viernes, 24 de enero de 2014

Only you [Capítulo 19]

¡Hola! ¿Qué tal habéis estado? Ya tenía terminado el capítulo desde hace unos días, pero no tuve tiempo de publicarlo. Así que, como es fin de semana ya tengo tiempo para publicarlo *3*
Me alegro de que os esté gustando el serial y cómo se están desarrollando las cosas, la verdad es que no sabía cómo comenzar el desenlace... porque, aunque no lo parezca, nos encaminamos al desenlace de casi todas las parejas. Claramente, el final del Ariyama tardará algo más, porque ese será el final del serial. Tranquilas, no quiero desanimaros, sé que para ese final me queda bastante... porque quiero explicarlo todo bien bien, porque siento que es muy lioso todo. Supongo que pondré algún "Flash Back" para explicar las historias pasadas, como por ej. la del Yabuhika.

Pero bueno, no quiero adelantar acontecimientos. Antes de decir cosas sobre los próximos caps, toca leer este y espero de todo corazón que os guste. ^^




Parejas: Ariyama, yamajima, okajima, yabuhika, chiitaro, takanoo. 



Capítulo 19



- ¿Yuto? ¿Por qué no entras? – habló Inoo a espaldas del mencionado. Éste se sobresaltó y se giró mirando al mayor. Sonrió y asintió.

El día transcurrió tranquilo, como siempre que no tenían planes fueron a la playa. Daiki se rehusó, ese día no podía ya habían ido dos veces en lo que iba de semana. Se quedó en su habitación escuchando música encima de su cama, absorto al mundo que le rodeaba, a todos los problemas que le atormentaban, alejando de su cabeza todos esos malos pensamientos, simplemente escuchando y disfrutando de la música. Necesitaba un rato de no pensar, de no atormentarse con la decisión que había tomado, no quería pensarlo mucho pues sabía que si lo hacía acabaría por acobardarse.

Miraba el techo mientras movía el pie, que le colgaba fuera de la cama, al ritmo de la música, acompañándolo con un leve movimiento de cabeza. La melodía del teléfono alarmó a su dueño, que se levantó y lo cogió de encima de la mesita.

- ¿Sí?

- ¿Daiki-chan?

- ¿Mamá?

- ¿Qué tal estás? ¿Has tenido molestias por el sol? 

- No, mamá estoy bien, no te preocupes. ¿Qué tal todo por allí? – se giró dirigiendo la mirada hacia la ventana viendo como sus amigos reían y se perseguían.

- Bien, tranquilo, como siempre. ¿De verdad que no te has sentido mal?

- Sí mamá. Deja de preocuparte, el médico dijo que no tendría por qué volver a pasarme nada. – su tono era de cansancio, siempre tenía que estar premeditando cada uno de sus pasos y comenzaba a cansarse de tener que cuidarse de casi toda actividad al aire libre.

- Más vale ser precavidos. ¿Has ido a visitar a la abuela?

Daiki sonrió recordando a su adorada abuela, todo un ejemplo de superación y positividad.

- He ido dos veces cada semana.

Continuó hablando con su madre de cosas triviales y de cómo estaban pasando ambos el verano. Era la primera vez que hablaba con ella ese mes y, como siempre, estaba preocupándose de más. Comprendía su preocupación, pero era excesivo.

- Por cierto, Daiki-chan. He concertado una cita con un médico de allí para que te mire. Tienes que ir el miércoles de la semana que viene ¿está bien?

Daiki miró aburrido la pared de enfrente, estaba cansado de las continuas revisiones, aunque ahora estando en verano las comprendía.

- Vale.

- Apúntalo, que no quiero que te escaquees. Tienes que ir sí o sí, que ya hace cinco meses que no vas a revisión.

- Vale, mamá.

Se levantó y dirigió hacia el escritorio que los cinco de esa habitación compartían, no había ninguno otro por toda la habitación. Cogió un post-it apuntando el día y la hora en la que tenía que estar en la consulta.

- Bueno, te dejo que está al llegar tu padre y tengo que ponerme a hacer la cena. Pásalo bien y cuídate.

Se despidió y dejó el móvil encima del escritorio, releyendo una y otra vez el post-it. No le gustaba ir a la revisión, aunque pareciese un niño teniéndole miedo al médico, realmente no le gustaba. Solamente le daban malas noticias y realmente lo había pasado mal.

Se dirigió de nuevo a la cama sentándose en el borde, mirando aburrido el suelo, distraído sin pensar en nada. El rumbo de su vida era una montaña rusa, ahora mismo iba cuesta arriba y comenzaba a sentir el vértigo de la bajada. Temía qué le deparaba después de eso. Ya había tomado la decisión, pero no sabía cómo arreglar las cosas porque solas no se solucionarían.

- ¿Dai-chan? – interrumpió alguien sus pensamientos. Era Inoo y le miraba preocupado.

- ¿Inoo-chan? ¿Qué pasa? ¿Por qué estás aquí? Se suponía que estabas en la playa. – se sorprendió de encontrarle ahí, pero sonrió rápidamente para no preocuparle.

- Eh, sí. Pero me parece que me he quemado así que opté por venir a hacerte compañía. – respondió sonriéndole, dirigiéndose hacia la mesita de su cama y sacar la loción para el quemado.

Daiki simplemente sonrió mirándole como se esparcía la crema.

- ¿Me ayudas? Es que no llego. – pidió tratando de untarse él la crema pero, como había dicho, no alcanzaba.

- Claro.

Se levantó y dirigió hacia el mayor, cogiendo el bote para después esparcirle la crema por la ardiente espalda. Había silencio, ninguno de los dos hablaba; Daiki estaba concentrado en no hacerle daño e Inoo disfrutaba del contraste del frío de la crema en su piel caliente.

- Oye, Dai-chan. – llamó Inoo haciendo una pausa en la que soltó un gemidito del placer de la crema. – ¿Todavía quieres a Yama-chan? – su falta de delicadeza sorprendió al menor que detuvo súbitamente cualquier movimiento de mano.

Despegó la mano de la espalda del mayor, nervioso, creyendo que había sido descubierto. Se suponía que nadie tenía que saber de los sentimientos que aún mantenía por Ryosuke y menos ahora que el menor era feliz con un nuevo novio.

- Dai-chan… - se giró mirando al nombrado que le temblaba levemente la mano que aún tenía levantada. – No pasa nada. – trató de tranquilizar al menor que miraba horrorizado el suelo.

- Es normal. – finalizó Kei mirándole con algo de tristeza.

- Sí, sí que pasa. – elevó un poco el tono de voz, Inoo no comprendería nada aún si se lo explicase. – No me puedo permitir seguir queriéndole, él es feliz. –

Ni él mismo confiaba en sus palabras, sabía que con Ryosuke solía ser muy egoísta y posesivo, pero esta vez no podía ser así, tenía que dejarle libre.

- Sobre los sentimientos no manda nadie. – Inoo trataba de tranquilizarle, ya que intuía que el interior de Arioka era un completo caos, que no sabía lo que tenía que hacer.

