Y ya que Mabel se hizo adicta al Ariyama, puees... para que lo ames aún más! >.< Porque así empecé yo! xD Haré que les encante esta pareja, eso seguro!
Only you.
*parejas: Ariyama, Yamajima, Okajima, Takanoo, Chiitaro, Yabuhika. *
*Capítulo 3*
El día acordado se acercaba, y Ryosuke se moría de ganas porque ese día llegase. El final, Chinen se había echo cargo de avisar a Morimoto, eso le había quitado un peso de encima, pues no sabía cómo avisar al menor. Lo que le extrañaba era que Chinen pudiese contactar con él, no sabía cómo lo haría y le entraba la curiosidad. Pero no se atrevía a preguntarle, pues Yuri era el que menos entusiasmado estaba con la idea de encontrarse todos. Le interesaba saber qué era eso que le incomodaba de reencontrarse, pero tampoco se había atrevido a preguntarle, pues parecía algo realmente serio, o por lo menos para Chinen lo era.
Solo quedaba una semana para el día acordado, se había mandado varios mensajes con Hikaru para saber quiénes acudirían a la reunión y éste le había confirmado que asistirían todos. Sonrió contento, pues los nueve se reunirían de nuevo y se contarían cosas. Aunque sabía que no habría la misma confianza que antes, ni la misma complicidad, pero al menos podrían intentarlo. Y seguramente lo conseguirían, sino, ya se encargarían Inoo y Hikaru para que el ambiente fuese menos tenso.
Le sonrió de nuevo a la tarea, no era la primera vez que se quedaba hipnotizado mirando a la nada, recordando viejos tiempos con sus antiguos amigos.
- No puedo esperar a que llegue ese día... - susurró mirando a través de la ventana que quedaba justamente encima del escritorio, así la vista a través de ella le quedaba justamente enfrente. Se perdió en la oscuridad de la noche, absorto otra vez, pensando en el pasado que compartía con su ex-novio. Novio que le había echo realmente feliz....
*Flash Back*
Yamada llegaba cabreado a su casa, después de una fuerte discusión con uno de sus mejores amigos. Siempre era igual, cuando él hacía un comentario sobre alguien que era guapo o era muy atractivo, Daiki siempre se metía con él alegando que no tenía gusto y que era muy pequeño para palabras tan grandes.
- ¡Estoy harto! - gritó furioso mientras azotaba la mochila encima de su cama, haciendo un hueco sonido, rechinando los muelles del colchón. - Siempre se tiene que estar metiendo conmigo. ¡Idiota! - miró furioso la cama que ahora yacía tranquila después del ajetreo del golpe.
Se dejó caer encima de la cama, boca arriba, mirando al techo con el ceño fruncido, signo de que estaba realmente enfadado esa vez. Normal, Daiki siempre tenía comentarios negativos hacia su persona, siempre se estaba metiendo con él, dejándolo en ridículo delante de las demás personas, menospreciándolo... No entendía el comportamiento del mayor, a veces le daba la sensación de que era por simple gusto, que le gustaba hacer sufrir a las demás personas. Pero no, eso era imposible, Daiki era muy tierno y amable para llegar a ese extremo de maldad.
- Entonces, ¿por qué? - se preguntó en voz alta, las lágrimas se hacían presentes en sus rasgados ojos. - ¿Por qué me tiene que tratar así? No lo entiendo... - pensó en voz alta. Realmente no entendía al mayor, no sabía qué pasaba por su mente. Si tan mal le caía, ¿por qué le contaba todas las cosas? ¿Por qué siempre le animaba cuando estaba decaído? ¡¿Y entonces, por qué eran amigos?! ¡Normalmente, tu no eres amigo de personas que te caen mal!
Le dolía el rechazo que sentía del mayor, porque a pesar de todo... él le quería. A pesar de todo, le amaba, le quería por encima de todo. Porque le daba igual lo que él pensase de él, que se metiese con él, que le ignorase, que le tratase de idiota... le daba igual, porque había aprendido a quererle con ese rechazo, y probablemente seguiría queriéndole durante mucho tiempo. Pero, algún día se cansaría, algún día se hartaría y le diría cuatro cosas bien dichas, cuatro cosas que se había callado todo ese tiempo y entonces, solo entonces, Daiki se daría cuenta de todo el daño que le hacía con tan solo una mala palabra.
