no podía depender de ellos toda la vida.
Sin darse cuenta ya había llegado a casa del menor, respiró agitado por la carrera que había hecho. Se acercó a la verja de la entrada de la casa Kikuchi y picó. Se desesperó al ver que nadie abría asique, picó varias veces hasta que el tambaleante Fuma le abrió. Se sujetaba el costado, como si hubiese recibido un golpe en él. Kento se horrorizó de verlo apaleado, con magulladuras, moratones y heridas por todo el cuerpo. ¡¿Pero qué le había pasado?! Corrió para sujetarlo ya que le menor no se sostenía del todo bien, tenía una pierna doblada, signo de que le dolía y amenazaba con caerse al suelo en cualquier momento.
Kento puso uno de los brazos alrededor de su cuello y sujetó fuertemente la cintura de Fuma, haciendo que así, pudiese caminar sin ninguna molestia.
Cambiaron hasta el cuarto del menor, que estaba en el piso superior de la casa. Kento delicadamente dejó a Fuma en su cama mientras iba al baño en busca del botiquín. Le producía curiosidad el estado de su amigo, pero no había tiempo de preguntas, pues el estado de Fuma era lo más importante en ese momento. Después de que le hubo atendido debidamente las heridas, vendado las magulladuras y curado los raspones. Fuma se quedó dormido profundamente, pues había quedado exhausto de aguantar el dolor, que al parecer era bastante.
Kento se quedó viéndolo tiernamente. Tenía muchas preguntas que hacerle, pero ahora sí que no podía. Le acarició el pelo que ya tenía bastante largo, cuando se despertase le diría que tenía que cortarlo. Después de echarle un último vistazo al menor para cerciorarse de que estaba bien y bajó al piso de abajo a prepararle algo de comer. En el tiempo que llevaba viviendo solo, ya sabía defenderse en la cocina asique podría prepararle algo decente para cuando se despertase. Se puso manos a la obra y en media hora estuvo listo lo que le daría para comer. Que seguro que no había comido nada desde el medio día. Lo puso todo en una bandeja y subió para saber si Fuma ya estaba despierto.
Cuando llegó vio que seguía durmiendo y para sorpresa de Kento, también... estaba roncando. Sonrió divertido, ¿desde cuándo Fuma roncaba? Y para encima eran unos ronquidos demasiado fuertes, seguramente los oirían sus padres. A todo esto, ¿dónde estaban? Había paseado por la casa y no había rastro de haber nadie más en casa, aparte de ellos dos. Dejó la bandeja en la mesita de noche, al lado de la cama y se sentó en un sillón que Fuma tenía en su habitación. Y esperó a que Fuma despertara.
Kento iba despertando poco a poco. Se despertó cuando los rayos del sol le dieron directamente en los ojos, molestándole. Miró alrededor y vio que estaba en la habitación de Fuma, pero él propietario no se hallaba por ningún lado.
- Umm... ¿cuándo me he quedado dormido? - se preguntó mientras se sentaba correctamente en el sillón. Volvió a mirar a su alrededor, pero esta vez fijándose bien. Encontrando el despertador y ver que eran las 10:30 de la mañana. ¡¿Las 10:30?! ¡¡Llegaba tarde a la universidad!! Exaltado se levantó de un golpe del sillón, notando que tenía el cuello adolorido. - Aah, una mala postura. - se sobó el cuello acentuando el dolor. Buscó a Fuma por toda la habitación pero no lo encontró. Cosa que le sorprendió, no quería marcharse sin saber cómo seguía. Bueno... tampoco pasaba nada por no ir a la universidad, siempre había ido asique no le regañarían por no asistir un día. Se acercó a la bolsa de deporte que donde llevaba la ropa del trabajo. Sacó el celular y llamó a la universidad para avisar de que no asistiría.
- Oh, ya te has despertado. - habló Fuma saliendo del baño de su habitación con solo los bóxers puestos. Eso no incomodó al invitado ya que no era la primera vez que lo veía en ropa interior. Al estar Fuma semidesnudo pudo ver que casi todo su cuerpo estaba amoratado o con heridas. Kento se acercó al menor. Acariciándole una herida que tenía en la cadera. Sus dedos estaban fríos y al contacto con la piel caliente del menor, hizo que a Fuma se le erizase la piel. El menor se sorprendió de la cercanía de Kento.
- ¿Te duele? - preguntó Nakajima con una mirada de enorme tristeza. Fuma se entristeció al verle así, no le gustaba que su amigo pusiese esa mirada y menos si era por algo que había hecho él. Asintió, realmente le dolía todo el cuerpo, pero él era fuerte, podría con eso. No había nada que no pudiese resolver. Lo que le extrañó fue que Kento no le preguntase nada de lo que había pasado, aunque seguramente se lo acabaría preguntando. Kento era muy curioso.
- Debe ser muy doloroso. - respondió Kento aún acariciando la herida suavemente, para que no le doliese. Levantó la mirada, que hasta ahora miraba la herida, y la posó en los ojos marrones de Fuma. Le sonrió tiernamente. Ahora, sí le podría preguntar qué había pasado y no se iría de esa casa sin una respuesta. - ¿Me vas a decir qué es lo que ha pasado? - ahora acariciaba una herida que tenía en el rostro. Desde siempre Kento se había preocupado por Fuma, haciendo que el menor se sintiese tranquilo.