- ¡Yo sí! ¡No puedo seguir queriéndole! – gritó, pero no a Inoo sino a sí mismo, tenía que gravarse a fuego esas palabras en el pecho.

- Él es feliz sin mí, ¿qué gano yo con estos sentimientos? – hizo una pausa donde retuvo el tembleque del labio inferior. – Solamente le traigo sufrimiento, solamente le recuerdo un pasado que él no quiere recordar. Y me hago daño cada vez que pienso en estos sentimientos que me carcomen todos los días, que me hacen flaquear cuando me sonríe, que me derriten cada vez que me toca. Pero él no me ve como yo quiero que lo haga, él puede avanzar sin mirar al pasado ¿por qué yo no? – sus ojos escocían, quería llorar.

- Dai-chan… - susurró entristecido. El menor estaba completamente sumergido en un infierno interior y de esa tortura solamente podía salir él, nadie podía sacarle. Le dolía ver a su amigo tan devastado, ver su típica alegría tan apagada.

- No puedo, Inoo-chan, no puedo seguir queriéndole. Y cuanto más tiempo paso a su lado más daño le hago. –

Daiki seguía mirando al suelo aguantando las ganas de llorar, todo era tan difícil y tan doloroso. Él había vuelto con la esperanza de que ellos dos continuasen esa historia pausada, pero no pudo ser y nunca volvería a ser, porque él no podía hacer feliz a Yamada. No era el indicado para Ryosuke.

- Pero bueno. – levantó la cabeza sonriendo fingidamente, sus ojos estaba opacos. – La vida continúa ¿no? – ensanchó la sonrisa aún sabiendo que el moreno no se la creería.

- Algún día explotará todo eso que llevas dentro. – señaló el pecho del menor.

- Pero cuando explote no salpicará a Yamada y eso es lo que importa. – Arioka sonrió.

Se miraron sin decir más palabra, realmente ese había sido un suceso que no tenía que haber pasado. Daiki había estallado porque llevaba mucho tiempo aguantando e Inoo simplemente asimiló todo lo que éste había dicho.





- Yuto. – llamó Ryosuke deteniendo el andar del menor.

Ya se dirigían hacia la casa, el cielo ya estaba con tonos anaranjados indicando que la noche se acercaba. El moreno se giró a mirar a su novio sonriente, quedando ellos dos atrás del grupo.

- ¿Po…Podemos ir a dar un paseo? ¿Solos? – su timidez era mucha y tenía un leve sonrojo en sus mejillas.

- ¿Ahora? – el asombro del más alto era notable pero estaba feliz de ver que Yamada era el que daba el paso.

- ¿No puedes? – la cara de pena que puso al verse rechazado punzó el corazón del moreno.

- Sí claro. – asintió y ambos volvieron sobre sus pasos dirigiéndose hacia la playa de nuevo.

Pronto el silencio entre ellos volvió, no era incómodo estaban disfrutando el momento cada uno pensando en sus cosas. Caminando por la orilla del mar, mojando y refrescando los pies.

- Me sorprendió mucho tu petición. – comentó el menor divertido y con las manos en los bolsillos mirando como sus pies chapoteaban en el agua a cada paso.

- Hace mucho que no pasamos tiempo, juntos. – se sonrojó al decir esas palabras.

Era cierto, nunca tenían tiempo para ellos dos solos, prácticamente desde que habían llegado no habían hecho vida de pareja. Y puede que por eso, los pensamientos y sentimientos de Yamada estuviesen tan revueltos, a lo mejor era la falta de intimidad con Yuto lo que confundía sus sentimientos por Daiki.

- Es verdad, siempre tenemos actividades en grupo. – apoyó el moreno admirando el rostro encendido de su adorable novio.

Reinó de nuevo el silencio ¿desde cuándo tenían tan poca comunicación? Y lo peor de todo es que estaban algo incómodos con este segundo silencio. No tenían temas de conversación entre ellos dos ¿qué les pasaba? Hace unos meses tenían mucho qué decirse ¿qué había cambiado en ese verano?

- Yuto. – llamó el mayor deteniéndose en seco para después girarse y mirarle.

El mencionado también se detuvo y se miraron, transmitiendo cosas de las que no sabían el significado. Mirándose intensamente, la grande mirada de Ryosuke centelleaba causando un ensimismamiento en su pareja. Yuto ante esa mirada tan brillante se fue acercando involuntariamente al rostro del mayor, acariciándole suavemente una mejilla. Sonrió tiernamente al ver un pequeño sonrojo en la otra cara, se aproximó un poco más a la vez que entrecerraba los ojos lentamente.

El corazón de Yamada latía desenfrenado, su boca segregaba más saliva a causa del nerviosismo obligándole a tragar. Miraba cómo el más alto se acercaba a su rostro, esperaba impacientemente.

Nakajima depositó un cálido y tímido beso sobre los labios de su novio, apretando contra ellos. Temiendo la respuesta del mayor, pero ésta rápidamente se dio. Ryosuke movió despacio sus labios incitando al menor a moverlos también, poniendo sus brazos alrededor del cuello del moreno y éste rodeándole la cintura. Poco a poco el beso cogió intensidad, adentrando Nakajima su lengua en la cavidad ajena. Sus lenguas danzaron una contra la otra.

Se separaron por falta de oxígeno ante semejante intensidad. Se miraron tímidos a los ojos, las carnosas mejillas del castaño se tiñeron completamente de un tenue rosa.

- ¿Te refieres a pasar este tipo de tiempo juntos? – sonrió el moreno enseñando sus labios en una picaresca sonrisa.

- Idiota. – le pegó un pequeño golpe en el pecho. Pero sí, necesitaba este tipo de cosas para dejar de atormentarse con sentimientos antiguos.

- ¿Quieres dar un paseo hasta el final de la playa? La noche está agradable. – ofreció el menor sonriendo ampliamente.

Yamada asintió y deshizo el abrazo. Juntó su mano con la de Yuto y entrelazó los dedos. Sonrió cálidamente al ver la sorpresa en los ojos negros de su novio, pero le devolvió el gesto y siguieron caminando por la orilla inmersos en una amena charla.





- ¿No tardan mucho Yama-chan y Yuto? – preguntó algo preocupado Yabu. Él los había visto irse juntos, pero de eso ya hacía como media hora.

- Déjalos, necesitan su tiempo a solas. – añadió Chinen desde el sofá, estaba cansado. Había sido un día ajetreado.

- ¿Qué tal la playa chicos? – preguntó Daiki nada más llegar al primer piso. El resto subió los hombros en un gesto ambiguo.

Takaki vio a Inoo bajar detrás de Daiki y, de nuevo, esos inexplicables e incontrolables celos le invadían su ser. A pesar que sabía que no había nada entre ellos y que ya lo había aclarado con Inoo seguía sintiéndose celoso de Arioka. Desvió la mirada mosqueado, tenía que aguantarse ese sentimiento por el bien de los tres.

- ¿Ya habéis cenado? – habló Inoo. Habían estado en el dormitorio hasta que el menor se tranquilizó, era mejor que se tranquilizase a que explotase con los demás también.

- Aún no, estamos esperando a Yamada y Yuto. – explicó Ryutaro sentando también en el sofá.