Sus amargos sentimientos se canalizaron y se expresaron mediante lágrimas, era lo único que podía expresar, y el único método por el cuál sabía expresar lo que sentía. Esa tristeza de ser constantemente rechazado por la persona a la que querías con locura, era totalmente destructivo.
Su móvil sonó dentro de su mochila de clase, le daba pereza tener que estirarse para cogerlo, pues del golpe que le había dado contra la cama había rebotado y caído en el suelo, cerca de la cama. Bajo la persistencia de la persona que llamaba tuvo que estirarse para cogerlo, sin ver la persona que llamaba lo cogió con total vagancia.
- ¿Sí? - preguntó algo cansado mientras se volvía a echar en la cama boca arriba. Pasó una mano por sus ojos para borrar los restos de las lágrimas que quedaban.
*Flash Back*
Yamada llegaba cabreado a su casa, después de una fuerte discusión con uno de sus mejores amigos. Siempre era igual, cuando él hacía un comentario sobre alguien que era guapo o era muy atractivo, Daiki siempre se metía con él alegando que no tenía gusto y que era muy pequeño para palabras tan grandes.
- ¡Estoy harto! - gritó furioso mientras azotaba la mochila encima de su cama, haciendo un hueco sonido, rechinando los muelles del colchón. - Siempre se tiene que estar metiendo conmigo. ¡Idiota! - miró furioso la cama que ahora yacía tranquila después del ajetreo del golpe.
Se dejó caer encima de la cama, boca arriba, mirando al techo con el ceño fruncido, signo de que estaba realmente enfadado esa vez. Normal, Daiki siempre tenía comentarios negativos hacia su persona, siempre se estaba metiendo con él, dejándolo en ridículo delante de las demás personas, menospreciándolo... No entendía el comportamiento del mayor, a veces le daba la sensación de que era por simple gusto, que le gustaba hacer sufrir a las demás personas. Pero no, eso era imposible, Daiki era muy tierno y amable para llegar a ese extremo de maldad.
- Entonces, ¿por qué? - se preguntó en voz alta, las lágrimas se hacían presentes en sus rasgados ojos. - ¿Por qué me tiene que tratar así? No lo entiendo... - pensó en voz alta. Realmente no entendía al mayor, no sabía qué pasaba por su mente. Si tan mal le caía, ¿por qué le contaba todas las cosas? ¿Por qué siempre le animaba cuando estaba decaído? ¡¿Y entonces, por qué eran amigos?! ¡Normalmente, tu no eres amigo de personas que te caen mal!
Le dolía el rechazo que sentía del mayor, porque a pesar de todo... él le quería. A pesar de todo, le amaba, le quería por encima de todo. Porque le daba igual lo que él pensase de él, que se metiese con él, que le ignorase, que le tratase de idiota... le daba igual, porque había aprendido a quererle con ese rechazo, y probablemente seguiría queriéndole durante mucho tiempo. Pero, algún día se cansaría, algún día se hartaría y le diría cuatro cosas bien dichas, cuatro cosas que se había callado todo ese tiempo y entonces, solo entonces, Daiki se daría cuenta de todo el daño que le hacía con tan solo una mala palabra.
Sus amargos sentimientos se canalizaron y se expresaron mediante lágrimas, era lo único que podía expresar, y el único método por el cuál sabía expresar lo que sentía. Esa tristeza de ser constantemente rechazado por la persona a la que querías con locura, era totalmente destructivo.
Su móvil sonó dentro de su mochila de clase, le daba pereza tener que estirarse para cogerlo, pues del golpe que le había dado contra la cama había rebotado y caído en el suelo, cerca de la cama. Bajo la persistencia de la persona que llamaba tuvo que estirarse para cogerlo, sin ver la persona que llamaba lo cogió con total vagancia.
- ¿Sí? - preguntó algo cansado mientras se volvía a echar en la cama boca arriba. Pasó una mano por sus ojos para borrar los restos de las lágrimas que quedaban.
- ¿Yamada? - se escuchó al otro lado de la línea. Esa voz sobresaltó a Yamada haciéndole sentarse en la cama de un solo brinco. Su corazón se agitó, la persona que minutos antes había estado maldiciendo y criticando le llamaba, la persona a la que quería le estaba llamando. Ese era motivo suficiente para hacer saltar a su corazón desenfrenada-mente.
