miércoles, 11 de julio de 2018

[Serial] Game. Cap6

¡Muuuuy buenas! ¡Nuevo cap!
Sí, me tardo muchísimo, pero no sabéis que caos es mi vida. Os invito a que la veáis, algo imposible lo sé. Pero bueno, basta de dramones, lo importante es que traigo cap. Algo cortito, pero aquí está.
Este fic tiene toda la pinta de ser larguísimo, ya que quiero enredarlo del todo :3. Al punto que vosotras lo leáis y digais "madre mía, ¡pero decídete ya y quédate con uno!" Y tengo previsto, que absolutamente todos tengan enredos amorosos. ^3^

Pero bueno, ¡aquí tenéis el cap!
¡A disfrutar!




Game cap.6



Daiki miraba desesperado el teléfono, hacía dos días Hikaru le había dado un últimatum. Tenía que ponerse con la exclusiva ya. Tenía de plazo una semana para enterarse de los detalles de la nueva empresa, de los porqués de la nueva sucursal y demás. Eso suponía tener que llamar a Yamada Ryosuke y no quería. No quería verle, le hacía mal a su organismo. Le caía tan mal que se le revolvía el estómago cada vez que le veía. O eso se decía a sí mismo.

- Llámale ya. - le escuchó decir a Takaki. Tanto resoplido por parte del menor le estaba sacando de quicio, además que le llamase le venía de perlas para su propio trabajo.

- Ya lo sé. - suspiró mirando fíjamente la pantalla táctil de su móvil. - Pero no sabes lo insoportable que es ese chiquillo. - Takaki rodó los ojos.

- Bueno, ahora conoces a su asistente. Habla con el amigo de Yaotome, quizá te pueda ayudar. - le restó importancia. Takaki no veía mayor problema más que la inseguridad del menor.

Arioka asintió mientras sonreía aliviado. No tenía por qué llamarle a Yamada directamente, podía pedirle el teléfono del asistente a Hikaru, después de todo eran amigos ¿no?

Corrió hacia el cubículo de su superior, que estaba alejado. Más apartado de los demás, puesto que necesitaba más privacidad que el resto. Se posicionó delante de la mesa de este mientras esperaba a que acabase de revisar unos papeles.

- ¿Qué quieres, Daiki? - en la revista no podía llamarle por su apodo, no quería que el resto de empleados creyesen que tenía un trato de favor.

- Tienes que hacerme un favor. - sonrió enormemente, Hikaru miró dubitativo esa sonrisa. Algo tramaba.

- ¿Cuál? - se interesó un poco y dejó de lado la primicia y las fotos de la boda de una famosa actriz.

- ¿Podriás darme el número de Okamoto-san? - ensanchó la sonrisa. El de melena castaña enarcó una ceja incrédulo.

- ¿El número de Keito? - repitió, Daiki solamente asintió manteniendo la sonrisa. - ¿Para qué lo quieres? - se quitó las gafas que usaba para leer, así podía observar mejor las expresiones en el rostro del menor.

- Es que... me pareció buen chico y quería salir a tomar algo con él. - se rascó una mejilla algo nervioso. Sabía que cuando HIkaru se ponía en plan detective, nada se le escapaba a su mirada marrón.

- ¿Perdón? - Yaotome pestañeó varias veces incrédulo. ¿Podía ser que Daiki fuese de la otra acera? ¿Qué batease en el otro campo?

- ¡No es para nada raro! - exclamó negando con ambas manos a la vez. Daiki sabía las películas que podía montarse Hikaru en su cabeza.

- Entonces dime la verdad. - Arioka suspiró derrotado, nada se le escapaba a su superior. No por nada había conseguido ser líder de grupo en la sección de cotilleos de la revista.

- Es el asistente de Yamada-san.... - susurró diciendo la verdad. Hikaru sonrió, eso sí tenía más sentido.

- Vaya, parece que te has puesto en serio con el tema de Yamada. - dijo mientras dirigía de nueva cuenta la mirada al follier que tenía en las manos.

Hubo un pequeño silencio en el que Daiki esperaba a que su superior acabase de revisar los papeles. Después Yaotome cogió un boli y un papel pequeño de color amarillo donde apuntó el teléfono de Keito y se le lo extendió. Arioka sonrió ampliamente cuando recibió el papel e hizo una reverencia en señal de gracias.

- Te contentas con muy poco. - dijo Takaki una vez que Arioka llegó a su mesa. Este asintió, lo que no sabía el mayor era que esos números eran su libertad, el no tener que toparse con Yamada de nuevo.





****





En una mansión a las afueras de Tokyo, en la zona más adinerada de la cuidad, estaba un chico moreno revisando unos papeles en su enorme habitación. Era bastante joven, pero ya estaba más que acostumbrado a quedarse trabajando en esas tardes de sol como esta.

Levantó la vista y se fijó en el gran ventanal que había al lado de su enorme cama. Se perdió en la claridad, transportándole la mente a otro sitio.

- Yuri. - escuchó una voz severa al otro lado de la puerta de roble que tenía su habitación. Se giró súbitamente al llamado.

Se levantó del escritorio y con paso calmo se dirigió a la puerta para después abrirla y encontrar allí a su padre.

- Padre... - saludó por cortesía, tuviese los años que tuviese ese hombre siempre conseguiría infundirle un enorme respeto.  - ¿Ha pasado algo? - se aventuró a preguntar el moreno de bajita estatura.

Yuri observó cómo su padre entraba en su habitación y se dirigía a uno de los sillones que había rodeando una mesa de café. Éste le siguió y se sentó en el otro sillón en frente de su progenitor.

- ¿Has conseguido el contrato con la empresa de Yamada? - invadió el tema de frente, como siempre había sido su padre. Yuri evadió su mirada, todavía no tenía los papeles firmados, pero sabía de sobra que le iba a dar la construcción a él.

- Todavía no está oficializado en papel, pero verbalmente tenemos el contrato. - sentenció el menor de los Chinen mientras dirigía su mirada a su padre en señal de valentía.

- ¿Verbalmente? - hizo una pausa donde observó detenidamente el rostro de su hijo. - Eso no es un contrato, necesitas los papeles. - su voz era autoritaria y gélida, sin ninguna emoción en ella. - Ya lo has estropeado bastante al no conseguir el contrato con Nishikido, no lo estropées más. -

Yuri se revolvió en el sillón incómodo. No sabía cómo decirle a su padre que estuviese tranquilo, que Ryosuke seguramente le diese el trabajo a él, sin tener que explicarle qué clase de relación tenían. Tragó saliva, pues sentía la garganta seca por la fuerza que sentía en la mirada de su padre.

- Estoy más que seguro de que Ryosuke nos dará el trabajo a nosotros. - erguió su espalda como su progenitor le había enseñado y le miró directo a los ojos.

- No lo sé, contigo nunca nada es seguro. - sentenció mientras se levantaba y se dirigía a la puerta. - Consigue ese contrato sí o sí, o tomaré replesarias. -

Yuri suspiró cuando su padre cerró la puerta. No podía con la tensión de tener que estar con él. Le infundía mucho respeto y miedo, sí, su padre nunca había sido cariñoso con él, ni con su hermana. Con su madre era diferente, alguna vez se le veía un atisvo de amor en sus ojos o en sus gestos. Siempre había estado enfrascado en la empresa. Le agradecía el esfuerzo, pues gracias al arduo trabajo de su padre nunca les había faltado de nada. Bueno sí, tal vez les había faltado un padre. Pero podía entender el por qué su padre se enfrascaba tanto en la empresa. Él mismo estaba casi absorvido por ella. Eran muchas responsabilidades, muchas preocupaciones, muchas personas a su cargo y mucho estrés. Sólamente tenía 24 años y ya estaba a cargo de ella. Todavía tenía el respaldo de su padre, pero él hacía la mayoría de las cosas.

Se levantó y caminó hacia la cama, se dejó caer sobre ella y miró el techo blanco de su habitación. Soltó nuevamente un suspiro. Dirigió de nuevo la mirada hacia el ventanal. ¿Qué estaría haciendo Ryosuke? Sonrió al pensar en él.

Ryosuke era su vía de escape de su padre, de su trabajo, de su estrés... de todo. No recordaba un momento en el que Ryosuke no estuviese en él. Se conocían desde pequeños, habían asistido a la misma primaria, secundaria e incluso a la misma universidad, pues ambos habían estudiado Dirección y Administración de Empresas. Recordaba nítidamente todos los momentos con él, cuando jugaban en su jardín de niños, o cuando pasaron la pubertad juntos. Las salidas de fiesta, que alguna se habían pegado y cuando casi habían heredado las empresas juntos.

Cerró los ojos para verle en su mente. Y ensanchó la sonrisa.

Ryosuke era todo para él. Había estado en sus peores momentos y en los mejores tambíen. Le había apoyado en cada decisión que había tomado. Juntos tenían un pasado maravilloso, juntos habían sido los más populares de su salón, juntos habían ido de acampada, juntos habían hecho de rabiar a sus respectivas hermanas, juntos habían... experimentado todas las primeras veces. Todavía no podía creer cómo habían pasado de ser mejores amigos a una especie de amantes. Porque tampoco era que fuesen novios, simplemente... amantes ocasionales. Y estaba bien con ello. Tal vez podía ser algo posesivo, pero es que quería ser tan importante para Ryosuke como lo era él para su persona. Sólo el conocía a Ryosuke en todas las facetas, sólo él sabía cómo era el rostro de Ryosuke cuando lloraba y sólo él sabía cómo era su rostro cuando hacía el amor.

¿Tal vez sentía más que atracción por Yamada? Pues seguramente, no sabía a ciencia cierta qué era lo que Ryosuke representaba para él. Sí, era su mejor amigo, su amante, su compañero de aventuras, su confidente, su... todo. Pero no sabía si era algo fraternal, sexual o romántico. Sinceramente sabía que sin Ryosuke no podría seguir. Era su mayor apoyo. Y tenía la manía de querer monopolizarlo. Por eso cuando Ryosuke recibió esa llamada en la madrugada que estaban juntos sintió esos celos. No quería que nadie le apartase de su lado, no quería que nadie le sacase esa sonrisa que vio asomar en el rostro del mayor. No quería perderle. Tenía el derecho a reclamarle.

- ¿Yuri? - unos golpecitos se escucharon en la puerta de su habitación. Estos le sacaron de sus pensamientos. Y se levantó sorprendido, reconocía esa voz. Era él. - ¿Puedo pasar? -

A Chinen se le aceleró un poco el corazón, era él, era Ryosuke. ¿Qué hacía en su casa? No era raro que viniese, solía hacerlo una vez a la semana, pero no le había avisado. Se levantó de la cama, se acomodó la ropa levemente y le indicó que pasase.

Cuando abrió la puerta vio a la razón de sus pensamientos anteriores. Tan guapo en traje, el pelo algo engomiado y la corbata aflojada. El mayor pasó y cerró la puerta tras de él.

- ¿Que pa-

Yuri abrió los ojos sorprendido, el mayor estaba besándole urgentemente. Correspondió al beso tan pronto como se recompuso. Rodeó con sus brazos el cuello del mayor. Notó la urgencia en los labios del mayor que le lamía su labio inferior. Abrió la boca para recibir a la caliente lengua en su cavidad. El mayor le rodeó la cintura y lo apretó contra su cuerpo, intensificando el contacto, haciendo que ambos cuerpos se sintiesen por encima de la ropa. Se separaron cuando sus pulmones necesitaron oxígeno.

Ryosuke le miraba intensamente, notaba un brillo desconocido en su mirada.