Daiki al oír aquello rodó su mirada por todo el salón cerciorándose de que faltaban ellos dos. Una punzada estrujó su corazón, creándole un sabor amargo. Tenía que tranquilizarse, ya había dicho todo lo que pensaba a Inoo así que no podía permitirse que los demás supiesen de sus sentimientos.

- Bueno, ¿por qué no la vamos preparando mientras? – añadió Daiki tratando de distraer su mente. No se podía quedar sentado esperando a que ellos dos viniesen, porque entonces su mente divagaría por suposiciones que le harían daño.

Los demás decidieron que harían eso y se pusieron manos a la obra entre risas y bromas. Pronto la cena estuvo lista y se dispusieron a cenar y justo cuando iban por la mitad del primer plato apareció la pareja muy sonriente y cogidos de la mano. Nada más ver que el resto les miraban separaron las manos, por vergüenza o por no querer ser descubiertos por ciertas personas.

Se creó un incómodo silencio donde los protagonistas eran los recién llegados, no sabían qué decir y el resto parecía que tampoco sabían cómo tratar de tranquilizar a la pareja.

- ¿Por qué no os sentáis a la mesa? Seguramente que tendréis hambre. – interrumpió Daiki ese incómodo. No comprendía por qué había esa tensión en el ambiente.

Ellos dos asintieron y se dirigieron al sitio que siempre ocupaban.

Cenaron en tranquilidad y después de recoger la mesa cada uno se dirigió a su cuarto.

Los pequeños entraron en su cuarto. Yuto no apartaba la mirada de encima de la espalda de Okamoto quien miraba dentro de su neceser para buscar su cepillo de dientes. Nakajima se sentó en la cama meditando una forma de iniciar la conversación sobre lo que había escuchado esa misma mañana, sabía que por su naturaleza no aguantaría más tiempo callado, así que prefirió encararlo premeditadamente antes de meter la pata.

Aprovechó que Chinen, Yamada y Ryutaro habían entrado los tres al baño antes y cogió a Keito del brazo haciendo que se girase a mirarle sorprendido.

- ¿Tienes un minuto?

Keito observó los ojos de Nakajima, tratando de descifrar lo que le iba a decir. Temía que lo que le dijese fuese referente a la “escapada” que había tenido con Ryosuke momentos antes. Asintió muy a su pesar, pues no quería escuchar nada sobre ellos dos en una misma frase.

Salieron de la habitación sin que los otros tres se enterasen y bajaron al piso inferior. Yuto examinaba si había alguno de los demás por el primer piso, pero sonrió aliviado al estar ellos dos solos. Caminó hacia la terraza y cuando Okamoto pasó cerró la puerta, eso les daba algo de privacidad a la hora de hablar.

- ¿Qué pasa? Es raro que quieras hablar en privado. – se notaba su nerviosismo ya que en ningún momento había mirado a los ojos al moreno.

- ¿Por qué tienes una relación falsa con Hikaru-kun? –

Preguntó directamente y sin titubeos, el otro abrió desmesuradamente los ojos sorprendiéndose de lo que había escuchado.


*Fin del cap.19*



Bueeeno, pues hayá vamos de cabeza al okajima. Este cap ha sido más para tranquilizar las cosas (que estaban muy caldeadas) y explicar más o menos cómo se siente Daiki. Quise poner algo de yamajima ya que no he puesto mucho... u_u 
¡Espero que os haya gustado!
¡Mimi-chan destaa~!

viernes, 17 de enero de 2014

Only you. [Capítulo 18]

¡Doumo! Capítulo terminado, capítulo publicado. Acabo de terminarlo y aquí lo tenéis. Tengo que recordar que ahora no voy adelantada y que por eso pueden tardar más los capítulos. Pero por lo visto no, hace unos días publicaba el anterior y ya tengo este... (en cuanto digo que puede que tarde me pongo las pilas y lo acabo antes xD)

¡Espero que os guste! >_<


Parejas: Ariyama, yamajima, okajima, chiitaro, yabuhika, takanoo. 



Capítulo 18





Chinen abrió los ojos desmesuradamente ante la sorpresa. Pero rápidamente arrugó el ceño mirándole algo enfadado. Ahora sí que no comprendía el comportamiento de Morimoto, pasó de ser amistoso a demandante.

- ¿Qué te pasa? Déjame en paz. – mandó el mayor moviéndose incómodo, tratando de hacerse algo de sitio entre el cuerpo de Ryutaro y la pared. Pero fue en vano, el menor le tenía cogido fuertemente por el brazo.

- No me da la gana. – respondió con un tono grosero y mirando fijamente a Chinen que le devolvía la mirada sin titubear. No le incomodaría un mocoso con las hormonas revolucionadas.

- ¿Qué es lo que quieres? – exigió saber Yuri cesando en su movimiento por alejar al menor de su cuerpo. Ese cuerpo que le llamaba y le hacía perder la cordura, mandándole juntar ambos cuerpos, cosa que él no quería.

- A ti. – se acercó lentamente al rostro del más bajo a la vez que entrecerraba los ojos. El otro no sabía qué hacer, estaba estático, no había predicho ese movimiento y su cuerpo estaba aceptando gustoso esa cercanía.

Ryutaro juntó sus labios con los ajenos, moviendo los labios lentamente al principio. Chinen no respondió, no quería pero involuntariamente su cuerpo estaba cediendo, movió levemente sus labios aceptando el beso. El menor al notar eso aceleró el movimiento de sus labios cambiando el ritmo a un beso apasionado, ritmo que el otro siguió.

Se separaron por falta de oxígeno, Chinen miraba ceñudo al menor, molesto pero consigo mismo, no podía creer que hubiese aceptado un beso de Morimoto. Al parecer, su cuerpo ejercía el mismo magnetismo que antaño. Examinaba al menor, estaba claro que éste solamente quería una buena noche.

- ¿Sexo es todo lo que quieres? – espetó fríamente el mayor aún mirándole intensamente. Morimoto se sorprendió de esas palabras, pero sonrió contento, al fin el mayor comprendía la situación.

- Así es. – contestó, tenían ambos rostros muy cerca aún. A Chinen esa respuesta le estrujó el corazón, a pesar que sabía de las intenciones del moreno le había afectado de igual manera.

- Pues eso tendrás. – sentenció el mayor mirándole fijamente y rogando que su fortaleza no se fuese, no por lo menos hasta que estuviese solo.

Ryutaro alejó un poco el rostro ante la perplejidad, no comprendía ese cambio repentino en la actitud del mayor, pero le gustaba. Por fin podría volver a disfrutar de ese pequeño y adictivo cuerpo.

- Pero. – añadió haciendo que Morimoto le prestase atención. – después de eso tendrás que dejarme en paz para siempre. Solamente hablaremos lo justo delante de los demás, en la intimidad no habrá ningún tipo de trato. – sentenció mirándole sin pestañear, tratando de transmitirle que lo decía completamente en serio, que no habría una próxima vez.