- Me he peleado. - respondió el menor desviando la mirada de la Kento. El mayor se sorprendió de lo escuchado, ¿se había peleado? ¿Con quién? Aunque no se creía del todo esa excusa que le había dado, sabía que había algo que estaba escondiendo, sabía que no le estaba contando toda la verdad.
- Te has peleado ya varias veces y de ninguna has salido tan mal parado. - le contestó aún acariciándole suavemente la herida que tenía en la mejilla. No le gustaba ver el rostro de Fuma magullado y pensaba que acariciando la herida se le quitaría, pero estaba claro que no.
- Es que eran bastantes. - seguía evadiendo la mirada del mayor, si le miraba sabía que acabaría por contarle la verdad y no quería meterlo en ese problema. Ya que ese era problema de él y era él quién tenía que arreglarlo.
- Debían ser unos 10 ya que te han dejado muy mal. - volvió a responder. Aún no se creía lo que le estaba contando Fuma, y quería saber toda la verdad, así le podría ayudar. Pero al parecer Fuma no quería contárselo, seguramente para que no se metiese en medio del jaleo. - Sabes que puedes contarme lo que sea. - apartó la mano del rostro del menor y puso algo de distancia entre los dos. Fuma dirigió su mirada a los ojos tiernos de Kento y se sorprendió al ver tanta sinceridad en sus ojos.
- Sí lo sé. - bufó molesto, parecía que Kento se empeñaba en querer meterse en líos que no le tenían nada que ver con él. Pero claro, Kento era así, preocupándose de sobre-manera por los problemas de los demás. "Los problemas de Fuma son los problemas de Kento", era lo que siempre le decía para convencerlo de que se lo dijese. - Lo siento, esta vez no puedo decírtelo. - y volvió a desviar la mirada. Estaba haciendo lo correcto, si Kento no se metía ese asunto se resolvería antes.
- ¿No puedes decírmelo? ¿Por qué? ¿Es algo realmente serio esta vez? - Kento se estaba empezando a preocupar demasiado, otra vez. Ese exceso de preocupación de la que era dueño el mayor era lo que le molestaba a Fuma, siempre estaba tratando de resolver todos sus problemas y eso le molestaba. Claro, en el buen sentido, no quería que Kento se metiese en sus problemas porque podría salir perjudicado.
- Sí, es serio. - acortó la distancia que había entre ellos para ponerle una mano en el rostro de Kento quién le miró expectante. - Y por eso no puedo dejar que te involucres. - finalizó mirándole tiernamente, mirada que sorprendió al mayor. Normalmente era Kento quién protegía a Fuma, siempre había sido así, pero ahora, era al revés.
- ¿Qué clase de senpai sería si no protejo a mis kohai? - preguntó decepcionado mientras le miraba aún reprochándole la falta de sinceridad. Aunque no podía juzgarlo, lo hacía para protegerlo, si él estuviese en la posición de Fuma tampoco se lo diría con tal de que Fuma no saliese perjudicado.
- Ya has hecho bastante. - le sonrió tiernamente dejando de acariciarle la mejilla. Kento sonrió, si no se lo quería decir no pasaba nada, no le obligaría. Ambos sonrieron tiernamente.
- No sabía que existía alguien que pudiese dejar al famoso Kikuchi Fuma en este estado. - y le sacó la lengua burlonamente. Ambos se dirigían hacia la cocina para desayunar algo, ambos tenían hambre.
Desayunaron tranquilamente, con alguna broma que otra, pero sin tocar el tema de la golpiza que había llevado Kikuchi. Pues a ninguno de los dos les traía nada bueno. Llegada la hora Kento se tuvo que marchar dejando solo a Fuma con sus pensamientos, que a veces eran lo que más tortura hacia.
- Aah. - suspiró sonoramente mientras subía las escaleras para ir a su cuarto. Hoy no le apetecía ir a clase, sus padres se habían marchado de viaje de negocios, los dos trabajaban en la misma empresa, y no había nadie que le obligase a ir en ese momento. Además, ya era demasiado tarde para ir.
Desde ese incidente ya había pasado una semana y Kento aún no sabía nada de lo que había pasado, Fuma se negaba a contárselo para no ponerlo en peligro. Además, el tema había quedado zanjado ya desde hacía tiempo. Pero, otra vez había sucedido lo mismo. Kikuchi lo había llamado pidiéndole que se presentase en su casa, Kento ya se temía lo peor. Y acertó, esta vez, la paliza había sido peor, cosa que preocupó aún más al mayor. Fuma tuvo que quedarse varios días en cama ya que no se podía mover.
Fuma tenía una costilla rota y el brazo izquierdo también. Esta vez el asunto había llegado demasiado lejos, asique Kento se decidió a investigar por su cuenta. Ya que Fuma seguía por la labor de no contarle nada de ese asunto. Aprovechando que Fuma no podía salir de casa salió a la calle a preguntar. Averiguó donde había sido la pelea y a gente que pasaba por esa calle le preguntaba si había presenciado una pelea el día de ayer, pero no había tenido suerte. Asique optó por presentarse en el instituto de Fuma, seguramente que alguien tenía que saber sobre ello.