- ¿Ha pasado algo? - preguntó con la respiración entrecortada después del beso que se habían dado.
Yamada negó con la cabeza y se acercó para besarle de nuevo. Esta vez profundizó el beso desde el principio, adentrando la lengua en la cavidad del menor con urgencia. Aventuró sus manos por debajo del polo blanco del moreno. Acariciándole suavemente la espalda que reaccionó poniendo el bello de punta. Chinen se aferraba a su cuello, empezaban a fallarle las rodillas. Con tan poco y ya le tenía a su merced. Enterraba los dedos en el cabello del mayor, revolviéndoselo.

Se separaron nuevamente por falta de oxígeno, pero el estado de ellos era caótico. Chinen estaba algo sonrojado a causa de la excitación del momento y Yamada igual. Sus respiraciones bajaban y subían. Se miraban intensamente, como queriendo decirse muchas cosas, pero ninguna transmitían.
Se unieron en un beso aún más fogoso mientras caminaban hacia la cama. Yamada recostó al menor en ella, quedando encima de él, apoyando su peso en sus brazos para no incomodar a Chinen. Su beso seguía, nada parecía romper la unión que tenían.

Pronto a los besos se unieron caricias frenéticas por ambos cuerpos mientras lentamente se desvestían el uno al otro. Una vez los dos quedaron en ropa interior se dedicaron a observarse mutuamente. Yuri observaba el trabajado pecho de su acompañante, mientras Ryosuke fijaba su vista en los ojos marrones del menor. Deboró su boca nuevamente mientras tocaba el miembro de su amante ocasional por encima del bóxer, arrancándole suspiros entre beso y beso.

Acabaron por desvestirse del todo, observando ambos el miembro del otro. Mirándolo con deseo. Chinen fue el primero en tomar la iniciativa. Giró sobre la cama quedando él encima. Repartió besos desde la clavícula del mayor hasta el ombligo, haciendo gemir levemente a Ryosuke. Siguió bajando hasta que se topó con el miembro erecto del otro. Sonrió ladinamente al verle en ese estado, le encantaba ponerle así. Sin ningún pudor lo metió entero en la boca notando el suspiro intenso de su acompañante.

Yamada puso una mano en la cabeza del menor indicándole el ritmo que tenía que seguir. Aunque poco podía decirle, se conocían perfectamente en este ámbito. Arqueaba la espalda ante el placer recibido. Solo Chinen conseguía ponerle la mente en blanco. Gemía levemente, sabía que el servicio de la casa andaría cerca. Gruñó cuando sintió que el calor de la boca de Chinen se marchaba. Abrió los ojos observando los movimientos del menor. Sonrió de lado al ver que Yuri se sentaba en sus caderas, introducciendo él mismo su miembro en su estrecha entrada.

Ryosuke arqueó la espalda ante la placentera sensación de unirse de nuevo al menor. Yuri subía y bajaba en un ritmo que le torturaba, era demasiado lento. Llevó sus manos a las caderas del menor y aceleró el ritmo. Cuando el moreno hubo cogido el ritmo, llevó su mano al miembro de Chinen y comenzó a masajearlo para proporcionarle aún más placer.

Ambos gemían levemente, aunque conforme se iban acercando al clímax aumentaban el volumen de sus gruñidos.

- Me encanta... - susurró con voz ronca el mayor mientras miraba a Yuri subir y bajar por toda su extensión. Aumentó el ritmo de su mano conforme él mismo se iba acercando al final. Quería llegar los dos a la vez.

Segundos más tarde los dos se sumían en un increíble orgasmo. Yamada terminó dentro del moreno y éste en la mano del mayor. Chinen cayó rendido en el pecho de su acompañante. Ambos tenían las respiraciones agitadas, estaban algo bañados en sudor y sonrojados.

Ryosuke llevó su mano limpia a la cabeza del moreno para acariciarla. Intentaba regular su respiración, había sido una sesión de sexo bastante intensa. Como siempre que lo hacía con Chinen. Se entendían a la perfección.

- ¿Ha pasado algo? - preguntó de nuevo Yuri mientras se erguía para mirar al mayor a los ojos. Este bufó y desvió la mirada.

- Nada importante. - susurró acariciándole la cabeza, revolviéndole aún más el pelo.

Chinen disfrutaba de las caricias, le encantaban estos momentos con Yamada. Pero quería saber qué le preocupaba. El mayor solía ser así de demandante en el sexo, pero sabía que algo le sucedía. Y quería saberlo, para poder apoyarle, fuese lo que fuese.

- Sabes que puedes decirme lo que sea. - susurró Chinen mientras volvía a apoyar la cabeza en el pecho del mayor escuchando los, ya normalizados, latidos de su corazón.

Yamada seguía acariciándole la cabellera morena a su amigo. Miraba pensativo el techo. No sabía qué le pasaba, estaba de muy mal humor estos días. Lo había pagado con el pobre Keito y ahora se desquitaba con Chinen. ¿Qué podía estarle afectando? ¿Sería todo el tema de la nueva sucursal? Seguramente, era todo reuniones, papeleos, permisos, visitas al ayutamiento, entrevistas y demás. Estaba cansado. Pero había algo más que no le dejaba concentrarse en el trabajo. Tal vez sería por que Arioka no se había dignado a llamarle ni una sola vez. Tenía la esperanza que después de revelarle que era homosexual, le llamase. Intuía que Daiki era gay, pero no sabía que fuese tan difícil de conseguir. Además sólo quería un revolcón con él, nada más. Pero no, el niño se hacía de rogar todos los días. Ni si quiera un mensaje, una llamada ni nada.... ¡claro que era eso lo que le mosqueaba! ¡No le gustaba sentirse ignorado!

Bajó la mirada hacia el menor y notó que estaba durmiendo. Sonrió tiernamente. Chinen después del acto siempre se quedaba dormido y normalmente él también, pero hoy su cabeza estaba por no dejarle descansar. Suspiró levantándose intentando no despertar al moreno que dormía plácidamente sobre su pecho. Lo colocó bien sobre la cama y le arropó. Se fue vistiendo lentamente mientras observaba a su mejor amigo. Le molestaba preocuparle, pero qué decirle cuando ni el mismo se entendía.

Escuchó su móvil sonar dentro de su maletín. Lo buscó rápidamente para coger la llamada rápidamente y así no despertar a Yuri.

- ¿Diga? - preguntó mientras miraba al menor cerciorándose de que éste no se hubiese despertado.
- Buenas tardes, soy Arioka, de la revista. - hizo una pausa donde suspiró algo cansado. Yamada sonrió inconscientemente. - Le llamaba para concertar una entrevista. -

- Sí, claro. - ensanchó la sonrisa. Al parecer su suerte empezaba a cambiar.

- ¿Podría ser mañana? - escuchó el pasar de las hojas al otro lado de la línea, intuyó que el mayor estaba apuntando algo.

- Sí, a la hora de cenar sería estupendo. Paso a buscarte. - y colgó. No quería escuchar un no por parte del otro.

Chinen miró de reojo a Ryosuke. Se había despertado cuando sintió al mayor hablando por teléfono, aunque había optado por hacerse el dormido y escuchar a escondido. Nuevamente Ryosuke traía esa sonrisa en el rostro y el humor le había cambiado significativamente. Apretó la sábana entre sus manos, le daba rabia. Él quería ser quien le sacase esa sonrisa. De nuevo se preguntaba, ¿quién era esa persona? ¿Y qué era para Ryosuke?


Fin del cap.6

¿Qué os ha parecido?
Este cap sirve para ir conociendo poco a poco la historia de Yamada y Chinen. Aunque todavía hay muchas cosas que contar sobre estos dos, hay muchos secretos ocultos de ellos que se irán sabiendo.
Habrá mucha trama.
¿El Lemon os gustó? Algo sosaina, ¿verdad?
¡Prometo mejorar!
¡Muchísimas gracias a las que me leéis de verdad! ¡Me animáis un montón!
¡Muchísimas gracias también por perder vuestro tiempo en esta historia! ^^
¡Mimi-chan desta~~!

jueves, 31 de mayo de 2018

[Serial] Game. Cap.5

¡Muuuuuy buenas!
¡Aquí dejo el cap 5! Sí, lo sé, tardo muchísimo en publicarlos. Pero no tengo nada de tiempo. Es más. ahora mismo son las 4:39 de la noche en mi país. Estos son los ratitos que tengo para ponerme al ordenador, así que imaginaros.
Pero lo importante es que está aquí y que podéis leerlo.
¡Me encantó leeros en el cap anterior! ¡Muchísimas gracias! La verdad es que me animásteis un montón y eso me incitó a escribir. Así que es gracias a vosotros que el cap esté aquí.
¡Un nuevo miembro aparece! Y además se desvela la relación de éste con algunos de los demás.
¡A disfrutar!
Yo a ver si empiezo el cap 6...



Capítulo 5



Takaki resopló, llevaba dos días en esa revista pero ya estaba agotado. Mucho ajetreo. Esos chicos parecía que trabajaban a contrarreloj todos los días. Exclusivas de bodas por aquí, nuevas empresas por allá... No le gustaba nada ese mundillo. Prefería muchísimo más su tranquila oficina, algo apurada algunas veces, pero siempre relajada y calma.

- ¡Takaki! - escuchó su nombre en forma de grito. Nuevamente Daiki estaba en su sitio para comer. Le sonrió y se levantó cogiendo la cartera de su maletín.

- ¿Qué tal el día? - el menor sacó tema de conversación, Takaki era muy amable y simpático, pero bastante nulo en las conversaciones. Aunque era parte de su encanto.

- Bien, bastante tranquilo la verdad. Aunque todavía no me acostumbro a este ajetreo. - se sinceró girándose en su silla para mirar al menor. Este sonrió alegre, tenía razón, su revista era un caos casi todos los días.

- Y esto no esa nada, espera a que haya alguna exclusiva... - ensanchó la sonrisa Daiki. Takaki bufó molesto, no quería ni imaginar a que ese día llegase. 

- ¿Quieres que tomemos un descanso? - preguntó el menor sonriente todavía. Yuya miró el reloj que había en la pantalla del ordenador, las 12 del mediodía, buena hora para tomarse un descanso.

Asintió y se levantó. Caminaron hacia la cafetería que estaba en el piso inferior, decidieron ir por las escaleras. 

- ¡Arioka! - se escuchó en medio del pasillo. El nombrado se encogió de hombros ante el susto, pero no se giró al llamado. 

- Mierda... - susurró el nombrado. Takaki miraba la escena extrañado, se giró a mirar a la persona que había gritado en medio del pasillo. 

Tenía el pelo algo largo y teñido de un castaño claro y se acercaba rápidamente hacia Daiki. Éste ni se movía, parecía incluso temblar. ¿Quién sería ese chico? 

- ¿A dónde crees que vas? - preguntó el recién llegado una vez que estuvo junto a ellos. Takaki miraba la escena todavía sin comprender. - Dejamos la conversación a medias. - el menor seguía sin girarse, y tenía el ceño algo fruncido.

- ¡Te estoy hablando, Tapioka! - gritó el otro chico. "¿Tapioka?" pensó Yuya extrañado. Ante ese llamado el otro se giró rápidamente encarando al tercero en llegar.

- ¡No me llames así! - gruñó el menor. Takaki miraba a todos lados incómodo, esos dos estaban siendo demasiado escandalosos, la gente todavía seguía trabajando.

Yuya abrió los ojos sorprendido cuando vio como el que acababa de llegar le daba un capón al más bajo de los tres. Este se sobó la parte afectada. 

- ¡No olvides que soy tu superior! - exclamó nuevamente en voz alta el otro. Takaki comenzaba a preguntarse si esos dos no sabían hablar en un tono bajo.

- ¿Qué es lo que quieres? Ahora mismo iba a tomar un café. - habló malhumorado el menor, mientras se cruzaba de brazos. Parecía incluso enfadado.