Chinen había comprendido que si aún seguía albergando esos sentimientos por Morimoto era porque la historia no había acabado. Habían dejado de hablar de la noche a la mañana y no le habían puesto punto y final. Creía que poniéndole el final acabaría por olvidarse de esos antiguos sentimientos que tenía hacia el menor, rogaba que fuera así.

Ryutaro meditó la condición que el mayor le había puesto, la verdad era que quería intercambiar fluidos con él, no quería nada más allá de eso, ni palabras bonitas ni romanticismos de ninguna de las partes. Así como había sido en el pasado, donde simplemente se acostaban cuando querían, sin celos ni citas. Y esa le parecía una buena oferta, podría volver a disfrutar del cuerpo de Chinen y eso era lo que más quería, pero por otra parte comprendía que esa sería la última vez y eso no le gustaba, porque él sabía lo adictivo que era ese cuerpo. Aunque no habría otra oportunidad como esa, Chinen no le dejaría otra ocasión y tendría que aprovecharla.

- Me parece bien. – respondió después de haberlo meditado tanto, disfrutaría la última vez al máximo.

- Trato hecho entonces. – sonrió Chinen convencido de que era lo mejor para acabar con esa absurda historia que no hacía feliz a ninguno de los dos. Quería cortar toda relación con Ryutaro, aunque paradójicamente sería teniendo sexo con él.

Morimoto se acercó rápidamente depositando un ardiente beso en el menor, adentrando la lengua desde el inicio. Chinen correspondió de igual manera, aunque quería alejarse de él la verdad era que cada beso del menor conseguía derretirle internamente. Ryutaro adentró una de sus manos por debajo de la camiseta que el otro llevaba, logrando rozar la piel tan deseada. Chinen suspiró cuando sintió el roce, el menor aprovechó y profundizó un poco más el beso. El mayor sentía que a cada momento la atmósfera cambiaba y que acabarían por hacerlo ahí mismo.

- Espera… - susurró cuando tuvo la boca libre ya que el menor había pasado a besarle el cuello sin cesar los roces en la cadera ajena. – Ryutaro, espera… – volvió a susurrar poniendo sus manos en el pecho del moreno.

- ¿Qué pasa? – preguntó algo molesto por la interrupción, antes le había dado vía libre para continuar ¿por qué ahora le detenía?

- Ahora no, los demás pueden subir en cualquier momento. – respondió con algo de dificultad ya que estaba completamente extasiado con esas simples caricias y ese beso.

Ryutaro miró la puerta, era verdad. Los demás subirían a dormir dentro de nada, no se podían arriesgar a que los encontrasen en pleno acto. El menor se separó, dándole algo de espacio al mayor que acomodó la camiseta. Y efectivamente, nada más reponer las respiraciones aparecieron los otros tres que faltaban.

- Yuto, ya te he dicho que… - decía Yamada al entrar, pero paró al ver que los otros dos estaban callados, algo alejados y mirando en direcciones opuestas. – ¿No ibas a dormir, Yuri? – le preguntó sorprendido de verle aún despierto y apegado a la pared.

- Eh… sí, sí. – respondió rápidamente. – Pero me quedé hablando con Ryutaro. – añadió para que fuese algo más creíble. El mencionado asintió confirmando las palabras, los otros tres se miraron entre ellos algo confusos.



El día amaneció nuevamente, Hikaru se desperezó se había despertado temprano. Tenía que comenzar a ponerse con los ejercicios que le habían mandado, varios trabajos que sentenciaban la nota del próximo curso. Bajó al primer piso y fue hacia la cocina para desayunar, si no comía primero no rendiría en sus deberes.

Cuando estaba terminando de tomar su café apareció su peor pesadilla, a quien menos quería ver.

- Buenos días, Hikaru. – saludó el líder sonriéndole carismáticamente. El menor se sorprendió de esa sonrisa, normalmente nada más que le veía se abalanzaba sobre él.

- Buenos… días.

Su asombro era mucho y la incomodidad también dado que la última vez que habían mantenido una conversación ellos dos solos estaban desnudos y en la ducha.

- ¿Tienes trabajos de verano? – cuestionó el mayor iniciando un tema de conversación sentándose en la silla que presidia la mesa.

El menor solamente asintió tragando de golpe el café que le quedaba, se levantó y lo dejó en la pila. Yabu examinaba cada acción del otro, desde que había percibido cierto rencor del menor hacia su persona había optado por no acecharle más, aunque su objetivo seguía siendo el mismo.

- Entonces mejor me voy al salón. No quiero molestar.

Hikaru miró al líder sorprendido, ¿no pensaba incomodarle con comentarios obscenos? Yabu caminaba tranquilamente hacia la puerta bebiendo de la taza de café que él también se había servido.

- No molestas, puedes quedarte.

El castaño detuvo su andar y se giró a mirarle asombrado. Hikaru bajó la mirada avergonzado por lo que acababa de decir, ni él mismo pensaba decir eso. Yabu sonrió contento, parecía que tratarle sin ningún tipo de cariño estaba funcionando, quería volver a retomar la relación que habían tenido antaño, claramente no volvería a ser lo mismo nunca pero por lo menos quería ser algo cercano a Yaotome.

- Si insistes. – sonrió divertido dirigiéndose a la silla que anteriormente había ocupado.

- No he insistido… - susurró Hikaru aún mirando al suelo.

Yabu sonrió ampliamente y abrió el libro que había bajado de su habitación, siempre le gustaba leer cada vez que tenía un ratito de tranquilidad. Hikaru se sentó en la silla que había utilizado y sacó un portafolio con las fichas que le había mandado el profesor. Yabu le miraba de vez en cuando, tenía esa cara de concentración que no le veía desde pequeños cuando hacía algún dibujo.

- ¿Aún dibujas?

La pregunta sorprendió al menor que elevó la mirada para examinarle fijamente. ¿Quería remover el pasado? No, parecía simple curiosidad. Apartó la mirada del rostro del castaño y la fijó en su libreta.

- Sí.

Hikaru comenzó a jugar con su bolígrafo, creía que tenía el asunto de Kota asumido y resuelto, pero parecía que no era así. ¿Qué le ponía tan nervioso? Es más, si le incomodaba estar a solas con él ¿por qué le había pedido quedarse? No comprendía su comportamiento.

El silencio volvió a reinar en la cocina, ninguno hablaba parecía que tenían cosas mejores que hacer. Hikaru mantuvo su concentración en su trabajo y el líder en su libro. Pero a decir verdad, Yabu no estaba prestando atención a lo que leía. Quería preguntarle a Yaotome el motivo de su rechazo, qué era lo que había hecho que le parecía tan mal, porque no se le ocurría nada. Ellos habían roto el contacto de un día para otro y con el resto había sido igual. Solamente Hikaru le procesaba ese rechazo.

Se levantó dispuesto a marcharse, no quería incomodar al menor y además, sabía que en cualquier momento no se contendría las ganas de preguntarle y acabaría empeorando los avances que había conseguido.

- ¿Te vas? – en su tono se podía apreciar algo de perplejidad. Algo en su interior no quería que se fuese.

- Sí.

Escueto contestó, no quería pronunciar más palabras. Caminó y se detuvo en el umbral de la puerta, mirando de reojo al menor que le daba la espalda a causa de la posición de la silla.