- ¿Daiki? - preguntó extrañado por la llamada del mayor. Normalmente no solía llamarle, y cuando le llamaba era para saber si iba a poder salir y porque se lo mandaban los demás del grupo.
- Ya sé que te extraña mi llamada, pero... - hizo una pausa, se le notaba nervioso y algo dubitativo. Eso extrañó aún más al menor que esperaba impaciente que Daiki continuase su frase, tenía intriga en saber qué era lo que quería el mayor. Se suponía que tenía que estar enfadado con él, pero no podía, su profundo y puro amor hacia él se lo impedía. La pausa se estaba alargando mucho, y era demasiado sufrimiento para su sensible corazón que se agitaba aún más a la espera de que continuase hablando.
- ¿Pero...? - su paciencia se estaba agotando, realmente que esa espera le estaba torturando, quería saber para qué le llamaba Daiki ya que no era muy usual que esto sucediese.
- Estoy delante de tu casa, y no me marcharé hasta que salgas, tengo algo que decirte. - finalizó todo de un tirón. Haciendo que a Yamada se le dificultase el entender, pero acabó entendiendo. Pestañeó varias veces para procesar la información que acababa de escuchar. ¿Por qué estaba delante de su casa?
- ¿Por qué tendría que ir? Después de cómo me has tratado esta tarde... - se permitió el ser caprichoso. Era lo que en ese momento sentía, así que lo dejaría salir. Ya que Daiki estaba haciendo un esfuerzo por pedirle perdón, se permitiría el ser arrogante, no estaba de más que probase el rechazo que constantemente Ryosuke sufría con él.
- Tú verás lo que haces, pero hace mucho frío y si me enfermo será por tu culpa. - sentenció el mayor colgando después de decir eso. Siempre le hacía sentir culpable, siempre llevaba el tema a su territorio... a veces, Daiki podía llegar a ser muy caprichoso. Aunque eso a ojos de Yamada era realmente encantador.
Yamada miró el teléfono del que se escuchaban tenues "pi-pi-pi-". No sabía que hacer, estaba perdido, siempre había pensado que Daiki no consideraba sus sentimientos, pero ahora... estaba ahí, fuera de su casa, esperando a que saliera. ¿Era cierto? ¿De verdad podía estar delante de su casa esperándole? No, imposible. Daiki no haría eso.
Se levantó y dirigió hacia su ventana, que estaba encima del escritorio. Abrió los ojos, llevando sus manos delante de su boca ya que la tenía abierta de par en par. No se lo creía, realmente esta ahí, apoyado en la pared de la parcela de la casa de en frente, frotándose las manos, seguramente hacía frío. ¿Qué haría? ¿Saldría? Después de todo lo que lloró por Daiki, ¿aún le seguiría perdonando el tratarle mal? ¿Aún seguiría aguantando todo el sufrimiento? ¿Realmente sería capaz de seguir así para siempre? ¡Daiki estaba consumiendo su bella juventud!
Sin darse cuenta, y pensando en todo eso, ya se encontraba delante de la puerta principal de su casa. ¡¿Qué?! Su mente decía una cosa, pero su cuerpo se movía solo... Quiere decir, ¿qué quiere darle otra oportunidad? Ya le había dado muchas y todas las veces habían acabado igual. Tal vez era hora de decirle lo que sentía para así poder pasar página de una vez. Tal vez así podría olvidarse de él, porque seguramente le rechazaría.
Abrió la puerta algo titubeante, no estaba muy seguro de lo que haría, pero algo se le ocurriría. Le dejaría hablar a él primero y depende como se tornase la conversación haría una cosa u otra. Todo dependía de la suerte.
Salió a paso lento, atravesó la parcela de su casa y se dirigió hasta él. Estaba tan absorto en admirar la adorable belleza del mayor frotándose las manos que no se dio cuenta de que no hacía ni pizca de frío. Solamente cuando pensó que estaba en manga corta y que había salido, se percató de ese "minúsculo" detalle.