- Perfecto, es el momento justo para un café. - habló el tercero mientras miraba su reloj de pulsera que parecía algo caro. Daiki levantó una ceja. Takaki seguía mirando la escena perplejo, sin entender absolutamente nada.

- ¿Qué? ¡Nadie te invitó! - levantó el tono de voz nuevamente Arioka. 

- ¿Perdona? - preguntó el otro mientras nuevamente levantaba el puño, amenazando al menor con otro capón si no aceptaba.

Takaki parpadeó incrédulo, ¿qué era todo esto? ¿Quién era ese hombre? ¡No entendía nada! ¡Parecía que se habían olvidado de que él estaba ahí! Y ahora tenía que tomar un café con otro revoltoso que sacaba su puño a pasear demasiado rápido.

Los tres caminaron hacia la cafetería. Yuya escuchaba como el de melena rubia reñía todo el camino a Daiki, que solamente estaba callado, aunque se apreciaba su enfado. Se notaba que se mordía la lengua por no contestarle. 

Llegaron y pidieron un café los tres, aunque Yuya lo acompañó con un sandwich, a esa hora siempre le entraba hambre. Se sentaron en una mesa algo apartada, escogida por Daiki pues el otro seguía riñéndole por el tono con el que le había hablado.

- Perdona... - habló de repente el de melena mirando a Yuya que saboreaba su sandwich. Éste le miró sorprendido de que le hablase. - No nos han presentado... - continuó una vez que obtuvo la atención de Takaki. 

- Daiki, preséntanos. - ordenó el de melena. Daiki abrió la boca sorprendido
.
- ¿Qué? ¡Preséntante tú mismo! - alzó un poco la voz algo mosqueado. Su superior le irritaba de sobremanera, eran muy buenos amigos, pero era algo insoportable todo tenía que decirlo.

- ¡Qué nos presentes! - se alteró de nuevo el de melena. Takaki tragó el trozo de sandwich que todavía tenía en la boca. Vio como el otro se acomodaba la chaqueta del traje gris que llevaba 

- Takaki Yuya. - habló Daiki hastiado mientras señalaba al nombrado. - Yaotome Hikaru, mi superior. - señaló al susodicho. 

Takaki se limpió con la servilleta que le habían dado junto al sandwich. Extendió la mano para extrecharla con el superior de Daiki. 

- Takaki, un placer. Estoy de "intercambio" aquí. - habló gesticulando las comillas. Pues no era un intercambio en sí.

- Oh, entonces tu eres el que trabaja en Construcciones Chinen. - sonrió Hikaru. Takaki asintió. No sabía por qué pero Hikaru y Daiki emitían la misma aura de escandalosos. No le molestaba, pero era algo que le cansaba. Le recordaba a su hermano pequeño.

- Así que os conocéis. - siguió hablando Yaotome. Daiki asintió.

- Sí, trabaja con Inoo-chan. - respondió Arioka ya de mejor humor. Cuando Yaotome se ponía en plan patrón era insoportable. 

- Oh, ¿trabajas con Inoo? - se sorprendió el superior de Daiki. Takaki asintió.

- ¿Le conoces? - preguntó sin mucho interés, la verdad es que intuía que Yaotome era una persona que raramente se mantenía callada, entonces optó por sacar tema de conversación. Además, ya había acabado de comer.

- Sí, Dai-chan, Inoo-chan y yo fuimos a la misma secundaria. Aunque claro, Dai-chan iba un curso por debajo. - sonrió y le revolvió el cabello al nombrado. Este bufó molesto, mientras se lo acomodaba.

- Ya veo. Entonces os conocéis bastante. - Takaki le pegó un trago a su café para terminar de pasar el sandwich. Yaotome asintió sonriente.

- Así es, aunque Daiki todavía no lleva eso de tratarme con respeto. - habló orgulloso el de melena. Daiki levantó una ceja.

- Já, no te debo ningún respeto. - sonrió de medio lado el menor. Yaotome quitó su postura de autosuficiencia y levantó el puño nuevamente.

- ¿Cómo dices? - habló entredientes simulando furia. La verdad es que se llevaban bastante bien.

Hubo un tiempo donde habían perdido el contacto, pues Daiki había tardado en entrar en la universidad de periodismo mientras que él había entrado a la primera. Pero se reencontraron en la universidad y casualmente habían hecho las prácticas en la misma revista, y los habían cogido a los dos. Con años de diferencia claro está. Para cuando Daiki entró en la revista Yaotome ya llevaba dos años trabajando en ella. Por eso ahora era su superior.

Siguieron hablando de trivialidades como de anécdotas de la secundaria. Takaki participaba poco, como cuando le preguntaban cómo era Inoo en el trabajo contestaba, o cuando le preguntaban cualquier cosa. 

Takaki optó por retirarse antes, quería subir a la azotea haber si echaba un cigarro. Después de comer era lo que le pedía. Yaotome y Daiki decidieron quedarse y pedirse otro café. 

- ¿Cómo vas con la exclusiva de Yamada? - preguntó Hikaru posando el vaso de plástico donde estaba su café solo. Arioka desvió la cabeza.

- No he avanzado nada... - susurró hastiado. No quería hacer la exclusiva, pero Yaotome se la había encargado alegando que el mismo Yamada quería que la hiciese él. No entendía ese afín que tenía el menor por molestarle. Ahora ni en el trabajo podía relajarse.

- Dai-chan... - el tono calmado del mayor sorprendió al nombrado, y más ya que había usado el apodo de la secundaria. - Sabes que mi jefe se va a enfadar si no lo tenemos a tiempo. ¿Qué pasa si otra revista se entera y se nos adelanta? - Hikaru juntó las manos encima de la mesa, entrelazando los dedos.

- Ya lo sé... pero es una persona difícil de tratar. - su tono era bajo, pero Yaotome pudo escucharlo perfectamente. Achicó los ojos, examinando a su amigo de la secundaria.

- ¿Por qué dices eso? No es lo que he escuchado. Tengo entendido que es un chico bastante amable y maduro para la edad que tiene. - siguió examinando las expresiones de su bajo amigo. ¿Por qué decía algo así? ¿Puede que tuviesen algún tipo de contacto? ¿Y por eso Yamada había querido que Daiki se encargase de su exclusiva?

- Por que sí... he tenido que cruzarme varias veces con él. - respondió. No quería decir que en verdad era un niño mimado, egocéntrico y arrogante. Porque eso dañaría su imagen pública y tampoco le caía tan mal.

Hikaru seguía escudriñándole con la mirada. Sabía que Daiki ocultaba algo. Tal vez conocía a Yamada personalmente, o habían coincidido en algún sitio y sabía algo que él ignoraba. Sonrió de lado, ya se encargaría de saberlo. No por nada había sido de los mejores periodistas de su generación en su revista. Le encantaba su profesión y creía que tenía el deber de informar al pueblo de las cosas que hacían los famosos. Que el pueblo supiese qué clase de gente eran los idols que seguían, para bien o para mal. Y Yamada no sería la excepción. Es más, veía una oportunidad de oro con Daiki. Pues si no recordaba mal, Yamada también había pedido que fuese Daiki quién se encargase de la sesión de fotos, cuando no se necesitaba a ningún periodista para eso. Y ahora quería que él otra vez se encargase de la noticia de la empresa, era bastante sospechoso.

- ¿Pasa algo? - preguntó Daiki al notar a Hikaru callado, algo raro en su persona. Hikaru negó restándole importancia a la vez que una sonrisa de lado le asomaba en el rostro.




****




Inoo salía de la empresa a la vez que miraba su reloj de pulsera. Miró a ambos lados y caminó en dirección a la estación de metro. Suspiró, echaba de menos a Takaki. La verdad es que era un chico bastante reservado y poco hablaba, pero para él su presencia era primordial en la oficina. Qué se podía hacer, le gustaba. Había caído rendido a sus pies. No había sido amor a primera vista, más bien fue cuando poco a poco fue tratándole. Empezaron a hablar casualmente, de cosas sin importancia. Nada complicado, pues Inoo era una persona bastante abierta. Había sido al revés con Yuya, quién le había costado más abrirse, contarle sobre su familia y demás. Aunque poco sabía sobre sus intereses románticos o parejas del pasado. Pero pensándolo bien, le daba igual. Estaba mejor sin saberlo.

Suspiró de nuevo mirando el reloj. Aceleró un poco el paso o perdería el metro que le dejaba en la estación de su vecindario. Caminó unas cuadras más, ya podía divisar la entrada subterránea que daba al metro. Entonces miró de nuevo el reloj y se dio cuenta de que el tren había pasado hacía cinco minutos. Bufó molesto. Después de casi haber corrido había perdido el tren. Miró en todas direcciones buscando un sitio donde pasar la hora que le quedaba para que llegase el siguiente tren. Encontró un bar estilo americano que le llamó la atención. Más bien alguien. Ensanchó enormemente la sonrisa al notar quién estaba en la terraza de ese bar. 

Corrió hasta la terraza, causando casi un accidente al cruzar sin mirar. Sus ojos estaban puestos solamente en la persona que ahí estaba. Su corazón latía acelerado de volver a verle, aunque sólo hacía dos días que no se veían y le preguntaba a Daiki por él todos los días, no era lo mismo. Sintió como si su estómago se llenase de repente, aunque no había comido nada desde el medio día, no tenía nada de hambre. ¿Serían las famosas mariposas?

- Buenas. - saludó nada más llegar. Pues pensando en todas esas cosas ya había llegado junto a él.

- ¡Inoo! - respondió al saludo Takaki. No se esperaba para nada toparle ahí. Miró a todos lados buscando la razón de por qué estuviese ahí.

Inoo notó que miraba a los lados, se entristeció un poco al pensar que tal vez estaría esperando a alguien.

- ¿Esperas a alguien? - habló en un tono lastimero, que Takaki por supuesto no notó. Este negó rotundamente. 

- No, no, siéntate. - señaló la silla en frente de él para que el moreno se sentase. Este le obedeció contento. 

- ¿Qué haces por este área? - preguntó interesado Takaki. La verdad que había sido una grata sorpresa. 

- Pensé que por aquí llegaría antes a la estación, pero me equivoqué. - habló sonriendo. Takaki sonrió levemente también, ese era la torpeza habitual de Inoo. - ¿Qué tal todo por la revista? - preguntó a la vez que le hacía una seña a la camarera. 

- Bien, aunque no me acostumbro al ajetreo. Muchos papeles, mucho estrés. - comentó mientras guardaba su teléfono al cual estaba jugando antes de que llegase Inoo. El moreno rió levemente sorprendiendo al mayor.

- Normal, las revistas suelen ser así. ¿Qué tal te trata Dai-chan? - habló Inoo antes de pedir un té helado al camarero que se había acercado y nada más recibir la orden se marchó.

- Muy bien, la verdad es que es un gran chico. - hizo una pausa donde bebió de su Coca-Cola. Inoo sintió una punzada de celos en el pecho. No era de extrañar, Inoo siempre había sido algo posesivo con las personas que le gustaban.

- Aunque bastante escandoloso. - suspiró recordando el tono en el que hablaba el menor. Inoo sonrió ante eso, sí, había que acostumbrarse a la energía de Daiki. - Echo de menos la oficina. - volvió a suspirar mientras se pasa la mano por el pelo. Estos días hacía mucho calor.

A Inoo se le iluminaron los ojos pensando que tal vez en la palabra "oficina" entrase todo el conjunto, él también. 

- Oh... ¿las sillas son más cómodas en nuestra oficina? - bromeó Inoo mientras llevaba un dedo a su barbilla haciéndose el tonto.

Takaki soltó una carcajada, no se esperaba para nada ese comentario. Kei escuchó ese sonido que a él le pareció angelical. Sí, le echaba de menos una barbaridad. Sí, estaba colado de Yuya hasta los huesos. Y no podía hacer nada al respecto.

