Sí, me tardo muchísimo, pero no sabéis que caos es mi vida. Os invito a que la veáis, algo imposible lo sé. Pero bueno, basta de dramones, lo importante es que traigo cap. Algo cortito, pero aquí está.
Este fic tiene toda la pinta de ser larguísimo, ya que quiero enredarlo del todo :3. Al punto que vosotras lo leáis y digais "madre mía, ¡pero decídete ya y quédate con uno!" Y tengo previsto, que absolutamente todos tengan enredos amorosos. ^3^
Pero bueno, ¡aquí tenéis el cap!
¡A disfrutar!
Game cap.6
Daiki miraba desesperado el teléfono, hacía dos días Hikaru le había dado un últimatum. Tenía que ponerse con la exclusiva ya. Tenía de plazo una semana para enterarse de los detalles de la nueva empresa, de los porqués de la nueva sucursal y demás. Eso suponía tener que llamar a Yamada Ryosuke y no quería. No quería verle, le hacía mal a su organismo. Le caía tan mal que se le revolvía el estómago cada vez que le veía. O eso se decía a sí mismo.
- Llámale ya. - le escuchó decir a Takaki. Tanto resoplido por parte del menor le estaba sacando de quicio, además que le llamase le venía de perlas para su propio trabajo.
- Ya lo sé. - suspiró mirando fíjamente la pantalla táctil de su móvil. - Pero no sabes lo insoportable que es ese chiquillo. - Takaki rodó los ojos.
- Bueno, ahora conoces a su asistente. Habla con el amigo de Yaotome, quizá te pueda ayudar. - le restó importancia. Takaki no veía mayor problema más que la inseguridad del menor.
Arioka asintió mientras sonreía aliviado. No tenía por qué llamarle a Yamada directamente, podía pedirle el teléfono del asistente a Hikaru, después de todo eran amigos ¿no?
Corrió hacia el cubículo de su superior, que estaba alejado. Más apartado de los demás, puesto que necesitaba más privacidad que el resto. Se posicionó delante de la mesa de este mientras esperaba a que acabase de revisar unos papeles.
- ¿Qué quieres, Daiki? - en la revista no podía llamarle por su apodo, no quería que el resto de empleados creyesen que tenía un trato de favor.
- Tienes que hacerme un favor. - sonrió enormemente, Hikaru miró dubitativo esa sonrisa. Algo tramaba.
- ¿Cuál? - se interesó un poco y dejó de lado la primicia y las fotos de la boda de una famosa actriz.
- ¿Podriás darme el número de Okamoto-san? - ensanchó la sonrisa. El de melena castaña enarcó una ceja incrédulo.
- ¿El número de Keito? - repitió, Daiki solamente asintió manteniendo la sonrisa. - ¿Para qué lo quieres? - se quitó las gafas que usaba para leer, así podía observar mejor las expresiones en el rostro del menor.
- Es que... me pareció buen chico y quería salir a tomar algo con él. - se rascó una mejilla algo nervioso. Sabía que cuando HIkaru se ponía en plan detective, nada se le escapaba a su mirada marrón.
- ¿Perdón? - Yaotome pestañeó varias veces incrédulo. ¿Podía ser que Daiki fuese de la otra acera? ¿Qué batease en el otro campo?
- ¡No es para nada raro! - exclamó negando con ambas manos a la vez. Daiki sabía las películas que podía montarse Hikaru en su cabeza.
- Entonces dime la verdad. - Arioka suspiró derrotado, nada se le escapaba a su superior. No por nada había conseguido ser líder de grupo en la sección de cotilleos de la revista.
- Es el asistente de Yamada-san.... - susurró diciendo la verdad. Hikaru sonrió, eso sí tenía más sentido.
- Vaya, parece que te has puesto en serio con el tema de Yamada. - dijo mientras dirigía de nueva cuenta la mirada al follier que tenía en las manos.
