Minnaaaaaa!!! Aquí les traigo el Ariyama que algunas les dije que traería, parece ser que hoy es el día del Ariyama pues mi amiga Haruhi también a publicado su Ariyama. >.< Que aún no he leído... pero que lo haré ahora mismo!! ^^
Bueno, pues aquí os dejo el Ariyama que dije.
Goukon [Ariyama]
Título: Goukon.
Género: Romance, lemmon.
Pareja: Ariyama.
Extensión: Two-shot.
Comentario de la autora: Este two-shot va dedicado al grupo Amantes del Ariyama. Aunque en especial a Haruhi, Isa-chan, Natsu-chan, Fujo-chan y Lyn!! >.< Espero que les guste. El lemmon lo siento si no me salió muy bien, es la primera vez que lo hago asique... pido disculpas! Mejoraré! LO PROMETO! >.<
Era un día agotador para Daiki. El trabajo se había prolongado más de lo normal, había tenido que hacer horas extra. Su trabajo consistía en realizar pedidos, trabajaba para una pizzería y ésta realizaba pedidos a domicilio. Y ese trabajo que ya era cansado, además, con ese día tan caluroso hacía que Daiki se cansase aún más.
Acababa de entrar en casa, vivía solo, ya tenía la suficiente edad para hacerlo. Dejó las llaves en el mueble de la entrada y se descalzó, poniéndose las zapatillas. Se disponía a darse un baño, realmente estaba cansado, además de sudoroso.
Salió del baño totalmente nuevo, aunque las energías todavía no habían llegado a él. Ahora tenía pensado ver la televisión para relajarse un poco, todavía estaba cansado. Se dejó caer en el sofá y se relajó viendo el televisor. La melodía del teléfono impidió que se quedase dormido en el sofá, Daiki no sabía si agradecer o maldecir a la persona que le estaba llamando. Estiró el brazo para alcanzar dicho objeto que no cesaba el ruido, descolgó sin mirar el nombre de la llamada entrante.
- ¿Si? – preguntó fijando su vista en el televisor, mirando el programa de risa que echaban en ese preciso instante.
- ¿Dai-chan? – claramente era una pregunta retórica, por la voz supo que era su viejo amigo Inoo Kei. – ¿Te pillo ocupado? – Daiki no sabía qué contestar a esa pregunta, pues no estaba ocupado, pero ese programa de televisión le gustaba mucho y lo seguía siempre que lo ponían.
- No. – optó por lo que creyó conveniente. Escuchó un suspiro de alivio por parte de Inoo, cosa que le extrañó. Iba a preguntarle, pero Kei se le adelantó.
- Entonces estás libre. – esa conversación cada vez era más confusa para la mente de Daiki que todavía estaba medio adormilada. – ¿Te apuntarías a una Goukon? – notó como Inoo ponía voz de “no-haber-matado-una-mosca-en-su-vida”. Daiki suspiró cansado, ahora mismo eso era lo que menos le apetecía, estaba muy a gusto en el sofá de su casa.
- No sé… no es que me apetezca mucho, la verdad… - dubitativo contestó. Después del relajante baño lo menos que le apetecía era volver a salir a la calle con el asfixiante calor rodeándole por todas partes.
- Venga, ya verás… será divertido. – trató de convencer Inoo. – Como en los viejos tiempos. – prosiguió. Daiki no le apetecía salir, pero no quería quedarse toda la tarde en casa, puesto que él solo trabajaba por la mañana. – Vamos… ¡te lo pasarás bien! Siempre es bueno conocer gente nueva. – trataba desesperadamente de convencerlo, cosa que extrañó a Daiki asique, optó por preguntarle para salir de dudas.
- ¿Por qué tienes tantas ganas de que valla yo? – miró de reojo su teléfono. Si seguía mirando el televisor acabaría por sumergirse en el programa y no le prestaría atención a la conversación, como siempre le pasaba.