- Sabes a qué me refiero. Echo de menos todo en general. La tranquilidad de la oficina, el poco papeleo, el leve murmullo, el café... todo. - pegó otro trago a su cocacola mientras observaba cómo el camarero depositaba el té helado de Inoo delante de él y se retiraba nuevamente.

- ¿A mí también? - preguntó Inoo casi sin querer. Se empezó a poner nervioso y levantó la mirada mientras cogía las pajitas y jugaba con el hielo. 

Takaki sonrió levemente. 

- Claro que sí. - le había costado acostumbrarse a esos comentarios de Inoo. Pero había aprendido a base de tiempo que Inoo era como un cachorrito abandonado. Que buscaba amor y que necesitaba muestras de cariño cada poco. Y la verdad que a él le costaba poco darle esas muestras de cariño.

Inoo ensanchó la sonrisa enormemente a la vez que se le paraba el corazón. Sabía que Yuya lo hbaía dicho sin segundas intenciones, pero a él le daba igual, el haber escuchado eso le había emocionado. Sabía que era un iluso, que Daiki tenía razón, pero sentía algo muy fuerte por Takaki, algo que él no podía ni frenar ni controlar. Pego un sorbo al té a través de las pajitas pensando que tal vez eso calmase su acelerado corazón.

- ¿Y cómo es que estás por aquí, Takaki-kun? - preguntó Inoo interesado para después sorber de su té. Takaki miró nuevamente su teléfono causando el interés de Kei. Que se preguntaba nuevamente si esperaba a alguien.

- Ah, vivo por aquí cerca. - contestó sin más guardando el móvil. - Suelo tomar algo aquí antes de ir a casa. Como ves, está cerca de la oficina. - Kei asintió. Sí, la verdad que estaba bastante cerca.

- ¿Estás seguro de que no esperas a nadie? - insistió Inoo algo preocupado. Le estaba gustando pasar este tiempo con él, pero si tenía algo que hacer no le gustaría estar estorbando.

Takaki sonrió ante la preocupación del moreno e hizo un ademán con la mano restándole importancia.

- No, no, seguro. Es más, me estoy divirtiendo. - mantuvo la sonrisa el mayor. Takaki realmente no sabía lo que probocaba en el moreno. No sabía que si seguía endulzándole los oídos de esa manera acabaría provocándole taquicardia. 

- ¿Por qué insistes tanto en eso? - se aventuró a preguntar Yuya, ya era la segunda vez que le decía lo mismo.

Kei en vez de contestar señaló a la mano derecha del mayor, mano en la que estaba el teléfono móvil que no había soltado desde que había sacado.

- Ah, ¿por eso? - levantó la mano enseñando el teléfono y sonrió. Kei asintió. - Estoy pendiente porque sobre esta hora suele venir mi hermano pequeño. -

El moreno pareció suspirar. Estaba tranquilo, no había ningún interés romántico por el que preocuparse. O por lo menos, no hoy. Se relajó en el asiento, la verdad que la vida amorosa de Yuya le preocupaba bastante, pero no encontraba el momento perfecto para preguntarle ni mucho menos, la forma de sacar el tema.

Como si hubiese sido invocado el hermano menor Takaki apareció delante de ellos sonriente. Kei se le quedó mirando. Se parecían bastante, solo que el hermano pequeño tenía el pelo corto y negro. Takaki solía tener un aspecto más de Yankee, como más agresivo. Mientras que el pequeño tenía la apariencia de un idol. Alto también y algo moreno de tez.

- Inoo, este es mi hermano pequeño, Yuu. - presentó Yuya presentando al Takaki pequeño. - Yuu, este es mi compañero de trabajo, Inoo Kei. - Inoo sonrió ampliamente. Al fin conocía algo más de Takaki. 

El menor de los tres hizo una reverencia y acto seguido se sentó en la mesa con ellos. Después de eso vinieron charlas sobre los estudios y los asuntos privados Yuu. Tipo chicas, hobbies... 
Inoo desfrutó esa hora en la que tuvo que esperar junto con los hermanos Takaki el tren. Le hubiese gustado quedarse más, pero tampoco podía llegar tarde y no quería importunar, intuía que esto era algo habitual en los hermanos, quería dejarles algo de privacidad. Se despidió de ellos con un reverencia y se dirigió hacia la estación que tampoco quedaba tan lejos. Sonreía contento, había podido ver a Takaki y se había enterado de varias cosas. Como que por lo que se veía no tenía pareja y había podido conocer a su hermano pequeño. No podía esperar para contárselo a Daiki.




****




Okamoto suspiraba cansado, el tener que lidiar por las mañanas con Yamada la verdad que era algo cansado. Aunque pagaba generosamente, había veces que el dinero no era suficiente. Cuando Yamada tenía el día torcido no había quién lidiase con él.

- ¿Otra ronda? - habló el camarero del pequeño bar donde estaba tomando algo. Keito asintió mientras arribana el vaso para que lo llenase de whisky.

Volvió a suspirar. Hoy estaba especialmente cansado, además de que todo el tema de la nueva sucursal lo traía de cabeza. Básicamente el cuadrar el horario de su jefe de las siguientes tres semanas era realmente difícil, y eso que todavía no había acabado.

- ¡Keito! - escuchó su nombre de una voz que reconocería incluso en el infierno. Se giró sonriendo.

- Hikaru, ¿qué tal? - habló girándose hacia su vaso para después sorber de él. El líquido le ardió en la garganta para después calentarle el estómago. 

Hikaru se sentó en el taburete de al lado, dado que Keito estaba en la barra sentado.

- Bien, cansado. - suspiró. El camarero se acercó y Hikaru señaló el vaso de Keito pidiendo otro como el de él.

- Trabajar en una revista debe ser difícil. - Keito le sonrió divertido, anque él estaba igual de cansado y no trabajaba en una revista.

- Sí y más ahora con el tema de vuestra exclusiva. - volvió a suspirar Hikaru mientras le pegaba un trago algo grande a su whisky.

- Dímelo a mí, se me hace imposible cuadrarle los horarios a Yamada-sama. - en su tono se podía notar que realmente estaba derrotado.

Hikaru sonrió a la vez que soltaba un suspiro. El mundo laboral era cansado, da igual de lo que trabajases, te consumía por completo. 

- Hacía mucho tiempo que no venías. - habló de repente el menor que continuaba mirando su vaso. Hikaru sonrió, si la verdad que hacía tiempo que no pasaba por ahí.

Comenzaron a hablar de trivialidades. La verdad es que eran amigos de la infancia, habían crecido juntos, porque además eran vecinos. Sus padres eran muy amigos, y muchas veces habían cenado las dos familias juntas. Es más, era tradicción el juntarse una o dos veces al año. Para Hikaru, Keito era como un hermano pequeño, le daba mucha ternura. Le sacaba ese instinto protector, que por ejemplo su hermana mayor no sacaba. Keito era todo bondad, fácilmente era engañado y la gente tendía a meterse con él. Y cuando esto pasaba, Okamoto solo permanecía callado recibiendo lo que fuese. Varias veces había tenido que ir a defenderlo de algunos abusones. Para él, Keito era una parte importante de su vida. 

Completamente diferente era para el menor, que había estado enamorado toda su vida de al que consideraba su protector. Desde siempre había sabido que él tiraba más para los hombres, desde bien pequeño. Hikaru siempre había sido un referente para él, pues cuando él siempre había sido tímido el mayor era muy extrovertido, era muy fácil hablar con él. Además de que se preocupaba mucho por los demás, más que de sí mismo. Y eso a Keito le encantaba. Sabía que podía contar con él en cualquier situación. Siempre que él estaba en alguna situación tensa, Hikaru acudía a rescatarle. Sonaba muy a manga shoujo, pero era así. Y solamente cuando entró en la secundaria se había dado cuenta de lo importante que era Hikaru, pero en un aspecto completamente diferente al que siempre había creído. Por desgracia nunca habían ido al mismo instituto, Keito había ido a uno que se especializaba en el inglés, así que era que ahora podía hablar los dos idiomas con fluidez. Pero Keito sabía que ese amor no era correspondido, pues él mejor que nadie sabía cuáles eran los sentimientos de Hikaru. Varias veces le había visto tontear con chicas, haciendo que su corazón le doliese, había pasado por varios desamores por causa de la misma persona. Pero era algo que ahora, con 25 años, tenía asumido. Y como persona adulta, comprendía que no siempre la persona que amas te devuelve ese amor. Había aprendido a vivir con esos sentimientos no correspondidos que tenía hacia su amigo de la infancia y protector. E intuía que seguiría así por bastante tiempo. Pues dado su naturaleza, no le diría nunca sus sentimientos.

- Aahh... - escuchó un suspiro del mayor, se giró algo preocupado. Cualquier cosa que hiciese o le pasase a Hikaru le preocupaba de sobremanera. 

- ¿Qué pasó? - preguntó algo preocupado.

- Tenemos que quedar más a menudo, ¿cuánto hacía que no nos veíamos? - habló mirándole directamente a los ojos. Keito tuvo que apartar la mirada de esos ojos color chocolate que tanto le encantaban.

- Pues como dos meses o así... - trató de recordar el menor. Hikaru asintió. 

- Bueno, un día de estos quedamos a tomar algo y te presento a algunos compañeros del trabajo. - sonrió ampliamente el mayor y Keito se quedó prendado de esa sonrisa, que a él le parecía la más bella.




*****




Dos días más tarde del encuentro de Keito y Hikaru era cuando habían pactado encontrarse, pues era viernes y al día siguiente no trabajaba ninguno. Hikaru se lo había comentado a Daiki y por alguna razón Takaki también acabado invitado. Daiki había propuesto invitar a Inoo así quedaban los tres como en los viejos tiempos, aunque también era con segundas intenciones. Puesto que si Takaki iba, era una buena oportunidad de Inoo para acercarse al mayor. 

Arioka había optado por no decirle nada a Inoo sobre el interés romántico que Yuya tenía hacia alguien. No quería desilusionarle. La verdad es que varias veces había tratado de decírselo, pero nada más mencionar el nombre del susodicho, a Kei se le iluminaban los ojos con una intensidad increíble y al final, nunca se atrevía a terminar de contarle. En cierta parte era mejor para su amigo, o eso quería pensar. 

Habían hablado de encontrarse también con un amigo de la infancia de Hikaru. Ellos habían dicho que sin problema.

- ¡Dai-chan! - escuchó el nombrado al salir por la puerta del edificio de su trabajo. Se giró al llamado y encontró que Yuto venía a su encuentro con una enorme sonrisa en la cara y la mano levantada en señal de saludo.

- ¿Qué pasa? - devolvió la sonrisa el mayor, mientras cambiaba el maletín de mano. Yuto recuperó la respiración y le sonrió aún más si cabía.

- ¿Quieres ir a tomar algo? - hizo una pausa donde respiró profundamente. - Ya sabes que los viernes siempre quedamos... - habló rascándose la  mejilla algo nervioso. Arioka abrió los ojos, no se había acordado. Era cierto, los viernes solía quedar con Yuto.

- Ah, lo siento Yuto. - se disculpó mientras desviaba la mirada incómodo, se sentía culpable. Yuto parpadeó varias veces sin entender. - He quedado con unos amigos de la oficina y con Inoo-chan. - explicó.

Yuto tragó saliva, ¿no podían quedar hoy? Todos los viernes desde hacía ya unos cuatro meses quedaban, ¡quería estar con Daiki! Sonrió cuando se le ocurrió una manera de solucionarlo.
- ¿Quiénes irán? - Daiki le miró y vio su mirada algo esperanzada.