- ¡Tú! ¡Mentiroso! - le señaló con el dedo acusándole. Pues le había dicho que hacía mucho frío y eso era mentira, él estaba en manga corta y no tenía frío. Daiki elevó la mirada al ver que Yamada ya estaba delante de él, le miró sorprendido, no entendía el significado de esa acusación. Siguió frotándose las manos. - ¡Deja de hacer teatro! - molesto cogió las manos del mayor e impidió que siguiese frotándolas. - ¿Hacías esto para que yo pensase que está frío, verdad? - recriminó con el ceño fruncido y mirándole directamente a los ojos. Daiki rodó la mirada algo incómodo, le había pillado la mentira. Además, sus manos seguían unidas a las del menor y eso le ponía nervioso.
- Si no lo hacía, serías capaz de dejarme toda la noche aquí. - susurró algo nervioso por el roce de manos que compartían. Un pequeño sonrojo coloreó sus acarameladas mejillas, cosa que de la que Yamada no se dio cuenta. Éste finalizó el contacto.
- No tienes remedio, Daiki. - se resignó, de verdad que no podía entender qué parte del mayor le gustaba. No sabía qué era lo que le había echo enamorarse, ¿tan malos gustos tenía? ¿O era masoquista? No lo entendía. - Bueno - suspiró. - Di lo que tengas que decir. - sabía que ahora venía el perdón de parte del mayor, pero eso no serviría de nada cuando mañana se vuelva a meter con él. Así habían sido esos dos años de amistad que compartían.
- Bueno, es algo complicado de decir. - hizo una pausa, aún no era capaz a levantar la mirada y enfrentar la del menor. Y puede que no la pudiese levantar en todo el transcurso de la conversación. - Lo diré en una forma sencilla para que tú puedas entenderlo. - habló totalmente inocente, sin saber que ese comentario había molestado a Ryosuke.
- ¿Qué se supone que significa eso? ¿Quieres decir que soy limitado de cerebro? - le preguntó inquisidor. Daiki elevó la mirada sorprendido, ¿por qué habría sacado esa conclusión? ¡Él no había dicho eso! ¿De dónde sacaba eso?
- ¿Pero qué dices? ¡Ves! ¡Eso es lo que me molesta de ti! - estalló el mayor señalándolo con el dedo índice, Yamada abrió los ojos sorprendido. ¿Había venido a su casa a meterse más con él? De verdad, este chico no tenía remedio. - ¡Siempre tergiversas lo que digo! ¡No sé de dónde sacas, que yo te he llamado limitado! - realmente estaba enfadado, y eso había extrañado al menor. Que le miraba con los ojos abiertos de la sorpresa, se había quedado sin habla.
- ¡¿Qué yo tergiverso?! ¡Pero si lo dices claramente! ¡Yo no saco nada fuera de contexto! - contestó igual de enfadado, eso más parecía una discusión que una reconciliación. Pero bueno, había que hablar las cosas ¿no? Eso estaban haciendo, explicar el por qué no se entendían mutuamente. Daiki le miró incrédulo, ¡qué gran mentira!
- ¡¿Qué?! ¡¿Te atreves a negarlo?! ¡Justo ahora lo has echo! ¡En ningún momento he dicho que fueras limitado! - elevó el tono de voz, a pesar de ser ya pasadas de las diez de la noche, gritaban.
- ¡Pero lo has dado a entender! - recriminó de nuevo el menor con el ceño fruncido. Daiki frunció el ceño también ante la acusación del menor.
- ¡Pero no lo he dicho! - repitió Daiki.
- ¡Pero lo has dado a entender! - repitió Ryosuke.
- ¡Pero no lo he dicho! - volvió a repetir el mayor.
- ¡Pero lo has dado a entender! - continuó repitiendo Yamada que ya se estaba desesperando.
- ¡Pero...! ¡Bueno, da igual! ¡Yo venía a decirte algo importante! Y tú, como eres demasiado inteligente lo entenderás a la primera. - recalcó la última frase para que así Yamada no tuviese de qué quejarse.