- Porque hace tiempo que no te veo. Hace mucho que no sales de casa. – respondió inmediatamente Inoo. Daiki se sorprendió de las palabras de su amigo, ¿hacía tanto tiempo que no salía?
- Si fuese por eso, me bastaba con quedar en una cafetería. – sonrió divertido el menor de los dos. Escuchó una risita por parte de Kei, a lo que Daiki amplió más su sonrisa. – Ahora de verdad, ¿por qué insistes tanto? – le había cazado en la mentira. Eran bastantes años conociendo a Inoo como para caer en una mentira tan poco elaborada.
- Vale, me has pillado. – admitió derrotado el mayor mientras suspiraba. – La verdad es que le he prometido a Yabu-chan que te llevaría. – eso sorprendió al menor se levantó del sofá y se dirigió a la cocina. Tenía sed.
- ¿Y por qué le has prometido eso? – preguntó confuso el menor mientras abría el refrigerador. Sacó la botella de agua, estaba muy fresca, como a él le gustaba.
- Porque dijo que si tú no ibas, él tampoco iría. – ahora todo cogía sentido. Y sin Inoo saberlo, o a lo mejor sí, había dejado a Daiki entre la espada y la pared. Porque si ahora Daiki se negaba a ir, haría que Yabu se molestase con Inoo, pero tampoco le apetecía ir al goukon.
- Vale iré, pero solo para que Yabu-chan no se moleste contigo. – después de decir eso escuchó muchos halagos por parte de Inoo, que le agradecía que fuese. La goukon le serviría para desconectar un poco, Inoo tenía razón, hacía tiempo que no salía con sus amigos.
- Bueno, pues quedamos en frente de la estación a las seis y media de la tarde ¿vale? – Daiki aceptó y se despidieron. Subió al piso de arriba para prepararse. Optó por ponerse una camisa de manga corta a rayas, desabrochada mostrando la camiseta que llevaba debajo y unos pantalones bermudas tejanos. El pelo se lo dejó como siempre.
Fue hasta el salón para esperar a que llegase la hora mientras veía la televisión, tenía que hacer tiempo de alguna manera, pues todavía quedaba como una hora y media para la hora acordada.
Afortunadamente llegó a tiempo. Sus amigos ya habían llegado, pero la otra mitad del grupo todavía faltaba. Los cinco estaban juntos, hacía ya bastante tiempo que no se reunían todos. Cuando no faltaba uno, el otro trabajaba… y así siempre. Por una vez, estaban todos, como en los tiempos de secundaria.
- ¡Dai-chan! – le llamó Inoo para que supiese dónde estaban, la estación a esas horas estaba muy transitada. Arioka aceleró el paso para llegar allí rápidamente, se sorprendió de encontrar allí a los cuatro.
- Ohayo, chicos. – saludó con su radiante sonrisa de siempre. Los demás le devolvieron la sonrisa. Todos estaban iguales, bueno algunos más altos, o se habían cambiado el color del pelo… pero nada importante. – Valla chicos, ¡cuánto tiempo! – saludó enérgicamente. Los demás sonrieron, echaban de menos la energía de Daiki.
- ¡Woaa! – exclamó sorprendido el castaño del grupo. Casi todos tenían el pelo teñido, bueno, todos menos Inoo que conservaba su cabello al natural. El castaño era Yaotome Hikaru, el comediante del grupo. – ¡No has crecido! – al parecer la sorpresa era grande para el castaño.
- ¡Es verdad! – se acercó a Daiki el más mayor de todos y el que parecía ser más alto. Le tocó la cabeza, notando la diferencia de alturas. – Tenía ganas de verte… - dijo tiernamente Yabu Kota. Era mayor que Daiki por un año, al igual que todos, que eran más mayores que Daiki.