- Pues... Takaki, mi superior, Inoo-chan, un amigo de mi superior y yo. - contestó derrotado. No sabía por qué pero no quería ver triste a Yuto. Pocas veces pasaba pues Nakajima era una persona demasiado positiva y enérgica, era difícil entristecerle con algo. Siempre buscaba o una solución o el lado bueno a las cosas.

- ¿Puedo ir? - preguntó deseando que el mayor dijera que sí. 

Quería pasar más tiempo con Daiki, quería que él se acostumbrase a su presencia, llegar a ser alguien en la vida del mayor y después, solo después de ser importante para Arioka, confesarse. Quería primero ganarse su confianza, saber sus temores, sus alegrías, su pasado y sus planes de futuro. Quería ser un pilar para el mayor, que le tuviese en los primeros puestos de sus amistades. Y cuando fuese el momento confesarse, decirle lo que llevaba guardando durante un tiempo, para bien o para mal. 

Daiki suspiró derrotado, nunca podría decir que no a esa cara ilusionada que sólo el menor podría poner. Apretó la boca a la vez que levemente sonreía, sin proponérselo Yuto ejercía una cierta... fuerza sobre sus decisiones. 

- Claro, ¿por qué no? Cuantos más seamos mejor. - ensanchó la sonrisa cuando vio cómo se le iluminaba el rostro al menor. Éste instintivamente le abrazó de la emoción. Daiki sonrió tierno al recibir ese gesto.

Cuando Yuto se dio cuenta de lo que había hecho, al notar la cercanía con el cuerpo del mayor, al oler el aroma que irradiaba Daiki, al acelerársele el corazón al notar el calor del otro cuerpo, se apartó súbitamente. Su corazón le palpitaba frenéticamente a causa de la cercanía con el mayor, y un leve sonrojo se pronunció en el rostro. Desbió la mirada tímido, había sido algo corto,  pero suficiente para abatirle las defensas.

- ¡Tapioka! - se escuchó desde dentro del edificio. 

Yuto abrió los ojos extrañado de escuchar eso, no lo había entendido. ¿Era una palabra italiana? Miró a la razón de casi sufrir taquicardia y lo vio fruncir el ceño y apretar los puños. 

- ¡Qué no me llames así! - le escuchó decir Yuto a Daiki. 

Acto seguido apareció un joven de melena castaña junto a Takaki. Yuto le sonrió a Takaki y éste le devolvió el gesto aunque más disimulado. Miró a la otra persona que no conocía, pero que intuía que fue al que se le escuchó antes.

Vio cómo el de melena le daba un capón a Arioka. Yuto arrugó un poco el ceño, ¿quién  era esa persona y por qué le pegaba a Daiki? Se preguntaba el más alto de los cuatro. 

- Yuto, este es Yaotome Hikaru. Mi superior. - presentó Daiki cuando Hikaru le amenazaba con  pegarle una segunda vez si no los presentaba.

- Hikaru, Nakajima Yuto. Trabaja a veces para la revista. - Hikaru asintió y le extendió la mano. Yuto se la estrechó en un apretón. - Vendrá con nosotros a tomar algo, no pasa nada ¿no? - dijo Daiki. Hikaru negó, la verdad es que se habían juntado unos cuantos. 




****




Llegaron al bar acordado, que era el de la última vez. Estaban los cuatro allí, sólo faltaban Keito e Inoo. Y éste último le había mandado un mensaje diciendo que ya había cogido el metro para allá. Hikaru no sabía nada  de Keito y estaba preocupado, ¿tal vez le había pasado algo?

A los veinte minutos llegó Inoo apurado. Sonrió enormemente al ver a Takaki allí, conversaba tranquilamente con Daiki y el resto. Aunque veía que se llevaba bastante bien con su mejor amigo. Amplió la sonrisa y caminó hacía el final del bar que era donde ellos estaban en una mesa bastante grande. 

- ¡Inoo-chan! - exclamó Hikaru nada más que le vió. Se levantó rápidamente de la silla y caminó a él. Se fundieron en un abrazo. Hacía tranquilamente unos tres años que no se veían. La última vez había sido igual que esta, habían quedado los tres para tomar algo.

Sabían que ahora cada uno tenía su vida y sus obligaciones. Que no podían quedar tan seguido como en la secundaria. Por eso estos encuentros sin planear eran los mejores.

- ¿Qué tal has estado? - preguntó Inoo dándole unas palmadas en la espalda, siendo devueltas por Yaotome de la misma forma. 

- Bien, muy ocupado. ¿Igual que tú, no? - se separaron y ambos sonrieron ampliamente. Los otros tres seguían hablando en la mesa. 

- Sí, algo así. - asintió mientras ambos caminaban hacia la mesa. Inoo les saludó a todos y se sentó al lado de Daiki. Quien le dio una palmadita en la espalda a modo de saludo.

Estuvieron hablando poniéndose al día, pues tenían mucho que contarse. Pasó el tiempo entre risas por las ocurrencias de Daiki y Yuto. Quién rápidamente había cogido confianza con Hikaru. Intuía que era un chico bromista y divertido, y eso le gustaba. Se enteró de que Hikaru, Inoo y Daiki habían ido a la misma secundaria. Y posteriormente Daiki y Hikaru a la misma universidad. Yuto se interesó por saber cómo había sido Daiki e Inoo en la secundaria, aunque más sobre Daiki. Y Yaotome le prometió de quedar algún día para enseñarle los álbunes.

- Perdón por la tardanza. - habló alguien detrás de Takaki, pues era el que estaba de espaldas a la puerta.

Hikaru sonrió aliviado, pues no le había pasado nada a su amigo de la infancia.

- ¡Me tenías preocupado, Keito! - señaló acusadoramente el de melena castaña. Este sonrió restándole importancia y se sentó en el hueco que había entre Takaki y Hikaru, quedando en frente de Yuto.
- Lo siento, Yamada-sama, estaba de muy mal humor hoy y tuve que cuadrarle el horario tres veces. - dijo mientras dejaba la chaqueta colgada del respaldo de la silla. 

Daiki abrió los ojos sorprendido, lo mismo pasó con Yuto. Conocían a ese chico. 

- ¡Eres el asistente de Yamada-san! - señaló Yuto al que acababa de llegar. Hikaru le dio un manotazo en el dedo.

- ¡No le señales! - le riñó. Yuto se sobó la mano mientras pensaba que el propio Yaotome había señalado a Keito cuando llegó.

 - ¿Nos conocemos? - la curiosidad de Keito había aumentado al ver cómo había reaccionado Nakajima.

- Claro. - se adelantó en respoder Arioka. Keito dirigió su mirada al que acababa de hablar. - Hará dos semana Yamada-san estuvo en una sesión de fotos para nuestra revista. - explicó Arioka algo tenso. Recordar ese día no le hacía nada bien, un calor subía desde su bajo vientre al pecho.

- Yo fui el fotógrafo. - se señaló Yuto. Hikaru abrió los ojos sorprendido. 

- Ah, ya me acuerdo. Un placer. - hizo una leve reverencia. 

- ¿Estuviste en la revista y no fuiste a verme? - le acusó algo ofendido Hikaru. Keito apretó la boca.

- Sabes como se pone Yamada-sama, además fui por trabajo. - respondió el menor mientras sacaba el teléfono de su maletín.

- Bueno, yo soy Inoo amigo de la secundaria de Hikka. - se autopresentó el moreno.

- Okamoto Keito. - hizo una leve reverencia al momento de decir su nombre.

- Takaki Yuya. - sintió a su lado el recién llegado. Y nuevamente hizo una reverencia. 

- ¡Qué pequeño es el mundo! - alzó la voz Nakajima. Todavía no se podía creer que tuviese al asistente de Yamada Ryosuke delante de él.

Siguieron hablando tranquilamente, la verdad es que Keito era un chico simpático. Inoo miraba con los ojos iluminados a Takaki. La verdad es que le traía de cabeza, no podía negar que estaba coladito por él. No sabía cómo había pasado, pero ahí estaba, completamente entregado a una persona. Sí, era muy enamoradizo, pero esta vez sentía que saldría bien. Sonrió enamorado.

Yuto miraba cómo Daiki contaba una anécdota de la secundaria. Sonreía enormemente mirando el rostro divertido del mayor. Era bastante expresivo y tierno, le encantaba. Siempre tan vivaz, tan alegre, positivo y extrovertido. Aunque cuando tenía un mal día era mejor ni mirarle. Pero incluso eso le gustaba. Verle la cara enfurruñada por las mañanas, o sonnolienta por la noche. Incluso sonrojado por el alcohol, le gustaba Daiki en todas facetas.

Keito por su parte observaba atento a Hikaru que compartía su punto de vista de la anécdota de Daiki. Sonrió sin darse cuenta. Nunca se cansaría de mirarle, ni de quererle. Temía que nunca se enamoraría de nadie más, que ese gran amor que sentía ahora mismo, no habría nadie que se lo ganase. Nadie se podía comparar a Hikaru. Apoyó la barbilla en la palma de su mano, escuchando atento cada palabra que salía de los labios del mayor.

Notó que alguien le miraba y notó que era el fotógrafo. Se sorprendió levemente, pensando que tal vez le había descubierto. Pero él también había visto como miraba a Arioka. Sonrió al ver como el moreno le sonreía comprensivamente. Keito supo perfectamente lo que quería decir eso.

"Somos iguales, ambos tenemos un sentimiento no correspondido."

Y ambos sonrieron cómplices de compartir ese secreto que nadie más sabía. Sin intuir, que eso les acercaría más de lo que estaban unidos a sus respectivos amores. 



Fin del cap.5






¿Qué os ha parecido? ¿Os va gustando la historia?
Tengo pensado enredarlo un montón, hasta el punto que no se por qué parejas decantarme, pero supongo que conforme vaya abanzando la historia, pondré alguna encuesta. 
¿De qué forma creéis que conectarán Keito y Yuto?
¿Quién será el amor de Takaki?
¿Inoo conseguirá llegar al corazoncito de Takaki?
¿Qué será ese calor en el bajo vientre de Daiki?
¿Cuánto tiempo aguantará Yuto ese amor no correspondido?
¿Qué habrá sido de Yamada y Chinen?
¡Espero vuestras opiniones y comentarios!
¡Mimi-chan destaa~!

miércoles, 25 de abril de 2018

[Serial] Game Cap.4

¡Muuuuuy buenas! Mucho tiempo perdida, lo sé. Pero es que cambié de trabajo y me llevó un tiempo acostumbrarme al nuevo horario. ¡Pero aquí estoy! ¡No lo he abandonado de nuevo, no! ¡Calma! xD
La verdad es que este fic me está gustando mucho escribirlo, y tengo que añadir que últimanete estoy leyendo mucho Yaoi para "documentarme" (es una escusa, me encanta leer manga Yaoi *3*)
¡Tengo que aclarar que las parejas finales están más que decididas! Pero van a estar muuuy, muuuy enredadas, así que no las voy a publicar, y sí, aparecerán más Johnny's, ya podréis ir leyendo alguno en este fic. Habrá algunas parejas de los senpais, pero no profundizaré mucho en ellas, serán menciones, o tendrán algunos diálogos, pero estarán ahí. ^^
También decir que los chicos irán apareciendo poco a poco, y también la relación entre ellos.
Lo que está en cursiva son recuerdos de los personajes.

¡Sin más, a leer!



GAME.

Capítulo 4.



Respiraba profundamente, pues estaba tremendamente nervioso. Su jefe le había llamado y no sabía para qué. Estaba delante de su puerta sin saber muy bien qué hacer. Todavía tenía tiempo de salir corriendo, pues sabía perfectamente que sería para su despido. Suspiró y tocó la puerta.