- Mmm... ¿Qué clase era la de Fuma? - se preguntó con un dedo en la barbilla. Todavía no había entrado en el instituto se encontraba en el patio delantero. No quería equivocarse de clase asique optó por preguntarle a varios alumnos que estaban entrado en el instituto, seguramente conocerían a Fuma. - Sumimasen.- interrumpió la charla que estaban teniendo un grupo de chicas. Estas cuando le vieron se sonrojaron y empezaron a opinar sobre su aspecto físico, a decir "¡Vaya que ikemen!" y cosas por el estilo. - Etto... - interrumpió los halagos que estaba recibiendo por parte de las estudiantes.
- ¿Sí? - preguntó la que parecía ser más extrovertida de todas, a la que Kento no le había creado ninguna impresión.
- Por un casual... ¿no sabréis dónde está la clase de Kikuchi Fuma? - preguntó directamente. Ellas se miraron entre sí, preguntándose si debían decírselo o no. - Eh... soy un amigo de él. - aclaró para que la chicas no dudasen den darle la información, pero aún así, se mostraron recelosas.
- No eres el único que viene preguntando por la clase de Fuma-kun. - respondió la más bajita de todas. Sus amigas la miraron sorprendidas, no querían darle esa información a un desconocido. - Varias personas se presentaron la semana pasada en el instituto a buscarlo también... - susurró entristecida la chica. Kento supuso que esas chicas irían a clase con Fuma y por eso les entristecía. Un momento, ¿por qué les entristecía que alguien viniese a buscar a Fuma?
- No creo que haya que preocuparse, seguramente eran amigos de otra escuela. - trató de animar Kento. ¿Qué otra posibilidad había? Seguramente que eran amigos nada más. Aunque... presentarse la misma semana que le dieron la paliza... rara coincidencia.
- No eran amigos... - respondió la que más presumida parecía ya que tenía el pelo ondulado y iba maquillada. Todas las demás asintieron entristecidas.
- ¿No? - no le gustaba que camino estaba tomando la conversación, sino eran amigos... ¿para qué vendrían a buscarle?
- No. Kikuchi-san no merodea con los yakuzas... - respondió la que primero había hablado, la más extrovertida.
- ¡Kana! - gritaron las demás.
- ¡¿Y si es uno de ellos?! - preguntó horrorizada la que iba a la última moda. Kento se sorprendió ¿Yakuzas? ¿Qué asuntos tendría Fuma con los Yakuzas? ¡¡Seguramente habían sido ellos los que le dieron la paliza a Fuma! Pero, ¿por qué?
- No, no soy uno de ellos. ¿No ven mi vestimenta? ¿Acaso parezco un mal tipo? - estaba horrorizado por lo que había escuchado, pero verlas proteger a Fuma le daba tranquilidad. Sabiendo que contaba con tan buenos amigos en el instituto podía estar tranquilo. Todas negaron a las preguntas que había hecho. - Entonces, ¿sabéis algo más? - insistió. Ellas se miraron dudosas de contarle lo que sabían.
- Sí, sabemos más. - la que respondía al nombre de Kana fue la primera en responder. Kento la miró sonriente aunque por dentro tuviese miedo de lo que iba a escuchar a continuación. - Aunque es sólo un rumor... - comenzó. - Dicen que Fuma-kun tiene malas amistades, también dice que merodea antros de mala calidad y de mala reputación. - continuó explicando. Algunas tenían miradas entristecidas. Kento no sabía qué decir, eso era una gran mentira ¡Claro que Fuma no frecuentaba esos lugares! Podía ser un poco rebelde y duro, ¡pero nunca se juntaría con Yakuzas! - ¡Por supuesto! Sabemos que es mentira... solo son rumores. - corrigió al ver la mirada afligida de Kento.
- ¿Sabéis algo más? - repitió la pregunta esperanzado de escuchar más información valiosa para saber qué era lo que había pasado. - ¿Sabéis por qué los yakuzas vinieron a buscarle? - insistió en recaudar información. Necesitaba saber lo que había pasado, no le gustaba ver a su amigo tumbado en la cama con la cara amoratada y un brazo roto. Era una visión que no quería volver a ver otra vez, por eso ese asunto tenía que quedar zanjado.
- Oímos que era porque Kikuchi-san se había metido con ellos. - respondió tímidamente la que aún no había hablado. En total eran cuatro amigas a las que había hablado Kento.
- ¡Eso es imposible! - elevó el tono de voz Kento, sorprendiendo a todas. Kento estaba enfadado ¿quién había dicho semejante mentira? ¿Quién había hecho circular ese rumor estúpido?
- ¡Por supuesto que es imposible! - apoyó Kana haciendo que Kento sonriese satisfecho al saber que había gente que no pensaba eso. - Lo único que sabemos a ciencia cierta es que este tema ya tiene tiempo, no es de ahora nada más. - respondió Kana convencida.
- ¿Sabéis los nombres de los yakuzas que vinieron a buscarle? - preguntó decido. Definitivamente acabaría con este problema. Aunque Fuma no quería que se metiese no podía quedarse de brazos cruzados mientras sabía que su amigo estaba pasando por un mal momento injusto.
- A decir verdad, sí sé por qué empezó este problema. - la más tímida interrumpió a la presumida que iba a contestarle a la pregunta. Todos, inclusive Kento, la miraron sorprendida. Aunque para las amigas no era nada nuevo, ya que sabían del amor que Mikan (la tímida) sentía por Fuma. Aunque este nunca se vio muy interesado en tener novia...