- ¿Sabes, qué? Mejor déjalo. Yo también tengo algo que decirte. - ahora lo veía claro, se declararía, Daiki le rechazaría y así podría pasar página. Puede que en un futuro pudiesen llegar a ser buenos amigos. Daiki le escuchó atentamente, se estaba poniendo nervioso, la penetrante mirada del mayor conseguía que su ritmo cardíaco aumentase. - Siempre has sido un idiota conmigo, un impertinente, prepotente, descarado, mala persona, chulo, imbécil... -
- ¡Ya, ya! Vale, lo he entendido, no sigas. - tuvo que interrumpirle porque sino el menor seguiría insultándole toda la noche. Y eso le dolía, pero no le faltaba razón, se había portado realmente mal con él, tenía todo el derecho del mundo a insultarle. Quedó en silencio para que así Yamada continuase.
- Pero a pesar de todas las malas situaciones que me has echo pasar... - *bum, bum* *Bum, bum* su corazón se aceleraba conforme llegaba el momento de decir las palabras mágicas. - Te he querido, siempre siempre, has estado en mi corazón. - soltó al fin. El mayor elevó las cejas asombrado de lo que acababa de escuchar, ¿se le acababa de declarar? ¿En serio? No se podía creer. Sus ojos abiertos hacían juego con su boca que se le podía ver hasta las anginas. - Pero ya no más. - sus ojos se iban aguando conforme continuaba hablando. - Ya no puedo seguir así, lo he intentado, pensando que algún día cambiarías, que por lo menos me tratases mejor. Pero no hay manera, ni tu puedes cambiar, ni yo puedo depender de eso. Así que me he decidido a dejarlo salir. - lloraba, y no era para menos, pues su pecho le dolía, se oprimía con cada palabra que decía. Sentía un vacío enorme conforme dejaba salir todo lo que sentía. - Pero tranquilo, te olvidaré, no tienes por qué pensar más en esto, sé tu respuesta. Tampoco te molestaré más. Me olvidaré de ti. - elevó la mirada para ver qué reacción tenía el mayor. - Te lo prometo. - y le dio una sonrisa triste. Le dolía tener que dejar ir a Daiki, pues realmente le había amado, pero no había otra solución a esa situación.
- No... - susurró Daiki pensativo, mirando al suelo, había escuchado atentamente lo que Yamada tenía que decir. Sí, se había sorprendido bastante al escucharlo, pero solo de pensar que Yamada no estaría más... - ¡No, no, no, no! ¡¡No!! - exclama exaltado el mayor. Levantó la mirada encarando al menor, se sorprendió de verle llorando y sonriendo tristemente.
- Sabía que reaccionarías así... Lo siento. No tendría que habértelo dicho. - susurró llorando a mares, eran irrefrenables sus lágrimas. Todo el daño sufrido durante los últimos meses estaba saliendo ahora, ahora, era cuando dejaba todo salir, ahora era cuando se liberaba de todo... pero, valla como dolía. Su pecho le quemaba, le ardía fuertemente. No podía soportar ese dolor tan intenso. - Te lo he dicho, me olvidaré de ti. No tienes que preocuparte. Sé que eso es lo que quieres. - continuaba hablando, a pesar de estar mal seguía reconfortando al mayor.
- ¡Qué sabes tú qué quiero y qué no quiero! - exclamó mirándole fijamente a los ojos, quería detener las lágrimas de Yamada a toda costa. - Yo sí se lo que quiero... y es a ti. - susurró apenado, no era la declaración que se había preparado, pero más o menos había salido bien. Sonrió al ver la cara de sorpresa del menor. Se acercó a él mientras le secaba las lágrimas, que no paraban de salir de sus ojos. Mantuvo la sonrisa al ver que su expresión no cambiaba.
Cálidamente posó sus labios sobre los de Yamada, que no cabía de la sorpresa. ¿Realmente estaba sucediendo eso? ¿No era uno de sus tantos sueños? ¿Era real? Cerró los ojos disfrutando el gesto. Con la mano que Daiki tenía libre, la otra estaba en la mejilla del menor, rodeó la cadera del menor que posó sus manos en el pecho de Arioka. El contacto de sus cuerpos era total, no había distancia entre ambos.
Tuvieron que separarse por falta de oxígeno, pero ninguno de los dos quería que acabase. Daiki juntó su frente con la del menor y sonrió.
- No vuelvas a decir que me molestas o que me olvidarás. No quiero eso. Desde ahora, tu corazón, mente y cuerpo me pertenecen. No lo olvides. - sentenció la frase con un hermoso beso que Yamada correspondió gustoso.