- Adelante. - la voz autoritaria pero algo aguda sonó al otro lado del cristal de la puerta.
 
Abrió y allí, detras del enorme escritorio vio a su jefe. 

- ¿Me había mandado llamar, Chinen-sama? - inclinó un poco su cabeza mirando al suelo dubitativo.
- Así es, Takaki-kun. - el nombrado se irguió y caminó hasta los sillones que había delante de la mesa de su jefe. 

Tenía que reconocer que ese escritorio le quedaba bastante grande a Chinen, bueno, todo le quedaba grande a Chinen. Pues era de baja estatura, aunque llevaba las riendas de la empresa mejor que cualquier presidente anterior. No se le podía subestimar.

- ¿Sucede algo? - se atrevió a preguntar. Sabía lo despiadado y directo que podía ser el moreno y eso le ponía más nervioso todavía.

- Sí. - hizo una pausa donde cerró la carpeta que estaba leyendo. - Pero nada grave no te preocupes. - se quitó las gafas y le miró amablemente.

- Ah, me había asustado. - suspiró el mayor relajándose en su asiento.

- No pasa nada. - ensanchó la sonrisa, en cierta manera, le gustaba causar ese tipo de miedo. - Estarás una semana trabajando en la revista "Fantastic". - sentenció volviendo a ponerse las gafas y mirar la carpeta.

Takaki se extrañó, ¿por qué querría su jefe mandarle a una revista? 

- ¿Y eso por qué, señor? - habló mirándole incesante, quería saber por qué tendría que irse. No quería pasar tiempo lejos de... 

- Bueno, me he enterado que Yamada-kun, de Industrias Exportadoras Yamada, está pensando en abrir una nueva sucursal. - Takaki no entedía qué tenía que ver eso con su traslado. - Y nosotros somos una constructora... - siguió hablando mientras leía detenidamente ese informe.

- ¿Y qué tiene que ver eso conmigo, señor? - volvió a preguntar. El moreno estaba poniéndole histérico, tardaba mucho en hablar. 

- Bueno, Yamada les dará la exclusiva a ellos, y estará por allí cada poco. - levantó la vista. - Y eres el jefe del departamento de ventas, llevas 6 años en esta empresa, estás más que cualificado para este trabajo. - Chinen sonrió. - Tienes que convencerle de que haga la construcción con nosotros. - le miró fijamente con sus ojos marrones intensos. 

Takaki abrió los ojos sorprendido, Yamada era muy difícil de tratar, o eso había oído. 

- Entiende que si sale este proyecto, nuestra fama incrementará y muchas empresas querrán construir con nosotros. Tiene que salir bien, convéncele, sobórnale, haz lo que tengas que hacer para que diga que sí. - la voz de Chinen sonaba muy autoritaria.

- Entrarás allí en el departamento de ventas, no hace falta que ocultes tu identidad, he hablado con el director y ha dado el visto bueno. - hizo una pausa en la que se quitó las gafas de nuevo.

Takaki asintió y se levantó con intención de irse, tenía que asimilarlo, no le molestaba. Pero él era realmente tímido, el cambiar de aires y menos sin conocer ni la dinámica, ni a la gente ni nada.

- Por cierto. - le interrumpió su jefe cuando estaba por abrir la puerta. Takaki se giró mirando al moreno que le sonreía ampliamente. - También tendrás que conceder una entrevista, se lo he prometido al director. 

- ¿Sobre qué? - se atrevió a preguntar.

- Supongo que sobre nuestras ventas, no lo sé, tu cualquier cosa que te pregunten, respóndela correctamente. Sin comprometer a la empresa. - sentenció el moreno sin ni si quiera mirarle.

Takaki salió de la oficina y caminó por el pasillo para dirigirse al ascensor. Iba pensando en todo y en nada. Sabía que conseguir el proyecto de Yamada-san era más que importante y más para su carrera, si lo conseguía ascendería a un alto cargo. Pero no le gustaba nada eso de tener que andar cambiándose, aunque sería por una semana nada más.

- Oh, Takaki-kun has llegado. - sintió a alguien hablar en cuanto posó un pie fuera del ascensor. No se sorprendió de encontrar a Inoo.

- Buenas, Inoo-kun. - sonrió y siguió caminando. Rápidamente sintió los pasos de Inoo detrás de él. Desde que había entrado en la empresa ese chico era como su sombra, entendía que acababa de entrar y quería hacerle la pelota, puesto que era su jefe.

- ¿Le apetece un café? - Inoo sonrió tímido.

- Claro, solo tú sabes como me gustan. - Takaki sonrió ampliamente.

El corazón de Kei se aceleró al escuchar esas palabras, ¿podría albergar alguna esperanza? Miró fijamente al mayor, percatándose de que lo había dicho sin ningún tipo de intención. Takaki era así, en ese aspecto era como un niño, trasparente y puro como un niño.

Se dio la vuelta y corrió hacia la cafetería a prepararle una taza de café calentita.

Takaki le miró partir, más tarde le diría lo que había hablado con el jefe.





***





Arioka se dejó caer sobre la silla de su escritorio. Estaba cansado la jornada se le estaba haciendo eterna. Bueno, y también porque ayer poco había podido dormir. El arrogante de Yamada le había tenido hasta las 2 de la noche tomando algo con él.

" - ¿Cómo que has quedado? - repitió Inoo sorprendido, cuando él se había ido a la cocina le había dejado medio discutiendo con el chico.

- Sí, así de impertinente es ese mocoso. - habló malhumorado dejándose caer en el sillón. Maldecía su mala suerte y estuvo a punto de echarle la culpa a Inoo por haberle mandado llamar. Pero sabía que Inoo tenía razón.

- Voy a ducharme, hemos quedado a las 8 - eran la siete de la tarde. 




Las ocho en punto y ya estaba en el portal de su edificio esperando a que Yamada llegase. Miraba su reloj indeciso, la idea de marcharse de ahí y darle plantón se le pasó por la cabeza, pero recordó lo que le había dicho, le había chantajeado con no dar la exclusiva. Y conociendo a su jefe le daría una reprimienda que sería recordada en la oficina durante al menos 5 años...

Un coche negro deportivo y bastante caro paró delante de él. La ventanilla del copiloto se bajó lentamente, pues tenía los cristales tintados y no se veía nada del interior. Suspiró al darse cuenta que su "acompañante" estaba ahí sonriéndole de lado. Tenía que reconocer que esas gafas de sol que llevaba y que se había bajado para mirarle por encima de ellas, le quedaban muy, pero que muy, bien. Traía el pelo despeinado, y le caía elegantemente por la frente, no lo traía tan repeinado como en la oficina. También se fijó en la simple camiseta negra con pico en V que llevaba, marcándole los pectorales y sus ejercitados brazos.

- ¿Subes? - ensanchó la sonrisa de medio lado que llevaba e intensificó la mirada que le lanzaba por encima de las gafas de sol. Daiki bufó algo molesto, cuando cualquier otra chica hubiese subido al coche corriendo y suspirando amor, a él solamente le aburría la situación.

Hizo caso y se arrimó al coche para subir en el asiento del copiloto. Yamada sonreía contento, había conseguido que el chico accediese a quedar con él. Lo de la esclusiva era verdad y sabía que podría utilizarlo, pues creía que de ninguna otra forma llegaría a juntarse con Arioka. Y tenía que admitir que nunca se habría podido imaginar que ese sería el estilo de vestir del chico. Pues llevaba una sudadera negra junto con unos jeans ajustados algo rotos, nada parecido al impecable traje que había llevado en la entrevista.

- ¿Dónde quieres ir? - preguntó el menor.

El coche corría por las calles de Tokyo a gran velocidad, sorprendiendo a Daiki que nunca había montado en un coche de ese calibre. Daiki le miró de reojo admirando los jeans que llevaba bastante apretados, se fijó en una cadena de oro que colgaba de su cuello, dándole un aspecto macarra.

- ¿Ahora preguntas? Creí que lo tendrías todo planeado. - bufó apartando la mirada de él y fijándola en su ventanilla. Tenía que apartarla, pues algo en su estómago se movió, algo que le hizo sentirse incómodo.

- Sí, claro que lo tengo todo planeado. Pero quería saber si tenías algo en mente. - sonrió mirando hacia la cerretera con el viento meciéndole levemente los cabellos, pues tenía su ventanilla algo bajada.

Daiki le miró exasperado, de verdad que le sacaba de quicio. Casi le había obligado a ir, bueno sin casi, ¿y ahora le preguntaba si quería ir a algún sitio en específico?

- Primero iremos a tomar unas copas, las hacen increíbles. - habló mientras le miraba pero giró la cabeza de nueva cuenta para mirar la carretera.

Daiki no dijo nada, no tenía gana de nada y menos de estar en el coche de ese sujeto. Siguió mirando a través de la ventana intentando despejar su mente.

El tiempo transcurrió en silencio. Daiki se dio cuenta que habían llegado cuando el auto se paró y notó que estaban en un lugar costero. Se sorprendió, la verdad que estaba bastante absorto en su mente que no le había prestado atención al paisaje. Escuchó cómo Ryosuke abría la puerta así que hizo lo mismo y se bajó del coche.

Nada más poner un pie en el suelo el aire fresco le golpeó en la cara, un aire algo frío, pues estaban en la costa. Pero los 23ºC que hacían disimulaba la brisa, incluso casi se agradecía. Dio la vuelta al coche y se puso al lado del menor, observando cómo este le daba las llaves de su deportivo al aparcacoches del bar. 

Miró el establecimiento y se sorprendió, tenía un aire caribeño, con palmeras y en la terraza en vez de asfalto había arena. Las mesas y sillas de madera y en el centro de las mesas, unos cocos que hacían de basureros. La fachada en un color crema que acompañaba perfectamente el lugar.

- ¿Increíble verdad? - sonrió Yamada al ver el rostro asombrado del otro. Este le miró y asintió sin salir de su asombro. 

Esa cara agradó a Ryosuke, parecía que el Daiki había bajado la guardia y eso le gustó, pues quería poder acercarse a él. Caminó y el mayor le siguió, se acercó al metre y éste les indicó la mesa en la que se iban a sentar. La verdad era que sí que era un lugar de copas, pero podías encargar algo de comida rápida cómo hamburguesas o pizzas, muy occidental el lugar.

- Es increíble. - repitió el mayor observando el lugar, la verdad es que era impresionante. 

Se fijó en la gente de alrededor y notó que todos parecían tener dinero. Buenos peinados, buena ropa, buena presencia y modales... Y entonces se miró a él, desentonaba completamente con el ambiente. Decidió sacarse la sudadera, dejando mostrar su camiseta básica blanca, que parecía que pegaba algo más con el ambiente playero.

Yamada le observó quitarse la sudadera, pudo observar que debajo había una camiseta blanca simple. Esta se le adheria a su pecho, no lo tenía muy tonoficado pero podía intuir que algo de atención le prestaba a su físico. Le quedaba bien ese estilo, su cabello negro lo traía algo rizado.

- ¿Ya sabes que vas a pedir? - comentó el mayor leyendo la carta de copas y cócteles. Todos tenían muy buena pinta y nombres extraños.

Yamada salió de su ensoñación y cogió su carta. La camarera llegó, les tomó nota y se fue no antes sin lanzarle una mirada coqueta a Yamada, cosa que este no notó. Pero Daiki si.

- Estarás cansado... - comentó casi sin darse cuenta. Ryosuke le miró sin comprender a qué se refería. - De que te lancen esas miraditas todo el tiempo... - continuó el mayor.

A él nunca le había pasado, bueno, nunca había tenido un interés romántico y mucho menos alguna relación. 

- Bueno, más que cansado... acostumbrado yo creo. - comentó con un dedo en la barbilla para después darle una sonrisa curva. 