- Espero algún día poder ver lo que has progresado en el dibujo. – y se fue.

Hikaru abrió los ojos ante esa frase. ¿Yabu se interesaba por él? ¿Cuánto hacía que el mayor no mostraba interés (otro que no fuese sexual) hacia su persona? Ahora, parecía el amigo que había tenido antes, ese amigo atento y cariñoso que echaba de menos.



- Buenos días. – saludó Okamoto a Yabu cuando bajó las escaleras, el mayor se encontraba en el salón. Éste simplemente asintió y le sonrió para devolver la vista al libro.

Caminó hacia la cocina y se sorprendió de encontrar a Hikaru allí inmerso en sus pensamientos. Temía interrumpir alguna charla importante que estuviese teniendo el mayor internamente.

- Buenos días. – saludó igualmente.

Yaotome elevó la vista asintiendo y después se le quedó mirando sin mirar. Le miraba pero estaba ausente. Keito se dio cuenta de esa miraba e intuyo que algo importante pasaba por la mente del mayor.

- ¿Pasa algo? – se sirvió la leche en la taza que habituaba a utilizar.

- ¿Eh? – Yaotome hizo una pausa en la que pestañeó varias veces. – No, nada. – y sonrió.

- ¿Tienes ejercicios? – metió la leche al microondas, lo encendió y se acercó hacia la silla para fisgar lo que el mayor hacía.

- Así es. ¿Tú ya has acabado los tuyos? – devolvió la pregunta sonriéndole ampliamente al menor.

- Sí, ya los he terminado. – el sonido del microondas le avisó de que la leche ya estaba caliente. Se acercó a él y la sacó.

Cuando cogió las magdalenas se sentó en la mesa, a un lado del mayor. Sintió la mirada de Yaotome posada firmemente en su persona, así que elevó la mirada que estaba posada en la magdalena.

- ¿Qué pasa? – le preguntó llevándose la magdalena empapada del líquido caliente a la boca.

- Keito tienes que hacerme un favor. – hizo una pausa donde examinó la expresión del menor.

En la mirada del mayor había tal nivel de súplica que casi le obligaba a decirle que sí, incluso antes de saber qué era lo que le iba a pedir el otro. No sabía si sería bueno o malo, pero aún así Hikaru se había “ofrecido” a ayudarle con el tema de Yuto.

- ¿Qué es? – preguntó después de tragar.

Hikaru sonrió.

- Tenemos que volver a la relación falsa. – rogó mirándole suplicante.

Keito se sorprendió por la petición. Hacía un mes más o menos que habían “terminado” y todo parecía haber estado bien ¿por qué ahora le pedía que volviesen? Hikaru vio la confusión en los ojos del menor y desvió la mirada.

- Te lo pido por favor, es muy importante. – explicó. Nadie sabía de la relación tan rara que tenía con Yabu y no pensaba decírselo a nadie.

Yaotome no se fiaba del nuevo trato que le daba Kota, los años que llevaba conociéndole le alarmaban que algo tramaba y se confiaría en su intuición. Rogaba para que Okamoto le dijese que sí, necesitaba que Yabu supiese que volvía a tener pareja y así que le mostrase de nuevo sus intenciones ocultas, porque sabía que ocultaba algo.

- ¿Por qué tan de repente? – quería alguna explicación para esa petición.

- Es algo muy largo de contar. Te lo ruego. – puso sus manos delante de la cabeza y la inclinó levemente. Esperaba que así el menor se convenciese.

- Vale. Si me lo pides así…

Keito se rindió, no pasaba nada por ayudarle esta vez a Hikaru, le debía un favor y parecía que el mayor necesitaba volver a la relación falsa urgentemente.



Yuto se quedó sorprendido de lo que acababa de escuchar, había bajado poco después que Okamoto y se había quedado parado en el umbral de la puerta al escuchar “relación falsa”.

- ¿Relación falsa? ¿Keito y Hikaru nunca estuvieron saliendo de verdad? – se preguntó en un susurro mirando al suelo pensativo.


*Fin del cap.18*



¡A la, ya se ha enterado Yuto! ¡Se avecinan grandes problemas! Entre la decisión de Daiki, que Hikaru se haya enterado del problema de Daiki y ahora Yuto se entera de la "relación" de Keito y Hikaru.... ¿todo se pone muy interesante no? o a lo mejor soy yo que me emociono pensando en los siguientes capsxD

¿Qué os ha parecido? 
¿Yuto hará algo?
La decisión de Chinen, ¿la entendéis?
Y por el contrario, la postura de Ryutaro, ¿la comprendéis?

¡Mimi-chan destaa~!

miércoles, 15 de enero de 2014

[Drabble] Shashin. [Yamajima]

¿Ya tocaba algo que no fuese Ariyama no? xD Que aunque me encante el Ariyama, también tengo inspiración para otras parejas. Aunque solamente es un drabble, que por cierto hace mucho que no hago drabbles...

Bueno, aquí lo dejo.






Título: Shashin. (foto)
Pareja: Yamajima [Yamada Ryosuke&Nakajima Yuto]
Extensión: Drabble.
Género: Ni idea...
Autora: Mimi-chan. 






*Capítulo único.*



Entró a aquella cafetería como cada tarde, fue a la mesa del fondo pegada a la ventana. Depositó la cámara de fotos en la mesa para después quitarse el abrigo, se sentó y dejó el abrigo en la silla de al lado. Miró el exterior, pensando en el frío que hacía fuera, toda la gente iba abrigada hasta la nariz.

- ¿Qué desea? – se giró y vio a la camarera mirarle con timidez.

Sonrió, normalmente causaba ese efecto en la chicas, ya le habían dicho que su figura alta y delgada imponía y creaba un aura de inaccesibilidad.

- Un café solo. – mantuvo la sonrisa.

La camarera asintió e hizo una pequeña reverencia y se fue el lugar. Él dirigió de nuevo su mirada hacia la ventana, mirando las diferentes personas que caminaban hacia un lado y el otro, ignorándose mutuamente. Algunos absortos en la música que escuchaban, otros al móvil, pensando…

- Aquí tiene. – interrumpió de nuevo la camarera.

Yuto le miró nuevamente y sonrió inclinando levemente la cabeza en respuesta a la pequeña reverencia que ella había hecho. Cogió la taza y, después de echarle el azúcar, le dio un sorbo al líquido negro, disfrutando el aroma y el sabor, cerrando los ojos en el acto.

Cuando los abrió dirigió su mirada hacia la cámara que reposaba a un lado de su brazo. ¿Cuánto hacía que no tomaba una foto decente? ¿De esas que transmiten? Mucho, muchísimo tiempo, tanto que su superior comenzaba a impacientarse. De las fotos dependía su trabajo, pero no encontraba nada que le llamase la atención. Las fotos era la como los cuadros; salían depende el estado o la inspiración del creador. Y últimamente su estado de ánimo no era muy alto que se dijese, llevaba un tiempo en el que nada le salía bien. Tanto en su vida profesional como en la personal. Desde que su novio le había dejado y marchado de casa todo había ido mal y así… ¿cómo iba a sacar una buena fotografía? Necesitaba algo que le inspirase, tal vez un cambio de aires o un tiempo para él solo. Pero lo necesitaba urgentemente.