- Dímelo, por favor. - suplicó el mayor para sorpresa de las chicas. Eso hizo que se viese más adorable, aunque Mikan y Kana no pensasen eso.
- Todo empezó porque el mejor amigo de Fuma-kun. - Kento se molesto "¿El mejor amigo de Fuma-kun? ¿Pero ese no era él? ¿No era Kento el mejor amigo de Fuma?".- Se metió en una pelea y le pidió ayuda a Fuma y este no se lo negó, pues eran buenos amigos. - Kento se molestó otra vez. "¿Si él estuviese en la misma situación que ese tal mejor amigo, Fuma lo defendería también?" - Pero resulta que ese amigo tenía problemas con los yakuza.... y así surgió todo. - terminó de explicar Mikan.
- ¿Y quién ese tal amigo de Fuma? - preguntó molesto. Le molestaba que hubiese otro "mejor amigo" en la vida de Fuma. De ellos dos ¿quién era el más importante para Fuma?
- Takahata Misaki-kun. - respondió Mikan. Kento se sorprendió, le sonaba ese nombre, pero, ¿de qué? Seguramente que Fuma le habló alguna vez de él. O puede que hayan coincidido alguna vez, no estaba seguro pero sabía que ese nombre ya lo había escuchado antes.
- ¿Está ahora en el instituto? - preguntó para ir en su búsqueda. Ellas le dijeron que sí y le dijeron dónde posiblemente estaría. Kento sonrió y les agradeció por toda la ayuda que le habían dado. Corrió rápidamente hacia la azotea donde probablemente estaría.
Subió las escaleras de cuatro en cuatro esperando llegar antes de que empezasen las clases, ya que si no, no podría hablar con él. Llegó respirando agitadamente por el ejercicio que acababa de hacer. Abrió la puerta rápidamente asustando a la persona que estaba tranquilamente observando el cielo. En un primer vistazo Kento no logró distinguir a nadie en esa azotea, pero en un vistazo más profundo encontró a dicho chico.
- ¿Takahata Misaki-kun? - preguntó para cerciorarse de que era él. Misaki miró hacia la persona que le había llamado, les sonaba el rostro pero no sabría decir quién era, ni por qué sonaba. Lo mismo le pasaba a Kento.
- Así es. ¿Quién eres? - preguntó rodando su mirada sin girar el cuerpo. Se sorprendió al ver que Misaki no llevaba el mismo uniforme que Fuma. Eso quiere decir que no iban juntos a clase.
- Ah, doumo. Soy Nakajima Kento. - respondió inclinándose levemente. ¡Ahora recordaba de dónde había visto a Misaki! ¡Iban a la misma universidad! Solo que Misaki iba un año por encima de él. - Vamos a la misma universidad, Takahata-senpai. - aclaró Kento. Ahora Misaki sabía de qué le sonaba el menor, seguramente se había encontrado alguna ver por el campus. Aunque su nombre no le sonaba tanto. Su rostro sí le sonaba porque Kento era muy popular entre las chicas, incluso de cursos superiores. En clase de Misaki había un club de fans para ese chico.
- Te recuerdo de verte rodeado por chicas. - respondió el mayor mientras volvía su mirada al cielo. Tenía una expresión pensativa, lo que mantenía con curiosidad al menor. ¿Qué era eso que le tenía tan preocupado? Pero, ahora lo que importaba era Fuma y tenía unas cuantas cosas que decirle a su senpai.
- Takahata-senpai, hay algo más que nos une, aparte de la universidad. - el nombrado se giró para mirar de nuevo a Kento. Misaki no sabía qué podía tener en común con ese chico. Tampoco le importaba mucho lo que tuviese que decir ese chico.
- ¿Sí? ¿Qué nos une? - se giró para encararlo. Kento tragó saliva, aquí era donde la conversación se ponía seria y dura. Miró fijamente a su senpai al igual que Misaki le devolvía la misma mirada. Era como quién dice... un duelo de titanes.
- Kikuchi Fuma. - escueto contestó, pero con ese nombre Misaki supo el por qué ese chico estaba delante de él y además, enfadado. Se volvió a girar mirando el cielo, como restándole importancia, aunque no era así. El tema de Fuma le preocupaba bastante, es más, la culpa no lo dejaba vivir tranquilo y eso que el propio Kikuchi le había dicho que no era culpa suya.
- ¿Qué pasa con Fuma? - respondió sin mirar al menor, cosa que le molestaba aún más. Takahata hacía ver como que ese tema no le importaba lo más mínimo.
- Que tiene un brazo y una costilla rotos por tu culpa. Eso es lo que pasa. - retó el menor mientras se acercaba peligrosamente al mayor. Esas palabras calaron hondo en Misaki. Sabía que era su culpa, pero una cosa era que te echases la culpa a ti mismo y otra, muy distinta, es oír a alguien echarte la culpa.
- ¿Cómo? - preguntó perplejo mientras se giraba sorprendiéndose de encontrarse a Kento muy cerca de él. Misaki ya intuía cómo acabaría eso, acabarían ellos dos peleando y eso era lo que quería evitar.