Daiki rodó los ojos, había notado en esa frase cierto... orgullo. Parecía que la situación le prestaba, el llamar la atención del género femenino le regocijaba a su parecer.

- Cómo no... - suspiró cansado, intentaba mantener una conversación con el menor, pero éste tenía un enorme ego como para ello. 

- ¿Has tenido o tienes alguna relación, Arioka-san? - preguntó Ryosuke mientras se apoyaba en la mesa y le miraba intensamente.

- No, ni tengo interés en ello. - su sinceridad consternó un poco al otro, que abrió levemente los ojos.

- Oh, ¿se debe a alguna experiencia traumática del pasado? - Daiki empezaba a incomodarse, ¿a qué venía ese repentino interés en su vida amorosa? Tragó saliva.

- Para nada. - hizo una pausa en la que le miró de nuevo. - Solamente no tengo interés. Ya aparecerá la persona, no tengo intención de buscarla. - 

- Aquí tenéis. - interrumpió la camarera la siguiente pregunta que iba a hacerle Yamada. Daiki le agradeció interamente a esa chica, que era bastante mona, la intromisión.

Se fijó en el color de la bebida de Ryosuke y se sorprendió al ver que era azul. La suya tenía un color amarillo claro, pues llevaba piña. Esperó a que el menor lo probase y se fijó en su expresión.

- ¿Sabe bien? Tiene un color un tanto... - no continuó la frase pues no encontraba adjetivo bueno. Yamada le miró y asintió.

- ¿Quieres probar? - le apuntó con la pajita. Daiki desconfió pero optó por asentir, ¿por qué no?
Se arrimó a la pajita y sorbió de ella, acto seguido el frío líquido pasó por su garganta refrescándole. Se sorprendió cuando notó que sabía delicioso.

- ¿Rico verdad? - sonrió Yamada, Daiki solamente asintió. Sí, estaba bastante bueno.

Arioka se fijó cómo Ryosuke volvía a acercar sus labios a la pajita, sorbiendo por la misma que había bebido él, aún cuando había dos. Notó los carnosos labios del menor en ese acto, rosas y brillantes, tocando el lugar que antes habían tocado los suyos. Prácticamente sus salivas se habían unido ahí, ¿era a eso lo que las chicas llamaban un beso indirecto?  

- ¿Puedo probar del tuyo? - Daiki salió de su mente cuando el otro pronunció esas palabras.

Yamada sonreía, pues había encontrado al mayor mirándole los labios. ¿Qué estaría pensando? Eso solamente aumentaba su ego, que no era poco.

- Claro. - giró la copa y le apuntó con la pajita.

- Mmm... rico. - susurró después de saborear el líquido.
 




****




- ¡Dai-chan! - llamó Yuto sacándole de sus pensamientos. 

Este se sobresaltó en su silla. ¿Qué hacía Nakajima ahí? 

- ¡Yuto! - exclamó mirándole. - ¿Qué haces aquí? - Nakajima amplió su sonrisa.

- Habíamos quedado para tomar algo ¿recuerdas? - su tono entusiasta cansó a Daiki.

Nakajima era siempre muy enérgico, él también, aunque el menor estaba en otro nivel, un nivel al que sólo podía llegar Yuto. No se cansaba con nada, tanto era así, que tenía tropecientos mil hobbies, le gustaba la fotografía, la batería, la equitación, la música... de todo.

- ¿Era así? - no se acordaba que había quedado con él.

- Bueno. - Yuto se sentó en su escritorio, eran bastante cercanos así que a Daiki no le molestó que se sentase encima de unos papeles. - Es normal, estabas bastante... perjudicado. - el menor soltó una risa.

- Borracho, estaba borracho, puedes decirlo. - Daiki se levantó de la silla y colocó una carpeta en la estantería. Con razón no se acordaba.

- Pues lo prometiste. - Nakajima hizo un leve puchero mientras decía aquello. Daiki suspiró solamente quería llegar a su casa y descansar, ya que ayer no había podido.

- Está bien. - sentenció girándose para mirarle. - Pero pagas tú la cena. - Daiki sonrió al ver la cara de asombro del moreno.

- No habíamos hablado nada de cena. - Yuto trató de recordar si habían acordado de cenar juntos, pero no, no había sido.

- ¿Quieres que vaya o no? - comentó divertido Daiki. No sabía por qué pero Yuto siempre hacía lo que le pedía, podía resultar bastante útil cuando requería.

- ¡Sí, sí! ¡Yo pago! - exclamó nuevamente enérgico cogiendo el maletín de Daiki y la chaqueta.
Daiki sonrió ampliamente, le serviría para despejar, además eran las 8, no era tan tarde. Podría salir con Yuto y volver temprano a casa. 

Nakajima y Arioka salían juntos de la empresa hablando trivialidades y sonriendo, la verdad que estaban siendo bastante escandalosos, cuando se juntaban siempre era así. Cuando estaban por salir se cruzaron con una persona que Daiki conocía bien.

- ¡Takaki! - exclamó sorprendido de ver ahí el chico que le gustaba a su mejor amigo. Este se giró sorprendido al llamado, no esperaba que nadie de la revista le conocíese. - ¡Sí que eres tú! - sonrió ampliamente Daiki.

- Oh, Arioka. ¿Trabajas aquí? - preguntó totalmente sorprendido el mayor. Nakajima que era ajeno a todo les miraba hablar sorprendido.

- Sí, ahora mismo terminé. ¿Y tú? Nunca te había visto por aquí. - comentó Arioka.
- Estaré aquí una semana. - contestó Yuya sin sonreír.

A Nakajima le sorprendió que alguien tan serio pudiese estar hablando con Daiki, quien era muy ruidoso y esclandaloso, ¿de qué se podían conocer? 

- ¡Vaya! - Daiki miró por un segundo a Yuto intentando pedirle permiso pero este no entendió nada. - Estábamos por salir a cenar, ¿quieres venir? - 

¡¿Qué?! se preguntaba Yuto interamente. ¿Por qué siempre sus "citas" con Daiki tenían que acabar truncadas? Si no era porque este se emborrachaba, no podía ir y ahora invitaba a ese chico que no conocía de nada. Y que tenía aspecto peligroso, todo había que decirlo.

- No, gracias, no quiero molestar. - se negó intentando seguir caminando. La verdad es que le daba vergüenza, aunque no lo pareciese era bastante tímido.

- No, no molestas, ¿verdad, Yuto? - se giró a mirar a su amigo en busca de apoyo. Nakajima se lo pensó, realmente quería un rato a solas con Daiki...

- No, claro que no. - se rindió ante la mirada de súplica que le estaba mandando Arioka. Este sonrió ampliamente. 

- Está bien. - suspiró derrotado, algo le decía que Daiki no iba a parar hasta convencerlo. Se giró y caminó con ellos. Yuto se quedó mirando intensamente a la tercera persona, ¿quién podía ser? ¿Un rival?





****





- Que raro que me invites a cenar. - sonrió Chinen mientras acercaba la copa de vino a su boca mirándole divertido.

- Me apetecía salir a cenar. - sonrió de vuelta Ryosuke. 

Chinen dejó la copa en su sitio y le miró intensamente. 

- Me he enterado que abrirás una sucursal... - habló manteniendo la sonrisa. Yamada rodó los ojos.
- No quiero hablar de trabajo. - musitó algo cansado. De verdad que era en lo último que quería pensar. Estiró su mano para acariciar la de Chinen mientras le sonreía coqueto.

- Vale, vale... - no podía resistirse a esa sonrisa. - Pero es que es raro... - continuó, es que era la verdad. Normalmente ellos solamente se limitaban a encontrarse en la cama.

- ¿Tan raro es que quiera salir a cenar con un viejo amigo? - aumentó la sonrisa y rompió el contacto con la mano del moreno. Cogió la servilleta y se la colocó en las piernas.

- No, no. - Chinen imitó al mayor cogiendo la servilleta. - Pero está claro que se debe a algo... - le miró intensamente intentando descifrar algo en el rostro de Ryosuke. 

Este solamente sonrió y negó con la cabeza. Yuri era... bastante protector con él. Siempre estaba muy atento a él y lo agradecía, pues llevaban siendo amigos desde la secundaria. Y realmente congeniaban en todo, en los negocios, en los gustos musicales, en la comida... incluso en la cama se entendían perfectamente.

- ¿Qué tal el día? - preguntó el mayor bebiendo un sorbo de su vino tinto. El otro bufó.

- Ajetreado como siempre. - suspiró y se pasó la mano por la cabeza. - Koyama-san sigue sin querer darme a mí el proyecto del centro comercial... - volvió a pegar un trago al vino rosado de su copa.

- ¿Sigue igual? - preguntó interesado el mayor. - Bueno, tengo entendido que Koyama-san es difícil de convencer. - hizo una pausa en la que rodó la vista por el restaurante.

- Sí, pero sabes que yo siempre me salgo con la mía. - sonrió orgulloso Chinen. La verdad es que era bastante perseverante, siempre lograba lo que se proponía.

- Sí, pero sabes que seguramente le haya dado el proyecto a Nishikido-san. - bebió de nuevo de la copa. Era un vino francés exquisito, bastante caro, pero muy bueno.

- Lo sé, claro que lo sé. - dijo exasperado. 

Ese proyecto le traía de cabeza, creía conocer los puntos débiles de Koyama, pero no había conseguido nada. Había mandado a su mejor empleado, bastante estratega, e incluso había rebajado el porcentaje de las ganacias para su empresa, pero también sabía que si le había dado el proyecto a Nishikido nada podía hacer. Pues eran viejos "socios" por decirlo de alguna manera. Cada que Koyama tenía algún proyecto, la empresa constructora de Nishikido era la que se encargaba de ellos. Eran viejos amigos.

- Y tu día, ¿qué tal ha estado? - devolvió la pregunta Chinen intentando quitarse el tema del centro comercial de la cabeza.

- Cansado como siempre, menos mal que tengo a Keito que si no... - dijo divertido Yamada. 

- Sí, es muy competente. - elogió Chinen bebiendo de nuevo. - Y hacerse cargo de ti no es nada fácil. - soltó una risa el menor al ver el ceño fruncido de Yamada.

- ¿Qué quieres decir? - seguía con el ceño fruncido el mayor. Yuri rió al verle tan ofendido.

- ¿No te acuerdas quién te sacaba de todos los líos en la secundaria? - recordó el menor, a  su mente vinieron todos los problemas de los que había salvado a Ryosuke en el pasado.

- Vale, tienes razón. - dijo recordando el también. - Pero por eso le pago bien. - soltó divertido el mayor.

- No hay bastante dinero que se pague por cuidar de ti. - Chinen soltó una carcajada al decir eso. Y más al ver el leve enfado que reflejaba la cara de Yamada. 

El camarero llegó con los suculentos platos que habían pedido minutos antes. Una carne de primera calidad acompañada por increíbles vegetales y decorada perfectamente.

- ¿Trabajaste hasta tarde ayer? - preguntó Chinen llevándose un trozo de su carne a la boca, saboreándola. Miró al otro como cortaba su filete.

- No, ¿por qué la pregunta? - dijo sin mirarle, fijándose y disfrutando del aroma que emanaba del plato.

- Como no me llamaste... - Chinen dejó el cuchillo a un lado y le miró. Si no había trabajado hasta tarde, ¿qué más había podido hacer? 

- Ah, eso. - hizo una pausa en la que llevó el trozo de carne a su boca. - Quedé con un amigo. - respondió cuando tragó la comida.

- ¿Un amigo? - susurró Yuri sin creérselo.

¿Desde cuando Yamada tenía amigos? Era poco sociable y nunca caía bien a la primera de cambio. Era algo déspota. ¿Podría ser la persona que le había llamado la otra noche? Tenía mucha curiosidad por saber quién era. 