Hubo un pequeño silencio en el que Daiki esperaba a que su superior acabase de revisar los papeles. Después Yaotome cogió un boli y un papel pequeño de color amarillo donde apuntó el teléfono de Keito y se le lo extendió. Arioka sonrió ampliamente cuando recibió el papel e hizo una reverencia en señal de gracias.
- Te contentas con muy poco. - dijo Takaki una vez que Arioka llegó a su mesa. Este asintió, lo que no sabía el mayor era que esos números eran su libertad, el no tener que toparse con Yamada de nuevo.
****
En una mansión a las afueras de Tokyo, en la zona más adinerada de la cuidad, estaba un chico moreno revisando unos papeles en su enorme habitación. Era bastante joven, pero ya estaba más que acostumbrado a quedarse trabajando en esas tardes de sol como esta.
Levantó la vista y se fijó en el gran ventanal que había al lado de su enorme cama. Se perdió en la claridad, transportándole la mente a otro sitio.
- Yuri. - escuchó una voz severa al otro lado de la puerta de roble que tenía su habitación. Se giró súbitamente al llamado.
Se levantó del escritorio y con paso calmo se dirigió a la puerta para después abrirla y encontrar allí a su padre.
- Padre... - saludó por cortesía, tuviese los años que tuviese ese hombre siempre conseguiría infundirle un enorme respeto. - ¿Ha pasado algo? - se aventuró a preguntar el moreno de bajita estatura.
Yuri observó cómo su padre entraba en su habitación y se dirigía a uno de los sillones que había rodeando una mesa de café. Éste le siguió y se sentó en el otro sillón en frente de su progenitor.
- ¿Has conseguido el contrato con la empresa de Yamada? - invadió el tema de frente, como siempre había sido su padre. Yuri evadió su mirada, todavía no tenía los papeles firmados, pero sabía de sobra que le iba a dar la construcción a él.
- Todavía no está oficializado en papel, pero verbalmente tenemos el contrato. - sentenció el menor de los Chinen mientras dirigía su mirada a su padre en señal de valentía.
- ¿Verbalmente? - hizo una pausa donde observó detenidamente el rostro de su hijo. - Eso no es un contrato, necesitas los papeles. - su voz era autoritaria y gélida, sin ninguna emoción en ella. - Ya lo has estropeado bastante al no conseguir el contrato con Nishikido, no lo estropées más. -
Yuri se revolvió en el sillón incómodo. No sabía cómo decirle a su padre que estuviese tranquilo, que Ryosuke seguramente le diese el trabajo a él, sin tener que explicarle qué clase de relación tenían. Tragó saliva, pues sentía la garganta seca por la fuerza que sentía en la mirada de su padre.
- Estoy más que seguro de que Ryosuke nos dará el trabajo a nosotros. - erguió su espalda como su progenitor le había enseñado y le miró directo a los ojos.
- No lo sé, contigo nunca nada es seguro. - sentenció mientras se levantaba y se dirigía a la puerta. - Consigue ese contrato sí o sí, o tomaré replesarias. -
Yuri suspiró cuando su padre cerró la puerta. No podía con la tensión de tener que estar con él. Le infundía mucho respeto y miedo, sí, su padre nunca había sido cariñoso con él, ni con su hermana. Con su madre era diferente, alguna vez se le veía un atisvo de amor en sus ojos o en sus gestos. Siempre había estado enfrascado en la empresa. Le agradecía el esfuerzo, pues gracias al arduo trabajo de su padre nunca les había faltado de nada. Bueno sí, tal vez les había faltado un padre. Pero podía entender el por qué su padre se enfrascaba tanto en la empresa. Él mismo estaba casi absorvido por ella. Eran muchas responsabilidades, muchas preocupaciones, muchas personas a su cargo y mucho estrés. Sólamente tenía 24 años y ya estaba a cargo de ella. Todavía tenía el respaldo de su padre, pero él hacía la mayoría de las cosas.