En la secundaria sus cuatro amigos iban juntos a clase mientras que él iba un curso por debajo. Era el más pequeño del grupo, no le molestaba, pero a pesar de ser el más pequeño su estatura no aparentaba para nada su edad. Y por ese motivo se estaban metiendo con él todo el día, aunque lo hacían desde el cariño. Kota y Daiki tenían una mistad un poco más especial que el resto, puesto que Daiki había estado enamorado de su senpai en la secundaria y le había confesado su amor, animado por Inoo. No había sucedido nada entre ellos, pero ese hecho hizo que se tuviesen más confianza y que Yabu lo tratase con más delicadeza que al resto.
- Yo también quería verte, Yabu. – sonrió contento Daiki. Ambos sonrieron y los demás miraban la escena, alegres.
- Que vergonzoso… - se quejó el que todavía no había hablado, Takaki Yuya. A simple vista parecía un chico peligroso y malhumorado, pero no era así para nada. Era el más infantil de todos, a pesar de que Daiki era el pequeño.
- Hola a ti también, Yuya. – sonrió, otra vez, Daiki. Takaki le devolvió la sonrisa, su apariencia no hacía justicia a su personalidad para nada.
Después de estar hablando un rato y de contarse las cosas que les había pasado esos meses sin verse, apareció la otra mitad del goukon. Para sorpresa de todos, menos de Inoo, eran menores de edad. No era que estuviera prohibido para los menores, sino que ellos eran adultos… y no podían estar con menores. Asique Daiki le pegó un codazo a Inoo, a lo que éste le miró extrañado.
- Inoo, son menores. – le susurró para que “sus parejas” no lo escuchasen. Miraban disimuladamente a los pequeños y hablaban entre-dientes, para que éstos no lo notasen.
- Sí ya lo sé, nunca dije que no lo fuesen. – habló convencido de no haberlo dicho. Daiki le dirigió una mirada fulminante.
- Ese no es el punto. Somos adultos, ellos menores… no podemos tener nada con ellos. – volvió a mirar al frente y sonrió a uno de los chicos que se le había quedado mirando.
- Las relaciones sexuales ya no son culpa mía. Yo solamente organicé esta reunión para conocernos. – susurró también sonriendo, mostrando sus blancos dientes a los menores. – Tú decides tener relaciones o no con ellos, en eso ya no me meto. – susurró otra vez, esta vez Daiki pudo notar cierta picardía en sus palabras. Tenía razón, las relaciones sexuales no entraban dentro del goukon, pero normalmente… después de la goukon cada uno se iba en parejas ¿no? Por lo menos así eran a las que había ido él.
- Tienes razón. – susurró aún pensativo mirando al suelo, meditando la situación. Inoo sonrió triunfante.
- Claro que tengo razón, si la goukon hubiese sido para otra cosa, los “pretendientes” habrían sido otros. – volvió a susurrar dando por finalizada la conversación. Se dirigió al centro, ya que había un cierto espacio entre sus amigos y los recién llegados. – Ohayo, chicos. Soy Inoo Kei uno de los intermediarios, soy amigo de Chinen y juntos hemos organizado esta goukon. – sonrió mirando a los pequeños que estaban algo nerviosos, pero no todos. Había uno que estaba sereno y ese le había llamado la atención.
A Daiki le había llamado la atención el que estaba posicionado en el medio, ya que eran cinco igual que ellos. No parecía ser mucho más alto que él y eso era un requisito indispensable para él. Además era realmente guapo, nunca había visto tanta belleza junta… ahora, solo quedaba saber la personalidad… que era un factor importante también.
Entraron en una cafetería que había por ahí cerca. Se sentaron cinco en una parte de la mesa y los otros cinco en la otra, como solía hacerse. A Daiki le tocó delante del chico que le había llamado la atención, ahora tocaba el turno de las presentaciones, por fin sabría su nombre.