- ¿De la universidad? - preguntó nuevamente, quería saber quién era ese amigo por el que no le había llamado.

- No. - contestó el mayor mirándole mientras saboreaba otro trozo de carne. - Nunca me canso de este sitio. Dejaré propina para el cocinero. - 

Chinen no le escuchaba estaba en sus pensamientos. Quería saber quién era esa persona. Yamada no salía con cualquiera, bueno, solamente si era para sexo, pero conocidos. ¿Habría mantenido relaciones con ese "amigo" anoche? ¿Qué habían hecho? ¿Habían salido a cenar como ellos ahora?
¿O a tomar algo? ¿Después habían ido al apartamento de Yamada? ¡Quería saberlo! Siempre era así cuando se enteraba de alguna aventura de Ryosuke. Siempre se ponía de esa manera, no quería que lo alejasen de él. 

- ¿Yuri? - posó su mano encima del nombrado. Este reaccionó al llamado y le sonrió. - ¿Pasa algo? ¿No te gusta? - preguntó acariciando con su pulgar la mano del menor. Este le devolvió el roce y negó con la cabeza.





****





- ¿Os apetece ir a algún sitio ahora? - preguntó Daiki a sus acompañantes que salían del restaurante en el que habían cenado.

- Sí, ¿por qué no? - contestó Takaki. La verdad es que no tenía prisa y esos dos le habían caído bastante bien.

- No tenías por qué haber pagado tú, Takaki-kun. - comentó Yuto que fue el último en salir mientras se ponía su chaqueta.

- Claro que sí, qué menos. - sonrió levemente el mayor. Daiki sonrió también, Inoo tenía muy buen gusto, era un chico bastante simpático y a pesar de apariencia era bastante tierno.

- ¿Por qué no vamos donde Massu? - preguntó Arioka interrumpiendo la charla que mantenían los otros dos.

Takaki le miró con confusión y Yuto suspiró.

- Te gusta mucho ir donde Massu ¿no? - sonrió el menor de los tres. Arioka asintió, claro que le gustaba pues eran buenos amigos. Massu compartía su misma aficción por la música americana.

- Me parece bien ir, pero no sé donde queda. - habló Takaki levantando los hombros. Los otros dos sonrieron. 

- Queda cerca de mi casa, no te preocupes. - respondió Daiki sonriendo y sacó las llaves de su coche.




- ¡Bienvenidos! - saludó Massu a los que acababan de entrar. Sonrió al ver que era Daiki.

- ¡Hola Massu! - Daiki caminó hasta la barra y se sentó en los taburetes, los otros dos le siguieron.

- Hola, Daiki. - se giró y cogió la botella de sake con tres vasitos. - Cada día me traes más gente. - Massu sonrió con su característica sonrisa. El nombrado sonrió también.

- Sí, vas a tener que empezar a pagarme. - finalizó Arioka cogiendo su vasito.

- ¿Para que te lo gastes en bebida? - habló Yuto cuando se sentó a la derecha de Arioka. Takaki hizo lo mismo pero a la izquierda.

- No me importaría hacerlo si es aquí. - dijo Massu sonriente. 

Los tres comenzaron a charlar amenamente en ese bar donde había algo de gente. Bebían poco a poco el sake que les había servido el dueño.

- Y dime Takaki, ¿tienes pareja? - Arioka sonrió girándose a mirarle, sería bueno investigar un poco para Inoo.

- No. - habló, cogió el vaso y se tragó el líquido de golpe. - Pero sí hay alguien... - no continuó, por que la verdad que era bastante tímido en estos temas, bueno, tímido en general.

- ¡Oh, qué bien! - exclamó Yuto tan enérgico como siempre.

Arioka rodó la mirada, solamente podía pensar en Inoo, su amigo. Otra decepción para el chico, ¿por qué tenía tan mala suerte en el amor?

- ¿Es tu amiga o algo así? - preguntó el menor de los tres totalmente entusiasmado.

- Bueno... - comenzó Takaki captando la atención de los otros dos. Y la de Massu que limpiaba un vaso disimuladamente mientras escuchaba a escondidas. 

- No es una chica... - susurró totalmente sonrojado. 

Arioka abrió los ojos. Nakajima simplemente sonrió. 

- ¿Cómo que no es una chica? - preguntó levemente Arioka. No se lo podía creer. - ¿Eres...? - no pudo continuar, simplemente la imagen de Takaki homosexual no se le venía a la cabeza.

El otro simplemente asintió. Era la primera vez que lo confesaba en voz alta. Admitirlo no le resultaba fácil, pues venía de una familia bastante tradicional en ese aspecto, si su padre se enteraba... No quería ni pensarlo. Supuso que se debía al alcohol que llevaba ya ingerido.

Arioka y Nakajima abrieron los ojos sorprendentemente.

- ¡Bievenido al club! - gritó el menor. Daiki se giró hacia el que acababa de hablar, abriendo aún más los ojos si podía. 

- Yuto tu también eres... - no pudo continuar. No podía decir la palabra, no es que fuese homófobo ni nada parecido, es más, su mejor amigo era gay, pero no se lo esperaba de Yuto.

- Así es. - sonrió Yuto. Levantó su vaso y lo llevó a su boca para beberse el contenido. Takaki imitó el gesto y se bebió el líquido que le ardió la garganta.

Arioka no sabía qué hacer ni qué pensar. Sin darse cuenta estaba rodeado de homosexuales, no tenía nada de malo, pues Inoo era su mejor amigo y no lo cambiaba por nada. Pero ya eran tres personas en dos días que le confesaban su condicción sexual.





***





Yamada y Arioka llegaban al restaurante. Ambos se posaron del deportivo del menor y éste volvió a entregar las llaves a un chico que esperaba recibirlas. El restaurante, decidido por Ryosuke, era un italiano que parecía bastante refinado. Se quedó mirando la fachada, de nuevo maravillado. 

Yamada que le observó sonrió alegre. Ese chico era bastante interesante, parecía asombrarle cualquier cosa, esa misma expresión de asombro fue la que puso cuando llegaron al otro local.

- Tiene dos estrellas michelín. - susurró cerca del oído del otro, para molestarle. Arioka se giró y se sobó el oído. Había sentido su aliento rozarle la oreja y eso le erizó la piel. 

El otro comenzó a caminar y le siguió. Algo malhumorado porque el otro le había susurrado al oído. No le gustaba que ese chiquillo tuviese esas confianzas con él, ¿de qué iba? ¡Tenía que tenerle cierto respeto! 

Dentro la decoración le maravilló aún más. Todo en tonos cálidos, completamente complementado. Desde las servilletas hasta las cortinas, pasando por las lámparas. Imitó los pasos de Yamada que a su vez era guíado por el metre. Llegaron a un sitio algo aislado del resto, y el metre les indicó su mesa.

Se sentaron uno en frente del otro. Arioka seguía mirando el lugar, examinándolo todo. Ryosuke simplemente cogió la carta, estaba cansado de ir a ese sitio, así que no le veía nada especial.

- Qué buen sitio... - susurró el mayor acercándose un poco al otro. Pues sabía que en esa clase de sitios se hablaba en voz baja, era como una regla entre la gente de clase alta.

Ryosuke sonrió, en esos momentos el otro parecía un niño. Podía ver en sus ojos chocolate un brillo de emoción. Eso le divertía y a la vez aumentaba su interés por él. Meramente sexual, claro está.
Pidieron su comida y cuando llegó se pusieron a hablar de diversos temas tipo; el tiempo que llevaba el mayor trabajando para la revista, lo difícil que era para Yamada ser el CEO de su empresa y demás... Parecía que se estaban llevando bastante bien, había ciertas cosas en la personalidad del menor que a Daiki no le gustaba, pero quitándolas era un chico bastante normal y divertido.

- Y dime... - habló el mayor, mientras trabaja un bocado de su exquisito pescado. - ¿Sueles traer aquí a tus chicas? - preguntó sonriente.

Yamada sonrió de lado. Así que todo este tiempo el otro pensaba que él era hetero. Ensanchó su sonrisa al imaginarse la reacción del mayor.

- ¿Chicas? ¿Quién ha hablado de chicas? - cogió su copa manteniendo su sonrisa de lado. Sorbió el líquido rojo de su vino.

- Vamos, todo el mundo sabe lo mujeriego que eres. - Arioka quitó importancia al brillo de malicia que topó en los ojos del otro. Cogió la servilleta y se limpió las comisuras de sus labios.

- ¿Mujeriego? Vuelvo a decir, ¿quién ha hablado de mujeres? - recalcó la pregunta.
Arioka no sabía a qué se referia, estaba confuso. 

- ¿Qué quieres decir? - se atrevió a preguntar, no sabía por dónde estaba yendo la conversación, estaba bastante perdido en estos momentos. 

Ryosuke sonrió divertido al ver la confusión del mayor. En la mente del mayor no cabía la posibilidad de que él fuese homosexual. Ya había dado por hecho que sus frecuentes "compañías" eran por mujeres. A ver, si es verdad que casi todas las revistas mostraban fotografías de él con modelos o actrices, pero luego, por la noche, se iba con hombres y ellas solamente quedaban dormidas.

Yamada se apoyó en la mesa acercándose así al mayor que seguía en su sitio esperando su respuesta. 

- Mis "compañías" no son mujeres... - hizo una pausa en la que miró fijamente los ojos de Daiki. - Normalmente, son hombres. - le sonrió coqueto.

Arioka abrió los ojos enormemente. Que su compañía eran... ¿hombres? ¿Salía con hombres? Su boca poco a poco se fue abriendo también. Su mente le jugó una mala pasada al imaginarle teniendo relaciones íntimas con un hombre, besando a un hombre, sudando, compartiendo el mismo calor...

- ¿Pasa algo? - la sonrisa de Yamada no podía ser más grande, y más viendo el prominente sonrojo que apareció en el rostro del otro. - ¿Algún problema con ello? - siguió preguntándole al ver que no obtenía respuesta.

El otro negó con la cabeza, de repente un calor le había llenado el cuerpo al imaginarse todas esas escenas del menor. No entendía por qué había imaginado esas cosas, ni tampoco el calor que le había recorrido. 

Yamada prosiguió con su cena con una pequeña sonrisa. Daiki le observaba, miraba todas las facciones del menor. Escrutándole con la mirada. Se dio cuenta de lo guapo que era, bueno, ya se había dado cuenta en la sesión de fotos. Era bastante varonil para la altura que tenía, de hombros anchos que le seguían unos brazos fibrados. El pecho era bastante ancho al igual que su espalda. El pelo negro que le caía revelde en la frente le daba un toque salvaje. Sus pestañas, largas y negras enmarcaban unos grandes y rasgados ojos marrones. Su nariz, ancha y respingona. Y esos labios carnosos y rosados que parecían tener un brillo coqueto.

Se sorprendió nuevamente mirándole. Se había pasado toda la tarde observándole, mirando cada faceta, cada gesto, cada sonrisa. La verdad que Ryosuke sabía captar la atención de cualquiera, incluso la suya. "Así que es gay eh..." pensó para sí. Sonriendo levemente sin darse cuenta. 


Fin del cap.4

¿Qué os ha parecido? Ahora ya sabemos que Chinen es el jefe de Takaki e Inoo.
¿Quién creéis que pueda ser el interés de Takaki? ¿Puede que sea Inoo? ¿O será otra persona?
¿Cómo reaccionará Daiki ahora que sabe que Yuto es homosexual? ¿Chinen conseguirá preguntarle directamente a Yamada lo que le preocupa? ¿Es amor lo de Chinen?
¡Espero vuestras respuestas!
¡Seguir esperando más en los siguientes caps! ^^
Mimi-chan desta~~