Se levantó y caminó hacia la cama, se dejó caer sobre ella y miró el techo blanco de su habitación. Soltó nuevamente un suspiro. Dirigió de nuevo la mirada hacia el ventanal. ¿Qué estaría haciendo Ryosuke? Sonrió al pensar en él.
Ryosuke era su vía de escape de su padre, de su trabajo, de su estrés... de todo. No recordaba un momento en el que Ryosuke no estuviese en él. Se conocían desde pequeños, habían asistido a la misma primaria, secundaria e incluso a la misma universidad, pues ambos habían estudiado Dirección y Administración de Empresas. Recordaba nítidamente todos los momentos con él, cuando jugaban en su jardín de niños, o cuando pasaron la pubertad juntos. Las salidas de fiesta, que alguna se habían pegado y cuando casi habían heredado las empresas juntos.
Cerró los ojos para verle en su mente. Y ensanchó la sonrisa.
Ryosuke era todo para él. Había estado en sus peores momentos y en los mejores tambíen. Le había apoyado en cada decisión que había tomado. Juntos tenían un pasado maravilloso, juntos habían sido los más populares de su salón, juntos habían ido de acampada, juntos habían hecho de rabiar a sus respectivas hermanas, juntos habían... experimentado todas las primeras veces. Todavía no podía creer cómo habían pasado de ser mejores amigos a una especie de amantes. Porque tampoco era que fuesen novios, simplemente... amantes ocasionales. Y estaba bien con ello. Tal vez podía ser algo posesivo, pero es que quería ser tan importante para Ryosuke como lo era él para su persona. Sólo el conocía a Ryosuke en todas las facetas, sólo él sabía cómo era el rostro de Ryosuke cuando lloraba y sólo él sabía cómo era su rostro cuando hacía el amor.
¿Tal vez sentía más que atracción por Yamada? Pues seguramente, no sabía a ciencia cierta qué era lo que Ryosuke representaba para él. Sí, era su mejor amigo, su amante, su compañero de aventuras, su confidente, su... todo. Pero no sabía si era algo fraternal, sexual o romántico. Sinceramente sabía que sin Ryosuke no podría seguir. Era su mayor apoyo. Y tenía la manía de querer monopolizarlo. Por eso cuando Ryosuke recibió esa llamada en la madrugada que estaban juntos sintió esos celos. No quería que nadie le apartase de su lado, no quería que nadie le sacase esa sonrisa que vio asomar en el rostro del mayor. No quería perderle. Tenía el derecho a reclamarle.
- ¿Yuri? - unos golpecitos se escucharon en la puerta de su habitación. Estos le sacaron de sus pensamientos. Y se levantó sorprendido, reconocía esa voz. Era él. - ¿Puedo pasar? -
A Chinen se le aceleró un poco el corazón, era él, era Ryosuke. ¿Qué hacía en su casa? No era raro que viniese, solía hacerlo una vez a la semana, pero no le había avisado. Se levantó de la cama, se acomodó la ropa levemente y le indicó que pasase.
Cuando abrió la puerta vio a la razón de sus pensamientos anteriores. Tan guapo en traje, el pelo algo engomiado y la corbata aflojada. El mayor pasó y cerró la puerta tras de él.
- ¿Que pa-
Yuri abrió los ojos sorprendido, el mayor estaba besándole urgentemente. Correspondió al beso tan pronto como se recompuso. Rodeó con sus brazos el cuello del mayor. Notó la urgencia en los labios del mayor que le lamía su labio inferior. Abrió la boca para recibir a la caliente lengua en su cavidad. El mayor le rodeó la cintura y lo apretó contra su cuerpo, intensificando el contacto, haciendo que ambos cuerpos se sintiesen por encima de la ropa. Se separaron cuando sus pulmones necesitaron oxígeno.
Ryosuke le miraba intensamente, notaba un brillo desconocido en su mirada.
- ¿Ha pasado algo? - preguntó con la respiración entrecortada después del beso que se habían dado.