- Ohayo, Chinen Yuri desu. – se presentó el más bajito de todos. Todos los mayores le miraron. Escuchó una risita nerviosa por parte de Takaki que le había tocado enfrente del pequeño. Ese sería la víctima del mayor. Daiki suspiró aliviado, “uno menos.” No entendía por qué pensaba así… pero bueno, nada se podía hacer.
- Hello, Okamoto Keito desu. – saludó el que estaba al lado de Chinen. Daiki notó que este chico tenía un acento un poco extraño, además, se había presentado con un “hello”… no era raro, pero sí inusual. Por impulso miró a Hikaru que estaba al lado de él, miraba fijamente a Okamoto, lo examinaba. Daiki sonrió “otro menos” pensó de nuevo.
Ahora le tocaba presentarse al chico que Daiki tenía enfrente de él, o sea, al chico que le había llamado la atención. Arioka estaba impaciente por saber el nombre del menor, no podía explicar el por qué, pero se sentía así. ¿Se sentiría el menor de la misma forma? Tenía curiosidad.
Sus ojos se encontraron, haciendo que Daiki se sorprendiese. Sus manos le empezaron a sudar, síntoma de que se estaba poniendo nervioso ¿había sido por el contacto visual? Pero aún así no apartó la mirada del pequeño y este parecía no querer facilitarle las cosas, ya que le mantenía la mirada.
Daiki tragó saliva nerviosamente, mientras se frotaba las manos por el nerviosismo causado por la mirada del menor. Un revoltijo en el estómago a continuación sucedió, ¿qué era todo eso que estaba sintiendo? ¿La comida le había sentado mal? No, eso ya lo había sentido antes. Lo había sentido con… Kota. Instintivamente miró al susodicho, este miraba al joven que estaba enfrente de él. “No puede ser… si no lo conozco”. Pensó algo asustado Daiki. Miró al chico, pero este ya no estaba mirándole.
- Mi nombre es Yamada Ryosuke. – por fin podía saber el nombre, ¿por qué estaba tan ansioso? Sabía que Yamada era físicamente atractivo, pero de ahí a acelerar su corazón… había un tramo. Daiki mantenía su mirada fija en el pequeño y este a su vez miraba a cada uno de los mayores, esperando alguna reacción.
Sus ojos se volvieron a encontrar, haciendo que ambos se quedasen absortos de lo que les pesaba alrededor, solo existían ellos dos. Se podría decir que era… ¿atracción física? Sí, se podría llamar así.
La velada había sido tranquila, lo único malo… Daiki había bebido demasiado…
Cada uno había hecho sus parejas. Takaki había conseguido a Chinen, que se le había puesto difícil. Hikaru había conquistado con sus chistes a Okamoto. Yabu con su serenidad y amabilidad se había ligado a Nakayama Yuma, el último integrante del grupo. E Inoo había convencido al pequeño del grupo, Morimoto Ryutaro, para que fuese a su casa “a tomar la última copa”.
Y así, con todo eso, Yamada y Daiki habían tenido que ir juntos. Y por suerte o desgracia del menor, le había tocado llevarlo hasta casa, sus amigos se lo habían encargado diciendo; “Lo siento, pero no está en condiciones de ir solo a casa”. Yamada suspiró molesto a ver como Daiki se tambaleaba a un lado de él. No le gustaba ver a la gente tomada, ya que podían hacer cualquier cosa.
- Es aquí. – habló difícilmente el mayor mientras intentaba sacar las llaves de bolsillo de su pantalón. Yamada arto de verlo fallar en los intentos, optó por sacar él mismo las llaves.
Entraron en el departamento del mayor, Daiki apoyado en los hombros del menor, y éste rodeando su cintura. Tambaleándose los dos entraron en el departamento. Daiki estaba realmente afectado… ¿en qué momento había bebido tanto? ¿O es que no tenía tolerancia al alcohol? Lo primero que había nada más entrar en el departamento, pasando la pequeña entrada que tenía, estaba el salón así que Yamada caminó con un Daiki algo dormido en su hombro. Ryosuke bufó molesto, acababa de conocer a ese chico y ya tenía que andar cuidándolo.