- Lo que has oído. - respondió molesto mirándole fijamente, Misaki aguantaba la mirada aunque sus pensamientos volaron a cuando Fuma le decía que no pasaba nada, que él se ocuparía de los yakuzas... Takahata bajó la mirada apenado, todo eso era culpa de él y eso lo sabía.
- ¿Y vienes a cobrar venganza? - preguntó. No tenía miedo a que le pegase, pues se lo merecía y con creces. Merecía que le pegasen, pero no Kento, sino el propio Fuma. Pero sabía que eso no iba a suceder nunca.
- No. - sorprendido Misaki elevó la mirada clavándola en los ojos marrones de Kento, que le miraban hostiles. - Vengo a hacerte algunas preguntas. - respondió. Misaki asintió, accediendo a que le preguntase. - ¿Por qué no le detuviste? Sabías que eran yakuzas... ¡y aún así le dejaste ir! - con rabio lo cogió de la pechera de la camisa y lo elevó un poco del suelo.
- Porque me dijo que no me preocupase, parecía tan convencido... - susurró apenado Misaki. Era hora de arreglar todo el mal que había hecho, al menos tenía su merecido. Aunque no fuese lo que él desease.
- Sólo por eso... - murmuró Kento enfadado. No le parecía una respuesta la suficientemente lógica. - ¡¿Y tú te haces llamar su mejor amigo?! - reprochó Kento. Ahora no le importaba quién de los dos era el más importante para Fuma, puesto que los dos lo serían. Lo que le importaba era que ese... imbécil fue el causante de todo lo que le había pasado con Fuma.
- ¡Traté de detenerlo ¿sabes?! - elevó el tono de voz Misaki. Sabía que tenía culpa pero no se quedaría callado. - ¡Fue él el que quiso ir a por ellos! - volvió a gritar cobardemente. Lo que estaba diciendo no tenía lógica, pero no se quedaría callado, llevaba mucho tiempo aguantando las malas miradas que recibía por parte de los alumnos de ese instituto.
- Sería él quien quiso ir a por ellos... ¡pero fuiste tú quién le empujó a hacerlo! - gritó Kento también. No encontraba sentido a todo lo que estaba diciendo Misaki, ¿es qué no veía que Fuma estaba destrozado por culpa de que él era un cobarde?
- ¡Yo no le obligué! - contestó también gritando. Kento se estaba mosqueando de verdad... asique optó por liberar esa molestia de algún modo. Con el otro puño le pegó en el rostro haciendo que Misaki cayese al suelo a causa de la fuerza empleada. Takahata miró sorprendido a Kento que lo miraba con odio.
- No me lo puedo creer, de verdad que no. - murmuraba Kento apretando sus puños hasta conseguir poner sus nudillos blancos de la rabia. - ¡¿Qué harías si alguien cercano te viene diciendo que está siendo molestado por los yakuzas?! - Kento realmente estaba enfadado. No podía creer lo que estaba oyendo. Sabía que algo de culpa tenía Fuma por aceptar ir, pero Misaki tenía casi toda la culpa ¡y lo estaba negando! ¡Era evidente que era el culpable!
- ¡Yo no iría contra los yakuza! ¡El propio nombre hace que no te quieras acercar a ellos! ¡Y menos meterme en problemas voluntariamente! - contestó Misaki mientras se levantaba encarándolo.
- ¿Voluntariamente dice? No fue hacia ellos voluntariamente como tú dices. - susurró lo suficientemente alto para que Misaki le oyese. El mayor estaba sorprendido por el cambio de humor tan repentino del menor. A Kento se le estaban inundando los ojos de lágrimas, le dolía ver a su amigo en la cama sin poder moverse del dolor que sentía. Y todavía... nadie le había agradecido lo que había hecho. Todavía... Misaki no le había dado las gracias. - Todo lo hizo porque estabas en problemas. Todo lo hizo por su amigo y... - sus hombros temblaban levemente a causa de querer aguantar el llanto. Kento ya no miraba a Misaki, le daba rabia verlo. Ahora, miraba el suelo, era lo más entretenido. - Y todavía... no te has dignado a pasar por su casa a agradecerle. - seguía con la mirada en el suelo. Misaki se dio cuenta de que lo que decía su kohai era cierto, todavía no le había dado las gracias. - Seguramente que no te habrás dado cuenta, pero los yakuzas... no te molestan... porque están entretenidos pegándole a él. - continuó hablando mientras sollozaba, dificultándole el habla. - ¿Verdad que ahora no te molestan? - finalizó. Era una pregunta retórica asique no hacía falta que Misaki respondiese.
Era cierto, los yakuzas ya no lo perseguían por la calle, ya no lo acorralaban en un callejón y, ni mucho menos, se metían con él. ¿Era todo gracias a Fuma? ¿Qué pensaría en ese momento Fuma de él? Era el peor amigo que podía haber sobre la faz de la Tierra. Kento tenía razón, ¿cómo se podía considerar su mejor amigo? Sinceramente, no era digno de ese título.
- Dime cómo se llaman los yakuzas que le golpeaban. - notó la determinación en la voz de Nakajima, su voz era firme pues ya había dejado de llorar. Misaki meditó lo que esas palabras querían decir... ¿iría a por ellos? ¿Igual que Fuma fue a por los que le molestaban a él? ¿Le diría sus nombres? No quería que Kento resultase herido porque él le había dado los nombres de los yakuzas.