Cogió la cámara y la encendió, ese era un buen escenario para una buena foto. La puso delante de su ojo derecho y se giró en dirección a la ventana, ¿por qué no tomar una de la muchedumbre? Aunque era algo tópico con el buen efecto podía ser una gran fotografía. Dio al clic y miró la pequeña pantallita para ver cómo había quedado la foto, pero no le gustó lo que vio.

Acercó de nuevo la cámara a su ojo derecho, esta vez en dirección a la puerta de la cafetería. Dio al clic y miró la foto, nada, no le gustaba. La puso de nuevo delante de su ojo rodando esta vez la vista por toda la cafetería. Su vista a través de su cámara se posó en un chico que miraba impaciente el móvil, tal vez esperaba recibir algo importante.

Era un chico atractivo, con el pelo castaño corto y muy a la moda. No podía ver mucho ya que estaba en diagonal a él por lo tanto, solamente podía verle el perfil. Tenía la barbilla apoyada en la palma de la mano, le vio suspirar y apartar la mirada del aparato. Miraba al frente melancólico suspirando nuevamente. Daba golpecitos con los dedos de la otra mano sobre la mesa, seguramente para hacer más llevadera la espera.

E involuntariamente sacó la foto.

Miró la pantalla de la cámara, sorprendiéndose de la luz que transmitía el rostro del chico. Aunque parecía angustiado por algo, su cara transmitía paz y calma, además de la belleza del joven. Había mucha claridad en la foto, lo que le daba un aspecto cálido.

Acabó el café de un trago y se levantó con cámara en mano y el abrigo en la otra. Se encaminó hacia la mesa de aquel chico y se sentó sorprendiéndole.

- Buenas. – sonrió contento Yuto.

El otro aún no cabía del asombro, ¿quién era esa persona y porqué estaba sentado en su mesa?

- Eh… ¿nos conocemos?

Su tono de duda era muy notorio además de la confusión. El moreno sonrió llevando su mano hacia el bolsillo del abrigo y sacó una tarjeta.

- Nakajima Yuto, encantado. – le tendió la tarjeta y el otro la recibió para después leerla.

- Yamada Ryosuke. – hizo una pausa donde miró la tarjeta y luego al desconocido. – ¿Eres fotógrafo?

- Así es.

Yuto le miró fijamente, examinando las facciones y reacciones del castaño, totalmente entusiasmado. Por fin, había encontrado algo que realmente le inspiraba. Él era su objeto de inspiración.  

*Fin*


Aclaración: Con lo de "objeto" no me refiero a la palabra tal cual, si no a que él sería su inspiración. (Es que a sonado mal... xD)
 
Bueno ¿qué tal ha quedado? Espero que no tan horroroso como a mí me pareció... u_u
¡Espero que os haya gustado! ^^
¡Mimi-chan destaa~!


lunes, 13 de enero de 2014

Only you. [Capítulo 17]

¡Buenas! ¡Un año sin pasar por aquí! (Naaah~ es broma, es que tengo un sentido del humor que lo rompo... xD) ¿Me echábais de menos? >3<
Pero sí, me he tardado mucho.. perdón. Lo típico (pero cierto) no tenía tiempo... estaba estudiando para los exámenes y aún no los he acabado por eso he tardado tanto. Pero lo compenso con este pedazo de capítulo que avanza la gran trama (la historia principal) *w*
Y aviso que no me ha dado tiempo a acabar el próximo capítulo, con esto quiero decir que puede que me tarde más en publicar los capítulos (intentaré que no)


¡Espero que os guste! ^^

Parejas: Ariyama, yamajima, okajima, chiitaro, yabuhika, takanoo.

Capítulo 17



Fue un simple roce de labios, nada profundo pero que significaba mucho. Ninguno se separaba, simplemente oprimían sus labios contra los ajenos, con miedo a moverlos. Temían abrir los ojos y que la realidad les golpease de frente, recordándoles las cosas que tenían ambos.

Lentamente y sin quererlo, se fueron separando abriendo los ojos poco a poco para dar paso a una mirada intensa y algo confusa. Se miraron, sin pestañear, tratando de leer lo que los ojos del otro decían, pero simplemente reflejaban confusión. ¿Qué habían hecho? ¿Por qué?

- Yo… - comenzó el menor desviando la mirada y levantándose, estaba muy confundido, no entendía nada. No sabía por qué se había acercado al mayor y propiciado un beso. – Lo siento. – finalizó para después echar a correr hacia las escaleras.

Daiki le siguió con la mirada hasta que ya no pudo observarle más, confuso, triste y con culpabilidad. ¿Por qué no le había detenido? Yamada tenía pareja, acababa de ser infiel y él lo había permitido. Bajó la mirada hacia una de las fotos en la que salían él y Ryosuke riendo radiantemente en la playa, el último verano que pasaron juntos antes de que él se marchase.

Sonrió tristemente, acariciando levemente el rostro de su acompañante en la foto. Una lágrima cayó justamente al lado del rostro del pequeño. ¿Por qué tenían que ser así las cosas? Justo cuando comenzaba a ir bien, ¿por qué todo se volvía tan difícil? Se sentía terriblemente culpable y le dolía escuchar ese “lo siento” arrepentido salir de la boca del menor. Sabía que ahora Yamada estaría atormentado, que no podría dormir y la estancia sería mucho más incómoda ahora.

Llevó su otra mano debajo de uno de sus ojos y limpió las lágrimas que caían. Se mordió el labio inferior tratando de retener los sollozos que querían salir de su garganta, todo era tan difícil. No encontraba solución a esa situación, no sabía qué tenía que hacer para que todo fuese más llevadero, no se le ocurría nada. Quería aliviar esa pesadez que seguramente oprimía el corazón del más joven, quería restarle importancia al asunto… pero no podía. Ese pequeño acercamiento le había hecho inmensamente feliz, tan feliz que casi no se arrepentía de lo que acababa de pasar. Se sentía culpable, sí, porque no era el momento para que algo así se diese, pero no se arrepentía. Acababa de volver a probar el dulce sabor de los labios de Ryosuke, ¿cómo podía arrepentirse de eso?

Inhaló varias veces a causa del doloroso llanto, tenía que tranquilizarse. Las cosas no se arreglaban llorando pero no sabía qué hacer. Él que siempre había sido muy positivo, ahora todo era negro. Siempre acababa metiendo la pata e incomodando a Yamada, solamente le traía sufrimiento. ¿Por qué se empeñaba en seguir a su lado si solamente le hacía daño? Ahora él era feliz junto a otra persona y él se estaba interponiendo, confundiendo al menor y trayéndole historias del pasado que eran muy dolorosas. Solamente se le ocurría una forma de arreglarlo todo…



Amanecía en la casa, sonando los despertadores de las dos habitaciones. Chinen abría los ojos con pesadez, ¿por qué se empeñaban en poner la alarma? ¡Estaban en verano, un poco de respeto! Miró a Yuto levantarse y apagar el estridente sonido. Suspiró aliviado y cambió de postura para seguir durmiendo.