Tiró, suavemente, a Daiki en el sofá. Y se sentó a un lado de él, dado que el mayor no ocupaba todo el sofá Yamada tenía un hueco para sentarse. Yamada se dejó caer sobre el respaldo del sofá, sintió como Daiki se erguía y se sentaba, mirando hacia él. Lo miró de reojo, pues le molestaba que se quedase mirando hacia él.
- ¿Nani? – preguntó malhumorado el menor. Yamada vio que Daiki se acercaba a él, el mayor estaba todo sonrojado a causa del alcohol en vena. Daiki se acercaba peligrosamente a su cuerpo.
Un movimiento por parte del mayor sorprendió a Yamada, se había sentado encima de él… juntando… sus entrepiernas. Además, el sonrojo en las mejillas del mayor lo hacía ver… apetitoso, como una gran fresa y a él le encantaban las fresas. Daiki se acercó a su rostro hasta tener juntas sus frentes, rozando las narices suavemente, en un tacto totalmente incitante. Daiki apoyó sus manos en las piernas de Yamada. El menor no sabía qué hacer, todo había sido tan de repente… no se lo esperaba para nada.
- Has estado toda la tarde tentándome. – susurró sensualmente el mayor mientras terminaba por unir sus carnosos labios con los del menor. Ese beso era hambriento, salvaje, lujurioso… Yamada no podía seguirle el ritmo al mayor. No era que no tuviese experiencia, sino que Daiki estaba muy deseoso, muy hambriento por el beso.
Sus lenguas se entrelazaban deseosas de más, deseosas de más contacto físico. Daiki posó sus manos en el amplio pecho del menor. Yamada poco a poco fue correspondiendo al beso, aunque no con la misma intensidad, aún no era capaz de seguirle el ritmo. Rodeó con sus brazos la cintura del mayor, que para sorpresa de él era pequeña. Daiki se inclinó más haciendo que Yamada quedase completamente echado en el respaldo del sofá.
El menor paseaba sus manos por la espalada del mayor, Daiki aún seguía con sus manos en el pecho de Yamada, aprovechó para meter sus manos por debajo de su camiseta. Haciendo que la piel de Yamada se erizase, ya que tenía las manos algo frías. Se daban cortos besos, aunque algunos eran profundos y salvajes, como al principio.
Daiki hizo que Yamada levantase los brazos para quitarle la camiseta, cuando le quedó el pecho al descubierto, Daiki se sorprendió de lo que encontró. Era un torso muy bien formado, ¿Dónde lo había escondido? No se le notaba lo musculado que estaba.
No sé cómo pero se movieron, haciendo que Yamada, que estaba abajo, quedase recostado a lo largo de todo el sofá. Así Daiki tendría acceso a todo su cuerpo.
Su primer objetivo era el cuello blanquecino del menor. Lamiendo, marcando, succionando, saboreando… cada parte de ese cuello. A cada lamida quería más. Succionó fuertemente casi donde la mandíbula, cerca de la oreja, dejando una marca rojiza. Aprovechó que estaba cerca de la oreja para susurrarle.
- Marcado. Eres mío. – le susurró sensualmente, el menor abrió los ojos sonrojado, lo que había dicho le resultaba muy embarazoso. Tragó saliva, nervioso, podía sentir a Daiki con su cuerpo, ya que la camiseta ya no la tenía. Sintió algo frío en uno de sus pezones, miró y vio que era Daiki que le estaba succionando ese botón
Yamada sentía un placer intenso, que aumentó al notar como la mano de Daiki se dirigía a su entrepierna, suavemente, haciéndole desear más, que le tocase, que jugase con él… Escuchó el sonido del botón del pantalón desabrocharse, señal de que lo que tanto deseaba llegaría. La fría mano de Daiki se metió entre su pantalón y la ropa interior. Masajeó el miembro para despertarlo, que hasta ahora permanecido dormido, rápidamente su miembro reaccionó a la caricia. Hacía círculos con la mano mientras que despegaba su boca del pezón de Yamada, casi rojo.