- Si no me los dices tú, averiguaré quiénes son. Igual que averigüé quién eras tú sin que me lo dijese Fuma. - determinado levantó la mirada. Misaki se sorprendió, era la misma mirada que había recibido de Fuma hacía ya dos o tres semanas. Seguía sin saber qué hacer, si se los decía Fuma no se lo perdonaría en la vida y si no los decía Kento los averiguaría más tarde y puede que para ese entonces Fuma siga recibiendo palizas. ¿Qué haría? ¿Conservar su amistad con Fuma o llevar a Kento a una paliza segura?
- Dímelos ya, o me voy. - sentenció el menor mientras mantenía la misma mirada de antes. Kento se acercó a él peligrosamente y le volvió a coger de la pechera y lo elevó, dado que Kento era más alto que él. - Dímelos. - ordenó por última vez. Nakajima le estaba dando una mirada de odio haber si eso funcionaba, tenía que vengar las heridas de Fuma. Y si Misaki le daba los nombres sería más rápido, además si tenía que andar averiguando sobre los nombres le tomaría por un sicario de la banda rival a la de los agresores de Fuma.
A Misaki le entró el miedo de que le volviese a pegar ya que estaba recibiendo una mirada amenazante por parte de su kohai. Parecía mentira ¿verdad? Él que en sus tiempos de instituto había sido uno de los peores delincuentes de su barrio, ahora estaba siendo atemorizado por un kohai.
- Solo te diré el de uno. Y por lo que más quieras, si te preguntan cómo te llamas no se lo digas... por muy enfadado que estés. Ese fue el error que cometió Fuma. - aconsejó el mayor. Así era, a Fuma le habían preguntado su nombre y muy tontamente lo había dicho, eso les dio una forma de encontrarlo. Y una semana después de que Fuma les pegase, lo localizaron y lo fueron a recoger al instituto.
- Vale. Pero dime el nombre. - aceptó Kento. No era tonto sabía que los yakuzas tenían contactos en todo el país y que si decía su nombre lo localizarían. Eso lo sabía de sobra, había visto muchos doramas de yakuzas...
- Takaki Yuya. - respondió. Ahora Kento ya estaba contento, ya sabía uno de los nombres. Soltó a su senpai y le agradeció. Y comenzó a andar hacia la salida de la azotea.
- Un momento. - detuvo su andar al acordarse de algo muy importante. Se giró y miró fijamente a Misaki que le miraba sorprendido. - ¿Cómo llego hasta ellos? - se acercó de nuevo hasta él. No tenía ni idea de cuál era la guarida de los yakuzas en esa parte de la cuidad.
- Es esta dirección. - al parecer Misaki estaba muy informado de la localización de dicha banda. Pero no le dio más importancia, ya que no la tenía.
- Gracias. - volvió a caminar hacia la salida pero se volvió a detener. - Espera. - se volvió a girar. Esta vez ese inesperado movimiento no pilló por sorpresa a Misaki. - Prométeme que irás a ver a Fuma ahora mismo. - sentenció Kento. Tenía que prometérselo, sino no se iría tranquilo.
- Te lo prometo. - aseguró Misaki mientras asentía. Tenía pensado ir a verlo, aunque hoy... le daba algo de pena ir y verlo en un deplorable estado. Y además sabiendo que era por su culpa era aún más doloroso. Pero lo había prometido asique ahora tenía que ir sí o sí.
Kento ya había llegado al sitio que le había dado Misaki, se sorprendió de encontrar un lujoso edificio de departamentos. No entendía... ¿los yakuzas no tenían la guarida en un cuchitril de mala muerte? ¿Desde cuándo habían cambiado tanto las cosas? Picó en el número que le dijo y se oyó una voz ronca que decía "ahora bajo".
Nakajima empezó a ponerse nervioso, no sabía qué haría. Primero hablaría con él y luego... ¿Qué? ¿Y luego qué? Ya no tenía nada más que hacer. Sea como fuere, tenía que vengar las heridas de su amigo... Sintió como la puerta era abierta dando paso a un joven bastante cuidado y kakkoi. Vio que tenía una expresión de molestia.
- Más vale que sea importante, me has interrumpido. - masticando chicle habló. Tenía la misma voz ronca que por el telefonillo, cosa que le sorprendió. Normalmente el telefonillo hace parecer otra voz. - A todo esto, ¿quién eres? - Kento recordó el consejo que le había dado Misaki asique optó por no contestar.
Cuando se fijó en las manos de Takaki una rabia desconocida afloró de él. Esas manos eran las que habían roto la costilla y el brazo de Fuma. No lo consentiría.
- ¿Eres Takaki Yuya de los yakuzas? - levantó la mirada posándola firmemente en los ojos marrones de Yuya. Este asintió mascando aún el chicle. - Bien. - susurró Kento mientras sonreía maliciosamente. A Takaki no le gustó la sonrisa que estaba recibiendo, pero antes de poder decirle algo sintió como el puño de Kento se estrellaba contra su mejilla haciéndole retroceder.
- Parece que me voy a divertir. - dijo Takaki mientras sonreía y escupía el chicle al suelo lleno de sangre. El golpe de Kento le había hecho sangrar por dentro de la boca.