- No te des la vuelta y despierta. – espetó sin delicadeza Ryutaro. Chinen dio un pequeño brinco en el sitio, ¿por qué le hablaba? Creía que estaba todo “hablado” entre ellos, no quería tener contacto alguno con él y creía que ya se lo había dejado claro.

Se giró malhumorado, ¿por qué le tenía que hablar a primera hora de la mañana? Arrugó el ceño al ver que el otro sonreía, ¿qué le parecía tan divertido? Se sentó en la cama dejando caer la sabana hasta su cadera.

- Cierto, Chinen. ¿No te acuerdas que hoy íbamos a casa de la abuela de Dai-chan? – Yuto apoyó las palabras que había dicho el menor de todos. El nombrado elevó la mirada tratando de recordar… era cierto, hoy iban a visitar a la abuela Arioka. Suspiró cansado rascándose la nuca.

- ¿Por qué tenemos que ir tan temprano? Sería mejor visitarla por la tarde, dejar a la señora dormir. – se volvió a echar en la cama tapándose hasta la barbilla. No quería levantarse de la cama, estaba tan a gustito…

- ¿No será que quieres que te dejemos dormir a ti? – intervino esta vez Keito sonriendo divertido por la faceta mimada que había cogido Chinen. Pocas veces le veía así, no desde que habían madurado, aunque siempre había sido el niño consentido del grupo.

- Esto también. – respondió Chinen cerrando los ojos, estaba cansado. Él quería seguir durmiendo… pero no podía. No quería hacerle ese feo de no presentarse a Daiki.

- Venga dormilón. – Ryutaro tiró de las sábanas del mayor destapándole completamente, éste se respigó por el frío mañanero (y más estando a primera línea del mar). Chinen arrugó el ceño para después ponerse en posición fetal y tratar de darse algo calor.

Chinen no dijo nada. ¿Qué le pasaba a Ryutaro? Desde hacía una semana que le notaba más cercano a él, ya no le ignoraba como siempre o le hacía comentarios sobre el pasado, simplemente le trataba con normalidad y amigable. Él seguía ignorándole, incluso llegó a contestarle bastante mal en varias ocasiones, pero el menor seguía tratándole amablemente, cosa que solamente le irritaba aún más. No entendía qué pasaba por la mente del menor pero sabía que algo se tramaba.

Se levantó cansado de los constantes mandatos de sus amigos y se dirigió al baño para lavarse la cara y despertar del todo, aún dándole vueltas a la actitud del menor.



Todos bajaron y desayunaron, tranquilamente, charlando animadamente para ser tan temprano. Daiki estaba algo ausente, pensativo y algo distante. Todos se preguntaban qué le pasaba, normalmente no solía ponerse así a menos que fuese importante. Pero ninguno se atrevió a decir nada ya que habían notado algo distraído a Yamada también, así que intuyeron que algo había pasado entre ellos dos.

Fueron hacia la parada del autobús para coger el bus que les dejaba cerca de la casa Arioka. Daiki miraba el cristal distraído, cavilando y convenciéndose de que lo que había decidido era lo correcto.

Llegaron a una modesta casa algo retirada, tenía mucha naturaleza y varios árboles que seguramente la propia anciana había plantado. Nada más posar un pie dentro Daiki cambió su semblante al de siempre, no quería preocupar a su adorada abuela.

- ¡Abuela! – exclamó alegre el nieto y se dirigió corriendo hacia la pequeñita mujer que le sonrió ampliamente. Digna sonrisa de la familia Arioka, algo que los caracterizaba.

- Hola, chicos. – saludó después de deshacerse del abrazo de su nieto. Le sonrió y miró a cada uno de ellos. – Vaya… ya sois todos unos hombres. – sonrió complacida al verles tan grandes, aunque solamente los conocía de las fotos de los álbumes que Daiki varias veces había llevado algún verano.

- Hola, señora. – saludaron ellos cortésmente. Ella se sorprendió de la caballerosidad de ellos nueve y ensanchó la sonrisa.

Daiki los presentó a cada uno, omitiendo a Inoo y Takaki que varias veces habían ido a esa casa. Takaki porque veraneaba en el mismo sitio e Inoo porque sus padres eran muy cercanos a los Arioka y le habían invitado.

Pasaron al salón principal y se dispersaron por el suelo sentándose alrededor de la mesita de té que la señora tenía. Daiki miraba a todos sitios entusiasmado, siempre le había encantado esa casa, mucho más que la propia. Allí, entre esas cuatro paredes, había pasado los mejores veranos de su vida. Rodeado de toda su familia y su incansable abuelo.

Al pensar en él dirigió su mirada al pequeño altar que su abuelo tenía en el salón, miró sonriente la foto que había. Le echaba de menos, solamente él le daba el apoyo moral que él necesitaba para seguir adelante.

- Aquí tenéis, té y pastas. – dejó la bandeja en el centro de la mesa y se agachó con ellos, sentándose al lado de su querido nieto. Sonrió al ver como todos degustaban las pastas que ella misma había hecho la tarde anterior.

- Dai-chan, ¿y tu abuelo? – preguntó Morimoto después de un rato en silencio. Todos estaban ocupados en comer o beber.

Daiki desvió la mirada algo incómoda pero sonriente, ya había pasado hacía mucho tiempo, lo tenía superado, pero aún le tenía muy presente.

- Murió de cáncer hace un año y medio. – respondió la señora de la casa al ver que su nieto no contestaba. Todos quedaron en silencio y miraron sorprendidos a la mujer que había respondido con una sonrisa en los labios.

Ellos no sabían nada, bueno, era normal, había muerto mientras Daiki estuvo fuera. Posaron su mirada en el castaño y vieron como éste sonreía también.

- ¿Y cómo le conoció? – preguntó curioso Yuto. Las historias de antes siempre le habían llamado la atención, siempre escuchaba a su abuelo relatarlas.

- Bueno… es algo largo de contar. – respondió para darle después un elegante sorbo a su taza de té. – Pero si tenéis interés y paciencia os lo puedo contar. – terminó con su inseparable sonrisa.

Ellos asintieron entusiasmados, nunca estaba demás saber algo sobre la familia Arioka. Yamada miraba interesado a la anciana, siempre había querido conocerla. Daiki hablaba maravillas sobre su persona y ahora sabía el por qué, ella era realmente agradable y carismática.

- Él y yo vivíamos en el mismo barrio. Siempre habíamos sido amigos y teníamos muy buena relación. – relató mirando la foto de su difunto esposo con un infinito amor. – Él siempre me había llamado la atención, siempre sonriendo y rodeado de gente. Nunca se rendía y miraba de frente al futuro, un gran carisma y una grata personalidad. – hizo una pausa sonriendo levemente. – Pero él nunca se había fijado en mí como algo más que una amiga, es más, era su mejor amiga. – su sonrisa pasó a ser divertida seguramente de recordar el pasado. – Era demasiado despistado para eso. Dos días antes de que él marchase al ejército me armé de valor y le dije lo que sentía. – todos pusieron gesto de asombro en sus rostros. – Él simplemente me contestó que cuando volviese me lo diría. Y yo esperé y esperé, fue una espera larga y tortuosa, no quería llegar a pensar que algo malo le había pasado, pues yo creía en sus palabras, sabía que volvería para darme la respuesta, confiaba en él. Después de cinco meses volvió, gracias a Dios, sano y salvo. Dándome una afirmativa de su parte. – sonrió tiernamente.