Se estiró un poco para besarle en los labios hambrientamente, necesitado, salvaje. Sacó la mano de la entrepierna, para colocar una de sus piernas entre las dos de Yamada, de forma que aprisionase su miembro. Antes eso Ryosuke reprimió un gemido que amenazaba con escaparse de su garganta. Daiki daba pequeños empujoncitos haciendo que su pierna aprisionase el miembro del menor que gemía suavemente, a la vez, la entrepierna de Daiki rozaba con una de las piernas de Yamada. Ambos gemían levemente, pues el contacto era excitante.
Daiki lo volvió a besar hambriento, deseoso de más contacto y oír los gemidos de Yamada lo hacían desear más. Después de acabar ese beso, el cual Yamada había correspondido con la misma intensidad… Daiki fue descendiendo por su pecho, besando cada músculo marcado, jugando con su ombligo… dejando un rastro de saliva, por cada sitio al que pasaba. Aprovechó que el pantalón estaba desabrochado, así sería más fácil, bajó lentamente el pantalón junto con la ropa interior.
Por fin podía ver el miembro del menor, miró el rostro de Ryosuke y vio que estaba todo sonrojado y su expresión era de incredulidad. Seguramente le daba pena que él le viera. Daiki lo cogió con ambas manos, y lo dirigió hacia su boca, primero saboreó la punta y después recorrió lo demás. Saboreaba cuan niño pequeño con su caramelo favorito.
- Mmhh… - suspiró el menor arqueando la espalda por el placer que estaba recibiendo. ¿Cómo se podía sentir tanto placer? Era indescriptible. El placer era demasiado, pero la vergüenza también. ¿Cómo habían acabado así? Tenía que reconocer que el mayor le había atraído físicamente, parecía una persona que necesitaba ser protegida, o por lo menos le había dado esa sensación. Pero ahora… parecía una persona completamente diferente a la que él había pensado. Su vista se nubló a causa del placer y su mente se puso en blanco. Ya no podía pensar, ni razonar, solamente sentir…
Daiki seguía en la labor de hacerle sentir mucho placer. Podía sentir que el menor estaba ya en las últimas, asique paró, aún no quería que eso sucediese. Y subió para besarle el cuello, estaba hambriento, necesitaba hacerlo suyo cuanto antes y parecía que Yamada lo estaba pidiendo. Con ese sonrojo, respirando agitadamente, y gimiendo levemente, era lo más tentador que había encontrado en su vida.
Yamada cogió entre sus manos el rostro de Daiki y lo besó fogosamente, sorprendiendo al mayor. Sin permiso de Arioka, Ryosuke introdujo su lengua en la cavidad del mayor, explorándola, saboreándola… sabor al que se había hecho adicto, más que con las fresas. Daiki intentó corresponder con la misma pasión. El mayor sintió como Ryosuke introducía su mano en su ropa interior, acariciando, suavemente su miembro, que ya estaba despierto. Hacía círculos con su mano, haciendo gemir al mayor. Daiki deshizo el beso para emitir un fuerte gemido a causa de que el menor hubiese apretado su miembro.
- Y-Yamada… - suspiró el mayor cerrando los ojos, disfrutando lo que el menor le hacía sentir.
- Llámame Ryosuke. – pidió totalmente excitado el menor. Daiki gimió otra vez. Esos gemidos eran un canto angelical para los oídos de Yamada, le parecían tan excitantes… que hacían que su temperatura corporal subiese. – Di mi nombre. – pidió el menor en el oído de Daiki.