- Ven aquí. - desafiante habló.
Después de eso una lluvia de golpes y patadas comenzó. Ambos recibían por igual, aunque el que peor lo estaba pasando era Kento, pues Takaki ya tenía bastante experiencia en peleas y ya sabía dónde pegar, al contrario que Kento que era la primera vez que peleaba.
El timbre de la casa Kikuchi sonó varias veces. Misaki estaba en pánico, había hecho algo horrible, pues había mandado a Kento a la boca del lobo. Pues hoy había reunión en casa de Takaki. Lo que quería decir que casi todos los yakuzas que controlaban esa zona estaban ahí dentro. La señora Kikuchi abrió la puerta preocupada.
- ¿Está Fuma en casa? - ¿pero qué pregunta era esa? ¡Claro que estaba en casa! ¿A dónde iba a ir sino podía levantarse de la cama? Aunque su madre, que se hablaba con la madre de Fuma, le había dicho que el menor ya se encontraba mejor, que ya se podía levantar y andar como normalmente hacía.
- Ah, sí. Pasa Misaki-kun. - dijo mientras abría la verja y dejaba entrar al menor. Este corrió hacia el cuarto de Fuma, interrumpiendo su lectura. El menor pegó un salto en la cama, pues era donde estaba. Al ver a Misaki se sorprendió.
- ¡Misaki! ¿Qué haces aquí? - le preguntó extrañado. Esa pregunta no tenía importancia para él, puesto que lo importante ahora era Kento.
- ¡Rápido! ¡Ven! - lo cogió de la muñeca. Y lo arrastró hasta la entrada principal, donde Fuma se pudo soltar del agarre y preguntarle.
- ¿Qué pasa? - preguntó preocupado por la actitud de Misaki. No era propio de él, puesto que era un chico muy relajado, nunca se dejaba exaltar ni estresar por nada.
- ¡Kento está peleando contra los yakuzas que te pegaron! - resumió. Sabía que si le contaba toda la historia se retrasarían asique ya habría tiempo después para explicarle todo.
- ¿Qué? - no creía lo que acababa de escuchar. Era imposible, Kento no podía estar peleando, Kento no era el problemático de los dos. Como pudo echó a correr. Le dolía el abdomen pero no pararía, ahora tenía que encontrar a Kento y detenerlo, si no era demasiado tarde ya. Vio como Misaki corría detrás de él. - ¿Sabes dónde está? - le preguntó mientras le miraba de reojo. Misaki le indicó la dirección y ambos corrieron.
Cuando Fuma y Misaki llegaron ya era demasiado tarde, Kento se hallaba en el suelo malherido, al igual que su contrincante. Fuma corrió hacia el cuerpo inconsciente de su amigo y se arrodilló frente a él. Unas terribles ganas de llorar le inundaron los ojos, ¿por qué había hecho eso Kento? ¿Era idiota o qué?
-Kento. - llamó para ver si reaccionaba. - Kento. - repitió, pero nada, no había señal. - ¡Kento! ¡Despierta! - de sus ojos cayeron las lágrimas acumuladas. Ya no las podía reprimir por más tiempo. Verlo tan magullado le dolía, ¿eso había sentido Kento cuando lo vio herido a él? Si era así... ahora comprendía por qué había estado toda la noche cuidándolo. Era un dolor inexplicable, lleno de preocupación, angustioso... era realmente... insoportable.
No podía ver al... dueño de sus pensamientos así. Realmente no podía verlo en ese estado, le dolía mucho. Su hermoso rostro ahora estaba manchado de sangre. Acarició con la yema de sus dedos el contorno de su rostro. Esa frente tan blanquecina ahora ensangrentada a causa de una brecha en su cabeza. La besó delicadamente. Esa respingona nariz se encontraba amoratada a causa de un golpe fuerte que había recibido en ella. Y la besó con la misma delicadeza. Esos pómulos que antes se teñían de rojo de emoción ahora estaban morados. Y los besó, a cada pómulo un beso. Y esos labios... tan carnosos, rosados y llenos de vida ahora estaban apagados, pálidos y rajados. Y los besó delicadamente, haciendo presión. Sus lágrimas mojaron la frente de Kento.
Kento por la presión que había sentido en los labios despertó. Lo que fuese esa presión le había mancado, ya que tenía una herida en ellos. Al abrir los ojos vio a Fuma cosa que le sorprendió. Se incorporó de golpe, grave error, ahora un insoportable dolor se hacía presente en su abdomen.
- ¡Fuma! ¡¿Qué haces aquí?! - se atrevió a preguntar Kento una vez que el dolor disminuyó, no había desaparecido, pero ahora se podía soportar. Con su brazo rodeó su barriga, tratando así de que se le quitase el dolor.
- ¡Kento! - se echó a su pecho abrazándolo por el cuello, hundiendo su rostro en el arco que hacía su cuello para unirse con el hombro. - Baka. - susurró. Kento le pudo oír ya que estaba cerca de su oído.