**************************************************
- ¡Ryosuke! ¡Qué te despiertes he dicho! - repitió por enésima vez su madre al otro lado de la puerta. Yamada levantó la cara del escritorio, en su mejilla tenía pegada una de las hojas de su libreta. Se había dormido haciendo la tarea. - ¡Por que sea sábado no significa que puedas dormir toda la mañana! ¡Venga y levántate, vago! - exclamó su madre, en su tono de voz podía notar cierto malhumor que él temía.
- ¡Ya estoy levantado! - dijo para que su madre no siguiese repitiendo lo mismo.
Sonrió al recordar el cálido sueño que había tenido. Miró a través de la ventana, justo donde se habían declarado mutuamente. Sí, ese era un buen recuerdo que merecía la pena soñar todos los días. Tocó sus mejillas, debajo de sus ojos, estaba húmedo. Podía ser un buen recuerdo, pero también un recuerdo agridulce.
- ¡¿Qué yo tergiverso?! ¡Pero si lo dices claramente! ¡Yo no saco nada fuera de contexto! - contestó igual de enfadado, eso más parecía una discusión que una reconciliación. Pero bueno, había que hablar las cosas ¿no? Eso estaban haciendo, explicar el por qué no se entendían mutuamente. Daiki le miró incrédulo, ¡qué gran mentira!
- ¡¿Qué?! ¡¿Te atreves a negarlo?! ¡Justo ahora lo has echo! ¡En ningún momento he dicho que fueras limitado! - elevó el tono de voz, a pesar de ser ya pasadas de las diez de la noche, gritaban.
- ¡Pero lo has dado a entender! - recriminó de nuevo el menor con el ceño fruncido. Daiki frunció el ceño también ante la acusación del menor.
- ¡Pero no lo he dicho! - repitió Daiki.
- ¡Pero lo has dado a entender! - repitió Ryosuke.
- ¡Pero no lo he dicho! - volvió a repetir el mayor.
- ¡Pero lo has dado a entender! - continuó repitiendo Yamada que ya se estaba desesperando.
- ¡Pero...! ¡Bueno, da igual! ¡Yo venía a decirte algo importante! Y tú, como eres demasiado inteligente lo entenderás a la primera. - recalcó la última frase para que así Yamada no tuviese de qué quejarse.
- ¿Sabes, qué? Mejor déjalo. Yo también tengo algo que decirte. - ahora lo veía claro, se declararía, Daiki le rechazaría y así podría pasar página. Puede que en un futuro pudiesen llegar a ser buenos amigos. Daiki le escuchó atentamente, se estaba poniendo nervioso, la penetrante mirada del mayor conseguía que su ritmo cardíaco aumentase. - Siempre has sido un idiota conmigo, un impertinente, prepotente, descarado, mala persona, chulo, imbécil... -
- ¡Ya, ya! Vale, lo he entendido, no sigas. - tuvo que interrumpirle porque sino el menor seguiría insultándole toda la noche. Y eso le dolía, pero no le faltaba razón, se había portado realmente mal con él, tenía todo el derecho del mundo a insultarle. Quedó en silencio para que así Yamada continuase.
- Pero a pesar de todas las malas situaciones que me has echo pasar... - *bum, bum* *Bum, bum* su corazón se aceleraba conforme llegaba el momento de decir las palabras mágicas. - Te he querido, siempre siempre, has estado en mi corazón. - soltó al fin. El mayor elevó las cejas asombrado de lo que acababa de escuchar, ¿se le acababa de declarar? ¿En serio? No se podía creer. Sus ojos abiertos hacían juego con su boca que se le podía ver hasta las anginas. - Pero ya no más. - sus ojos se iban aguando conforme continuaba hablando. - Ya no puedo seguir así, lo he intentado, pensando que algún día cambiarías, que por lo menos me tratases mejor. Pero no hay manera, ni tu puedes cambiar, ni yo puedo depender de eso. Así que me he decidido a dejarlo salir. - lloraba, y no era para menos, pues su pecho le dolía, se oprimía con cada palabra que decía. Sentía un vacío enorme conforme dejaba salir todo lo que sentía. - Pero tranquilo, te olvidaré, no tienes por qué pensar más en esto, sé tu respuesta. Tampoco te molestaré más. Me olvidaré de ti. - elevó la mirada para ver qué reacción tenía el mayor. - Te lo prometo. - y le dio una sonrisa triste. Le dolía tener que dejar ir a Daiki, pues realmente le había amado, pero no había otra solución a esa situación.