- Ryo… - no pudo continuar a causa de un gran gemido producido al eyacular en la mano del menor. Daiki respiraba agitadamente, el simple contacto de sus cuerpos no era suficiente, asique se levantó y se quitó los pantalones junto con los bóxers. El miembro de Yamada seguía erecto, asique sonrió.
Daiki se sentó en la cadera del menor, para introducir el miembro en su entrada, no era la primera vez, asique no le haría daño. Estaba por comenzar a introducirlo.
- Matte… - la excitación era notable en la voz del menor. Daiki se extrañó pero enseguida intuyó lo que pasaba.
- ¿Quieres ir a la habitación? – él también estaba muy excitado, además, escuchar la ronca voz de Yamada por la excitación, lo encendía aún más. Se miraban fijamente.
- No… - respondió. – ¿Te vas a arrepentir luego? – continuó impidiendo que Daiki entrase en él, pero él no quería parar eso, es más, deseaba que Daiki continuase. Y como si Daiki lo hubiese escuchado introdujo el miembro de Yamada en él. Ambos gimieron fuertemente, pues la rapidez con la que Daiki había actuado, había sido muy placentera.
- P-Por supuesto que n-no me arrepentiré. – difícilmente le respondió, ya que estaba muy excitado.
Daiki comenzó a subir y bajar a lo largo de toda la extensión del miembro de Yamada, envolviéndolo en él. Yamada hundió sus dedos en las caderas del menor, el placer era demasiado, se mordía el labio inferior tratando de reprimir los gemidos que surcaban su garganta. Daiki se agachó para susurrarle en el oído.
- N-No te reprimas, quiero oírte. – como pudo se lo dijo, ya que el placer no le dejaba pensar en nada. Daiki besó sus labios desesperado, solo hacía unos minutos que no los había besado y ya sentía la necesidad de volverlos a besar. Pero el beso no duró mucho ya que Daiki soltó un gran gemido al sentir que Yamada llegaba a ese punto en el que se sentía tanto placer. Nunca lo había alcanzado, Yamada era el primero que lo conseguía.
Ambos estaban sudados y cansados, pero eso no era un impedimento, querían más, sentir más, experimentar más… Daiki subía y baja al compás de las caderas de Yamada que subían y bajaban profundizando cada embestida, haciéndolos gemir del placer.
Yamada quería hacerle sentir el mismo placer que Daiki le estaba haciendo sentir a él. Agarró el miembro del mayor, sorprendiéndole, pero al segundo siguiente estaba gimiendo aún más fuerte que antes. A Ryosuke le encantaba escuchar esos gemidos salir de la garganta del mayor.
Yamada aumentaba el ritmo a medida que él se acercaba al orgasmo, tal parecía que Daiki también lo alcanzaría dentro de poco. Las paredes de la Daiki aprisionaban el miembro de Ryosuke, haciéndole experimentar un placer exquisito, jamás sentido antes.
Poco después ambos llegaron al orgasmo, Yamada eyaculando en el interior de Daiki y éste en la mano del menor. Daiki cayó exhausto en el cuerpo de Ryosuke. El menor en cuento lo tubo encima de su cuerpo sonrió tiernamente. Las respiraciones de ambos eran agitadas y sus corazones aún seguían acelerados a causa de la excitación.
Poco a poco sus respiraciones se fueron pausando, aunque la de Daiki era más lenta, se estaba quedando dormido. Yamada le acarició la cabeza como a un niño pequeño, Daiki le transmitía mucha ternura, aunque momentos antes no parecía así para nada. Cuando Arioka quedó profundamente dormido aprovechó para escabullirse, ya que Daiki estaba encima de él, y vestirse. Tenía que salir de ahí cuanto antes.
Se vistió y tapó a Daiki con una manta, ya que estaba desnudo. Le acarició el pelo y le besó la mejilla tiernamente, con este gesto el mayor sonrió mientras cambiaba de postura.