- ¿Baka? ¡Idiota tú que tenías que estar en casa reposando y mira dónde estás! - le regañó mirando de reojo su cabeza, su rostro no lo podía ver ya que estaba escondido. Notó como los hombros de Fuma temblaban agitadamente, acto seguido notó que su camiseta se mojaba levemente. - Fuma, ¿estás llorando? - le preguntó sorprendido. El menor no contestó, dando por afirmada la pregunta. Kento sonrió, Fuma se preocupaba tanto por él, como Kento por Fuma. Comprendió que su llanto se debía a que se había asustado, pensando que podía haberle pasado algo serio. - Shhh, no me pasó nada estoy bien ¿ves? - dijo Kento mientras rodeaba a Fuma con sus brazos y le daba palmaditas en la espalda para tranquilizarlo.
- ¿Por qué has hecho esto? - le preguntó Fuma cuando ya estuvo más tranquilo. Kento sonrió y tiernamente colocó su mano en la cabeza del menor para acariciarla suavemente.
- Para protegerte. - era cierto. Lo había hecho para protegerlo, todo, era por su bien. Para que se cobrase justicia. Aunque ahora... le doliese todo el cuerpo a él. Pero así, seguramente dejarían de molestar a Fuma.
- No tenías por qué hacerlo. - contradijo Fuma. No quería que Kento resultase herido, prefería antes salir herido él que Kento.... era algo raro, era la primera vez que pensaba así acerca de su amigo. Por el contrario Kento ya había aclarado sus sentimientos hacía tiempo. Sabía lo que quería y a quien quería.
- Sí tenía por qué hacerlo. Tú resultaste herido, no me podía quedar de brazos cruzados. Dime, si estuvieses en mi lugar, ¿qué harías? - preguntó carismático, como siempre.
- ¡Definitivamente lo mataría! - deshizo el abrazo que lo mantenía unido a Kento y lo miró fijamente a los ojos. Kento también le devolvió la mirada sorprendido. - Porque... no sabría qué hacer sin ti... - se sinceró el menor. Eso pilló por sorpresa a Kento que abrió los ojos de sobre-manera. La mirada de Kento hizo sonrojar a Fuma que apartó la mirada apenado. - No me mires así... - susurró el menor.
- Ah, lo siento. Es que... me pilló por sorpresa. - rió nervioso mientras se rascaba la nuca. Fuma lo miró haciendo un puchero mientras el sonrojo aún seguía en su rostro.
- No te rías... - volvió a susurrar molesto. - Lo digo enserio. - Te necesito. - susurró más cerca de su oído haciendo palidecer del asombro a Kento.
- Baka, me voy a hacer ideas equivocadas. - susurró también Kento mientras sonreía alegremente, sabía que Fuma no estaba diciendo porque de verdad lo necesitaba, no porque tuviese sentimientos de amor por él.
- Piensa mal y acertarás. - recitó un refrán popular. Kento no sabía ya como tomarse lo que Fuma estaba diciendo. Si pensaba mal y hacía lo que le dictaba el corazón la amistad seguramente se acabaría y si no lo hacía y Fuma le estaba dando la oportunidad de que... sus sentimientos sean correspondidos... se arrepentiría toda la vida.
Kento se fue acercando a los carnosos labios de Fuma, el menor estaba ansioso por volver a besar esos labios, que aún seguían rajados. Cuando finalmente unieron sus labios, del interior de ambos explosionó una felicidad que no habían experimentado nunca. Movieron sus labios lentamente, uno al compás del otro. Cuando se separaron se miraron sonrojados.
- ¿He acertado? - preguntó pícaramente Kento, mientras le sonreía divertido. Fuma le devolvió la sonrisa.
- Has dado de lleno en el blanco. - respondió Fuma para volver a unir sus labios.
Misaki que lo estaba viendo todo no podía estar más sonrojado. Parecía que esos dos se habían olvidado de él...
- Madre mía, lo que tengo que ver. - miró al pobre Takaki que todo el mundo se había olvidado de él, incluso los propios yakuza...
- Chicos. - llamó Inoo que estaba en el apartamento de Takaki. - ¿Alguien sabe dónde está Takaki? - preguntó cuando todos le pusieron atención.
- Habrá ido a comprar golosinas como siempre. - contestó Yabu el líder de los Yakuza...
Fin.
Comentario de la autora: ¡Espero que les haya gustado! Bueno sí, aparecen Yabu, Inoo y Takaki en el one-shot, es que no me podía quedar sin poner a niguno de mis niños. Y para quién no lo sepa [que supongo que lo sabrán] Takahata Misaki es el antiguo integrante de B.I.Shadow. Es el que hace de Sawatari (creo que se llama en la serie) en Scarp Teacher, dorama que protagonizan Yutti, Yama-chan, Chinen y Dai-chan.
Ja ne, Mimi-chan ^^
Kyaaa¡¡¡ Yo vi esa serie y ame a sawatari, me parecio tan guapo y cool >///< a estado precioso el fic, me dio mucha gracia al final,yo tambien me estaba preguntando ¿ y que pasa con misaki y takaki?
ResponderEliminarDioss, cuando diojo lo de takaki yuya no pare d e reir, y los yakuzas todos tranquilos ''habra ido a comprar golosinas'' tipico de lo que haria takaki,yo tanbn pensaria igual,te ameee,(L)
Jajajajajja me alegra que te gustara... yo misma mientras escribía el final me dije... me he olvidado de Misaki y Takaki, asique lo puse. Gracias por tu comentario (L)
Eliminarkya!!!!!!!!!!!!! me encanto gracias!!!!!!!!!!!!!!!!!
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