- Él me ha dado la mejor vida que una mujer pudiese tener, supo cuidarme y respetarme. Pasamos muchas dificultades juntos, demasiadas, pero supimos llevarlo adelante. Siempre atento a mis necesidades, nunca perdió su sonrisa y su carisma le llevó a morir feliz. – finalizó el relato mirando con amor la foto de su radiante esposo. Aún le seguía queriendo y esperaría para reencontrarse con él.

- Que bonita historia. – elogió Yuto admirado. Le gustaban esas historias de superación.

- Deben atesorar el amor, pues es el único hilo conductor. El amor te hace preocuparte por la persona que amas, es lo que nos mantiene unidos a todos. El amor saca lo mejor de cada persona. – aconsejó la señora a cada uno de ellos. Estaban en esa etapa donde no prestaban atención al amor, por no hablar de los tiempos que ahora corrían, donde una relación dura solamente tres telediarios.

Después de esa agradable conversación pasaron al patio trasero, donde había un pequeño jardín. La señora se sentó en el suelo de la terraza admirando como los jóvenes jugaban con la manguera y el agua. No había nada como la juventud, donde no tienes límites ni impedimentos, cuando te crees capaz de comerte el mundo y no le dabas más de dos pensamientos a un mismo asunto.

- Bendita juventud… - murmuró dándole un pequeño sorbo al té, cerró los ojos al momento de tragar el líquido.

- Hola, abuela. – saludó Daiki sentándose a un lado de ella. Venía de la cocina con un vaso de té helado, necesitaba ese trago frío en ese día tan caluroso. La señora se giró y le sonrió cálidamente.

- ¿Qué tal has pasado el verano? – preguntó mirando de nuevo a los chicos que se divertían, escuchando contenta las escandalosas risas de la vitalidad.

- Muy bien. – sonrió. Aunque hubo muchos momentos incómodos, la mayoría eran gratos e inolvidables. Sonrió triste al pensar en su decisión, comenzaba a temer pero se mantendría firme.

- ¿Has sido precavido? – insistió la mujer aún mirando a los amigos de su nieto. No quería mirar a su acompañante pues sabía que tendría una mueca triste, ese tema no era agradable para ninguno de los dos.

- Sí, he seguido todo lo que me mandó mamá. – respondió, comprendía la preocupación de su abuela, cualquiera se preocuparía. Pero había seguido al pie de la letra todo lo que le dictó su madre.

- Tienes que cuidarte no querrás que… - iba a continuar pero fue interrumpida por su nieto que sonrió tranquilo.

- Tranquila, no me volverá a pasar nada. – aseguró haciendo que la anciana se girara a mirarle por ese tono de seguridad. Por un momento creyó escuchar la voz de su difunto esposo, sonrió al ver que su adorado nieto se parecía mucho a su marido.

Ella simplemente sonrió, creería en esas palabras, al igual que había creído en la promesa de su esposo antaño. No quería volver a ver a su nieto tan mal como hacía unos años, no quería volver a verle…

Hikaru que estaba detrás de ellos dos, ya que había ido al baño, abrió los ojos sorprendido. ¿De qué estaban hablando? ¿Qué le había pasado a Daiki? ¿Por qué tenía que tomar tantas precauciones? Quería preguntárselo al menor, pero no se atrevía, parecía realmente serio y temía la respuesta.

- Oh, Hikaru-kun, ya has llegado. – saludó Yamada que estaba en el jardín con el resto. Daiki se giró sorprendido al verle detrás de él, temiendo que hubiese escuchado algo.

- Sí. – contestó el mayor sonriente. Tenía muchas dudas pero no quería preocupar al grupo y mucho menos preguntarle a Arioka delante de todos.

La tarde siguió tranquila y con muchas risas, como siempre que se juntaban. Acabaron agotados sentados en el porche, donde estuvieron todo el tiempo sentados Daiki y su abuela.

- Tenéis mucha energía. – elogió la señora sonriendo tiernamente y mirándoles divertida.

- Solemos ser así cuando nos juntamos todos. – respondió Takaki sonriendo contento. Volvían a comportarse como antes, pareciera que no hubiese pasado nada en todo ese tiempo.

- ¿Así de infantiles quieres decir? – añadió Ryutaro irónico. Hacía tiempo que no se comportaba así, creía que había madurado pero simplemente era fachada. Al igual que todos sus amigos que seguían siendo igual de críos.

El resto rió ante la ocurrencia del menor de todos y comenzaron una charla en la que recordaron viejos tiempos, donde todo era igual a ahora.



- Me lo he pasado muy bien. – se despidió Inoo haciendo una reverencia, el resto le imitó y fueron despidiéndose uno a uno, siendo Hikaru el último.

- ¿Volverás a visitarme, Daiki? – preguntó su abuela, solamente quedaban ellos dos, estaba Daiki despidiéndose de su adorada abuela.

- Por supuesto. – aseguró sonriente y mostrándole el puño cerrado con el pulgar hacia arriba, acentuando su promesa.

- Cuídate mucho y protégete. Haz caso a todo lo que te mande tu madre. – aconsejó de nuevo la mujer sacando un leve suspiro de cansancio a su nieto. Éste sonrió y se acercó a abrazarla.

- Ya te he dicho que no me volverás a ver en una camilla de hospital, abuela. – aseguró de nuevo completamente convencido de sus palabras. Se separó y le dio un beso en la frente, tratando de tranquilizarla, sonrió y se despidió de ella.



Llegaron a casa completamente exhaustos, había sido un día ajetreado y ya era de noche. Se dejaron caer de nuevo en el sofá, Hikaru miraba incesantemente a Arioka. Quería preguntarle, pero no sabía qué decirle. A decir verdad, Daiki nunca había explicado por qué se había ido y eso simplemente le hacía la intriga más grande.

- Me voy a acostar. – informó Chinen levantándose y yendo hacia las escaleras.

Bostezó en el trayecto unas tres veces, llegó a la habitación arrimando la puerta levemente sin percatarse de que alguien, sin hacer el menor ruido había entrado. Ese alguien le cogió del brazo girándole y empotrándole contra la pared.

- Me he cansado de tu indiferencia… - susurró Ryutaro en el oído del mayor.


*Fin del cap.17*

Bueno, ¿qué cómo ha estado?
¿Qué creeís que pueda ser lo que tiene Daiki?
¿Hikaru le preguntará o no?
¿Ryutaro actuará de una buena vez?
¿No es muy adorable la abuela Arioka? 
¿Os gusta como avanza la historia?¿O va muy lenta?

¡Contestarme las preguntas si queréis en los comentarios! >_< 
¡Mimi-chan destaaa~!