Yamada salió por la puerta, no sin antes dirigirle una última mirada tierna al mayor que aún seguía sonriendo, a lo cual él sonrió también.
Después de ese encuentro Daiki no supo nada del menor, al igual que Yamada de Daiki. Ya habían pasado dos semanas desde ese encuentro y Daiki no había dejado de pensar en Ryosuke y en lo que había sentido con él. Era algo inexplicable, no podía representarse con palabras. Era algo mucho más fuerte que lo que había sentido por Kota, mucho más. Y por eso no había podido quitarse al menor de la cabeza en todo ese tiempo. Pero, ¿cómo había cavado así? Ni siquiera lo conocía, no sabía dónde vivía, ni cuántos hermanos tenía, ni que día había nacido No sabía nada de él ¿entonces? ¿De qué se había enamorado? ¿Del físico? Eso parecía, ya que de la personalidad no sabía nada.
- Joven, ¿cuánto te debo? – le interrumpieron sus pensares, la persona a la que tenía que entregarle el pedido. Es verdad, estaba trabajando no se podía distraer o sino su jefe le regañaría. Tenía que prestar más atención a su trabajo.
Después de dar el pedido se dirigió otra vez a su trabajo, para decirle al feje que ya lo había enviado y que había acabado por hoy. Y así lo hizo, después de acabar con el turno se dirigía a su casa, para darse una ducha. Hoy, otra vez, había hecho mucho calor. Pero algo lo desvió de su camino, más bien alguien. Ese alguien le pareció Yamada de lejos, asique se acercó para comprobar si era él. Y su sorpresa fue grande al descubrir que, en efecto, era él. Pero no iba solo, con él estaba otro chico con el cuál hablaba muy cariñosamente. Eso le dio mucha curiosidad asique los siguió. Sabía que hacía mal pero… la curiosidad mató al gato.
Se metieron por una de esas calles que estaba repleta de tiendas. Vio que ambos se pararon en una tienda a mirar el escaparate, asique se posicionó en un sitio dónde pudiese escuchar la conversación claramente.
- ¿Ryosuke qué te gustaría? – le preguntó el otro chico. Que era alto, de pelo moreno y bastante guapo también. Aunque para Daiki nadie se comparaba a Yamada. Lo había llamado por el nombre, debían ser bastantes cercanos. La idea de que fuesen novios se le pasó por la mente, pero no quería que fuese real, asique la desechó.
- No hace falta que me compres nada, Yuto. – “Yuto” ese era el nombre del acompañante de Yamada, que casualmente también lo llamaba por el nombre. Eso cada vez hacía que la opción de que fuesen “novios” encajase más.
- ¡Claro que sí! – enérgicamente el más alto contestó. – ¡Cómo recuerdo de nuestro primer mes juntos! – eso tomó por sorpresa a Daiki.
Entonces… sí eran novios. Y además… llevaban un mes saliendo ¡Un mes! Eso quería decir que Yamada le había sido infiel a su novio… ¡con él!
- ¿Nani? – instintivamente salió del lugar en el que estaba escondido. Y así Yamada y su novio pudieron verle, revelando que los había estado espiando. – Asique tienes novio… - susurró Daiki totalmente sorprendido, no se lo podía creer. Había sido cómplice de una infidelidad…
- Daiki… ¿qué haces aquí? – por fin escuchaba la voz de Yamada, además había dicho su nombre. Daiki lo miró totalmente entristecido, mirada de la cual Ryosuke se había dado cuenta. – ¿Lo has escuchado? – preguntó Yamada temiéndose lo peor. Que Arioka hubiese escuchado eso era lo peor que le podía pasar. Daiki asintió, revelando que había escuchado todo.
- Etto… - Yuto había interrumpido la conversación que estaban teniendo, pues no entendía nada. – Ryosuke… ¿conoces a este chico? – preguntó el novio de Yamada.