Yamada negó con la cabeza y se acercó para besarle de nuevo. Esta vez profundizó el beso desde el principio, adentrando la lengua en la cavidad del menor con urgencia. Aventuró sus manos por debajo del polo blanco del moreno. Acariciándole suavemente la espalda que reaccionó poniendo el bello de punta. Chinen se aferraba a su cuello, empezaban a fallarle las rodillas. Con tan poco y ya le tenía a su merced. Enterraba los dedos en el cabello del mayor, revolviéndoselo.
Se separaron nuevamente por falta de oxígeno, pero el estado de ellos era caótico. Chinen estaba algo sonrojado a causa de la excitación del momento y Yamada igual. Sus respiraciones bajaban y subían. Se miraban intensamente, como queriendo decirse muchas cosas, pero ninguna transmitían.
Se unieron en un beso aún más fogoso mientras caminaban hacia la cama. Yamada recostó al menor en ella, quedando encima de él, apoyando su peso en sus brazos para no incomodar a Chinen. Su beso seguía, nada parecía romper la unión que tenían.
Pronto a los besos se unieron caricias frenéticas por ambos cuerpos mientras lentamente se desvestían el uno al otro. Una vez los dos quedaron en ropa interior se dedicaron a observarse mutuamente. Yuri observaba el trabajado pecho de su acompañante, mientras Ryosuke fijaba su vista en los ojos marrones del menor. Deboró su boca nuevamente mientras tocaba el miembro de su amante ocasional por encima del bóxer, arrancándole suspiros entre beso y beso.
Acabaron por desvestirse del todo, observando ambos el miembro del otro. Mirándolo con deseo. Chinen fue el primero en tomar la iniciativa. Giró sobre la cama quedando él encima. Repartió besos desde la clavícula del mayor hasta el ombligo, haciendo gemir levemente a Ryosuke. Siguió bajando hasta que se topó con el miembro erecto del otro. Sonrió ladinamente al verle en ese estado, le encantaba ponerle así. Sin ningún pudor lo metió entero en la boca notando el suspiro intenso de su acompañante.
Yamada puso una mano en la cabeza del menor indicándole el ritmo que tenía que seguir. Aunque poco podía decirle, se conocían perfectamente en este ámbito. Arqueaba la espalda ante el placer recibido. Solo Chinen conseguía ponerle la mente en blanco. Gemía levemente, sabía que el servicio de la casa andaría cerca. Gruñó cuando sintió que el calor de la boca de Chinen se marchaba. Abrió los ojos observando los movimientos del menor. Sonrió de lado al ver que Yuri se sentaba en sus caderas, introducciendo él mismo su miembro en su estrecha entrada.
Ryosuke arqueó la espalda ante la placentera sensación de unirse de nuevo al menor. Yuri subía y bajaba en un ritmo que le torturaba, era demasiado lento. Llevó sus manos a las caderas del menor y aceleró el ritmo. Cuando el moreno hubo cogido el ritmo, llevó su mano al miembro de Chinen y comenzó a masajearlo para proporcionarle aún más placer.
Ambos gemían levemente, aunque conforme se iban acercando al clímax aumentaban el volumen de sus gruñidos.
- Me encanta... - susurró con voz ronca el mayor mientras miraba a Yuri subir y bajar por toda su extensión. Aumentó el ritmo de su mano conforme él mismo se iba acercando al final. Quería llegar los dos a la vez.
Segundos más tarde los dos se sumían en un increíble orgasmo. Yamada terminó dentro del moreno y éste en la mano del mayor. Chinen cayó rendido en el pecho de su acompañante. Ambos tenían las respiraciones agitadas, estaban algo bañados en sudor y sonrojados.
Ryosuke llevó su mano limpia a la cabeza del moreno para acariciarla. Intentaba regular su respiración, había sido una sesión de sexo bastante intensa. Como siempre que lo hacía con Chinen. Se entendían a la perfección.
- ¿Ha pasado algo? - preguntó de nuevo Yuri mientras se erguía para mirar al mayor a los ojos. Este bufó y desvió la mirada.