- No... - susurró Daiki pensativo, mirando al suelo, había escuchado atentamente lo que Yamada tenía que decir. Sí, se había sorprendido bastante al escucharlo, pero solo de pensar que Yamada no estaría más... - ¡No, no, no, no! ¡¡No!! - exclama exaltado el mayor. Levantó la mirada encarando al menor, se sorprendió de verle llorando y sonriendo tristemente.
- Sabía que reaccionarías así... Lo siento. No tendría que habértelo dicho. - susurró llorando a mares, eran irrefrenables sus lágrimas. Todo el daño sufrido durante los últimos meses estaba saliendo ahora, ahora, era cuando dejaba todo salir, ahora era cuando se liberaba de todo... pero, valla como dolía. Su pecho le quemaba, le ardía fuertemente. No podía soportar ese dolor tan intenso. - Te lo he dicho, me olvidaré de ti. No tienes que preocuparte. Sé que eso es lo que quieres. - continuaba hablando, a pesar de estar mal seguía reconfortando al mayor.
- ¡Qué sabes tú qué quiero y qué no quiero! - exclamó mirándole fijamente a los ojos, quería detener las lágrimas de Yamada a toda costa. - Yo sí se lo que quiero... y es a ti. - susurró apenado, no era la declaración que se había preparado, pero más o menos había salido bien. Sonrió al ver la cara de sorpresa del menor. Se acercó a él mientras le secaba las lágrimas, que no paraban de salir de sus ojos. Mantuvo la sonrisa al ver que su expresión no cambiaba.
Cálidamente posó sus labios sobre los de Yamada, que no cabía de la sorpresa. ¿Realmente estaba sucediendo eso? ¿No era uno de sus tantos sueños? ¿Era real? Cerró los ojos disfrutando el gesto. Con la mano que Daiki tenía libre, la otra estaba en la mejilla del menor, rodeó la cadera del menor que posó sus manos en el pecho de Arioka. El contacto de sus cuerpos era total, no había distancia entre ambos.
Tuvieron que separarse por falta de oxígeno, pero ninguno de los dos quería que acabase. Daiki juntó su frente con la del menor y sonrió.
- No vuelvas a decir que me molestas o que me olvidarás. No quiero eso. Desde ahora, tu corazón, mente y cuerpo me pertenecen. No lo olvides. - sentenció la frase con un hermoso beso que Yamada correspondió gustoso.
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- ¡Ryosuke! ¡Qué te despiertes he dicho! - repitió por enésima vez su madre al otro lado de la puerta. Yamada levantó la cara del escritorio, en su mejilla tenía pegada una de las hojas de su libreta. Se había dormido haciendo la tarea. - ¡Por que sea sábado no significa que puedas dormir toda la mañana! ¡Venga y levántate, vago! - exclamó su madre, en su tono de voz podía notar cierto malhumor que él temía.
- ¡Ya estoy levantado! - dijo para que su madre no siguiese repitiendo lo mismo.
Sonrió al recordar el cálido sueño que había tenido. Miró a través de la ventana, justo donde se habían declarado mutuamente. Sí, ese era un buen recuerdo que merecía la pena soñar todos los días. Tocó sus mejillas, debajo de sus ojos, estaba húmedo. Podía ser un buen recuerdo, pero también un recuerdo agridulce.
*Fin del cap3*
Espero que les haya gustado!
En el próx. capítulo vendrán las emociones! >.< Aparecerán nuevos personajes y demás, espero que les haya gustado este cap Ariyama! *-* De verdad que amo esta pareja, la veo en todas partes! xD
Mimi-chan desta~!
Ooooooh~ Que bonito!!!!!! Eso es una declaración bonita, a su manera XD A ver, Daiki, por qué le tratabas así? Le amas, os amais, tratalo mejor!! XD
ResponderEliminarasdasdaadassdasd todo muy bonito, quiero el próximo cap, quiero saber que pasa en esa quedada, aparecerá Daiki? Qué pasará con Yuto? Habrá Takanoo? (Quiero Takanoo ;____;) bdjdxjsjdhx Me estas viciando al Ariyama, todo tu culpa