- Nada importante. - susurró acariciándole la cabeza, revolviéndole aún más el pelo.
Chinen disfrutaba de las caricias, le encantaban estos momentos con Yamada. Pero quería saber qué le preocupaba. El mayor solía ser así de demandante en el sexo, pero sabía que algo le sucedía. Y quería saberlo, para poder apoyarle, fuese lo que fuese.
- Sabes que puedes decirme lo que sea. - susurró Chinen mientras volvía a apoyar la cabeza en el pecho del mayor escuchando los, ya normalizados, latidos de su corazón.
Yamada seguía acariciándole la cabellera morena a su amigo. Miraba pensativo el techo. No sabía qué le pasaba, estaba de muy mal humor estos días. Lo había pagado con el pobre Keito y ahora se desquitaba con Chinen. ¿Qué podía estarle afectando? ¿Sería todo el tema de la nueva sucursal? Seguramente, era todo reuniones, papeleos, permisos, visitas al ayutamiento, entrevistas y demás. Estaba cansado. Pero había algo más que no le dejaba concentrarse en el trabajo. Tal vez sería por que Arioka no se había dignado a llamarle ni una sola vez. Tenía la esperanza que después de revelarle que era homosexual, le llamase. Intuía que Daiki era gay, pero no sabía que fuese tan difícil de conseguir. Además sólo quería un revolcón con él, nada más. Pero no, el niño se hacía de rogar todos los días. Ni si quiera un mensaje, una llamada ni nada.... ¡claro que era eso lo que le mosqueaba! ¡No le gustaba sentirse ignorado!
Bajó la mirada hacia el menor y notó que estaba durmiendo. Sonrió tiernamente. Chinen después del acto siempre se quedaba dormido y normalmente él también, pero hoy su cabeza estaba por no dejarle descansar. Suspiró levantándose intentando no despertar al moreno que dormía plácidamente sobre su pecho. Lo colocó bien sobre la cama y le arropó. Se fue vistiendo lentamente mientras observaba a su mejor amigo. Le molestaba preocuparle, pero qué decirle cuando ni el mismo se entendía.
Escuchó su móvil sonar dentro de su maletín. Lo buscó rápidamente para coger la llamada rápidamente y así no despertar a Yuri.
- ¿Diga? - preguntó mientras miraba al menor cerciorándose de que éste no se hubiese despertado.
- Buenas tardes, soy Arioka, de la revista. - hizo una pausa donde suspiró algo cansado. Yamada sonrió inconscientemente. - Le llamaba para concertar una entrevista. -
- Sí, claro. - ensanchó la sonrisa. Al parecer su suerte empezaba a cambiar.
- ¿Podría ser mañana? - escuchó el pasar de las hojas al otro lado de la línea, intuyó que el mayor estaba apuntando algo.
- Sí, a la hora de cenar sería estupendo. Paso a buscarte. - y colgó. No quería escuchar un no por parte del otro.
Chinen miró de reojo a Ryosuke. Se había despertado cuando sintió al mayor hablando por teléfono, aunque había optado por hacerse el dormido y escuchar a escondido. Nuevamente Ryosuke traía esa sonrisa en el rostro y el humor le había cambiado significativamente. Apretó la sábana entre sus manos, le daba rabia. Él quería ser quien le sacase esa sonrisa. De nuevo se preguntaba, ¿quién era esa persona? ¿Y qué era para Ryosuke?
Fin del cap.6
¿Qué os ha parecido?
Este cap sirve para ir conociendo poco a poco la historia de Yamada y Chinen. Aunque todavía hay muchas cosas que contar sobre estos dos, hay muchos secretos ocultos de ellos que se irán sabiendo.
Habrá mucha trama.
¿El Lemon os gustó? Algo sosaina, ¿verdad?
¡Prometo mejorar!
¡Muchísimas gracias a las que me leéis de verdad! ¡Me animáis un montón!
¡Muchísimas gracias también por perder vuestro tiempo en esta historia! ^^
¡Mimi-chan desta~~!